Hiroshima y Nagasaki 75 años después

Pruebas de vida: Dōune Hiroko fotografía a las familias de los ‘hibakusha’

Sociedad

Hay una fotógrafa que se dedica a inmortalizar a las víctimas de las bombas atómicas con sus hijos y nietos. Se llama Dōune Hiroko y es de Hiroshima. Su obra, con la que ya ha fotografiado a noventa familias, se expone en distintas partes de Japón.

Es 3 de julio en la galería de exposiciones de un rascacielos situado en Shiodome, Tokio. Dōune Hiroko, su madre y su hija trabajan en silencio en el montaje de la exposición fotográfica que se inaugurará al día siguiente y que lleva por título Ikite, tsunaide (Vive, une). Se trata de un proyecto que defiende la dignidad de la vida humana reflexionando sobre la guerra y la paz a través de fotografías de los nietos de las víctimas de las bombas atómicas con sus familias.

La propagación del nuevo coronavirus obligó a cancelar las exposiciones fotográficas que iban a tener lugar en Osaka y Kure (prefectura de Hiroshima) en mayo y a posponer la que estaba prevista para julio en la prefectura de Fukuoka. “Con la actual recomendación de evitar salir a la calle, ya veremos cuánta gente acudirá a ver las fotos. Estrenamos la exposición sin siquiera haberla podido publicitar, pero por ahora no podemos hacer más”, explica Dōune a través de su mascarilla. Este año, en que se cumple el 75 aniversario de las bombas atómicas, la fotógrafa ha logrado exponer su obra en Tokio durante todo agosto, mes en que los japoneses reflexionan sobre la guerra y el pasado.

Dōune expone su obra en Shiodome, Tokio. Su hija también ayuda en el montaje.
Dōune expone su obra en Shiodome, Tokio. Su hija también ayuda en el montaje.

Convertir la experiencia “ajena” de las víctimas en algo personal

¿Por qué centrarse en los nietos de las víctimas? Porque Dōune es consciente de que, habiendo pasado más de setenta años desde que se lanzaron las bombas atómicas, su generación ya casi no se interesa por la guerra y la paz.

“Tengo la sensación de que a los que hemos vivido sin conocer la guerra nos cuesta conectar con los testimonios que narran los supervivientes de la bomba como si fueran propios. Al plantearme cómo podía lograr fomentar el interés por el tema, pensé que lo mejor era hacerlo a través de algo que a la gente le resultara cercano. El tema de la familia nos permite empatizar, y quizás los supervivientes que no han difundido su experiencia públicamente solo puedan transmitírsela a sus familiares”, explica Dōune.

La fotógrafa contacta con los modelos de sus fotografías a través de amigos y conocidos o bien por internet. Se asegura de reservar un buen rato en cada sesión para que los abuelos expliquen su historia a los nietos. Luego incluye esos relatos en los pies de foto para exponerlos con las imágenes.

Un matrimonio de nietos de víctimas de la bomba con sus abuelas, madres, hermanos e hijos, posan con la Cúpula de la Bomba Atómica de fondo en esta fotografía, tomada en noviembre de 2016. “Sentí que la supervivencia de aquellas dos mujeres había dado lugar a muchas otras vidas”, comenta Dōune sobre la imagen. Esta fue una de las obras que motivaron a la fotógrafa a ampliar su proyecto.

Un proyecto fotográfico emprendido a tientas

Dōune, que colaboró en la Ceremonia Conmemorativa de la Paz en Hiroshima como voluntaria cuando estudiaba el bachillerato, siempre estuvo interesada en el tema de la guerra y la paz: “Como me crie en Hiroshima, para mí era la mar de normal ir a los baños públicos y ver a ancianas con queloides en la espalda. Tengo parientes que me enseñan sus cicatrices cada vez que nos vemos; de pequeña me provocaban rechazo y miedo. Cambié de forma de pensar después de asistir a un campamento por la paz en tercero de primaria. Fue la primera vez en que me contaron cosas de la guerra que no fueran sobre la bomba atómica y pensé que aquel tema no me era ajeno y que debía dejar de evitarlo”.

Tras terminar el bachillerato, la joven se trasladó a Tokio, donde empezó a trabajar como asistente de cámara y jefa de sala de exposiciones fotográficas, a la vez que se inscribía en una agencia de actores de voz para narrar materiales didácticos sobre la paz. Aprovechaba los días libres para recorrer Japón fotografiando enclaves históricos relacionados con la Segunda Guerra Mundial. En 2011, después del Gran Terremoto del Este de Japón, regresó a su ciudad natal y abrió su negocio de fotografía Koharu Shashinkan.

En 2015, cuando se cumplían setenta años desde el lanzamiento de las bombas atómicas, Dōune sintió que era el momento de implicarse más activamente en la promoción de la paz y, al plantearse cómo podía hacerlo, le asaltó la duda de qué temática debía inmortalizar con su cámara. Una amistad de la adolescencia le dijo algo que la sacó de su ofuscación: “¿Por qué no me fotografías a mí? A lo mejor te inspiras retratando a una nieta de una víctima con su familia”.

Así fue como Dōune empezó, a tientas, su proyecto fotográfico. Al principio no tenía el tema bien definido y recibió algunas críticas muy negativas, como que sus fotografías parecían simples retratos familiares o que debía plasmar mejor la ira y la pena de las víctimas. Pero todo fue tomando forma a medida que fotografiaba a sus modelos: “Llega un punto, mientras los abuelos cuentan sus historias, en que la expresión de la cara de los hijos y los nietos cambia claramente. He aprendido a captar ese tipo de instantes desde detrás del visor, a cierta distancia. Creo que es en esos momentos cuando la experiencia de los supervivientes se convierte en una experiencia propia para los nietos. Entonces siento que el trabajo que estoy haciendo merece la pena”.

Dōune confiesa que, en los cinco años que lleva desarrollando su proyecto, ha constatado lo poco que los nietos saben de las historias de las generaciones anteriores. Cada familia es un mundo. Muchos de los nietos a los que ha fotografiado han confesado que, aunque querían preguntar sobre la guerra, no sabían si podían sacar un tema tan delicado. Al principio Dōune solo pretendía que sus sesiones brindaran la oportunidad de conversar a los fotografiados, pero ahora va más allá y se asegura de reservar un buen espacio de tiempo para que los familiares establezcan un diálogo.

La familia de Yamaguchi Tsutomu, que sufrió la explosión de ambas bombas atómicas —el 6 de agosto en Hiroshima y el 9 en Nagasaki—, posando con su retrato en agosto de 2017. Yamaguchi empezó a difundir su testimonio sobre los horrores de las bombas a los 90 años y falleció en 2010, a los 93. El mensaje que sus familiares adjuntan a la fotografía es el siguiente: “Damos continuidad al legado de nuestro abuelo defendiendo la abolición del armamento nuclear y el respeto de la paz mundial duradera”.

La nieta de una de las víctimas posa con el retrato de su difunta abuela junto al puente Sumiyoshi de Hiroshima, a 1,4 kilómetros del epicentro de la explosión, en marzo de 2019. La abuela sufrió el estallido de la bomba a los 16 años, mientras trabajaba en una fábrica a la que la habían movilizado. En sus memorias explica que el día de la explosión, cuando se dirigía al centro de la ciudad para ir a buscar a su familia, vio que el río bajaba lleno de cadáveres desde este mismo puente.

Registrar “pruebas de vida”

“Somos la última generación que podrá oír los testimonios de los supervivientes de la bomba atómica de primera mano”, apunta Dōune siempre que explica su proyecto fotográfico. Quiere que su trabajo contribuya a legar las experiencias de las víctimas a las próximas generaciones. Sin embargo, recientemente ha empezado a pensar que tal vez lo prioritario sea capturar la imagen de las familias para dejarles un recuerdo. Este cambio de parecer se debe a que, en los últimos tiempos, ha habido familias que querían retratarse pero al final no han podido porque la salud de los ancianos no lo ha permitido. Un buen número de las víctimas a las que ha fotografiado en estos cinco años han fallecido después de participar en el proyecto: “Son fotografías de los nietos con los abuelos, y creo que el hecho de figurar en ellas es algo muy importante. Esas imágenes reflejan la conexión entre distintas vidas y son una prueba de la existencia de las víctimas que puede resultar valiosa dentro de diez o veinte años”.

“Cada encuentro me enseña algo. A base de observar cómo van cambiando las familias a través de la fotografía, yo también voy evolucionando”, afirma Dōune, que en adelante seguirá trabajando en su misión de dejar constancia de la vida de las víctimas de las bombas atómicas.

Sitio web del proyecto fotográfico Hibaku sansei korekara no watashitachi wa project (El futuro de los nietos de las víctimas de las bombas atómicas)

http://hibaku3sei.tiyogami.com/info.html

Exposición fotográfica en Tokio

  • Título: Ikite, tsunaide – hibaku sansei no kazoku shashin– (Vive, une: retratos familiares de los nietos de las víctimas de las bombas atómicas).
  • Fechas: 4 de julio – 7 de septiembre de 2020.
  • Lugar: Edificio Kyodo News, Shiodome Media Tower, planta 3, Gallery Walk
  • Tokio, Minato-ku, Higashishimbashi 1-7-1.
  • Acceso: junto a la estación de Shiodome de las líneas Yurikamome y Toei Oedo; cinco minutos a pie desde la estación de Shimbashi.
  • Horario: días laborables, de 9:00 a 19:00; fines de semana y festivos, de 10:00 a 18:00.

Fotografía del encabezado: Dōune Hiroko, fotografiada por Ishii Masato.

Hiroshima bomba atómica Hibakusha