Un paisaje con central nuclear: la seguridad en Kashiwazaki-Kariwa
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Un terraplén colosal que tapa la vista
Kashiwazaki tiene una costa preciosa. Allí el verano es una sucesión de días soleados en que la apacible playa se anima con la presencia de bañistas, mientras que en invierno el cielo se cubre de nubes del color del plomo y la gente desaparece. El paisaje se queda desierto y triste pero, incluso entonces, en los días despejados de aire limpio, las crestas montañosas de la isla de Sadogashima se recortan claramente en el horizonte y se disfruta de una puesta de sol espectacular. Este año cayó una nevada inusitada y todo quedó cubierto por un manto blanco.
En la actualidad, al dirigir la vista al norte siguiendo la línea de la costa desde el infrecuentado parque Minatomachi Kaihin, a lo lejos se observa una construcción con una ristra de gigantescas torres metálicas: es la central de Kashiwazaki-Kariwa. Las cuatro torres grises son de descarga, mientras que las pintadas de rojo y blanco son pararrayos, necesarias ya que allí las tormentas eléctricas abundan en invierno.
Visto de cerca, queda el paisaje siguiente. Accedemos por la entrada, celosamente vigilada, hasta la línea de mar que queda más al fondo del terreno. Al girarnos, parece que una montaña se alce ante nuestros ojos: es un terraplén descomunal que se construyó para ganar altura, como medida de prevención contra tsunamis. En algunas zonas hay muros de hormigón altísimos que se erigen como obstáculos. Antes los edificios de los reactores se veían desde la playa, pero ahora esa vista queda completamente oculta.
El recinto de la central está situado a caballo entre la ciudad de Kashiwazaki y el pueblo de Kariwa, con cuatro reactores en la primera y tres en el segundo. Un técnico de la planta seguramente diría que ocupa unas noventa veces la superficie del estadio Tokyo Dome. Lo rodea un frondoso bosque de distintas especies de árboles que no permiten ver el interior.
Los siete reactores de la central están parados actualmente. Tokyo Electric Power Company Holdings (TEPCO) planea volver a poner en marcha los reactores 6 y 7, para lo cual viene preparando discretamente una serie de medidas de seguridad. El objetivo, por el momento, es reanudar el funcionamiento del reactor 7.
El problema gira en torno a la seguridad. ¿Qué medidas se han adoptado, teniendo en cuenta lo ocurrido en el accidente nuclear de Fukushima Dai-ichi? A menos que resulten totalmente exhaustivas, es inconcebible que se permita reactivar Kashiwazaki-Kariwa. TEPCO ha construido un pabellón en un edificio de cinco pisos de hormigón armado, donde se exponen maquetas de la central y los reactores. Empleados de la empresa explican el funcionamiento y las medidas de seguridad. La entrada es gratuita.
¿Se ha mejorado la resistencia frente a los tsunamis?
Veamos cuáles son las medidas de seguridad que se han implementado hasta la fecha. Se trata de una información básica y crucial que debemos conocer para poder debatir sobre la reapertura de la central.
Para garantizar la seguridad de una planta nuclear en caso de accidente, ha de ser posible detener los reactores, enfriar el combustible y aislar el material radiactivo. Sin embargo, en el accidente de Fukushima Dai-ichi, un tsunami gigante asoló la central, el agua se coló en los edificios de los reactores y en los generadores diésel de emergencia, y se produjo un parón eléctrico completo. Se pudo detener, pero ya no fue posible enfriar. La tragedia se desató a partir de ahí.
Partiendo de lo aprendido en Fukushima, proteger la central de los tsunamis se convirtió en el principal objetivo de las medidas de seguridad de Kashiwazaki-Kariwa. Las nuevas normas de regulación dictadas por el Gobierno se basan en la previsión de tsunamis de hasta 6,8 metros de altura. TEPCO ha ido más allá y ha optado por preparar protecciones de 15 metros sobre el nivel del mar. Para los reactores del 1 al 4, que se hallan a 5 metros de altura, ha construido diques de hormigón armado de 10 metros en primera línea de costa; para los reactores 5, 6 y 7, que están a 12 metros, ha reforzado el terreno en pendiente con suelo mejorado con cemento, material que también se ha empleado para elevar el nivel tres metros más. Por eso el paisaje de la zona ha cambiado tanto y ahora, visto desde la costa, parece que haya salido una montaña.
¿Qué pasaría, pues, si llega un tsunami más grande de lo previsto? Hay que tomar medidas para que no se cuele en los edificios de los reactores aunque penetre en los terrenos de la central. Si el agua entrara, sería a través de las aperturas de ventilación, que son como ventanas. Por eso se han construido muros y paneles de contención alrededor de los edificios.
Pero ¿y si, a pesar de todo, el agua penetrara en los edificios? Para ello se han instalado compuertas herméticas bien gruesas que aíslan la zona donde están los dispositivos de emergencia para enfriar los núcleos de los reactores y la maquinaria importante como los generadores de emergencia. También se ha impermeabilizado la estructura de las tuberías de modo que no haya filtraciones por las juntas.
Según los responsables de TEPCO: “Hemos diseñado cada medida de seguridad pensando en qué medidas alternativas serían necesarias si la primera fallara”. Así que no se han limitado a evitar la penetración del agua. A continuación repasamos las medidas adoptadas con detalle.
¿Qué pasa si la central se queda sin electricidad?
¿Cuál es el plan de actuación previsto si se produce un parón eléctrico en Kashiwazaki-Kariwa, ya sea por inundación o por cualquier otra causa? En el accidente de Fukushima Dai-ichi se quedaron sin medios para enfriar los reactores al interrumpirse el suministro eléctrico. Hay que asegurar la electricidad como sea. Con dicho fin se ha decidido instalar, en un terreno elevado, cuatro vehículos equipados con generadores de turbinas de gas y paneles de distribución eléctrica, de modo que pueda facilitarse de forma inmediata. Además, la central contará siempre con veinte vehículos móviles de suministro eléctrico.
Seguramente muchos conservarán en la memoria la imagen de los helicópteros de las Fuerzas de Autodefensa esparciendo agua sobre los reactores en el accidente nuclear de Fukushima. El último recurso para enfriar los reactores es echarles grandes cantidades de agua. Por eso en la central de Kashiwazaki-Kariwa se ha construido un depósito con 20.000 metros cúbicos de agua dulce y se han preparado 42 camiones de bomberos. También se dispone de bombas de agua que funcionan con el vapor de los reactores, sin electricidad.
A partir de ahí, se pasa a las medidas previstas para el peor de los casos. ¿Qué solución se adoptará si no es posible enfriar los reactores con los medios hasta ahora descritos, los núcleos se dañan y surge el riesgo de una fuga radiactiva? La congestión de hidrógeno en los edificios provocó las explosiones en Fukushima Dai-ichi. En Kashiwazaki-Kariwa se instalará un sistema para que el hidrógeno se combine con oxígeno y así se evite que aumente la concentración del primero para prevenir este tipo de incidentes. En el caso improbable de que los núcleos de los reactores se deterioren y la radiactividad trascienda la vasija de contención, se ha preparado un dispositivo de filtrado y ventilación que reducirá la concentración para que el aire contaminado con altos niveles de radiación no se esparza al exterior.
Todas estas medidas de seguridad que acabamos de explicar se basan en las nuevas normas de regulación puestas en vigor en julio de 2013, que supuestamente son las más estrictas del mundo en su sector. Además de haber reforzado notablemente los criterios originales para hacer frente a terremotos y tsunamis, ahora se cubre incluso la prevención del terrorismo con medidas como las destinadas al posible impacto intencionado de vehículos aéreos.
En cuanto al reactor número 7, las inspecciones gubernamentales finalizaron en octubre de 2020 y, tras una serie de modificaciones para adaptarlo a las medidas de seguridad, quedó listo en enero de 2021. Los responsables de la central están convencidos de haber efectuado todos los preparativos posibles. Ahora solo está por ver si lograrán la aprobación pública para reanudar las operaciones.
Una “dura decisión” para estimular el empleo y los ingresos tributarios
Para que se apruebe la puesta en marcha de la central, se requiere el beneplácito de las autoridades locales. En noviembre de 2020 el gobernador de la prefectura de Miyagi, Murai Yoshihiro, se reunió con los alcaldes de Onagawa e Ishinomaki para discutir sobre la reanudación de la actividad del reactor número 2 de la central de Onagawa, de Tohoku Electric Power Company, afectada por el Gran Terremoto del Este de Japón. Tras la reunión, se anunció la aprobación oficial del proyecto. Fue la primera vez que un Gobierno local accedía a la reactivación de una central localizada en la zona damnificada. En la rueda de prensa Murai declaró que el proyecto se había autorizado en pos de la creación de empleo y de una mayor recaudación de impuestos inmobiliarios y por combustible nuclear, pero apuntó que había sido una decisión muy difícil.
Las autoridades locales no pueden ignorar la vertiente económica de su decisión. ¿Cómo afecta ese factor en el caso de la central de Kashiwazaki-Kariwa? De los 6.300 empleados (personal de TEPCO y empresas asociadas a 1 de enero de 2021), en torno a 3.500 son residentes de Kashiwazaki y Kariwa. La cifra solo incluye a los trabajadores; contando a sus familias, son de dos a cuatro veces más los lugareños que viven gracias a la central.
¿Y qué hay de los ingresos públicos? Las zonas que albergan una central nuclear reciben distintos tipos de subsidios, como (1) el subsidio de las tres leyes de desarrollo energético, (2) el subsidio para la promoción de municipios que acogen centrales nucleares (impuesto prefectural por combustible nuclear) o (3) el subsidio por combustible nuclear usado. Los impuestos inmobiliarios y los impuestos a empresas de implantación local también pasarían a engrosar las arcas de Kashiwazaki y Kariwa. ¿En qué medida contribuyen estos ingresos en las finanzas de ambos municipios?
En Kashiwazaki los tres subsidios arriba indicados ascienden a unos 3.400 millones de yenes. Si se les añaden los impuestos inmobiliarios y los impuestos a empresas de implantación local, suman 8.000 millones de yenes, en torno a un 15 % de los 53.100 millones de yenes de los ingresos generales (datos del año fiscal 2018). En Kariwa los dos primeros subsidios suman 1.300 millones de yenes, que, con los dos impuestos, dan un total de 2.900 millones. Aproximadamente la mitad de los 5.800 de ingresos totales del pueblo proceden de la central nuclear (datos del año fiscal 2018). Las cifras revelan que ambos municipios dependen de la central en gran medida.
Los municipios de Kashiwazaki y Kariwa aceptaron acoger la central nuclear en 1969. El primer reactor, que empezó a montarse en diciembre de 1978, se estrenó en septiembre de 1985, mientras que el séptimo, que completó la estructura actual de siete reactores, se activó en julio de 1997. El Terremoto de Chūetsu de 2007 obligó a detener parte de los reactores y el resto se inhabilitó tras el Gran Terremoto del Este de Japón, en marzo de 2011. En los cuarenta años transcurridos desde que se iniciara la construcción de la planta, los ingresos que ha generado, independientemente de si estaba operativa o no, han constituido una parte importante de la economía de la región.
Kashiwazaki contaba con unos 90.000 habitantes en 2010, pero en 2020 la población había caído hasta los 81.000 debido a un proceso de envejecimiento y despoblación que no da señales de remitir. Kariwa presenta las mismas tendencias demográficas. La calle comercial que hay frente a la estación de Kashiwazaki es ahora una sucesión de persianas cerradas, mientras que en la zona de ocio, especialmente durante la pandemia, reina la inactividad. Considerando las dificultades económicas actuales y la posibilidad de crear empleo y aumentar los ingresos públicos, la situación de Kashiwazaki-Kariwa se asemeja a la de Onagawa, donde se decidió volver a poner en marcha la central nuclear.
Una inversión de 1,2 billones de yenes en seguridad
¿Se logrará la aprobación pública para reanudar la operación de la central de Kashiwazaki-Kariwa? ¿Cuáles son las previsiones al respecto? En las elecciones municipales celebradas en Kashiwazaki en noviembre de 2020, el alcalde del momento, partidario de la reactivación de la central, salió reelegido con una victoria arrolladora sobre los candidatos que se oponían a ella. Los que apoyan la reapertura de la central son mayoría en el ayuntamiento. En los comicios de Kariwa el alcalde, que respaldaba la puesta en marcha, salió reelegido para un sexto mandato, y el resto del ayuntamiento también está mayormente a favor.
La evolución de la central de Kashiwazaki-Kariwa
Julio de 2007 | Terremoto de Chūetsu (Niigata). Parada de emergencia de 4 reactores activos. |
Marzo de 2011 | Gran Terremoto del Este de Japón y accidente nuclear de la central de Fukushima Dai-ichi de TEPCO. |
Septiembre de 2013 | TEPCO solicita a la Comisión Reguladora Nuclear una inspección para reactivar los reactores 6 y 7. |
Noviembre de 2016 | Sakurai Masahiko es elegido alcalde de Kashiwazaki por primera vez. |
Junio de 2017 | El alcalde Sakurai Masahiko decide exigir a TEPCO un plan de desmantelamiento de alguno de los reactores del 1 al 5 como condición para reactivar el 6 y el 7. |
Diciembre de 2017 | Los reactores 6 y 7 superan la inspección de la Comisión Reguladora Nuclear. |
Febrero de 2018 | La comisión de la prefectura de Niigata que investiga el accidente de Fukushima Dai-ichi decide publicar un informe en 2 o 3 años. |
Junio de 2018 | Hanazumi Hideyo gana sus primeras elecciones a gobernador de la prefectura de Niigata y se niega a iniciar el debate de la reapertura hasta que se publiquen los resultados de las investigaciones. |
Agosto de 2019 | TEPCO anuncia al alcalde Sakurai Masahiko que prevé desmantelar al menos uno de los primeros cinco reactores en los cinco años posteriores a la reactivación de los reactores 6 y 7. |
Octubre de 2020 | Finalizan las inspecciones de la Comisión Reguladora Nuclear para reactivar el reactor 7. Queda pendiente la aprobación oficial de las autoridades locales. |
Fuente: Kyodo News.
Niigata no ha abandonado su posición de cautela. El Gobierno prefectural ha creado su propia comisión para investigar el accidente nuclear y no está dispuesto a empezar a debatir sobre la reapertura de la central hasta que se completen las comprobaciones pertinentes.
Con todo, un experto en política local afirma lo siguiente: “Se cree que, a no ser que la comisión investigadora emita una opinión negativa sobre la central, el gobernador Hanazumi Hideyo dará el visto bueno. Su mandato termina en junio de 2022. El Gobierno y el Partido Liberal Democrático no quieren postergar la decisión y convertir la autorización del relanzamiento de la central en un argumento electoral, por lo que tienen la intención de llegar a una conclusión antes de que termine este año”.
El Gobierno da por hecha la reapertura de la central de Kashiwazaki-Kariwa, puesto que prevé que un 30 % del suministro eléctrico del futuro proceda de la energía nuclear. Aunque controlar las emisiones de CO2 implica reducir la energía térmica y elevar la proporción de energías renovables, estamos lejos de afianzar un suministro estable de este modo, por lo que la única opción para lograrlo es volver a utilizar la central nuclear, que no genera CO2.
Hasta la fecha, se ha invertido la astronómica cifra de 1,2 billones de yenes en la seguridad de Kashiwazaki-Kariwa. Antes me he explayado hablando de las medidas que ha desplegado la central, pero me pregunto si bastarán para garantizar una operación totalmente libre de peligro. A juzgar por las iniciativas adoptadas por TEPCO a partir de las nuevas normas de regulación, las medidas se han diseñado teniendo en cuenta todos los riesgos imaginables.
En teoría, no parece haber ningún motivo para no volver a poner en marcha una central que ha superado la normativa más estricta del mundo en su sector. Sin embargo, atendiendo a los imprevistos que hemos vivido en el pasado, yo mismo tampoco pondría la mano en el fuego por su seguridad.
Durante este proceso tan complicado, estalló un escándalo al saberse que un empleado de TEPCO había accedido a la sala de control general de la central de Kashiwazaki-Kariwa con la identificación de otro miembro del personal. Hay que admitir que esto plantea serias dudas sobre las medidas de seguridad. ¿Cómo es posible que alguien se cuele en las instalaciones suplantando la identidad de otra persona? Los accidentes graves no solo se producen a causa de desastres naturales, sino que principalmente derivan de los llamados fallos humanos, como son la negligencia y los errores de juicio o de operación. La seguridad no puede garantizarse al 100 % solo con reforzar la parte física de las instalaciones.
El calendario hacia la reapertura de Kashiwazaki-Kariwa avanza, a pesar de todo, siguiendo la agenda gubernamental. Debemos aceptar esa realidad y plantearnos cómo conviviremos con la energía nuclear de ahora en adelante.
Fotografía del encabezado: Los reactores 6 y 7 de la central de Kashiwazaki-Kariwa. (Kyodo News)