Reflexiones sobre la generación perdida de Japón, hoy
¿Se ha derretido el hielo de la “era glacial del empleo” en Japón?
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Las consecuencias de la era glacial del empleo
Japón sufrió una grave crisis económica entre finales de los años 90 y principios de los 2000. Los jóvenes que finalizaron los estudios en aquel momento, que se toparon con una escasez de ofertas de trabajo y tuvieron muchas dificultades para encontrar un empleo, pasaron a conocerse como la generación perdida.
Para colmo, en Japón las oportunidades de encontrar un empleo regular con un contrato estable y bien pagado se concentran en el momento de terminar la universidad. Por eso la generación perdida no solo lo tuvo difícil después de graduarse, sino que siguió lidiando con problemas laborales al quedarse atrapada en contratos irregulares, inestables y con sueldos bajos.
En una investigación cooperativa, comparé la situación de los hombres jóvenes en Japón y Estados Unidos, y descubrí que los japoneses, cuanto mayor era la tasa de desempleo en el momento de graduarse, peor era el trato que recibían(*1). Japón cuenta con un peculiar sistema en que los institutos de bachillerato brindan una orientación muy generosa a los alumnos que desean buscar trabajo al terminar los estudios. Por el contrario, si los jóvenes no encuentran un trabajo que les satisfaga inmediatamente después de graduarse, les va a seguir costando más colocarse que los estadounidenses.
Al mismo tiempo, la investigación también mostró que en Japón la tendencia a tener salarios bajos e inestabilidad laboral como consecuencia de la mala coyuntura económica tras la graduación se iba corrigiendo poco a poco a medida que aumentaba la edad de los encuestados y acababa desapareciendo a largo plazo. Sin embargo, como los datos que utilizamos solo abarcaban hasta principios de la década del 2000, no incluían las tendencias de la generación perdida desde mediados de dicha década hasta tiempos recientes. El porcentaje de personas de la generación perdida que eligieron trabajar al terminar el bachillerato es muy inferior al de generaciones anteriores.
Muchos de los integrantes de la generación perdida están ahora en la cuarentena. Veamos qué trayectorias laborales han seguido en comparación con las generaciones que los preceden y suceden.
Cada vez más empleo regular
La tabla 1 muestra una lista de las generaciones según la situación económica de Japón cuando tenían entre 20 y 24 años (poco antes y después de terminar sus estudios).
Tabla 1. Nombres de las generaciones según el año en que finalizaron sus estudios aproximadamente (20-24 años de edad)
1987 | Generación de la burbuja (*) |
---|---|
1992 | Generación del estallido de la burbuja |
1997 | Generación anterior a la era glacial del empleo |
2002 | Generación perdida |
2007 | Generación posterior a la era glacial del empleo |
2012 | Generación de la crisis de 2008 |
2017 | Generación de la falta de mano de obra |
(*) En la tabla y el resto del artículo, nos referimos a los que en 1987 tenían entre 20 y 24 años como generación de la burbuja.
Llamamos generación de la burbuja a los jóvenes que en 1987 rondaban la veintena, se graduaron y accedieron al mercado laboral en el momento en que Japón gozaba de la bonanza de la burbuja económica. La de 1992 es la generación del estallido de la burbuja. Cinco años más tarde, en 1997, el año antes de que la tasa de desempleo se disparara y empezaran las dificultades para encontrar trabajo, está la generación anterior a la era glacial del empleo. El año 2002, cuando la tasa de desempleo tocó techo, marca el ecuador de la generación perdida. Los de 2007, en que hubo un repunte temporal en la economía, son la generación posterior a la era glacial del empleo. Los jóvenes de 2012, que se encontraron con la economía hundida por la crisis mundial y el Gran Terremoto del Este de Japón, son la generación de la crisis de 2008. Por último, los que tenían más o menos 20 años en 2017, cuando se agravó el problema de la falta de recursos humanos, son la generación de la falta de mano de obra.
La Encuesta sobre la Fuerza de Trabajo del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones, en la que se empezó a encuestar sobre el empleo regular e irregular con el método actual en 2002, revela que la ratio de empleados regulares respecto a los empleados hombres (tasa de empleados regulares) fue cambiando cada cinco años entre 2002 y 2022. Para simplificar, el gráfico 1 solo muestra el periodo comprendido entre la generación de la burbuja y la generación perdida.
La tasa de empleo regular de la generación perdida en la franja de 25 a 29 años, en que la mayoría se había graduado, era unos 6 puntos más baja que la de la generación anterior. Entre los 30 y 34 años, aunque la tasa había aumentado, seguía 5 puntos por debajo de la generación del estallido de la burbuja. Esto significa que la generación perdida siguió teniendo dificultades para colocarse entre los 25 y los 35 años.
Si observamos la tasa de empleo regular en la franja de 35 a 39 años, vemos que —dejando de lado la elevada tasa de la generación de la burbuja— la diferencia entre la generación perdida y las que la precedieron y sucedieron se está difuminando gradualmente. Entre los 40 y 44 años, en la generación perdida la tasa aumenta más respecto a la franja anterior (35-39 años) que en la generación que la precede, por lo que la distancia generacional se va reduciendo respecto a edades más tempranas. La diferencia de la tasa de empleo regular entre la generación anterior a la era glacial del empleo y la generación de la burbuja casi ha desaparecido al llegar a los 45-49 años; en cinco años más, la generación perdida alcanzará el mismo nivel.
Por otro lado, se ha puesto de manifiesto que la cantidad de jóvenes desempleados (NEET, not in employment, education or training) que han desistido de buscar trabajo está creciendo entre la generación perdida, y en los últimos años también destaca el número de hikikomori de mediana edad. El gráfico 2 ilustra la evolución de la tasa de empleo, definida como la proporción de trabajadores respecto a la población masculina de cada franja de edad, entre las generaciones del gráfico 1.
La tasa de empleo de la generación perdida entre finales de la veintena y principios de la treintena se mantuvo por debajo de la de la generación de la burbuja y la del estallido de la burbuja. Sin embargo, la diferencia casi había desaparecido al llegar a las franjas de 35-39 y 40-44 años. Es decir, que los datos indican que los hombres de mediana edad de la generación perdida no necesariamente se quedaron estancados sin empleo.
El trasfondo de la mejora
Los datos apuntan a que la situación laboral de la generación perdida, que tan difícil lo tuvo para encontrar trabajo al terminar la universidad, es casi igual que la de las generaciones anteriores al acercarse a la cuarentena.
¿Qué factores permitieron la remontada? El primero podría ser el éxito del programa de apoyo a la generación perdida que el Gobierno viene implementando desde 2020. Según el Ministerio de Trabajo, Salud y Bienestar, más de 290.000 personas de esa generación consiguieron empleo regular a través del servicio público de colocación Hello Work desde el lanzamiento de la iniciativa.
Otro factor que explicaría la mejora de la situación laboral de la generación perdida es la aplicación intensiva de medidas de empleo dirigidas a jóvenes a partir de la década del 2000. Hasta entonces el apoyo al empleo juvenil en Japón era escaso comparado con otros países, pero en la actualidad existen programas muy diversos orientados a jóvenes (menores de 40) en todo el archipiélago.
Además, como ya se ha señalado en investigaciones pasadas, las malas condiciones laborales (sueldos bajos, inestabilidad, etc.) debidas a la coyuntura económica desfavorable al terminar los estudios ya tendían naturalmente a desaparecer en el largo plazo. Podemos asumir que esto también se aplica a la generación perdida.
El Gobierno ha decidido ampliar un par de años el programa de apoyo a la generación perdida, que un principio iba a ser trienal, aunque podemos considerar que a nivel macro ya se ha logrado elevar la tasa de colocación y la proporción de empleo regular de la generación perdida al nivel de otras generaciones.
En el gráfico no se indica, pero la tasa de empleo regular de las mujeres de la generación perdida, que en la juventud fue tan marcadamente baja, ha superado la de generaciones previas al entrar en la cuarentena. De hecho, la tasa de empleo femenino de dicha generación es mayor que la de generaciones anteriores en todas las franjas de edad. La tendencia al alza abarca hasta la generación de la falta de mano de obra y no cabe duda de que la situación de empleo de las mujeres en Japón también es mejor en generaciones más recientes.
Los sueldos se mantienen bajos
A pesar de las mejoras que acabamos de exponer, no todas las dificultades laborales de la generación perdida están resueltas.
En el gráfico 3 se compara el sueldo de las distintas generaciones por sexos, a partir de la evolución del valor medio del salario real (sueldo mensual) de las personas de entre 40 y 44 años con estudios universitarios de grado y posgrado.
Los hombres de la generación de la burbuja y la generación del estallido de la burbuja mantuvieron un salario real de entre 500.000 y 600.000 yenes. En la generación anterior a la era glacial del empleo, el rango se redujo a 460.000-490.000 yenes. En la generación perdida, más joven, se desplomó hasta en torno a los 450.000. Si bien las diferencias generacionales respecto a la tasa de empleo desaparecían al alcanzar la cuarentena, los sueldos de la generación perdida siguen siendo ridículos comparados con los de las otras. En cuanto a las mujeres, mientras que se han multiplicado sus oportunidades de conservar el empleo regular, no se observa ninguna mejora del salario real.
A partir de la década de los 2000, creció el apoyo a la adopción de un sistema meritocrático en las empresas japonesas, pero fue imposible convencer a los que ya se beneficiaban del sistema de aumento de sueldo por antigüedad de cambiar radicalmente el sistema de evaluación de personal. A la generación perdida, en cambio, se les aplicó un nuevo sistema desde que se les contrató en que la porción del sueldo correspondiente a la edad tenía menos peso que en generaciones anteriores, lo que probablemente es una de las causas de los bajos sueldos actuales. La generación perdida y las posteriores han gozado de menos oportunidades para recibir una formación en el puesto de trabajo planificada y minuciosa en la juventud, y puede que la falta de capacitación haya lastrado sus salarios.
El porvenir de la generación perdida
Para la generación perdida, la tasa de empleo al llegar a la mediana edad no tiene nada que envidiar a la de generaciones anteriores. En contrapartida, las dificultades de los que no lograron un empleo se han agravado.
Como escribí en otro artículo, el número de personas solitarias y sin empleo (SNEP, por sus siglas en inglés), que están solteras y no tienen a nadie o solo a sus familiares, ha aumentado rápidamente en Japón desde la década de 2010. Mis análisis me llevan a concluir que la mayor parte de solteros desempleados de la generación perdida son personas con tendencia al aislamiento que solo se relacionan con sus padres y hermanos (gráfico 4).
Si el Gobierno japonés puso en marcha el programa de ayuda a la generación perdida, probablemente en parte fuera por consideraciones políticas respecto al problema social del “8050”, es decir, la miseria de hogares compuestos por padres jubilados octogenarios y sus hijos desempleados en la cincuentena. En un futuro, el apoyo a la generación perdida pasará gradualmente de centrarse en medidas de empleo convencionales para individuos a medidas sociales dirigidas a los hogares pobres.
La generación perdida de Japón, que en parte se solapa con la segunda generación del baby boom, se verá obligada a seguir trabajando hasta una edad avanzada a causa de sus exiguos sueldos y su falta de ahorros (debida en parte a los bajos tipos de interés), y seguirá siendo un factor decisivo para el futuro del envejecimiento demográfico y la falta de mano de obra de Japón.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: PIXTA.)
(*1) ^ Ōta Sōichi, Genda Yūji, Kondō Ayako. “Tokenai hyōga – sedai kōka no tenbō” (El glaciar que no se derrite: perspectivas de los efectos generacionales), Nihon Rōdō Kenkyū Zasshi (Revista de Investigación de Japón), volumen 569, número de diciembre de 2007, páginas 4-16.
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