Religión y espiritualidad en Japón

La religión en Japón: irreligiosidad y “elementos casi religiosos”

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La religión es un elemento que ejerce una profunda influencia tanto sobre la identidad del individuo como sobre la configuración de la sociedad, pero ¿qué significado tiene para los japoneses en la actualidad y qué papel desempeñó en el proceso de formación nacional de Japón antes y después de la Segunda Guerra Mundial? En este artículo el especialista en estudios religiosos Shimazono Susumu nos descifra la relación de los japoneses con la religión.

El sintoísmo de Estado que se difundió a través de la educación

Como hemos visto, los japoneses cuentan con muchos de esos elementos que hemos calificado de "casi religiosos", algunos de los cuales no se acaban percibiendo como religión propiamente dicha. Uno de los casos con mayor repercusión es el del sintoísmo de Estado. Hasta 1945 en las escuelas japonesas se seguía a rajatabla el Decreto Imperial de Educación, un precepto sagrado emitido por el emperador Meiji en 1890 en el que se establecía la base espiritual de la educación para los ciudadanos. Con ello la escuela primaria se convirtió en un lugar donde se adiestraba en los preceptos sagrados imperiales y, en las décadas que siguieron hasta la derrota en la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los japoneses se familiarizaron con el culto del sintoísmo, rezando en dirección al santuario de Ise y al Palacio Imperial, visitando los santuarios de Yasukuni y Meiji, e inclinándose ante el retrato del emperador y el Decreto Imperial de Educación. Esto es lo que se conoce como "sintoísmo de Estado", y podemos afirmar que la gran mayoría de los japoneses de la época tuvieron contacto con dicho culto a través de la educación escolar.

La generación de mis padres, que nacieron a principios de la década de los veinte, recordaron toda su vida la canción Kigensetsu no uta (Canción del Kigensetsu), que se cantaba en las escuelas el 11 de febrero, día del Kigensetsu o Fundación Nacional(*1).

La letra de la canción narra la coronación del emperador Jinmu, considerado el primer emperador de la historia de Japón y, por consiguiente, el padre de la teocracia japonesa. El santuario de Kashihara, donde supuestamente la legendaria figura del emperador Jinmu accedió al trono, se construyó en la prefectura de Nara en 1890, el mismo año en que se promulgó el Decreto Imperial de Educación.

El santuario de Kashihara, en la prefectura de Nara

El sintoísmo de Estado se difundió más a través de las escuelas que de los santuarios. Antes de la Segunda Guerra Mundial en prácticamente todas las festividades, incluido el día del Kigensetsu, se realizaban ritos de culto al emperador en el Palacio Imperial. Así pues, el sintoísmo de Estado se servía del sintoísmo imperial, el sintoísmo de santuario y el adoctrinamiento escolar como baluartes para difundir el culto, y los niños aprendían la ideología nacional y el respeto al emperador mediante el Decreto de Educación Imperial y las asignaturas de Moral e Historia.

La historia que siguió la senda del sintoísmo de Estado

Uno de los errores más extendidos sobre el sintoísmo es el de definirlo como una religión confinada al ámbito de los santuarios, las profesiones religiosas y los devotos. Esta concepción demuestra un conocimiento a todas luces demasiado limitado sobre la naturaleza del sintoísmo. En realidad los devotos del emperador fueron los principales impulsores del sintoísmo de Estado, y el culto no se difundió tanto a través de los santuarios como de las instituciones más cercanas a la ciudadanía como la escuela, los actos populares y los medios de comunicación. Se trata de una nueva forma de sintoísmo fundamentada en la ideología nacional de la era Edo y desarrollada a la par del proceso de formación nacional de Japón.

El término "sistema nacional" puede definirse en un sentido amplio como el sistema político de un país, pero en Japón —especialmente antes de la Segunda Guerra Mundial— se refiere más específicamente al sistema nacional sagrado e inmutable que ha gobernado al pueblo a través de la casa imperial, procedente de un linaje divino, desde los albores de la historia. El término implica asimismo la convicción de que Japón es superior al resto de naciones del mundo precisamente por poseer ese sistema nacional.

Planteémonos ahora qué posición ocupa el sintoísmo de Estado dentro de la prolongada historia del sintoísmo. Para empezar, resulta harto difícil definir el origen del sintoísmo en general porque en el ámbito privado ha convivido tradicionalmente con formas no reguladas de folclore popular. Hay quien sitúa ese origen en los períodos prehistóricos Yayoi y Jōmon, y denomina sus supuestas manifestaciones primigenias como koshintō (sintoísmo antiguo).

En el caso del sintoísmo imperial, sin embargo, sí es posible identificar un origen concreto: a finales del siglo VII y principios del VIII, durante los reinados del emperador Temmu y la emperatriz Jitō, se estableció un sistema de ritos nacionales y un sistema legal inspirados en los de la dinastía Tang que sentaron las bases. En el Japón medieval el budismo se convirtió en la religión dominante y el sintoísmo imperial quedó relegado a una posición casi insignificante en la vida cotidiana de los japoneses. Fueron la ideología nacionalista y el principio de unidad de la política y la religión los que situaron el sintoísmo en el centro del sistema nacional a finales del período Edo para convertirlo en la base ideológica del Estado en la era Meiji.

(*1) ^ Establecido en 1872, el 11 de febrero es una festividad que conmemora la entronización del emperador Jinmu, documentado en registros históricos japoneses. El Kigensetsu se abolió en 1948 para pasar a convertirse en la festividad del Día de la Fundación Nacional en 1966.

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