Religión y espiritualidad en Japón

La religión en Japón: irreligiosidad y “elementos casi religiosos”

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Shimazono Susumu [Perfil]

La religión es un elemento que ejerce una profunda influencia tanto sobre la identidad del individuo como sobre la configuración de la sociedad, pero ¿qué significado tiene para los japoneses en la actualidad y qué papel desempeñó en el proceso de formación nacional de Japón antes y después de la Segunda Guerra Mundial? En este artículo el especialista en estudios religiosos Shimazono Susumu nos descifra la relación de los japoneses con la religión.

El impacto de ¿Por qué los japoneses son irreligiosos?

En 1996 el especialista en estudios religiosos Ama Toshimaro publicó una obra titulada ¿Por qué los japoneses son irreligiosos? (Chikuma Shinsho), que se tradujo a idiomas como el inglés y el coreano y obtuvo una gran resonancia. En el libro Ama sugiere que el motivo de que se considere a los japoneses como irreligiosos es que no profesan ninguna religión revelada. Las religiones reveladas son aquellas que poseen un fundador —como Jesús en el caso del cristianismo, Buda en el del budismo o Mahoma en el del islamismo— y una doctrina claramente definida. En oposición a las religiones reveladas están las religiones como el hinduismo y el sintoísmo, ausentes de fundador. Se trata de religiones en las que el credo popular no identifica a ningún fundador concreto y que se han venido desarrollando de forma natural a través de individuos anónimos.

La religión en Japón se ha visto fuertemente influida por las religiones reveladas a lo largo de la historia. El budismo, que se introdujo en el siglo VI, fue la religión más influyente hasta mediados del siglo XIX. Hoy en día la mayoría de los japoneses siguen celebrando los funerales según los ritos budistas y muchos están familiarizados con la iconografía budista, siendo algunos capaces de identificar las figuras de Amida-Butsu (Amitābha en sánscrito), Kannon-Bosatsu (Bodhisattva Avalokiteśvara en sánscrito) y Jizō-Bosatsu (Bodhisattva Ksitigarbha en sánscrito). Más de la mitad de los ciudadanos conservan la costumbre de visitar cada año el cementerio y juntar las manos ante las tumbas de los difuntos para rezar a Buda. 

En la segunda mitad del siglo XIX el cristianismo se sumó al panorama religioso japonés con una resonancia notable. A pesar de que logró una gran repercusión en la cultura a través del sector escolar y académico, en la actualidad la comunidad cristiana tan solo representa un 1% de la población japonesa. Por otro lado, el sintoísmo ha dado lugar a distintas religiones reveladas como el tenrikyō, fundado por la campesina Nakayama Miki a mediados del siglo XIX. La mayoría de las llamadas "nuevas religiones" han recibido la influencia del sincretismo del sintoísmo con el budismo; y es que el budismo tuvo tal impacto en Japón, que resulta imposible segregarlo claramente del sintoísmo hasta mediados del siglo XIX.

La religión naturalista, base de las creencias de los japoneses

A pesar de que, como explicábamos arriba, las religiones reveladas tuvieron una cierta repercusión en Japón, Ama afirma que la base general de las creencias religiosas de los japoneses es la religión naturalista. En este tipo de religión se reza a los dioses de la tierra, de la casa u otros elementos cotidianos, pero no suele existir un dogma elaborado. Así pues, podríamos considerar que esa "irreligiosidad" japonesa se refiere, en un sentido más amplio, al sintoísmo o a las creencias populares niponas. Por más que Japón haya recibido influencias primero de la religión naturalista y luego de las religiones reveladas, en realidad esas influencias nunca han llegado a arraigar con profundidad. Por eso al toparse con las religiones reveladas dominantes la mayoría de los japoneses se sienten confusos y ajenos a ellas y, en última instancia, se declaran irreligiosos porque no creen en ninguna "religión" considerada en el sentido de "religión revelada".

Ese es el argumento principal sobre el que Ama vertebró ¿Por qué los japoneses son irreligiosos?, que se publicó en 1996, un año después del ataque de gas sarín en el metro de Tokio perpetrado por la secta Ōmu Shinrikyō (Verdad Suprema). Esta organización se componía principalmente de hombres en la veintena con formación universitaria, algunos altamente cualificados en áreas científico-técnicas como la informática, la medicina y las ciencias naturales. ¿Podríamos conjeturar, pues, que el motivo de que esos jóvenes se entregaran a la secta fue esa irreligiosidad que se atribuye a los japoneses?

Ama responde a esta pregunta señalando la existencia de la religión naturalista, que, por cierto, no es necesariamente una cosa del pasado. Existe una hipótesis que defiende que la religión naturalista en sí data de la era prehistórica, y que al desarrollarse y acumular un cierto bagaje de conocimiento espiritual dio lugar a la religión revelada. Esta línea de pensamiento interpreta que la civilización humana avanzó basándose en esa manifestación religiosa más compleja que constituye la religión revelada. En el caso de Japón, se entiende por religión naturalista la que precede a la llegada del budismo.

Podemos afirmar que el sintoísmo es una religión cercana a la naturalista. Antes de que la secta Ōmu Shinrikyō levantase un sonado revuelo en los medios de comunicación en los años ochenta, se puso de moda el término "animismo". La denominación "sintoísmo" arrastra un cierto matiz de nacionalismo nipón vinculado a la exclusión de los extranjeros; sin embargo, al llamarlo "animismo" se le da una imagen totalmente distinta. El sintoísmo que existía desde antiguo, antes de la constitución de Japón como estado, se conoce como koshintō (sintoísmo antiguo), y hay quien defiende que ese es en realidad el tipo de espiritualidad que los japoneses sienten arraigada en su interior. Los especialistas en estudios religiosos, no obstante, consideran que esta postura no es más que una invención convenientemente adaptada al contexto de los tiempos actuales.

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Profesor de Teología del Instituto para el Tratamiento del Duelo desde 2013. Terminó los estudios del doctorado en la Universidad de Tokio en 1977. Antes de ocupar su puesto actual trabajó como investigador en el Departamento de Filosofía y Pensamiento de la Universidad de Tsukuba, profesor adjunto del Departamento de Ciencias e Historia de la Religión de la Facultad de Letras de la Universidad de Tokio y profesor de la Escuela de Postgrado de Humanidades y Sociología de la misma universidad. Sus publicaciones incluyen Nihonjin no shiseikan wo yomu (Lectura del pensamiento japonés sobre la vida y la muerte; Asahi Shinbun Shuppan, 2012), Tsukurareta hōshasen "anzen"-ron (La teoría inventada de la "seguridad" radiactiva; Kawade Shobō Shinsha, 2013) y Rinri ryōsho wo yomu (Lectura de la mejor literatura ética; Kōbundō, 2014).

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