Un médico japonés cuestiona el totalitarismo de la salud en los tiempos del coronavirus
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La opción de no elegir información
En la infodemia (una avalancha de información que incluye engaños) sobre el nuevo coronavirus, el hecho mismo de pensar que se puede identificar la información correcta puede constituir por sí mismo una superstición. Debería también existir la opción de poder bloquear toda la información temporalmente. Es el médico Ōwaki Kōshirō quien plantea este tema tan audaz.
“Creo que la visión de los especialistas (profesionales médicos y medios de comunicación) se traduce en poseer conocimientos sobre salud para distinguir entre la información correcta y el engaño. Quizá en un grado incluso mayor de lo que creen los especialistas, por el mundo circulan muchas más mentiras que verdades. Es posible obtener una mínima cantidad de información correcta, pero existe un alto riesgo de que sea falsa. Siendo así, deberíamos contar con la opción de poder rechazar ambas”.
Ōwaki señala que incluso la evidencia que se traduce como cimientos científicos no son sinónimo de veracidad o eficacia. Los motivos son complicados, pero la conclusión en definitiva depende de cómo se organicen los datos estadísticos utilizados. La interpretación, dicho de otro modo, puede cambiar dependiendo de lo que quiera demostrar el investigador.
“La información es similar a un patógeno”, dice Owaki. Se propaga, provoca ansiedad y crea pánico. Dejarse convencer por engaños relacionados con la salud puede resultar nocivo para el cuerpo. “Para protegernos debemos mantenernos alejados de ese mar de información, para empezar. Podemos apagar el televisor, o cerrar la página web”.
Para inmunizarse contra el pánico son necesarias diversas estrategias flexibles. Cuando alguien se deja influir por la información existe, por supuesto, un miedo a verse infectado, en el trasfondo. Sin embargo, Ōwaki nos pregunta si no estamos sacrificando nuestras vidas en aras de esos deseos de no infectarnos y de seguir estando sanos.
Exceso de confianza en la medicina preventiva
Desde que era estudiante de medicina Ōwaki se sentía incómodo con las excesivas expectativas hacia los tratamientos médicos y con el hecho de que vivir vidas largas y saludables se convierte en el objetivo de la vida misma.
“Los médicos no siempre tienen la razón. Desde siempre he sentido la importancia de aseverar con más firmeza que debemos remediar ese exceso de confianza en la medicina, y que la gente tarde o temprano muere a causa de una enfermedad”.
Fue con su obra Kenkō kara seikatsu o mamoru (Proteger nuestra vida de la salud) con la que planteó como trasfondo su conciencia sobre esos problemas. En ella plantea dudas sobre el exceso de confianza en la medicina preventiva, principalmente relacionada con las enfermedades del estilo de vida y la detección del cáncer, y adopta el término “superstición” como palabra clave. Un ejemplo familiar es el mito sobre las purinas y el colesterol. Es frecuente escuchar que la cerveza contiene purina y no se debe beber, porque causa gota; también se dice que debemos tener cuidado con la dieta para reducir los niveles de colesterol. La cerveza, de hecho, contiene muy poca purina, y el colesterol se sintetiza mucho más en el cuerpo de lo que se absorbe a través de los alimentos. Ōwaki señala que incluso si optamos por no beber cerveza y tenemos cuidado con nuestra comida con juicio, no tendremos mucho éxito previniendo enfermedades.
La crisis del coronavirus comenzó a agravarse cuando casi había terminado de escribir el libro. La mayor parte del contenido estaba ideado desde antes de la pandemia, pero una buena parte se convirtió en una piedra que lanzar contra el creciente énfasis general de la época del coronavirus por la salud y la seguridad.
Incomodidad hacia el “nuevo estilo de vida”
Kenkō kara seikatsu o mamoru se publicó en junio de 2020, y el mes siguiente se publicó su traducción al japonés de The Death of Humane Medicine and the Rise of Coercive Healthism (publicado en español con el título La muerte de la medicina con rostro humano), obra póstuma de Petr Skrabanek, médico nacido en la República Checa y exiliado a Irlanda. Según Ōwaki, su obra es una “especie de comentario” sobre este libro.
Skrabanek explica que la “doctrina de la salud” funciona como una religión. Bajo su dogma la medicina moderna ha intervenido a menudo, a lo largo de la historia, en nuestra salud, y nos ha hecho olvidar la importancia de la vida personal y la felicidad. La doctrina de la salud se ha utilizado también como arma política para controlar al público y ocultar graves problemas sociales, señala Ōwaki, estableciendo de manera tajante la conexión entre la salud y medicina y la política.
Ōwaki asegura que la “nueva forma de vida” que nos impone el coronavirus se corresponde a la perfección con ese pensamiento de único patrón que Skrabanek critica: “Contrólate por tu salud”. “Me resulta muy incómoda la gravedad y seriedad que supone el hecho de restringir la vida de las personas sin conocer con exactitud los efectos que esto tendrá. Lo más problemático es provocar ataques contra los infectados. ‘Si bajo la guardia me infectaré y se lo transmitiré a otros; debo tener cuidado’. Esa idea de tener cuidado hace que se perciba a la persona infectada como culpable de esa guardia baja”.
“El hecho de que alguien esté infectado no significa siempre que lo esté por no haber tenido cuidado. También se puede dar el caso de que no haya tenido más remedio que ir a un lugar con mucha gente. Hay más circunstancias y situaciones de las que podemos imaginar, así que cerrar los ojos a ellas y culpar a alguien diciendo que podría haber tenido más cuidado es una posición bastante sesgada”.
“Nadie comprende en su totalidad el nuevo coronavirus. No existe una base médica clara para el control de la infección, ni tampoco una base legal en Japón. Por otro lado Japón es un país en el que, aunque no se implemente ninguna sanción, si el Gobierno nos pide que tengamos cuidado se activará un cierto grado de monitorización autónoma; por otro lado la monitorización mutua resulta más difícil de controlar adecuadamente. Es por eso que nace la ‘policía del autocontrol’, por así decirlo”.
La protección del modo de vida como nuevo punto de vista
¿No queda más remedio, entonces, que aprender a convivir con el virus en medio de toda esta ansiedad y ambigüedad?
“El desarrollo de vacunas y remedios no eliminará el coronavirus. El equilibrio entre la actividad económica, la salud y seguridad y la calidad de vida seguirá siendo inestable durante mucho tiempo. Es precisamente por eso que resulta necesario estar preparados para correr ciertos riesgos, si a cambio podemos cuidar de nuestro modo de vida”.
Ōwaki sostiene que debemos ser conscientes de que el coronavirus no representa una amenaza del mismo nivel que lo fueron la viruela o la peste. “Incluso si las personas se infectan y sus vidas peligran, un gran cambio en su estilo de vida por miedo al virus supondrá abandonar de golpe la cultura que los seres humanos hemos construido a lo largo de nuestra larga historia. Cuidar de nuestro estilo de vida puede significar que debemos tolerar ciertos riesgos, pero debemos también tener en cuenta que la vida en sí también consiste en eso”.
Actualmente se da prioridad a la economía, y el autocontrol que se le pide a la gente es bastante flexible. Sin embargo, si aumenta la preocupación por una nueva oleada de infecciones, las cosas pueden volver a cambiar.
“El coronavirus se transmite por el aire, de modo que me gustaría que siguiéramos observando cómo se mueve ese aire”.
El fin de la monitorización mutua
Los motivos por los que Ōwaki ha dedicado estos últimos cuatro años a escribir su libro y traducir el último trabajo de Skrabanek no se basan en un intento de refutar el moderno principio de “la salud es lo primero” desde un punto de vista médico, sino en un fuerte deseo de usar estas obras como una oportunidad para “recordar ciertas cosas obvias que hemos olvidado sin darnos cuenta”.
En la entrevista Ōwaki menciona obras de pensadores del pasado, como Surveiller et Punir: Naissance de la prison (Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión) de Michel Foucault, Erewhon de Samuel Butler y Limits to Medicine: Medical Nemesis – The Expropiation of Health (Némesis médica: La expropiación de la salud), de Ivan Illich.
“Esos autores advirtieron en su momento que la medicina les lavaría el cerebro a las personas para que se comportaran de la manera que resultara más conveniente a los médicos. Son autores que hicieron sonar la alarma sobre el hecho de que se ha creado una situación de hacinamiento que permite creer a los ciudadanos que están actuando por iniciativa propia, y que les hace monitorizarse entre sí.”. A Ōwaki le preocupa cómo aumenta la estrechez del mundo en estos momentos.
“Del mismo modo que en la distopía que se describe en Erewhon, si alguien se pone enfermo es castigado como si fuera un criminal, la doctrina de la salud puede llegar a convertirse en totalitarismo por un simple error”.
En su libro Ōwaki dedica un capítulo a los horrores de la coacción sanitaria y la eugenesia de los nazis o del Japón imperial. Pueden parecer ejemplos algo extremos, pero el autor afirma que las lecciones de la historia no deben olvidarse. Los nazis no toleraban el daño causado por el tabaco y el alcohol. Llegaban a enviar a los alcohólicos a los campos de concentración para que sirvieran de ejemplo. El razonamiento era que si la gente estaba sana el país sería más fuerte. Ōwaki plantea si no se trata de una idea similar a lo que se está haciendo hoy día a nuestro alrededor.
El libro cita también unas palabras que pronunciara Kido Kōichi, ministro de Salud y Bienestar, en 1938: “Cada ciudadano tiene su propio cuerpo, que no es solo suyo, sino de toda la nación... por ella debe entrenarlo y fortalecerlo...” Por otro lado, el artículo 2 de la Ley de Promoción de la Salud, que entró en vigor en 2003, reza: “Los ciudadanos deben profundizar en su interés y comprensión de la importancia de un estilo de vida saludable, ser conscientes de su propia salud y esforzarse por mejorarla, a lo largo de sus vidas”. Una idea común entre ambos textos es que la salud se consiga a través del esfuerzo, y que mantenerla sea un deber ciudadano.
La maldición de no querer enfermarse
Después de graduarse en la facultad de Medicina Ōwaki trabajó en una editorial y en un centro de información médica porque deseaba revisar la realidad desde un punto de vista alejado del propio tratamiento médico. Sin embargo, con la esperanza de aprovechar su experiencia y aprender más en el campo de la medicina clínica, se convirtió en médico hace tres años.
En un campo donde hay tantos pacientes ancianos existen muchas oportunidades para considerar cómo vivir en una sociedad en declive demográfico, y cómo lidiar con las enfermedades. “Podemos aceptar que vivimos mucho tiempo con muchos problemas de salud, o pensar cómo apoyar a la sociedad en su conjunto; son temas en los que debemos seguir pensando. Incluso aunque queramos vivir vidas largas y saludables, la gente definitivamente se enferma. Por mucho que pensemos: ‘No quiero llegar a ser como ese anciano enfermo y miserable’, mañana estaremos en sus zapatos.
Por eso Ōwaki desea crear una especie de moda que diga: “Estoy enfermo y mi cuerpo está hecho jirones, pero sigo siendo capaz de disfrutar de mi vida”.
“En lo que respecta a la salud, quiero que cada uno haga lo que quiera. Quiero que la salud sea una moda, no una religión. Si pensamos seriamente y contrastamos las pruebas, incluso tratándose de opiniones de expertos, tendemos a pensar que debemos juzgar si algo es correcto o no. Son datos a considerar, pero tampoco debemos aceptarlos porque sí. Por ejemplo, incluso si existe evidencia de que comer mucho nattō te hace que seas menos propenso a contraer algún tipo de enfermedad, el efecto será, probablemente, insignificante. Después de todo, uno come algo porque le gusta, y no come otra cosa porque no le gusta. Y así es como debe ser. Del mismo modo no necesitamos preocuparnos demasiado por las cosas que no hacen mucho daño. Haz lo que quieras, a tu manera; come lo que quieras comer, y sigue tu propia moda”.
En definitiva, ese es el mensaje de Ōwaki: que todos disfruten de su vida y acaben con esa maldición de no querer enfermarse.
(Traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Ōwaki Kōshirō– Imagen de Nippon.com, octubre de 2020, Minato-ku, Tokio)