
30 años de Murakami Haruki traducido… y mucho más
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Un gran renovador de la imagen de la literatura japonesa
En su número del 10 de septiembre de 1990, la revista norteamericana The New Yorker publicó la traducción al inglés del relato de Murakami Haruki “Tībī pīpuru” (TV People). La inserción de una obra de un escritor de lengua japonesa en una revista cultural tan prestigiosa como esta marcó un hito no solo en la carrera de Murakami, sino en la historia de las traducciones a una lengua extranjera (el inglés, principalmente) de la literatura japonesa moderna y contemporánea. Desde entonces, las obras de Murakami han sido traducidas a una cincuentena de idiomas y el autor ha conseguido un gran reconocimiento aunando aclamación de la crítica y éxito comercial, pues se ha hecho acreedor a varios premios internacionales, entre ellos el Franz Kafka y el Jerusalén, y ha logrado colar varias obras entre los best-sellers internacionales, algo extremadamente raro entre los escritores japoneses.
La irrupción de Murakami Haruki ha traído una renovación de la imagen de la literatura japonesa que se tenía en el extranjero. Según Edward Fowler, experto en la materia, la edad de oro de la traducción al inglés llegó con la publicación, en 1955, de las versiones inglesas de dos novelas: Kikyō (Homecoming), de Osaragi Jirō, y Tade kuu mushi (Some Prefer Nettles), de Tanizaki Jun'ichirō. A partir de ese año se produjo en Estados Unidos, de la mano de los “Big Three” (Tanizaki, Kawabata Yasunari y Mishima Yukio), un redescubrimiento de la literatura del país que había sido su enemigo durante la Segunda Guerra Mundial, de la que se formaría una imagen exótica y esteticista (véase Nota 1 al final del texto). Frente a esto, las obras de Murakami reflejan una fuerte influencia de la literatura norteamericana y, pese a estar ambientadas en el Japón de hoy en día, crean mundos cruzados entre realidad y fantasía, lo que ha supuesto un gran cambio con respecto a la imagen que se tenía de lo japonés en los países anglófonos.
Para su debut en el mundo de habla inglesa, Murakami comenzó colaborando con la editorial japonesa que publicaba sus libros, pero se ha sabido que él mismo se encargó de elegir a su agente y de hacer, en coordinación con los editores norteamericanos, todos los “ajustes de precisión” para entregar la obra al lector de este ámbito lingüístico (principalmente, de Estados Unidos) en las mejores condiciones (Nota 2). Por otra parte, se ha señalado también que en novelas como Afutā dāku (After Dark), el propio autor, adelantándose a su más que probable traducción al inglés, sirvió lo que podríamos llamar una “pretraducción” explicando detalladamente en el propio texto ciertos hechos que a los japoneses les son perfectamente conocidos (Nota 3). Puede decirse, por tanto, que Murakami representa un nuevo tipo de escritor de la “era de las traducciones”, que al redactar sus textos parte de la premisa de que estos serán traducidos a otras lenguas.
Un fenómeno literario internacional que tiene también sus críticos
Cuando han pasado 30 años desde aquel debut en el mundo anglófono, diríase que Murakami por sí mismo ha hecho época, una época que no palidece ante aquella edad de oro protagonizada por Tanizaki, Mishima y Kawabata entre 1955 y los años ochenta.
Que una sola persona, Murakami, ejerza un dominio tan aplastante sobre el espacio de la literatura japonesa traducida tiene necesariamente muchas implicaciones, algunas más positivas que otras. Su estilo de prosa, que evidencia influencias como Raymond Chandler, Kurt Vonnegut o Raymond Carver, presenta muy pocas dificultades de traducción a las lenguas occidentales y ha encontrado una amplísima aceptación entre los lectores del mundo. Pero su forma de escribir y de narrar ha recibido también muchos ataques de la crítica y de otros autores. Una de esas voces críticas es la de Mizumura Minae, una escritora japonesa que se crió en países de habla inglesa y que, pese a dominar a la perfección ambos idiomas, ha decidido hacer toda su carrera literaria en japonés.
El investigador y traductor norteamericano Stephen Snyder, que ha vertido al inglés obras de escritoras como Ogawa Yōko o Kirino Natsuo, señala el fenómeno de que ya solo se indaga la literatura japonesa para tratar de encontrar en ella al “nuevo Murakami” (Murakami Effect, editorial Literary Hub). Si escritoras como Ogawa o Kirino son etiquetadas como “parecidas a Murakami”, nos pasarán inadvertidas sus respectivas características. Aunque también ocurre que, como reconoce Snyder, Murakami está atrayendo la atención del lector internacional hacia otros escritores japoneses. En todo caso, Murakami se ha convertido en una figura imprescindible cuando hablamos de cómo se ha leído en el mundo la literatura japonesa moderna y contemporánea durante los últimos 30 años.
Traducciones cada vez más variadas: de la poesía a la light novel
Pero, hablando de las traducciones de obras de otros autores japoneses, ¿qué evolución se está viendo en este campo?
Más que cualquier otro aspecto, llama la atención la gran diversidad de autores traducidos. Hasta los años 80, los autores eran en general masculinos, pero a partir de los 90 empezaron a traducirse obras de muchas mujeres, como Tsushima Yūko, las citadas Kirino y Ogawa, y últimamente Murata Sayaka. Out (1997, traducida al inglés en 2004), de Kirino, es una novela que podríamos encuadrar en el género del thriller o suspense, que fue muy bien recibida y estuvo entre las nominadas al Premio Edgar de la Asociación de Escritores de Misterio de Estados Unidos. Posteriormente, la autora ha seguido lanzando traducciones de sus obras. Y, como vemos en el caso de Konbini ningen (2016, al inglés en 2018) de Murata, el lapso de tiempo entre la popularización de una obra en Japón y su traducción y publicación en el extranjero se está acortando.
La diversidad se siente también en el abanico de géneros, que van desde la “literatura pura” o “seria” hasta la ciencia ficción, pasando por el misterio y otros. Higashino Keigo, autor principalmente de novelas de misterio, ha obtenido en China un lugar de honor no ya entre los autores japoneses más populares, sino entre los de cualquier nacionalidad extranjera. Por otra parte, en el campo de las traducciones al inglés de literatura contemporánea, ciencia ficción o light novel, editoriales como Haikasoru, que ha publicado obras de Itō Keikaku, EnJoeToh y otros muchos autores, están contribuyendo exitosamente a que en el mundo de habla inglesa se tenga una visión más amplia de la literatura japonesa. Asimismo, en el mundo de la poesía contemporánea, merece señalarse que ya se pueden leer en otros idiomas las obras de la poetisa Itō Hiromi y otros autores.
Entre los géneros que están ganando adeptos en el mundo gracias a las traducciones está el citado de la light novel o novela ligera. Se trata de los guiones que sirvieron de base a los manga y anime japoneses que comenzaron a atraer la atención del mundo en los años 90, o de las versiones noveladas de sus argumentos. En muchos casos, las novelas ligeras son creaciones de gran extensión que se comercializan en varios tomos y que presentan notables dificultades a la traducción, entre ellas los característicos registros lingüísticos que suelen manejar sus personajes. A pesar de esta circunstancia, se están difundiendo por los países anglófonos, por el Sudeste Asiático y por otras áreas.
Entre los factores que están sosteniendo esta expansión de la literatura japonesa hay que citar las ayudas públicas a la traducción. En 2002, la gubernamental Agencia de Cultura lanzó un programa de subvenciones para dar a conocer al mundo esta literatura traduciéndola, además de al inglés, al francés, al alemán, al ruso, al indonesio y a otros idiomas. Se han benecificiado de este programa algunas obras ya clásicas, como Botchan de Natsume Sōseki o Rasshōmon de Akutagawa Ryūnosuke (que han vuelto a ser traducidas); obras maestras del periodo de posguerra, como Musashino fujin (The Lady of Musashino) de Ōoka Shōhei o Hōyō Kazoku (Embracing Family) de Kojima Nobuo, y otras producciones más recientes que reflejan el Japón de nuestros días. Este programa de subvenciones se caracteriza por no limitar las ayudas a la traducción en sí, extendiéndolas a las editoriales mediante un sistema por el que la entidad convocante se compromete a comprar un cierto número de ejemplares. Publicando obras que han sido importantes en la historia de la literatura japonesa pero que comercialmente no habrían tenido viabilidad, se ha conseguido también ampliar considerablemente el catálogo de obras que pueden manejarse en las clases de literatura japonesa de las universidades del mundo y esto ha sido motivo de gran satisfacción entre quienes trabajan en ese campo. Sin embargo, la importancia de este programa no fue suficientemente comprendida por la clase política y el programa cayó víctima de los recortes realizados a principios de la década de 2010.