Firmeza desde el Este de Asia frente al expansionismo ruso
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La ofensiva rusa sobre Ucrania ha causado un gran daño a las relaciones bilaterales entre Japón y Rusia y ha paralizado completamente las negociaciones para la firma de un tratado de paz definitivo entre ambos países. Las acciones militares rusas siguen su curso y no hay ninguna señal que indique que dichas relaciones vayan a mejorar.
Además, puesto que solo cabe pensar que detrás del ataque está el expansionismo imperialista ruso, no podemos descartar que dicho expansionismo se dirija también hacia el Este de Asia. Japón, que tras la Segunda Guerra Mundial sufrió la ocupación ilegal de los Territorios del Norte, debe ser firme en la defensa de que bajo ningún pretexto pueden permitirse agresiones a la soberanía y territorialidad de otros países, y debe también fortalecer sus vínculos con Estados Unidos y con el resto de los miembros del G7.
Interrupción de las negociaciones para el tratado de paz tras las sanciones
En respuesta al ataque ruso, que comenzó el 24 de febrero, la Asamblea General de las Naciones Unidos, en sesión especial de emergencia celebrada el 2 de marzo, adoptó una resolución por la que instaba a Rusia a poner fin inmediatamente a sus acciones militares. En términos contundentes, la resolución, que especificaba que la retirada debería ser completa e incondicional, afectando a la totalidad del territorio internacionalmente reconocido como ucraniano, contó con el apoyo masivo de 141 países.
Hasta el momento, Japón ha anunciado ayudas de 200 millones de dólares para asistencia humanitaria de emergencia y de otros 600 millones de dólares para estabilizar sus finanzas públicas. En coordinación con Estados Unidos, ha pasado ya a la acción con sanciones financieras que incluyen la limitación de las operaciones con el Banco Central de Rusia, la congelación de los activos del presidente ruso Vladímir Putin y otros destacados miembros del Gobierno ruso, y otras sanciones que afectarán al comercio internacional, como la prohibición de importar maquinaria, parte de los productos de la madera y vodka.
Rusia contraatacó el 21 de marzo con un comunicado en el que anunciaba la suspensión de las negociaciones para el tratado de paz que llevaba adelante con Japón. Las relaciones internacionales están, pues, en un momento muy delicado, como se vio en abril, cuando ambos países decretaron la expulsión de algunos de sus diplomáticos.
Las cuatro islas del norte, territorio japonés
Trataré aquí del problema de los Territorios del Norte y de las negociaciones para la firma del tratado de paz, que son los puntos más importantes que enfrentan a ambos países. En primer lugar me gustaría dejar en claro que los Territorios del Norte, formados por las islas de Etorofu, Kunashiri y Shikotan, y por el archipiélago de Habomai, son territorios privativos de Japón que en ningún periodo histórico han pertenecido a ningún otro Estado.
El 14 de agosto de 1945, Japón aceptó los términos de la Declaración de Potsdam, mostrando así su disposición a rendirse. Pero justo antes de esa fecha, el 9 del mismo mes, en violación del tratado de no agresión que había firmado con Japón, Rusia le declaró la guerra y para principios de septiembre había ya ocupado dichos territorios. Desde entonces, primero la Unión Soviética y luego Rusia, continúan ocupándolos ilegalmente.
Con la Declaración Conjunta Japón-URSS de 1956 se restablecieron las relaciones diplomáticas, pero el problema territorial quedó sin resolver, por lo que tampoco ha sido posible firmar un tratado de paz.
Sin consideración alguna hacia el proceso histórico
En octubre de 1993, el presidente ruso Boris Yeltsin, de visita oficial en Japón, y el primer ministro japonés Hosokawa Morihiro firmaron la Declaración de Tokio sobre las relaciones Japón-Rusia. La declaración llegaba dos años después del derrumbamiento de la Unión Soviética, en 1991. En el texto se citaban explícitamente los nombres de las cuatro islas y se reconocía el problema suscitado sobre su pertenencia. Además, se señalaban de forma muy clara las directrices que deberían seguirse en las negociaciones, pues se decía que este problema territorial se solucionaría apoyándose en fundamentos históricos y legales, sobre la base de los documentos elaborados entre ambos países por mutuo acuerdo, y sobre los principios del derecho y de la justicia.
De forma coherente, Japón ha mantenido siempre que solo firmando un tratado de paz que presuponga la solución del problema de los Territorios del Norte, principal escollo diplomático, será posible establecer unas relaciones estables sobre la base de un verdadero reconocimiento mutuo entre Japón y su importante vecino, y así se lo ha hecho saber a lo largo de la historia primero a la Unión Soviética y después a Rusia. Pero Rusia, especialmente desde la era Putin, ha hecho caso omiso de toda esta trayectoria y de estos hechos históricos y se ha encastillado en una posición extremadamente dura sobre el problema territorial, por lo que las negociaciones no avanzan.
Como ejemplo de esa actitud de ignorar los avances y los hechos del pasado, puede citarse un comentario que hicieron dirigentes rusos en 2018. En la cumbre bilateral celebrada en Singapur el 14 de noviembre, el entonces primer ministro japonés Abe Shinzō y el presidente ruso Putin, sobre la confianza cultivada a través de los continuados esfuerzos realizados a partir de nuevo acercamiento que supuso la cumbre de diciembre de 2016, acordaron “acelerar las negociaciones para el tratado de paz sobre la base de la Declaración (Conjunta Japón-URSS) de 1956”. Sin embargo, el presidente Putin, después de la cumbre, comentó que en la declaración conjunta se hablaba del compromiso para traspasar en el futuro dos de las islas, pero no se decía que se traspasaría su soberanía, por lo que dicha soberanía debería ser tratada en futuras negociaciones. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dejó en claro su postura diciendo que el reconocimiento de que las cuatro islas eran territorio ruso era premisa para cualquier negociación, sosteniendo sin rubor una idea que distorsiona los hechos históricos y echando así un jarro de agua fría sobre las aspiraciones japonesas.
Adelantar cooperación económica es contraproducente
Se conviene en decir que la impaciencia es la peor forma de afrontar unas negociaciones diplomáticas, pues lo único que se consigue es quedar a merced de la otra parte, dañando así gravemente los intereses nacionales. Especialmente en el caso de la política frente a Rusia, es importante desarrollar, como Gobierno, una política exterior unidimensional en la que todos sus integrantes estén bien compenetrados, incluyendo a los expertos. Si las relaciones políticas y las económicas no se ven como un todo, para la parte rusa resulta fácil separar el campo económico del problema del tratado de paz.
Al mismo tiempo, es muy importante hacer avances en el campo de la cooperación económica desde el punto de vista del interés nacional en general, partiendo del principio de reciprocidad, y también para beneficio de las empresas japonesas. Tratar de utilizar la cooperación económica como palanca para conseguir concesiones en el problema territorial crea rechazo en la parte rusa y, por tanto, es contraproducente.
Ucrania hace sonar las alarmas también en el Este de Asia
Los problemas territoriales son vitales, pues afectan a la soberanía de los países y, en esta situación que sufre Japón desde la posguerra de ocupación ilegal de sus Territorios del Norte primero por la Unión Soviética y luego por Rusia, nuestro país debe seguir negociando con tenacidad siguiendo la directriz de que debe reconocerse la pertenencia de esos territorios a Japón y de que solo una vez solucionado este problema puede alcanzarse la firma de un tratado de paz.
Sin embargo, ni de los ejemplos que obtenemos en las relaciones históricas entre los dos países, ni de lo que ha ocurrido con Ucrania puede concluirse que el presidente Putin sea un negociador merecedor de confianza.
En las actuales circunstancias, la agresión rusa sobre Ucrania hay que entenderla como una sirena de alarma en la política de seguridad nacional de Japón, y debemos mostrar a las claras tanto hacia dentro como hacia fuera que no estamos dispuestos a aceptar bajo ningún pretexto agresiones a la soberanía o a la integridad territorial de los países. Para ello, además de reforzar nuestras capacidades de defensa nacional, nuestra alianza de seguridad con Estados Unidos y nuestras coordinaciones con el G7, deberíamos entender que no es posible escindir la seguridad de Asia de la de Europa y reforzar también nuestros acuerdos de seguridad con la OTAN, sosteniendo al mismo tiempo una cercana cooperación con la ONU.
Igualmente, dado que tendremos que seguir negociando también con los gobiernos rusos posteriores al de Putin, tenemos que mantener la directriz básica de firmar un tratado de paz una vez se haya resuelto el problema de la pertenencia de las cuatro islas del norte sobre la base de la Declaración de Tokio.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: El entonces primer ministro japonés Abe Shinzō, a la izquierda, y el presidente ruso Vladímir Putin durante la cumbre bilateral de Singapur, el 14 de noviembre de 2018. AFP, Jiji Press)