Entrevista a Itō Asa: El tacto en las relaciones humanas y el altruismo en tiempos del coronavirus
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En febrero de 2020, el Instituto Tecnológico de Tokio inauguró su Centro de Investigación para el Futuro de la Humanidad. En esta época en que la evolución de la inteligencia artificial y el desarrollo de la edición del genoma humano están sacudiendo los cimientos de la definición misma de lo humano, el centro reúne conocimientos humanos de artes y letras, y sistemas sociales para explorar los cambios que la ciencia y la tecnología nos aportan, así como ciertos valores que debemos proteger. Su propósito es explorar el futuro de la humanidad desde diversos ángulos.
La profesora Itō Asa, directora del centro, estudia las maneras en que pueden utilizar sus cuerpos quienes viven con diversas discapacidades –discapacidades visuales, auditivas, o la amputación de un miembro—para sentir el mundo.
Una investigadora nacida del interés por los insectos y la tartamudez
“Cuando era niña me fascinaban los insectos, y me encantaba dibujar. A medida que los observaba y dibujaba las detalladas estructuras de sus cuerpos me iba haciendo uno con el objeto de mi interés, y la forma en que veía el mundo empezó a cambiar. Me gustaba esa sensación, y creo que aquellos eran mis primeros pasos en mi camino a hacerme investigadora”, recuerda Itō.
“Estaba interesada en investigar desde una perspectiva integral y macroscópica sobre cómo siente y vive cada ser vivo del planeta, y tenía como objetivo convertirme en bióloga, pero me sentía incómoda con el enfoque del momento, que aseguraba que si podemos descodificar el ADN podemos comprender la vida. Cuando estaba en tercero, en la universidad, me pasé a Artes Liberales. Elegí la Estética, como especialidad: un campo de estudio para pensar en profundidad sobre zonas ambiguas que no se pueden expresar fácilmente con palabras, como los sentimientos que tenemos al ver una obra de arte”.
Itō tartamudea, y desconfía de las palabras. Esa es otra de las razones por las que eligió la disciplina de la Estética.
“No puedo hablar bien porque mi intención al hablar y las palabras que digo no terminan de encajar. He vivido tratando de afinar la relación entre mi cuerpo y las palabras desde que era niña. Mi tema de investigación actual son las personas con discapacidades diferentes a la mía. Cómo lidian con las cosas que no salen como quieren, cómo se las arreglan... Escucho a personas con diversas discapacidades y trato de imaginar y comprender el mundo en que viven. Se dice, por ejemplo, que entre un 80 % y un 90 % de la información que obtenemos las personas proviene de nuestro sentido de la vista, y debido a que confiamos tanto en nuestros ojos, tendemos a pensar que el mundo que vemos lo es todo. Yo he comenzado a ver una cara diferente de este asunto, gracias a mi contacto con personas que perciben el mundo de otras formas. ¿Qué tipos de caras diferentes ven las personas con discapacidad visual? He empezado a desear ser libre de esas limitaciones de la visión”.
“Cuando comencé mi investigación, me di cuenta de que mi experiencia como tartamuda era útil. Cuando intento comprender los sentimientos de un invidente, hay una parte de ellos que puedo entender como una extensión de mi propia experiencia. Por otro lado, para comprender realmente tienes que ampliar tu capacidad de comprensión. Conocer a la otra persona es un proceso que también te cambia a ti”.
Relaciones humanas por el tacto = tocar y ser tocado
En su reciente publicación Te no rinri (La ética de las manos), Itō considera las relaciones humanas desde el punto de vista del sentido del tacto. “Creo que, en un mundo cada vez más dividido, las sensaciones táctiles son una pista para pensar en cómo interactuamos con otras personas. En nuestra sociedad, las relaciones humanas basadas en la visión representan la tendencia principal. Pero a veces sucede que trazamos una línea entre nosotros y el otro, y eso provoca que esa persona adopte una actitud agresiva. Creo que el sentido del tacto (y no el visual) es una pista para considerar las relaciones que no definen claramente el contorno de sus participantes”.
Las palabras clave para esa consideración son las que equivaldrían a “tocar”. En japonés se utilizan dos palabras con matices ligeramente diferentes: sawaru y fureru. “Creo que el marco de nuestra forma de sentir es diferente según nuestra cultura. La intervención de las palabras da un contorno a los sentidos”.
Sawaru es una “relación física” que confirma las características y propiedades de los objetos, mientras que fureru es una “relación humana”, cariñosa y recíproca. La actitud o el tono de la comunicación que se conforman con la primera palabra representan el “modo de emisión”on el que el emisor transmite de manera unilateral su mensaje al receptor, mientras que la segunda conlleva un “modo de generación”, con sentimientos en directo que en cierta forma “se crean en el acto”. Itō realiza esta clasificación utilizando ambos verbos como pistas para considerar cómo funciona la interacción entre las personas a través del sentido del tacto.
“Fureru nos habla de relaciones en las que los contornos y roles de cada participante se vuelven ambiguos. Del mismo modo que se puede crear la forma compuesta fureau (tocarse uno a otro), no se trata de que solo uno de los participantes toque al otro, ni de una comunicación unilateral. Se trata de una comunicación en la que ambos se buscan. En Japón, el concepto del individuo no es muy fuerte, y existe una tendencia a valorar el lugar y priorizar su integración con las personas que lo ocupan. En conversación también es frecuente no expresar las ideas hasta su conclusión. Puedo decir, por ejemplo, algo como ‘El tiempo de hoy...’ o ‘Hace un tiempo muy agradable, ¿no?’, y la división de roles no queda claramente definida. El límite entre ‘nosotros’ y ‘yo’ es algo más débil que en muchas culturas occidentales. Creo que eso puede tener una repercusión en la sensibilidad del contacto”.
Las sensaciones táctiles desempeñan un papel importante en aspectos fundamentales de la vida como el parto, la crianza de los hijos, o el cuidado de enfermos y ancianos. Itō explica que es importante reconsiderar el significado de las diversas formas de contacto, y reconoce que este puede conducir tanto a la intimidad como a la violencia.
Una sensación de incomodidad hacia la palabra “diversidad”
Cada una de las diversas discapacidades del cuerpo tiene su propia cultura relacionada.
“Cuando empecé a entrevistar a personas con discapacidad visual estaba, al principio, algo nerviosa. Pensaba que sería de mala educación decir ciertas cosas, que podía lastimar a la otra persona. Pero uno de ellos me dijo: ‘El mundo de ese ladoambién parece interesante’, y sus palabras me hicieron sentir mejor. Pensé que era algo parecido a las diferencias culturales. Existe una cultura del mundo de los invidentes y una cultura del mundo de los que pueden ver. Yo solo debía tener interés en esa nueva forma, y escuchar. Después de eso empecé a hablar dentro de relaciones humanas normales, sin pensar lo que debía o no preguntar”.
Se puede obtener más información a través de una simple charla que mediante entrevistas con fines de investigación. “Incluso siendo al principio muy consciente de la discapacidad de la otra persona, es algo que vas olvidando mientras hablas. A medida que conoces diversos aspectos de esa persona, puedes hablar con ella sobre la crianza de los hijos o los grupos de música que le gustan como si fuera una más de tus amigas, y poco a poco vas encontrando varios canales por los que conectar con ella”.
En estos últimos años se nota una cierta incomodidad por la avalancha de ocasiones en las que se usa por todas partes la palabra “diversidad”, incluyendo la visión misma de los Juegos Olímpicos de Tokio. Se aspira a crear una sociedad en la que todos puedan desempeñar un papel activo tengan o no una discapacidad, e independientemente de su orientación sexual, pero si todo queda reducido a palabras cada uno seguirá siendo diferente y ahí terminará todo. Y eso es la otra cara de laneda de una simple “no interferencia”, algo que no hará sino reafirmar las divisiones existentes. Si etiquetamos a alguien como “persona con discapacidad” dejaremos de ver algunos de sus diversos aspectos como individuo. “Creo que el verdadero respeto por la diversidad pasa por respetar el carácter multifacético de una persona”.
“A menudo oigo a personas con alguna discapacidad decir: ‘Me obligan a interpretar papeles de personas con discapacidad’. Por otro lado, siento también tendencia a enfatizar las diferencias con quienes me rodean. Si digo, por ejemplo, que tengo una discapacidad de desarrollo y me diferencio de quienes me rodean en estos aspectos, estaré informando bien a esas personas. Pero conducirá también a una mayor división. Quiero que las personas que me escuchan puedan experimentar lo que digo con sus cuerpos para comprenderlo, y no entenderlo simplemente con la cabeza. Mi investigación, en ese sentido, se puede ver como una forma de traducción”.
¿Qué es el verdadero “altruismo”?
El Centro de Investigación para el Futuro de la Humanidad estuvo considerando el concepto del “altruismo” durante 2020.
“En lugar de tratar de promover el altruismo, hemos estado considerando qué significa el verdadero ‘altruismo’, replanteándonos el veneno y la negatividad que puede llegar a contener un comportamiento altruista”, dice Itō.
“Al pensar en situaciones de discapacidad, vemos que se dan muchos casos de comportamientos aparentemente altruistas, de buenas acciones fáciles de entender que a menudo no son buenas todas para las partes, como ‘ayudar si vemos a alguien que lo necesita’. Suele ser un modo de emisión en el que se impone la justicia de las personas que ayudan sobre las personas con discapacidad. Quien ayuda cree que la persona con discapacidad estará agradecida si la obligan a ‘actuar’ como discapacitada, y no dudan de esta idea. Eso no es altruismo”.
El verdadero altruismo significa crear un espacio. “Se trata de que la otra persona, al interactuar con ella, pueda tener ese espacio, que incluye también cómo usar el tiempo. Se trata de que tenga la oportunidad de sacar su potencial, en lugar de tratar de controlar según lo que hemos planeado. En ese proceso, nuestra perspectiva (nuestro punto de vista y nuestra actitud) cambiará. Creo que quizá sea altruista tener una relación que cambie también a quien la inicia”.
Si trabajamos como cuidadores de alguien, por ejemplo, la “información como sustancia”, del cuerpo de esa persona, nos llega primero cuando lo tocamos (sawaru). Y al crear un espacio cambia la forma de tocar (fureru). Si la persona que recibe asistencia confía en el cuidador y se entrega a él o ella, las emociones y pensamientos se transmiten gradualmente desde el interior del cuerpo de ambos y se establece la comunicación. Itō describe el proceso como “entrar en el cuerpo de la otra persona. Si la forma en que te involucras no cambia mediante esa ‘entrada’ en la comunicación, la persona que recibe los cuidados sufrirá por ello”.
¿Cómo interactúan las personas tras la llegada del coronavirus?
En la época del coronavirus Itō tuvo muchas oportunidades de reunirse con amigos con discapacidades a través de Zoom.
“Ahora solo hay personas con ‘discapacidades de contacto’ en el mundo, me dijo un amigo invidente. Quieren tocar a otros, pero no pueden. Este problema puede cambiar la cultura y los valores del pasado. La influencia cambia mucho dependiendo de la cultura de un país, la edad del individuo y su situación, ¿verdad? En Japón, por ejemplo, no existe el componente cultural del abrazo de otras culturas; lo normal ha sido siempre la reverencia. Y esa reverencia está atrayendo ahora la atención de otras culturas. Será interesante ver si ese tipo de cambios ocurren en el futuro”.
“La cultura gastronómica, sobre todo, puede cambiar mucho. Les decimos a los niños que no deben hablar durante la hora del almuerzo, y aunque al principio se sientan incómodos después de unos años las comidas silenciosas pueden convertirse en un elemento cultural. Los adultos solían servirse juntos de una misma olla con personas que acababan de conocer, antes de que comenzara la pandemia, pero ¿se sentirán libres de hacerlo en el futuro? Además, ya no solo se trata de contagiarse del coronavirus, sino de cualquier resfriado o gripe; esta época nos ha hecho más conscientes de las rutas de infección y más motivados para controlarlas”.
El mundo de las discapacidades de contacto puede durar mucho tiempo.
“¿Cómo se puede llegar al corazón de las personas sin contacto físico? No tenemos más remedio que buscar otros métodos. Las personas con discapacidades llevan mucho tiempo ideando nuevas formas. Si pensamos que un invidente, por ejemplo, no puede apreciar la pintura por carecer de visión, pronto comprenderemos que ese no es el caso. Se han creado formas de apreciar el arte pictórico mediante la conversación. También deberíamos ser capaces de crear, para esas ‘discapacidades del contacto’ un enfoque diferente”.
Las sensaciones táctiles seguirán desempeñando un papel importante incluso después de la era del coronavirus, en aspectos como el cuidado de enfermos y ancianos, o el parto. Mientras continuamos explorando las formas de sawaru y fureru, es necesario que encontremos una manera de lograr el contacto sin tocar. Itō cree que, incluso si tuviéramos menos oportunidades de tener contacto con otros, el valor del tacto fureru en la comunicación es algo que debería heredarse como un preciado tesoro.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: PIXTA)