El manga y el anime de Japón se convierten en una marca internacional
¿Qué es necesario para que los dibujos animados japoneses conserven su éxito mundial?
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Jóvenes que se han criado con los dibujos animados japoneses en todo el mundo
Pude entablar relaciones con varias personas del Ministerio de Asuntos Exteriores gracias a las conferencias que daba sobre animación en los cursos previos al envío de diplomáticos a determinados países; desde 2007, realizo labores de diplomacia cultural para construir puentes entre Japón y el resto del mundo a través de elementos de la cultura popular nipona como los dibujos animados, los cómics, la música pop y la moda característica de Harajuku. A fecha de diciembre de 2014, había visitado más de 130 ciudades de 25 países y territorios a tal fin. La diplomacia cultural que se sirve de la animación y el Ministerio de Asuntos Exteriores, que en 2009 creó la figura de los "embajadores kawaii" –personajes carismáticos de la moda propia de Harajuku y el estilo Lolita, entre otros aspectos de la cultura popular japonesa, a los que se envía al extranjero para participar en actos promocionales–, producen y organizan iniciativas diversas en pos del intercambio cultural.
Estas actividades me han permitido reafirmarme en mi postura de que la animación japonesa tiene una gran influencia en la construcción de la identidad de los jóvenes de todo el mundo. En 2007, durante una conferencia que di en un centro educativo de Roma, pregunté a los asistentes si les gustaban los dibujos animados japoneses; nunca olvidaré lo que respondió un estudiante de la primera fila: "No es necesario que nos haga esa pregunta, profesor. Es que todos nos hemos criado con los dibujos animados de Japón".
En este caso, se trataba de una petición para que se hable pronto de los dibujos animados y del sector de la animación japoneses de forma natural, sin necesidad de diplomacia. Quizás muchos extranjeros que lean este artículo se identifiquen con el joven estudiante de Italia. Además, es probable que los que no comprendan la situación sean los japoneses.
Un atractivo único surgido de los recursos para suplir los límites de presupuesto
En la actualidad, la palabra anime, un término japonés creado a partir del vocablo inglés animation, se emplea en todo el mundo de forma natural. Sin embargo, anime y animation no son sinónimos; anime hace referencia a los dibujos animados de origen japonés, algo que pone de relieve la unicidad de la industria nipona de la animación. Sin embargo, esto no se limita al anime, dado que los creadores japoneses heredan desde antaño, como si de genes se tratara, la capacidad de sublimar elementos culturales procedentes del extranjero hasta hacerlos suyos; esto podría considerarse también como una habilidad.
El mayor problema de la animación japonesa en su etapa inicial lo presentaba el tener que ceñirse a un presupuesto. Si uno de sus objetivos es cómo conseguir que los movimientos de los personajes se parezcan a los de las personas, la industria nipona no dispone de mucho dinero y no le es posible dibujar varias escenas. Por este motivo, el sector se ha alejado de esa tendencia y ha conseguido cubrir sus puntos más débiles ideando métodos de realización y fotografía. Estos esfuerzos hacen que el anime se vaya distanciando de otros tipos de dibujos animados. Esto es fácil de entender si se piensa que la profundidad de las historias y los personajes, algo que los jóvenes extranjeros citan como uno de los atractivos de la animación japonesa, se ha desarrollado también cubriendo prolongadamente el punto flaco que supone el no contar con un gran presupuesto.
El manga como obra original del anime
Hay una gran diferencia con otro mundo relacionado con la producción de anime; se trata del manga como obra original que se adapta a la pequeña y gran pantalla en forma de dibujos animados.
No existe país alguno como Japón, donde se editan revistas semanales de cómics desde varios años después de la Segunda Guerra Mundial; el manga es una industria de peso en el mundo de las publicaciones que llega a influir en la situación financiera de las casas editoriales. Esto se debe a que el sector se estructura en torno a la existencia de grandes dosis de talento, un principio lógico del capitalismo. Por otra parte, cómo crear historias y tramas nuevas es un problema constante tanto para los dibujantes como para las editoriales. Luego está el hecho de si existe un número de lectores interesados en ese tipo de cómics lo suficientemente grande; ese es el modelo de negocio de la industria.
Del mismo modo que se hace una distinción entre los dibujos animados de otros países y el anime, se ha llegado a aceptar el manga como un género diferente al resto de cómics. En el caso de la animación japonesa, no solo existen obras originales, sino que también se adaptan a la pequeña y la gran pantalla historias procedentes del manga, un género rico en originalidad; esta tendencia no se da en la animación extranjera.
Ataque a los titanes dio mucho que hablar entre los aficionados al anime de todo el mundo en 2014. Podríamos decir que esta obra es un claro ejemplo del modelo de negocio que acabamos de describir: basada en el manga homónimo, describe la amenaza bajo la que vive la raza humana, enfrentada a unos gigantes que devoran personas. Además de incluir la trama original del cómic y plasmar los atractivos de sus personajes, la serie de dibujos animados recrea, de una forma posible solamente en el mundo de la animación, los movimientos de los gigantes y los seres humanos en sus luchas; se ha ganado el corazón de los jóvenes de todo el mundo.
Reproducir la calidad del dibujo a mano mediante computación gráfica
Sin embargo, la manera de hacer animación en Japón está cambiando: se está empezando a hacer uso de gráficos por ordenador. Los creadores japoneses seguían empeñados en dibujar a mano incluso cuando otros países ya se habían pasado a la computación gráfica, pero eso no quiere decir que no se empleara este tipo de tecnología en la elaboración de anime; no es necesario mencionar que los ordenadores son imprescindibles en la animación nipona. Una particularidad importante de la industria japonesa era recurrir al dibujo a mano para recrear personas y animales, aunque se utilizaran gráficos por ordenador para los paisajes, los robots y las naves espaciales; la computación gráfica era, por decirlo así, una herramienta asistencial.
No obstante, se están dando nuevas tendencias en la animación japonesa: la industria se ha propuesto conseguir un dibujo de calidad, el punto fuerte de los animadores nipones, no a mano, sino mediante gráficos por ordenador.
El acabado de los dibujos es más bonito cuando estos se realizan a mano; además, la computación gráfica es demasiado cara y no se ajusta al presupuesto. Quizás estos dos puntos sean los motivos por los cuales los gráficos por ordenador no han conseguido imponerse en la creación de dibujos animados en Japón. Aunque el progreso que supone el uso de este tipo de tecnología rompe con el sentido común imperante en la industria hasta ahora, podría decirse que la necesidad de crear un entorno en el que se empleen gráficos por ordenador se debe precisamente a que la razón por la cual no se utilizaban antes va en contra del propio avance en sí.
En Japón, muchas películas y series de animación no cuentan con un presupuesto tan grande como el de Studio Ghibli, o como Disney, cuyo marketing abarca todo el mundo. La tendencia dominante en este país suele consistir en emitirlas primero en televisión, donde el presupuesto es limitado; sin embargo, las personas que ven anime tienen un conocimiento profundo del género y albergan grandes esperanzas en lo que se refiere a la calidad de las obras. Debido a estas limitaciones económicas, los estudios de animación japoneses trabajan con subcontratas de otros países de Asia a las que encomiendan una parte del proceso de elaboración: dibujar, colorear...
Hace mucho que la industria japonesa de la animación se enfrenta a una crisis marcada por la pregunta de si es posible proteger las técnicas nacionales ahora que una parte del proceso de elaboración se ha dejado de realizar en territorio nipón. Conseguir la misma calidad del dibujo a mano empleando gráficos por ordenador sin que esto conlleve salirse del presupuesto es una cuestión apremiante. Varios directores y diseñadores gráficos jóvenes y prometedores se han puesto manos a la obra para solucionar el problema; su actitud es un fiel reflejo de las habilidades y destrezas de los profesionales de esta industria.
Antes de considerar que el visionado ilegal por Internet es el enemigo
Uno de los problemas a los que se enfrenta la industria japonesa de los dibujos animados es la internacionalización. Huelga decir que el anime es un producto que se consume en todo el mundo; sin embargo, en muchos casos se trata de descargas o visionados ilegales en Internet, una realidad que perjudica gravemente a los profesionales nipones. La existencia en el extranjero de aficionados que desean ver las series y películas de dibujos animados en japonés, con las voces de los actores de doblaje de la versión original, hace que abunden en la red vídeos con subtítulos elaborados por los propios fans. Desde un punto de vista legal, resulta fácil decir que no está bien que existan estas emisiones, pero la cuestión dista de ser un problema simple.
Es importante ilustrar al público sobre los derechos de propiedad intelectual. Personalmente, no tengo intención alguna de menospreciar la cuestión, sino que la considero un asunto de peso. En muchas de las conferencias que imparto en el extranjero, hablo sobre el proceso de elaboración del anime; los dibujos animados no son algo que sale mágicamente al frotar la lámpara del genio de Aladino, sino que proceden de los esfuerzos realizados por un gran número de creadores que invierten una cantidad considerable de tiempo en la labor. Esto es algo que me gustaría que la gente entendiera.
Sin embargo, ni la educación ni las leyes son suficientes para solucionar la cuestión. Los aficionados que crean una página web donde cuelgan las películas y series de dibujos animados con los subtítulos que ellos mismos han elaborado no tienen intención alguna de perjudicar la industria de la animación, sino que aprecian y respetan las obras hasta el punto de querer que muchas personas las vean también.
¿Es posible idear un nuevo modelo de negocio?
Si se analiza la cuestión desde un punto de vista diferente, se puede constatar que la disponibilidad en Internet de películas y series japonesas de dibujos animados supera los límites marcados durante el siglo XX, que consistían en emitir estos contenidos en televisión, y permite que lleguen a todo el mundo. Si la industria japonesa de la animación se propusiera hacer lo mismo, los costes serían astronómicos y quizás no habría sido posible conseguirlo.
Los ingresos del anime se sustentan en gran parte en la venta de DVD y discos Blu Ray. En otras palabras, el modelo de negocio se encuentra limitado.
Se hacen series y películas de animación solamente con aquellas obras que pueda interesar comprar a los grupos de personas que normalmente adquieren este tipo de productos; a menudo, se plantea como un problema el que la industria se esté limitando solamente a ciertos patrones a la hora de planificar qué anime se elabora. Es innegable que los dibujos animados japoneses están perdiendo parte de la diversidad que los caracterizaba debido a que la industria gira ahora en torno a la venta de los soportes físicos.
No obstante, no es necesario ser pesimistas al respecto. Existen diferencias por países y regiones en función de la época en que comenzaron a emitirse dibujos animados de origen japonés; sin embargo, es evidente que muchas personas de todo el mundo menores de cierta edad se han criado viéndolos. El anime ha cambiado la mentalidad existente durante el siglo XX, cuando se creía que los dibujos animados eran algo exclusivamente para niños. Además, mientras los creativos no pierdan el concepto que tienen sobre su destreza para crear obras, el público seguirá apreciando su trabajo.
En resumen, ha llegado la hora de replantearse el modelo de negocio de la animación japonesa; la industria nipona debe internacionalizarse. Es probable que haya quienes no quieran que esto ocurra, pero su actitud no es más que una forma de postergar la respuesta a la crisis que atraviesa el sector. Tras esta cuestión residen dos problemas: si la industria japonesa será capaz de crear un nuevo modelo de negocio para todo el mundo y si los profesionales de la animación podrán seguir elaborando obras de calidad. En este sentido, entran en juego también las expectativas de aquellos que se han criado viendo dibujos animados japoneses.
(Traducción al español del original en japonés publicado el 15 de diciembre de 2014)
Foto de la cabecera: Sakurai con varios participantes de la convención para fans del manga y la animación Connichi, celebrada en la ciudad alemanda de Kassel en septiembre de 2014.
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