Los problemas de los JJ. OO. de Tokio 2020
¿Ha olvidado el Comité Olímpico Japonés lo aprendido en Moscú 1980?
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Una fecha de inauguración elegida en función del calendario político
La noche del 24 de marzo de 2020, cuatro personas se reunieron con el primer ministro Abe Shinzō en su residencia oficial: Mori Yoshirō, presidente del Comité Organizador de Tokio 2020, Koike Yuriko, gobernadora de Tokio, Hashimoto Seiko, ministra de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, y Suga Yoshihide, secretario jefe del Gabinete. Mori, ya retirado de su cargo como diputado de la Dieta, fue también primer ministro en el pasado. La composición del grupo que asistió a la reunión era un reflejo claro del liderazgo político de las olimpiadas.
El Gobierno Metropolitano de Tokio y el Comité Olímpico Japonés (COJ) firmaron con el Comité Olímpico Internacional (COI) el acuerdo para celebrar las olimpiadas de 2020 en la capital nipona. Estos tres organismos, junto con el Comité Organizador que se creó en virtud del acuerdo mencionado, son los responsables del acontecimiento. El papel del Gobierno japonés en las olimpiadas es el de facilitar apoyo y, por norma general, el primer ministro se estaría excediendo en sus funciones si liderase las negociaciones para organizarlas.
Las nuevas fechas que se fijaron tras la posposición de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio fueron el 23 de julio de 2021 para la inauguración y el 8 de agosto para la clausura. El secretario general del Comité Organizador, Mutō Toshirō, dejó claro que dichas fechas se habían fijado en función del calendario político, en una rueda de prensa en que explicó “Entre junio y julio del año que viene habrá elecciones metropolitanas en Tokio. El cargo de los diputados expira el 22 de julio. No sería adecuado organizar las olimpiadas antes”. Atendiendo a que el mandato del primer ministro como presidente del Partido Liberal Democrático finaliza en septiembre de 2021, hay quien apunta que la intención de Abe de aprovechar los Juegos para su beneficio político influyó también a la hora de reajustar el calendario olímpico.
El desastre de las olimpiadas de Moscú
Al tratar de problemas relacionados con el deporte y la política, viene a la memoria el boicot contra los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. Estados Unidos llamó a la no participación para protestar contra la invasión de Afganistán por parte de la Unión Soviética, y muchos países del bloque del Oeste, entre los cuales estaban Japón, Corea del Sur y Alemania Occidental, se negaron a acudir. La competición se quedó con solo ochenta países y regiones.
Por aquel entonces el COJ no era más que un comité integrado en la Asociación Deportiva de Japón —bajo la jurisdicción del Ministerio de Educación— y distribuía los fondos públicos de refuerzo entre las asociaciones de las distintas disciplinas a través de la Asociación. Aunque en el sector deportivo predominaba la postura de que había que participar en los Juegos de Moscú, al final el Gobierno japonés y la Asociación Deportiva de Japón, siguiendo la iniciativa de Estados Unidos, amenazaron con recortar las subvenciones y en el COJ se votó no participar.
Con todo, países del bloque occidental como Reino Unido, Francia, Italia, España y Australia se decantaron por acudir a la cita en Moscú, y la mayoría utilizaron la bandera y el himno olímpicos en las ceremonias de entrega de premios. Esta acción fue una demostración de independencia y voluntad de marcar las distancias con la política por parte del sector deportivo.
Tras los Juegos de Moscú, el COJ reforzó su voluntad de convertirse en una organización independiente y libre de la influencia gubernamental. En 1989 obtuvo el permiso para constituirse como fundación y logró escindirse de la Asociación Deportiva de Japón convirtiéndose en un organismo con autoridad presupuestaria. Tsutsumi Yoshiaki, director del grupo ferroviario Seibu Tetsudō, fue el primer presidente de la nueva fundación. Bajo la dirección de Tsutsumi, se aspiró a gestionar la fundación desde el sector privado, financiando los fondos de refuerzo con los beneficios obtenidos de los derechos de imagen de los atletas mediante iniciativas como la campaña Ganbare Nippon!
Nuevo acercamiento a la política
Con el estallido de la burbuja económica en la segunda mitad de los años noventa, los clubes deportivos patrocinados por empresas empezaron a disolverse uno tras otro y la base de los deportistas de élite se tambaleó. La crisis económica global de 2008 también hizo mella en el mundo del deporte, con lo que el entorno de apoyo de los deportistas no acababa de recuperarse. Esta coyuntura propició un nuevo acercamiento a la política por parte del sector deportivo.
El punto de inflexión llegó en 2005. Tsutsumi seguía ejerciendo su influencia sobre las esferas del deporte en calidad de presidente honorífico después de retirarse de su cargo oficial, pero en marzo fue arrestado por violar la Ley de Instrumentos Financieros y Cambio en sus actividades en Seibu Tetsudō. El COJ se quedó sin una figura carismática y la orientación hacia la gestión privada perdió impulso.
En abril de 2005 Mori Yoshirō tomó el relevo de la dirección de la Asociación Deportiva de Japón. Además de ser presidente de la Asociación Japonesa de Rugby, secretario del COJ y haber liderado distintas entidades deportivas, Mori era un político del Partido Liberal Democrático (PLD). Su llegada desencadenó una introducción simultánea de varios miembros del PLD en el mundo del deporte: Tarō Asō en tiro al plato y baloncesto, Kōno Yōhei en atletismo, Yamasaki Taku en softball y Abe Shinzō en tiro con arco. Las entidades deportivas, por su parte, se convencieron de que contar con políticos en su cúpula directiva les facilitaba el acceso a las subvenciones públicas.
Otro factor que impulsó la penetración de la gestión política en el deporte fue la lotería deportiva Toto. Gestionada por el Consejo Deportivo de Japón (entidad administrativa autónoma bajo la jurisdicción del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología), esta lotería salió a la venta en todo el país en el año 2001. Las ventas de cupones no aumentaron especialmente durante los primeros años, pero se dispararon en 2006 con el lanzamiento del billete BIG, con un premio máximo de 600 millones de yenes.
El Consejo Deportivo de Japón, que es un organismo gubernamental, intensificó su influencia mediante las subvenciones deportivas y, a partir del año fiscal 2015, pasó a gestionar la asignación de fondos de refuerzo a las entidades deportivas afiliadas al COJ, con lo que el peso del COJ se fue debilitando.
Los atletas del mundo se pronuncian
El presidente del COJ, Yamashita Yasuhiro, formaba parte de la selección masculina de judo de Japón para competir en los Juegos Olímpicos de Moscú. El alegato a favor de la participación que emitió en la reunión del COJ junto al luchador Takada Yūji (actual director ejecutivo de la Asociación Japonesa de Lucha Libre y director del COJ), también candidato al oro, pasó a los anales de la historia olímpica japonesa. Con todo, a diferencia de lo que sucedió en otros países como Reino Unido, la opinión del mundo del deporte no prevaleció.
El sector deportivo tampoco ha podido expresar su voluntad ante la política en esta ocasión. La directora del COJ Yamaguchi Kaori (miembro de la selección japonesa de judo en las olimpiadas de Seúl) fue la única que se declaró a favor del aplazamiento de Tokio 2020, mientras que el presidente Yamashita no tuvo en cuenta la postura de los atletas y consideró que la postura de Yamaguchi era “una auténtica lástima, en un momento en que todos unimos fuerzas”. La adhesión a la política que demostró hasta el final un presidente del COJ que había vivido en primera persona la experiencia de Moscú solo puede tildarse de lamentable.
Los atletas de otros países y el Comité Olímpico hicieron hincapié, a través de las redes sociales, en el peligro de la expansión del coronavirus, contrastando con los que se oponían con vehemencia a la posposición de los Juegos. Resultó especialmente representativa la declaración de Sebastian Coe, emblemático corredor de media distancia y medallista de oro que participó en Moscú 1980 desoyendo el llamamiento de Reino Unido a la abstención, que en esta ocasión sentenció “No debemos sacrificar la seguridad de los atletas”.
A medida que las olimpiadas amplían su escala, resulta cada vez más difícil organizarlas sin el apoyo de la política. No obstante, ahora igual que siempre, sus protagonistas deben seguir siendo los atletas y el sector deportivo.
El papel que corresponde a los comités olímpicos nacionales (CON) de los distintos países no se limita al envío de sus atletas a las olimpiadas. Como indica la Carta Olímpica, los CON también deben elevar el valor del espíritu olímpico, educar a la juventud, promover el desarrollo de deporte de élite y el popular, formar al personal para la gestión deportiva, combatir la discriminación y la violencia en el deporte, aplicar la normativa mundial antidopaje y velar por la salud de los deportistas: “Los CON deben de preservar su autonomía y resistirse a todas las presiones, incluyendo pero no exclusivamente las presiones políticas, jurídicas, religiosas y económicas, que podrían impedirles ajustarse a la Carta Olímpica”.
Un calendario supeditado al coronavirus
Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio se atrasaron un año y sus fechas se reprogramaron atendiendo al calendario político. El sitio web del COI explica “Los responsables olímpicos y el primer ministro de Japón han estipulado claramente que no es posible posponer el acontecimiento más allá del verano del año que viene”. Aun así, sigue sin haber previsiones de cuándo logrará contenerse la expansión del nuevo virus. ¿Qué sucederá si el desarrollo de la vacuna y el tratamiento de la enfermedad no avanzan, y el año que viene la situación mundial no ha mejorado?
El hermetismo que se respira en estos Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio liderados por la política, en que no se valora la opinión de los atletas y los problemas se suceden, no es nada positivo. Como responsable de las olimpiadas, el COJ tiene el deber de reflejar la voz de los deportistas, para lo cual es necesario recuperar un nivel de autonomía que les devuelva la independencia y el peso originales.
Fotografía del encabezado: Yamashita Yasuhiro, presidente del Comité Olímpico de Japón, habla sonriente con el presidente del Comité Organizador, Mori Yoshirō (derecha). (Jiji Press)
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