¿Qué está ocurriendo en las relaciones entre Japón y China?

Japón ante los problemas medioambientales de China

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El crecimiento económico de China parece imparable, pero sus problemas medioambientales, entre ellos la contaminación PM2.5, no son de menor magnitud. El autor de este escrito propone un modelo de colaboración multilateral que contribuya a la creación de relaciones estratégicas de mutuo beneficio entre los países de Asia Oriental.

Según estadísticas difundidas el pasado mes de abril por la Organización Mundial del Comercio, en 2013 China pasó a encabezar la lista de los países con mayor volumen de comercio internacional, desbancando a Estados Unidos. Este continuo crecimiento económico está acarreando a China problemas para los que no acaba de encontrar soluciones efectivas, y uno de ellos es el medioambiental, cuya faceta más conocida en Japón es la grave contaminación atmosférica causada por el material particulado (PM, por sus siglas en inglés), en concreto por las partículas finas respirables de diámetro inferior a los 2,5 micrómetros (PM2.5). El problema no son solo estas partículas: también en el capítulo del dióxido de carbono, uno de los gases que produce el calentamiento global, China supera al resto de los países por su volumen de emisiones, que representa ya el 24 % o cerca de la cuarta parte del total. Sumando a las emisiones chinas las del segundo emisor, Estados Unidos, obtenemos más de un tercio del total mundial.

Pero el problema ambiental chino se extiende además por otros campos, como el de la calidad de las aguas o el de la seguridad alimentaria (véanse los documentos referenciales Imura 2007, Aikawa 2008). En este trabajo profundizaré una vez más en la realidad del problema medioambiental en China para abordar las limitaciones y posibilidades de la cooperación entre Japón y China o entre los países de Asia Oriental, más allá del marco de la cooperación tecnológica que puede ofrecer un país ambientalmente avanzado como Japón.

Dos ríos emblemáticos, dos fuertes shocks

Desde la época de la gran reforma económica, especialmente a partir de 1992, el crecimiento económico de China ha sido ostensible. Es precisamente durante los últimos 20 o 25 años cuando se ha producido la mayor parte de los problemas medioambientales. Pero la naturaleza de estos problemas no ha sido siempre la misma. Hay que citar en primer lugar como sucesos más impactantes la extinción temporal del Huang He (Río Amarillo) en su cauce inferior, en 1997, que por su duración no tenía precedentes históricos, y las inundaciones causadas por la crecida del Chang Jiang (Yangtsé o Río Azul) de 1998.    

La extinción del caudal del Huang He suele atribuirse al aumento de la actividad agrícola e industrial, así como a la mayor demanda de agua para las ciudades. Pero el problema no es tan sencillo. El Chikyūken (Instituto de Investigación para la Humanidad y la Naturaleza), instituto para el que trabajo, llevó a cabo conjuntamente con otro equipo chino una investigación dirigida por el profesor Fukushima Yoshihiro sobre este fenómeno, que arrojó luz sobre otra de sus causas: la creciente absorción de agua por las masas forestales de repoblación creadas para hacer frente al problema de la desertización (Fukushima 2007). Cerca del 70 % del agua extraída de este río es destinado a uso agrícola, pero el mayor volumen de extracción se alcanzó en los años 80 del siglo pasado, y en la época en que se manifestó el problema de la extinción del cauce en toda su gravedad, durante la segunda mitad de los 90, no hubo variaciones reseñables.

En cambio, quedó de manifiesto que en las tierras amarillas de la meseta de loess del Huang He, el volumen de consumo de agua del río experimentó un gran cambio hacia los años 80. A causa del relativo éxito de la política de repoblación forestal implementada por el Gobierno chino como proyecto de Estado, la creciente extensión de las superficies arboladas elevó el volumen de evapotranspiración, lo que a su vez causó una disminución del caudal de agua en el cauce bajo del río. La política ambiental de repoblación forestal como forma de lucha contra la desertización acabó provocando un nuevo problema medioambiental.

Bosques de repoblación regados con agua extraída del río Huang He, a las afueras de Wuhai, en Mongolia Interior (China). Las masas forestales han contribuido a proteger esta ciudad minera de las tormentas de arena, pero al mismo tiempo se han convertido en grandes consumidoras de un bien tan escaso como el agua en estas áridas regiones. (Fotografía: Kubota, 12 de marzo de 2012)

Bosques de repoblación regados con agua extraída del río Huang He, a las afueras de Wuhai, en Mongolia Interior (China). Las masas forestales han contribuido a proteger esta ciudad minera de las tormentas de arena, pero al mismo tiempo se han convertido en grandes consumidoras de un bien tan escaso como el agua en estas áridas regiones. (Fotografía: Kubota, 12 de marzo de 2012)

Se piensa que la causa directa de las inundaciones del Chang Jiang de 1998 fue una pluviosidad anómala, pero como factor agravante se ha citado el aumento descontrolado de las talas realizadas para crear terrenos agrícolas, sobre todo en las zonas de montaña. Esto obligó al Gobierno chino a tomar medidas para limitar los terrenos de cultivo y devolver superficie a los bosques, algo insólito en la historia de China, donde los terrenos de cultivo habían ido expandiéndose a medida que aumentaba la población.

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