La realidad de las madres solteras en Japón
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Dos extremos: esfuerzos y pobreza
Es difícil explicar lo que significa realmente ser madre soltera en Japón. En este país son muchas las madres solteras que crían a sus hijos a pesar de llevar una vida dura, pero eso no significa que no reciban ningún tipo de prestación social. También son muchas las que disfrutan de una vida plena. Sin embargo, el índice de pobreza para este colectivo se sitúa en el 54,6 %. A pesar de las adversidades y la falta de esperanza, hay quienes consiguen salir adelante; también hay hogares que han de enfrentarse a diversas crisis.
Una búsqueda en Internet nos permitirá ver que al hablar de las madres solteras, aparecen con frecuencia palabras como "duro" y "pobreza" por un lado, y "esforzarse" y "llenas de vida" por el otro. Me pregunto cuál de las dos posturas refleja la realidad.
Hay madres solteras que realizan esfuerzos en el día a día precisamente por encontrarse en una situación adversa. Personalmente, me parece que estas mujeres perderán el ánimo si utilizan la palabra "duro" para hablar de sí mismas. Además, es cierto que a pesar de la pobreza, algunas llevan una vida plena tras librarse de la represión de sus maridos.
Puede decirse que las madres solteras llevan una vida en la que ambos extremos, el de la pobreza y las condiciones duras frente al de los esfuerzos, se manifiestan casi a partes iguales. Factores como la formación académica, el apoyo de la familia y el haber continuado trabajando tras casarse marcan una gran diferencia en el día a día de estas mujeres.
La mayoría de las madres solteras trabaja, pero sus ingresos son muy bajos
Según la Encuesta Nacional sobre Familias sin Padre de 2011, un estudio que el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social realiza cada lustro, la cifra de hogares formados por una madre y sus hijos menores de 20 años –aquí se incluyen también los casos en los que cohabitan con ellos otros familiares a excepción del padre– asciende a 1.238.000, mientras que el de hogares formados por un padre y sus hijos se sitúa en 223.000. El dato correspondiente a los hogares encabezados por madres solteras, que aumenta año tras año, representa casi el doble del correspondiente a 1973.
En cuanto a la edad de estas mujeres, la media es de 40 años. El 80,8 % de ellas se convirtió en madre soltera tras divorciarse; el 7,8 % decidió tener hijos fuera del matrimonio, mientras que el 7,5 % perdió a su pareja.
Los ingresos anuales de las madres solteras ascienden a 2.230.000 yenes; esta cifra incluye prestaciones sociales como los subsidios para la manutención infantil, las pensiones y las ayudas oficiales, así como dinero procedente de otras partes destinado a la crianza de los hijos. La tasa de empleo de este colectivo es alta –un 80,8 %–, pero el promedio de los ingresos anuales procedentes de la actividad laboral de estas mujeres es 1.810.000 yenes, una cifra baja.
Todos estos datos guardan relación con el hecho de que los salarios que cobran las mujeres son bajos de por sí. Según la Encuesta sobre la Situación Actual de los Sueldos en el Sector Privado de 2010, elaborada por la Dirección General de Tributos, la proporción de mujeres que perciben menos de dos millones de yenes anuales ronda el 43 %. Por otra parte, la cantidad de trabajadores cuya situación laboral no es regular aumenta cada año. De hecho, la proporción de mujeres que trabajan en estas condiciones es del 70 % aproximadamente. Más que hablar de pobreza entre las madres solteras niponas deberíamos decir que las mujeres japonesas en sí son pobres.
Suele decirse que Japón es una nación en la que la brecha salarial entre los hombres y las mujeres es muy marcada. Si analizamos la diferencia de sueldo entre los hombres y mujeres que tienen hijos a su cargo, veremos que las mujeres cobran hasta un 60 % menos que los hombres. Por este motivo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dice en sus estadísticas de 2012 que el precio de la maternidad es particularmente alto en el país asiático.
El arraigo de un sistema en el que el hombre es la principal fuente de ingresos de la familia
El motivo de que los sueldos de las mujeres sean bajos, especialmente los de aquellas con hijos a su cargo, es el arraigo que tiene en Japón el sistema en el que el hombre es la principal fuente de ingresos de la familia. Este concepto cobró forma durante la época de crecimiento económico acelerado y se basa en un modelo familiar según el cual los hombres trabajan muchas horas y sus mujeres, que no tienen un empleo fuera de casa o realizan algún tipo de trabajo que aporte más ingresos al hogar, asumen todo el peso del cuidado de los hijos y las tareas domésticas. En la perpetuación de este sistema han sido muy importantes factores como la existencia de prestaciones y exenciones fiscales para quienes tienen esposa y la posibilidad de que las cónyuges de los asalariados que no trabajan fuera de casa puedan recibir una pensión en calidad de beneficiarios de la denominada categoría tres.
Incluso a día de hoy, el 60 % de las mujeres japonesas deja de trabajar cuando se casa y decide tener hijos, y se convierte en ama de casa, motivo por el cual la participación de las mujeres en el mercado laboral aparece reflejada en los gráficos con una curva en forma de eme cuando se analiza por edades.
Las madres solteras son las primeras en sufrir las consecuencias de este sistema en el que el hombre es el principal sustento de las familias y que controla la vida tanto de los hombres como de las mujeres en lo que respecta al trabajo y las prestaciones sociales. Las mujeres deben ganarse un sueldo para criar a sus hijos en un mercado laboral en el que solo se les facilitan empleos auxiliares. En caso de divorcio, aquellas que se casaron y tuvieron hijos pero continuaron trabajando sufren menos problemas económicos.
El problema de los estratos sociales entre las madres solteras
Aproximadamente el 40 % de las madres solteras que trabajan tiene un empleo regular, mientras que más del 50 % lo hace en condiciones no regulares; este porcentaje aumenta cada año. Los ingresos medios de las madres solteras que tienen un trabajo temporal o por horas ascienden a 1.250.000 yenes al año, una cantidad considerablemente baja si se la compara con los 2.700.000 yenes que perciben las que tienen un empleo fijo.
Otro aspecto al que se debe prestar atención es lo que podría denominarse como un problema de estratos sociales entre las madres solteras. Un 13,3 % solo ha cursado estudios hasta la enseñanza secundaria media; en el caso de los padres solteros, el dato asciende a un 15,4 %. En los hogares en los que conviven los dos progenitores el porcentaje de madres que solo han estudiado hasta la enseñanza secundaria media es del 5 %.
Los ingresos medios anuales de las madres solteras que solo han cursado estudios hasta la enseñanza secundaria media se sitúan en 1.290.000 yenes. En Japón, no son muchos los títulos o licencias a los que se puede acceder solo con la enseñanza secundaria media, de ahí que las opciones laborales estén limitadas. Por ello, son muchas las personas que no tienen un empleo o trabajan en una situación no regular, lo que explica que sus ingresos sean bajos.
Superando el divorcio de un marido que se dio al juego y los problemas escolares de los hijos
Veamos cómo es la vida de varias madres solteras en Japón. La primera de ellas tiene un hijo universitario y otro cursando sus estudios de enseñanza secundaria superior. Tras terminar la enseñanza secundaria superior, consiguió un trabajo con un contrato fijo en una empresa dedicada a la organización de eventos, pero lo abandonó cuando su marido, funcionario, tuvo que trasladarse por trabajo. Después de que naciera su primer hijo, pasó un tiempo en su tierra natal, época durante la cual su marido se dio al juego. Cuando regresó con el bebé, se enteró de que debían varios millones de yenes en créditos. Consiguieron saldar la deuda con la ayuda de unos familiares y el marido prometió que no volvería a jugar. Sin embargo, cuando nació el segundo hijo, la situación se repitió. En ese caso, recurrió a prestamistas ilegales, que suelen ser bastante estrictos con el tema de los pagos. En invierno les cortaron el gas, y cuando estaba en casa con los niños, todos temblando, hacía como que no había nadie cuando los prestamistas llegaban para cobrar.
Sin embargo, ella sacó fuerzas y tras informarse, se dio cuenta de que el divorcio era la única opción, por lo que regresó a casa de sus padres; consiguió divorciarse por arbitraje. Al principio solo obtenía empleos temporales y le resultaba muy difícil seguir trabajando cuando los niños se ponían enfermos y tenía que cuidarlos en el hospital. Cuando sus hijos comenzaron la escuela primaria, una pyme le hizo un contrato fijo y encontró cierta estabilidad. El mayor aprobó el examen de acceso a un instituto de educación secundaria superior público, pero dejó de ir a la escuela por diferentes motivos. Cuando su madre le reprochó su actitud, se marchó de casa. Al final decidió regresar; gracias a unas ayudas al estudio terminó la enseñanza secundaria superior a distancia y entró en la universidad.
Son muchos los casos de divorcio por deudas. Una vez finalizados los trámites, las mujeres pasan una época de dificultades hasta que consiguen estabilidad laboral; después se enfrentan a la adolescencia de sus hijos, una etapa de su vida que no viene exenta de complicaciones. La mujer del ejemplo que acabamos de presentar sacó fuerzas para hacer frente a la crisis que suponían las deudas de su marido y, tras divorciarse, estableció vínculos con diversas personas que le sirvieron también para responder a la crisis marcada por la adolescencia de su hijo. Su vida no es fácil; la universidad del mayor la está pagando con préstamos y becas de la Organización Japonesa de Servicios para Estudiantes. En el caso de las becas, será el hijo el que tenga que asumir la pesada carga de devolverlas.
Una vida dura tras divorciarse por violencia doméstica
También son muchos los casos de divorcio por violencia doméstica. Según las estadísticas sobre justicia, a la hora de prestar declaración en relación a problemas matrimoniales, son recurrentes razones como la incompatibilidad de caracteres, la violencia, el maltrato psicológico y que el marido no le da a la mujer dinero para los gastos.
El siguiente ejemplo que presentamos es el de una mujer que se divorció y se llevó con ella a sus cuatro hijos. Su exmarido era el hijo mayor de un agricultor; compartían vivienda con los padres de él, pero decidieron irse a vivir por separado debido a que ella no podía soportar el maltrato al que la sometían en casa de sus suegros. Por ejemplo, por ser la esposa, era la última en bañarse de toda la familia, de ahí que ya no quedara agua caliente cuando le tocaba el turno. Un tiempo después su marido cambió de trabajo, pero las cosas no le iban bien y comenzó a maltratarla físicamente y psicológicamente. Además, contrajo deudas. Denunció ante la policía la violencia que sufría por parte de su marido y abandonó el hogar. Tras divorciarse, comenzó a trabajar de camarera en un restaurante, donde ganaba entre 50.000 y 60.000 yenes. El hijo mayor es violento con sus hermanos menores, un problema que le ha impedido dedicarse plenamente al trabajo.
La violencia doméstica sufrida durante su matrimonio sigue influyendo en su vida y en la de sus hijos incluso después de haberse divorciado, pero son pocas las oportunidades de recibir la atención necesaria tras haber sido víctima de malos tratos.
La visión de la sociedad sobre la familia y el divorcio impide el aumento de las prestaciones sociales
Otro de los problemas a los que se enfrentan las madres solteras en Japón es la falta de prestaciones sociales. En muchos países, a pesar de que las madres solteras que trabajan tienen pocos ingresos, la tasa de pobreza para este colectivo está mejorando gracias a las ayudas sociales e impositivas. Sin embargo, esto no es algo que se pueda esperar de Japón.
Aunque existen ayudas para los hogares monoparentales y las familias de bajos ingresos con niños a su cargo, las cuotas que estas personas deben abonar a la sanidad pública y al sistema de pensiones son caras. Por otra parte, están las ayudas al estudio, pero son muchos los casos en los que los gastos de la educación secundaria superior corren a cargo de las familias.
Llevo años pidiendo que se concedan más ayudas para la manutención infantil, entre otras prestaciones. Los responsables de elaborar las políticas son muy conscientes también de que ampliarlas conllevaría una mejora de la pobreza entre las madres solteras. No obstante, los motivos por los cuales no es posible hacer de esto una realidad son la visión de la familia que se tiene en la sociedad japonesa y la idea de que el divorcio es responsabilidad solo de las partes implicadas.
(Traducción al español del original en japonés, escrito el 21 de julio de 2015)