Los fenónemos meteorológicos anómalos y la sociedad japonesa

Librarse de la sobreprotección administrativa para sobrevivir a los desastres meteorológicos

Sociedad Vida

Cuando el tsunami originado por el Gran Terremoto del Este de Japón asoló la ciudad de Kamaishi (prefectura de Iwate), el 99,8 % de los niños de primaria y secundaria lograron salvarse gracias a que huyeron rápidamente a refugiarse. El autor de este artículo, que contribuyó a instruir a los niños de Kamaishi para tomar la iniciativa en las evacuaciones de emergencia, lanza una llamada de alarma sobre la necesidad de prepararse para los desastres meteorológicos.

Tokio, peligrosamente vulnerable a las grandes inundaciones

Actualmente también estoy involucrado en la problemática de la prevención de desastres en Tokio, y en especial en el problema de las zonas a nivel de mar. En esas zonas lo único que separa la tierra del mar es un delgado rompeolas y, sin embargo, están densamente pobladas. Aunque es cierto que el principal asunto pendiente de la capital sigue siendo la prevención para los terremotos, ahora que los tifones son cada vez más grandes las inundaciones suponen una amenaza inminente.

Si al acercase un tifón desde el sur del país las precipitaciones que lo preceden se intensificasen en las prefecturas circundantes como Gunma o Saitama, los ríos Tone y Arakawa se desbordarían y todo el caudal iría a parar a Tokio. En el peor de los casos no se podría evacuar porque el viento sería demasiado fuerte, los ríos se desbordarían y habría inundaciones. Tomemos como ejemplo las simulaciones que estamos realizando sobre el barrio de Edogawa, que tiene un 70 % de su extensión a nivel de mar. El barrio cuenta con 700.000 habitantes que deberían poder evacuar para huir del desastre. Sin embargo, el primer impedimento es que el único modo de salir de la zona es cruzando uno de sus puentes. Si esos puentes ya sufren atascos de tráfico a diario a la hora de ir al trabajo, al acudir la población en masa tras una alarma de evacuación se colapsarían por completo. Con los ciudadanos del barrio paralizados, el viento se iría intensificando, los rompeolas acabarían por ceder y el torrente de agua se desataría: un panorama aterrador.

En resumidas cuentas, el mayor problema de Tokio es la gestión del densísimo tráfico a la hora de realizar una evacuación de emergencia. Para evitar la concentración del tráfico es necesario reorganizar la zona para dispersarla de forma espacial o temporal. La dispersión espacial consistiría en distribuir adecuadamente las rutas para una evacuación en masa.

Y Edogawa no es el único barrio problemático: los barrios vecinos de Katsushika, Adachi, Kōtō y Sumida comparten el mismo problema. Según la Ley Básica de Medidas contra Desastres, la prevención de las inundaciones graves corresponde al ayuntamiento de cada municipio o barrio. Por eso los ayuntamientos son los que se encargan de ejecutar las medidas de prevención de desastres como las alarmas de evacuación. Sin embargo, no existe ninguna estructura organizativa que se encargue de organizar las evacuaciones a gran escala.

Lo primero que hay que definir es quién va a dirigir la situación. Supongamos que se acerca un tifón, se lanza la alarma de evacuación a gran escala y un elevado número de ciudadanos se disponen a evacuar. Equivocarse en las previsiones tendría un enorme impacto social. Y, en el peor de los casos, malgastar tiempo decidiendo qué hacer podría resultar en un colosal número de víctimas mortales.

Una toma de decisiones tan transcendental no puede tomarse a nivel de barrio, pero el Gobierno Metropolitano tampoco tiene la intención de asumirla. Y esto no solo sucede en Tokio, ya que las tres mayores conurbaciones del país están igual. Cómo dirigir la situación y quién debe dispersar el tráfico: un problema inminente que supone una amenaza titánica y, sin embargo, todavía no se ha discutido en profundidad.

Unámonos para luchar contra el enemigo común

Si analizamos el caso de Estados Unidos como ejemplo de gestión de catástrofes a gran escala, allí el sistema de toma de decisiones está claramente establecido. El presidente del Gobierno declara el estado de emergencia y delega totalmente la gestión al director de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA). El ejército también participa. Todas las autopistas y autovías pasan a funcionar en un solo sentido, se emite la orden de evacuación a los ciudadanos de la zona afectada y el ejército asiste la evacuación. Se trata de un sistema unificado en el que el director de la FEMA concentra toda la responsabilidad, desde dirigir la situación hasta disponer las medidas para la evacuación.

Japón debe apresurarse a establecer un sistema a nivel regional y nacional para dirigir la situación cuando se produzca un desastre de gran alcance que escape a las competencias de los municipios y barrios. Por otro lado, los ciudadanos deben dejar de depender del amparo administrativo y ser conscientes de que ellos mismos deben encargarse de salvar sus vidas. En una metrópolis como Tokio es complicado establecer redes comunitarias para la prevención de desastres. Sin embargo, si los ciudadanos de distintas regiones que tienen las mismas características para afrontar los desastres y comparten la conciencia de luchar contra un mismo enemigo, la prevención de desastres puede servir para reforzar los lazos de la comunidad ciudadana.

Cuando los ciudadanos tomen conciencia de que la capacidad administrativa para la prevención de desastres es limitada, empezará a arraigar la idea de que deben tomar la iniciativa a la hora de velar por sus propias vidas y ayudarse mutuamente. Ese será el primer paso hacia la prevención de desastres sin víctimas mortales.

(Redactado por nippon.com basándose en la entrevista mantenida el 18 de agosto de 2014. Traducido al español del original en japon)

Fotografía del titular: Las lluvias torrenciales del pasado agosto provocaron víctimas en la ciudad de Hiroshima. (Tomada el 20 de agosto en la zona de Yagi del barrio de Asaminami, Hiroshima. Cortesía de Jiji Press.)

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