¿El ‘boys’ love’ puede cambiar la sociedad? De ‘Kaze to ki no uta’ a ‘Kinō nani tabeta’
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Las series de boys’ love tailandesas tienen cada vez más aficionados en todo el planeta. 2gether (Juntos), que narra la historia de amor entre dos estudiantes universitarios, llamó la atención del público al emitirse en un canal oficial de YouTube con subtítulos en inglés y se convirtió en el tema más popular del momento a nivel mundial en Twitter. Un gran número de títulos de este género romántico producidos en Tailandia, incluido 2gether, son también populares en Japón, donde se consumen mediante servicios de transmisión de vídeo y canales por satélite.
El boys’ love se difundió al extranjero desde Japón como parte de la cultura del manga y el anime. Según Fujimoto Yukari, investigadora de shōjo manga (dirigido a mujeres jóvenes) y cuestiones de género, los contenidos de este tipo de ficción están canalizando una serie de cambios en países de Asia como China, Taiwán, Corea del Sur y especialmente Tailandia —cuyas series obtienen una gran acogida internacional—, al entrelazarse con la situación real del colectivo LGBT. Veamos cómo surgió este género en Japón, país de origen, y cómo ha ido evolucionando con el paso del tiempo.
El amor entre chicos, una revolución impulsada por autoras como Takemiya Keiko y Hagio Moto
“El boys’ love en su sentido más amplio nació en los años setenta con los shōnen ai (‘amor entre chicos’), series de shōjo manga que ilustran la vida amorosa y los vínculos profundos entre hombres jóvenes”, explica Fujimoto.
“Hasta mediados de los años sesenta, los autores de shōjo manga japonés eran predominantemente hombres. En la segunda mitad de la década, sin embargo, empezaron a surgir una serie de autoras nacidas en la posguerra, de edad cercana a las lectoras, que creaban obras como las que a ellas mismas les gustaría leer. De ahí nació el tema del shōnen ai. Hasta entonces los shōjo manga estaban protagonizados por chicas jóvenes, pero eso encasillaba a los personajes en la posición social de dicho grupo demográfico. Situar a chicos jóvenes como protagonistas hacía posible desarrollar personajes más libres e independientes, además de explorar el tema de las relaciones amorosas y sexuales sin tapujos. Aquello fue un nuevo descubrimiento y un reto. Y las jóvenes lectoras reaccionaron con entusiasmo ante un nuevo tipo de obras que narraban los lazos y los amores entre hombres”.
El género del shōnen ai fue creado por el llamado Grupo del 24, una generación de escritoras nacidas alrededor de 1949 (año 24 de la era Shōwa), como Hagio Moto y Takemiya Keiko, que buscaron una nueva forma de expresión en el manga como provocación social. La propia Takemiya, que creó el primer manga del género en 1970, confiesa en su autobiografía Shōnen no na wa Gilbert (El chico se llama Gilbert) que su intención fue empezar una revolución a través del shōjo manga.
Hagio Moto empezó a publicar en 1972 la serie Poe no ichizoku (El clan Poe), un shōjo manga considerado inmortal que narra una historia de apoyo mutuo entre los jóvenes vampiros Edgar y Allan a través de los tiempos. En 1974 se estrenó Thomas no shinzō (El corazón de Thomas), de la misma autora, otra serie por entregas que versa sobre el amor y la amistad entre los chicos de un internado alemán.
Fue en 1976 cuando Takemiya Keiko lanzó la publicación de Kaze to ki no uta (La balada del viento y los árboles), considerada la obra cúspide del shōnen ai. Protagonizada por el atractivo joven Gilbert, la serie ofrece un vívido retrato no solo de las relaciones de amor homosexuales, sino también de temas como la violación o el incesto, y causó sensación entre su público: “En aquella época la revista Bessatsu Shōjo Comic (en la que colaboraban Hagio y Takemiya) alcanzó tiradas de más de un millón de ejemplares. El hecho de que jóvenes autoras nacidas en la posguerra publicaran obras que reflejaban sus nuevos valores en un medio de masas fue algo sin precedentes”.
Las series sobre relaciones entre hombres se sucedieron en distintas revistas durante la segunda mitad de los setenta. JUNE, fundada en 1978, fue una revista dedicada al género del shōnen ai con una marcada tendencia estética y centrada en los chicos guapos (bishōnen) que aspiraba al refinamiento cultural con sus secciones de literatura, novela, pintura y cine.
El entretenimiento del yaoi traspasa las fronteras
La difusión del yaoi (término despectivo para obras derivadas que toman solo algunos aspectos del original, sin un argumento ni un sentido bien definidos) se vio catapultada por un videojuego que parodiaba el manga Captain Tsubasa (Supercampeones en América Latina, Campeones: Oliver y Benji en España) en la segunda mitad de los años ochenta. Desde entonces el género pasó a identificarse con historias de amor entre dos personajes masculinos derivadas de series previamente existentes de manga o anime para chicos. Fue así como el boys’ love comercial, que se desarrolló a partir de la popularidad del yaoi, se escindió del shōnen ai tomando una dirección más ligera, orientada al entretenimiento.
“Ante la popularidad del yaoi, a principios de los noventa las editoriales comerciales empezaron a lanzar revistas centradas en el boys’ love. Muchas se decantaron por encargar obras de manga originales a autoras populares de fanzines (dōjinshi) de yaoi. El surgimiento de un buen número de revistas especializadas en obras originales de boys’ love, como BE×BOY —que sigue publicándose en la actualidad— afianzó la posición de este tipo de ficción como género comercial. El título que prendió la mecha del éxito del boys’ love japonés en otros países mediante traducciones —tanto oficiales como ilegales— a distintos idiomas fue Zetsuai 1989 (Amor desesperado), de la autora de yaoi Ozaki Minami. A pesar de ser un ‘original’ que se publicó en la revista de shōjo manga Margareth, y que tanto los personajes como la historia son totalmente distintos, se trata de una obra inconfundiblemente inspirada en Captain Tsubasa”.
El boys’ love y la censura en Asia: Chinjōrei y Dark Blue Kiss
El boys’ love comercial de hoy en día abunda en obras con una carga elevada de contenido sexual. En Japón este género no se ha visto sujeto a un control de contenido especialmente severo, algo que Fujimoto atribuye al hecho de que allí existe una mayor libertad de expresión que en otros países como reacción a la censura férrea que se sufrió durante la Segunda Guerra Mundial: “Creo que aquellos que conocieron el giro radical de los valores que tuvo lugar en la posguerra, especialmente los de mayor edad y posición social, e incluidos los de ideología conservadora, eran conscientes del peligro de limitar legalmente la libertad de expresión. Otro factor que puede haber contribuido es que, precisamente porque en Japón se valora mucho la moral y la virtud, la ‘fantasía’ se tolera porque se considera una válvula de escape. En el boys’ love, además, a pesar del erotismo, las obras se distinguen claramente de la pornografía porque se centran solo en la relación entre dos personas. El hecho de que el contenido erótico orientado a mujeres no se haya considerado un problema ha desempeñado asimismo un papel importante en su difusión. Últimamente, sin embargo, el boys’ love se ha convertido en objeto de censura y cada vez son más las prefecturas donde, como en Tokio, se clasifica como literatura obscena”.
En cuanto a la situación del boys’ love en el resto de Asia, en China, por ejemplo, las novelas del género gozan de una gran popularidad, pero en las series de televisión con personajes reales no se permite mostrar escenas de amor entre hombres. La aclamada serie de fantasía histórica Chinjōrei (Los indomables), que se emitió también en Japón, se basa en una novela de boys’ love que se publicó por internet, pero su argumento se modificó para convertir el estrecho vínculo entre los personajes masculinos en una profunda amistad en que el amor romántico solo se insinúa. Por otro lado, escribir novelas de boys’ love en China no está exento de riesgos: “Aunque el Gobierno chino no emite leyes concretas que definan qué se censura, ilustrar escenas con mucha intimidad física entraña un gran peligro. Un par de obras de boys’ love de internet han sido denunciadas en el pasado, y en 2018 una autora del género fue condenada a diez años y seis meses de cárcel por publicar obras sin permiso oficial (en China toda publicación editorial debe obtener un permiso gubernamental). A pesar del riesgo, las autoras de boys’ love siguen proliferando y el material cuenta con un público entusiasta”.
El manga de boys’ love triunfa también en Corea del Sur, aunque se impone una censura estricta al contenido sexual. Según Fujimoto, allí el contexto social es aún más hostil que en Japón para la comunidad LGBT. En Taiwán, que en 2019 se convirtió en el primer lugar de Asia donde se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, los forofos del boys’ love que acudieron a una convención de fanzines participaron activamente en el movimiento que reclamaba el reconocimiento legal de dicho derecho.
Las series de boys’ love tienden un puente a la aceptación de la comunidad LGBT en Tailandia
En Tailandia ha florecido una cultura del boys’ love propia, en la que predominan las series televisivas: “Las series de boys’ love propiamente dicho empezaron a emitirse en 2013 y se han popularizado en los últimos años; SOTUS fue un bombazo en 2016. Las obras de este género son muy diversas y sirven de puente para conectar a las aficionadas con la realidad de las personas homosexuales. La serie Dark Blue Kiss, por ejemplo, ilustra problemas como la discriminación y la salida del armario ante los padres, a la vez que cuenta una historia de amor apasionado entre los dos protagonistas que hace las delicias de las adeptas al boys’ love y al yaoi. Logra que el público empatice de forma natural con los personajes. Otro efecto de este tipo de series es que las parejas homosexuales reales se convierten en ídolos”.
Un importante movimiento para reclamar el reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo ha tenido lugar también en Tailandia. En julio de 2020 el Gabinete del Gobierno lanzó una propuesta de ley para parejas de hecho que daría derecho a las parejas del mismo sexo a adoptar hijos y a heredar el patrimonio del cónyuge; su aprobación supondría un paso clave hacia la introducción del matrimonio homosexual.
La controversia del yaoi: la brecha con las parejas homosexuales de verdad
A diferencia de lo que sucede en Taiwán y Tailandia, en Japón existe una clara separación entre las parejas homosexuales de la realidad y las de ficción como en el boys’ love. Fujimoto apunta que en este país la ficción no ha promovido la adhesión del público aficionado a ningún movimiento para apoyar a estas parejas en la vida real.
En la primera mitad de los noventa, una revista feminista de limitada difusión se convirtió en el escenario de una polémica sobre el yaoi con un artículo que afirmaba que, al “jugar” con su sexualidad, géneros como este y el boys’ love objetualizaban a los gais, convirtiendo la homosexualidad en una fantasía y asignándole una serie de cánones estéticos: “El hombre que criticó el boys’ love en aquella revista explicaba que de pequeño creía ser el único homosexual y que leer historias de amor entre hombres del mismo sexo como Kaze to ki no uta (La balada del viento y los árboles) fue su salvación. Creo que lo que destacó de su crítica fue que defendía que el yaoi, al ser una parodia de otros manga y anime, solo era una fantasía para el disfrute de las mujeres, sin ningún interés para el público homosexual. Las opiniones en contra del género surgieron a partir de ahí”.
La controversia del yaoi motivó a las autoras y las lectoras de boys’ love a modificar la forma de narrar las historias. Como explica Mizoguchi Akiko en BL shinkaron (Teoría de la evolución del boys’ love), a partir de principios de siglo empezó a surgir una generación de autoras de boys’ love muy hábiles que ilustraron un nuevo tipo de relaciones entre hombres, complejas y refinadas, y diversificaron los argumentos del género: “El boys’ love evolucionó para convertirse en un género de posibilidades infinitas que rompía con los estereotipos sociales que constriñen las relaciones entre hombres y mujeres para esbozar nuevos tipos de vínculos. Podríamos decir que adquirió diversidad y refinamiento. Además, el Gobierno japonés empezó a abogar por la diversidad y la inclusividad de la comunidad LGBT a través de los medios de comunicación de cara a la celebración de las olimpiadas de Tokio, con lo que ahora la situación social ha cambiado un poco”.
El eslabón perdido que anula el hechizo de la normalidad
Fujimoto considera que el “eslabón perdido” que cubre la brecha entre las parejas homosexuales y el boys’ love son las series televisivas con personajes reales. Hasta ahora en Japón el género existía principalmente en manga y novela. Además, la profesora afirma que “en las series de televisión, aunque el espectador sepa que son ficción, como los actores son personas reales, se crea naturalmente una conexión con la realidad. La aceptación por parte del espectador cambia de forma inconsciente”.
Como ejemplo más representativo de este fenómeno, Fujimoto destaca la exitosa serie Ossans’ love (2018), que tuvo una secuela y una película: “La primera serie es un material de entretenimiento elaborado con gran cuidado. Está planteada con mucho tacto y obtuvo una excelente acogida también por parte del público gay”.
La popular serie de manga Kinō nani tabeta de Yoshinaga Fumi, autora de boys’ love, que actualmente sigue publicándose en una revista para jóvenes y narra la felicidad cotidiana de una pareja formada por un abogado y un peluquero en la cincuentena, también ha tenido mucha resonancia al adaptarse como serie televisiva: “Los japoneses tienen inconscientemente muy arraigado el prejuicio de que separarse, aunque sea un poco, de la ‘normalidad’ provoca la infelicidad. Aunque empiece a vislumbrarse cierto cambio, incluso las generaciones jóvenes discriminan de forma inconsciente cuando compadecen a los homosexuales y piensan que merecen apoyo porque no son personas normales. Puede que, a través de series como esta, se den cuenta de que los gais también gozan de una ‘felicidad normal’ y una vida cotidiana que no dista mucho de la suya, y que así la sociedad cambie”.
“Al mostrar relaciones de pareja entre hombres, sin duda la imagen del hombre en la sociedad cambia. En Kinō nani tabeta, el personaje Shiro, que trabaja como abogado, prepara la comida todos los días. Ver este tipo de series puede ser el remedio para liberar a los jóvenes de la imagen que albergan de la masculinidad. Con todo, últimamente cada vez más obras de boys’ love pasan a la televisión y creo que se está abusando del recurso de elegir a dos protagonistas atractivos como reclamo fácil para que la serie tenga éxito. Quisiera que en las adaptaciones televisivas del boys’ love se tratara de crear series de buena calidad artística”.
El manga de boys’ love goza de cada vez más reconocimiento social. En 2019 Momo to Manji (Momo y Manji), que narra la historia de una pareja de hombres en el periodo Edo, fue la primera obra de su género en recibir el premio de manga del Festival de Arte Multimedia de Japón.
¿Cuál es, entonces, la misión del boys’ love que destaca actualmente? “Hay muchas obras de boys’ love que retratan la diversidad de las relaciones humanas con delicadeza, desmontando los estereotipos imperantes respecto a lo normal y lo razonable. Si, como en Tailandia y Taiwán, donde el boys’ love contribuye a cambiar la sociedad paulatinamente salvando la distancia entre la ficción y la realidad, el boys’ love japonés se infiltra en la conciencia colectiva, podría dar comienzo a una nueva era”, aventura Fujimoto.
Fotografía del encabezado: Personajes de la serie de boys’ love tailandesa 2gether. (©GMMTV)