Religión y espiritualidad en Japón

Los japoneses y el concepto de dios

Sociedad Historia

Hashizume Daisaburo [Perfil]

Para muchos japoneses la religión es sinónimo de deidades sintoístas, kami, y Buda. Reflexionamos sobre el concepto de kami a lo largo de la historia de Japón, ya que forma parte de las creencias que existían en el archipiélago nipón antes de la llegada del budismo.

Un nacionalismo que venera al emperador

Durante el período Edo, el shogunato Tokugawa prohibió el cristianismo e impuso la noción de que todos los japoneses eran budistas. Forzó a las familias a elegir una secta a la que pertenecer, e instauró un sistema, denominado danka, según el cual cada persona tenía que probar su afiliación registrándose en un templo cercano. Además, los monjes budistas no podían hacer otra cosa que no fuera oficiar funerales. Sin embargo, el sogún exhortó a los samuráis a interesarse por el shushigaku, un tipo de confucianismo que se desarrolló en Japón.

Este pensamiento se extendió también entre los artesanos, comerciantes y agricultores de primera clase. El shogunato no se dio cuenta de que era contradictorio imponer el budismo y, al mismo tiempo, fomentar este tipo de confucionismo.

Además, el shushigaku es un pensamiento antibudista, ya que rechaza la idea del ciclo de transmigraciones del alma y la existencia de las ánimas. Asimismo, cree en la idea de que cualquier persona puede llegar al poder si estudia, algo imposible en el sistema clasista imperante en el período Edo, según el cual la sociedad se dividía en cuatro categorías principales en función de los distintos oficios.

Por otra parte, concede valor a la lealtad hacia el gobierno legítimo, la clase dirigente. Esto hizo que surgiera un sentimiento de veneración de la figura del emperador, ya que considera que este, y no el sogún, es líder por derecho. Podría decir que el shushigaku encerraba oculta la capacidad de destruir el sistema de gobierno del período Edo. Puede encontrarse más información acerca de este tema en la obra Arahitogami no sōsakushatachi, de Yamada Shichihei (1921-1991).

El shushigaku propició el nacimiento del kokugaku, la lectura e interpretación fundamental de las obras antiguas, gracias a dos estudiosos de la época partidarios del confucionismo: Itō Jinsai (1627-1705) y Ogyū Sorai (1666-1728). Motoori Norinaga (1730-1801), principal figura de esta nueva disciplina de estudio, escribió el Kojikiden, obra en la que reconstruye el Japón previo a la alfabetización que aparece descrito en el Kojiki. El erudito pone énfasis en el hecho de que en aquella época ya existía un gobierno y el pueblo obedecía al emperador. Esta sumisión no la fomentaron las enseñanzas del shushigaku, sino que surge del sentimiento de la gente. Así fue como se abrió para todos los japoneses la puerta hacia un nacionalismo que venera al emperador.

El sintoísmo estatal

Las teorías del estudioso y teólogo sintoísta Hirata Atsutane, el denominado sintoísmo Hirata, propiciaron grandes cambios en la noción de kami de los japoneses desde finales del shogunato Tokugawa hasta la Restauración Meiji (1867-1885).

Hirata consideraba que el ser humano no se convierte en buda ni va al paraíso tras la muerte, sino que se transforma en un espíritu, especialmente aquellos que sacrificaron la vida por el país, que pasan a ser espíritus puros. Estos últimos protegen a las siguientes generaciones. Se dice también que el estudioso podría haber aprendido del cristianismo este pensamiento revolucionario según el cual el hombre no pierde su personalidad tras la muerte y cada persona tiene su propio espíritu por siempre jamás, al leer la Biblia traducida al chino, un libro prohibido en la época.

Si cualquier persona se convierte en un espíritu tras la muerte, es posible realizar oficios fúnebres sintoístas independientemente de que todos los japoneses celebren funerales budistas y estén afiliados a un templo de esta religión de acuerdo con lo estipulado por el sistema danka. De este modo, se puede venerar a los caídos en las guerras. Las fuerzas militares imperiales que establecieron el gobierno Meiji adoptaron el sintoísmo Hirata y celebraron ceremonias para honrar las almas de los caídos en las guerras. En 1869 se construyó en Tokio el santuario Yasukuni, al que entonces se dio otro nombre. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, se trataba de un lugar bajo jurisdicción del Ejército de Tierra y la Armada en el que se veneraba a los kami de aquellos que habían sido leales al emperador durante la Restauración Meiji y de todos los que habían sacrificado su vida por la patria. En los medios de comunicación de Europa y Norteamérica suele decirse que el santuario Yasukuni es el "santuario de la guerra", pero esto no es cierto. En realidad, se asemeja a las tumbas del soldado desconocido y a los monumentos conmemorativos de las distintas revoluciones.

El sintoísmo Hirata y el santuario Yasukuni sirvieron para fomentar la idea de un pueblo de la época moderna que se sacrifica por la patria. Por este motivo, se hizo necesaria la separación del budismo y el sintoísmo. Desde finales del shogunato Tokugawa hasta la Restauración Meiji se hicieron esfuerzos para abolir el budismo y para separar esta religión del sintoísmo. Bajo la dirección del gobierno se comenzó a realizar una clara distinción entre los templos budistas y los santuarios sintoístas en la que la ambigüedad no tenía cabida. Con la Restauración Meiji surgió también el sintoísmo estatal, encabezado también por el gobierno. El Ministerio de Educación consideraba que el sintoísmo no era una religión, dado que formaba parte de la vida diaria de los japoneses. Al pueblo se le impuso el sintoísmo estatal.

A partir de la era Meiji se construyeron santuarios nuevos debido a la creencia de que el hombre se convierte en kami tras la muerte. Destacan entre ellos el santuario en el que se venera al emperador Meiji y el consagrado al general y héroe de guerra Nogi Maresuke, ambos en Tokio. Existen, además, santuarios dedicados a las almas de los caídos en las guerras en sus respectivos lugares de origen. En las escuelas se colocaban fotografías del emperador, se realizaban oraciones e incluso se rezaba al emperador orientándose en dirección al Palacio Imperial. Se enseñaba que el emperador era un dios viviente.

Prohibición del sintoísmo estatal tras la Segunda Guerra Mundial

Las tropas aliadas prohibieron el sintoísmo estatal durante la ocupación de Japón que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el santuario Yasukuni se preservó como parte de una organización religiosa de carácter civil, y la creencia de que los espíritus de los caídos por la patria y de cualquier persona en general se convierten en kami tras la muerte perdura entre los japoneses.

No hay duda de que los japoneses no somos conscientes de la idea que tenemos sobre el concepto de kami ni somos capaces de explicársela a otras personas. Cada persona tiene que darse cuenta por sí misma de aquello en lo que cree. Es algo que todavía no hemos conseguido.

(Traducido al español del original en japonés)

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sintoismo budismo religión Kojiki monoteísmo santuario Yasukuni

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Sociólogo y profesor emérito del Instituto Tecnológico de Tokio. En 1977, abandona los cursos de doctorado en Sociología de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Tokio. Tras dedicarse a la escritura, asume un puesto de profesor titular en el Instituto Tecnológico de Tokio, institución en la que imparte clases de Sociología de 1995 a 2013. Entre sus obras, destacan Gengo game to shakai giron; Keisō Shobō, 1985, Bukkyō no gensetsu senryaku; Keisō Shobō, 1986, y Sanga Bunko, 2013, Sekaiga wakaru shūkyō shakaigaku nyūmon; Chikuma Shobō, 2001, y Chikuma Bunko, 2006, Fushigina Kirisutokyō; Kodansha Gendaishinsho, 2011, y Yukaina bukkyō; Sanga Shinsho, 2013.

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