La veneración de los caídos en la guerra en el santuario de Yasukuni

Japón y la memoria de los caídos en la guerra

Política Sociedad Cultura Historia

Hiyama Yukio [Perfil]

A partir de las dos principales contiendas civiles ocurridas durante los primeros años de la Era Meiji, la forma en que se recuerda a los caídos en la guerra sigue en Japón dos tradiciones bien diferenciadas: la del estado central y la de las comunidades regionales o locales. El presente artículo, sustentado sobre un estudio in situ de las instalaciones existentes en diversos rincones de Japón, explica el peculiar proceso de consolidación del Santuario de Yasukuni.

Las ceremonias en memoria de los caídos en la guerra que se realizan en Japón encuentran su base histórica, por una parte, en las que se hicieron a los shishi (guerreros de nobles ideales, patriotas) que lucharon por la restitución del poder al emperador y cayeron durante el proceso de la Restauración Meiji, y por la otra en las ceremonias de carácter premoderno en memoria de los “leales vasallos”, promovidas por su “señor” (el propio emperador o alguno de los señores feudales), en honor de quienes, obedeciendo a aquel, se incorporaron a filas y cayeron en batalla luchando en el bando vencedor durante la Guerra de Boshin(*1). Por tanto, en estas ceremonias no operaba la lógica de la patria, tal como la entendemos en un contexto de nación-estado. Esto se irá convirtiendo en una contradicción esencial a la hora de plantear en Japón el problema de la forma de honrar la memoria de los caídos en batalla.

Caídos en las guerras del imperio y honras a los “leales vasallos”

Las ceremonias en memoria de las almas de los leales vasallos comienzan en 1868, año en que se realizó en Higashiyama (Kioto) el shōkonsai (“fiesta de convocatoria de almas”, literalmente) en homenaje a los soldados de Satsuma (Kagoshima), Chōshū (Yamaguchi) y otros tres han o señoríos feudales, que habían perecido en el Incidente de Kinmon(*2) y en la batalla de Toba-Fushimi(*3). Un año después, en 1869, se construyó el Santuario de Tōkyō Shōkonsha, que posteriormente sería rebautizado como Santuario de Yasukuni. Aquí fue dándose forma a este tipo de conmemoración en honor de los leales vasallos del emperador, que tiene su cúspide precisamente en Yasukuni.

Por otra parte, las conmemoraciones organizadas por los señores feudales fueron formándose en torno a los santuarios construidos por los diversos han una vez celebrado el shōkonsai. El han de Chōshū construyó el Yamaguchi Shōkonsha, el de Satsuma el Isatama Reisha, el de Inshū (Tottori) el Shōkonshi, el de Geishū (Hiroshima) el Miku Reisha, el de Owari (Nagoya) el Seichūsha. De esta manera, al ir formándose una red de instituciones erigidas en memoria de los soldados de los han que formaron el autodenominado “ejército gubernamental” y murieron luchando por el derrocamiento del shogunato, fue creándose el sistema de celebraciones en sufragio de los leales vasallos que tiene por cúspide a Yasukuni. Sin embargo, si bien todo ello parece ir abriendo el camino hacia la lógica que se expresa cuando se habla de los kami (dioses sintoístas) del Japón imperial consagrados por el emperador, o del reconocimiento de la heroicidad de quienes perecieron como soldados del Japón imperial, inevitablemente brilla por su ausencia esa otra lógica de que este reconocimiento pudiera simbolizar la unidad del pueblo japonés.

Esto quedó de manifiesto con ocasión de la expedición militar japonesa a Taiwán de 1874, que fue la primera de ese tipo efectuada por Japón en tierra extranjera en su historia moderna. En ella murieron 538 personas, que representan aproximadamente un 13% del total del personal movilizado para la expedición (3.658 soldados y personal agregado, más algo más de 500 operarios que trabajaban para el ejército). Sin embargo, en el Santuario de Tōkyō Shōkonsha (Yasukuni) solo se rinde culto conjunto a 12 de ellos, cifra que apenas representa el 2,2% del total de fallecidos. Es decir, que incluso tratándose de una guerra de estado frente a un poder extranjero, no se disponía entonces de una lógica que “consagrase” a todos por igual como “almas heroicas” que se han sacrificado por la “patria”. La contradicción esencial de estas ceremonias por las almas de los caídos en las guerras del imperio estribaba en esta diferenciación sustentada sobre la idea de honrar la memoria de los “leales vasallos”. Esta situación solo pudo subsanarse gracias al complemento que supusieron las celebraciones populares en sufragio de las almas de los caídos en batalla, realizadas por las comunidades locales, que proliferaron por todo el país.

Ceremonias populares para honrar a los paisanos

En realidad, estas celebraciones populares no se iniciaron con las guerras exteriores de Japón, sino con la Rebelión de Satsuma(*4)(1877), una guerra civil de grandes proporciones. El emperador ordenó rendir culto conjunto en el Santuario de Tōkyō Shōkonsha (Yasukuni) a los 6.959 miembros de los ejércitos gubernamentales que murieron tras ser enviados para aplastar la serie de rebeliones que dio comienzo con la de Saga(*5)(1874) y concluyó con la citada de Satsuma.

Paralelamente, para honrar la memoria de los samuráis locales caídos en esta guerra civil, en mucho lugares, de forma voluntaria y por propia iniciativa se realizaron celebraciones en sufragio de los caídos en batalla o se erigieron monumentos recordatorios siguiendo las tradiciones locales y teniendo a las propias comunidades como protagonistas. En la prefectura de Wakayama, el antiguo señor feudal, Tokugawa Mochitsugu y otros personajes llevaron a cabo una ceremonia de este tipo, y en el actual distrito rural de Chōsei (prefectura de Chiba), en el recinto del santuario sintoísta de Tamasaki, se elevó un monumento recordatorio a los caídos en batalla originarios de los distritos de Nagara y Habu. Además, en el templo de Otowa Gokokuji, en el antiguo distrito de Koishikawa (Tokio), los miembros de un cuerpo policial elevaron un cenotafio a sus compañeros que fueron incorporados al ejército y murieron en batalla.

Un buen exponente de esta corriente es el caso de la ciudad de Matsue, en la prefectura de Shimane. No bien terminó la guerra civil se construyó el Santuario de Matsue Shōkonsha, que fue escenario, 10 años después, de una multitudinaria ceremonia en honor de los caídos en la Rebelión de Satsuma. Un año después, en 1888, en el antiguo castillo de Matsue se elevó en recuerdo de los caídos en esta contienda oriundos de Izumo, Iwami y Oki (los tres antiguos señoríos que conforman la prefectura) un recordatorio que fue sufragado mediante cuestación, en la que hicieron sus aportaciones desde alumnos de primaria de todos los municipios de la prefectura al gobernador o al antiguo señor feudal. En esa ocasión se realizó un acto público de elevación del monumento, ceremonias budistas y sintoístas por las almas de los caídos, y se engalanó la ciudad con banderas, ramos ornamentales y linternas colgantes, con tal afluencia de gente y animación que parecía celebrarse en las calles una victoria guerrera. En igual momento, en la aldea de Fukumitsu (distrito rural de Nima), como expresión de duelo por la muerte de los paisanos muertos en batalla, vecinos de la aldea, a título particular, elevaron un cenotafio, y se llevaron a cabo ceremonias sintoístas y budistas por los muertos, acompañadas por combates de sumō y otras muchas atracciones. Los muertos en la guerra recibieron, pues, un tratamiento de “héroes familiares” y fueron reconocidos como tales, siguiendo una lógica ajena totalmente a lo estatal.

Convivencia entre ceremonias estatales y de la nación

Así, pues, sobre la base de las celebraciones por las almas de los leales vasallos que murieron en la Guerra de Boshin y de la conciencia de país que fue formándose mediante la guerra civil que de hecho fue la Rebelión de Satsuma, se creó en Japón una forma de honrar la memoria de los caídos en batalla propia del país, que tomó su forma definitiva con ocasión de la Guerra Sino-Japonesa (1894-95), que fue una guerra hondamente sentida por el pueblo. En esta fase, quedó fijada la fórmula básica que se sigue en Japón para rendir memoria a los caídos, que posteriormente fue complementada por los sistemas de apoyo al ejército y los sentimientos nacionalistas gestados a lo largo de conflictos con otros pueblos y guerras exteriores como la referida de Taiwán(*6), el Levantamiento de los Bóxers o la Guerra Ruso-Japonesa. En resumen, tenemos por un lado las honras estatales del Japón imperial que vemos en la consagración que el emperador y el ejército hacen de las almas de los caídos como kami en Yasukuni, y por otra, como un vector independiente de lo anterior, las honras populares basadas en la conciencia de país (en el sentido tradicional de identidad regional), en las tradiciones de las comunidades locales y en la propia cultura, dos líneas japonesas de honrar la memoria de los caídos en batalla que han convivido la una al lado de la otra.

Con el ascenso del militarismo en los años 30 del siglo pasado, fue endureciéndose el control sobre las honras a los caídos, que se efectuó desde una mentalidad estatalista y se materializó en los movimientos para construir por todo el país monumentos a los leales vasallos caídos en batalla y santuarios sintoístas de inspiración estatal que fueron llamados gokoku jinja (literalmente, “santuarios de la defensa del país”). Sin embargo, si nos fijamos en los cementerios de los caídos en la guerra existentes en todos los municipios urbanos y rurales del país, no parece que esta forma de honrar a los caídos de inspiración militarista calase profundamente en el conjunto del pueblo japonés. Más bien, parece que fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando, conforme iban tomando protagonismo las asociaciones de familiares de fallecidos en la guerra, las honras a los caídos en el santuario de Yasukuni adquieren un mayor peso en la mente japonesa. Simultáneamente siguieron celebrándose las otras ceremonias tradicionales en memoria de los muertos de la guerra en torno a los enterramientos colectivos existentes en muchos pueblos y ciudades. Resumiendo, el periodo que se abre tras la Segunda Guerra Mundial se caracteriza por una dicotomía en la forma de honrar a los muertos, entre las manifestaciones de reconocimiento al heroico espíritu de los caídos, representadas por el Santuario de Yasukuni, y las honras más tradicionales, donde predominan los sentimientos de pesar y de duelo, marcando la diferencia con el periodo anterior el hecho de que ambos tipos de manifestaciones encierran básicamente un deseo de paz.

(*1) ^ Contienda civil que se desarrolló entre enero de 1868 y mayo de 1869, en la que se enfrentaron el ejército del gobierno restaurador y las facciones que apoyaban el sostenimiento del shogunato de los Tokugawa.

(*2) ^ Acción bélica ocurrida el 19 de julio de 1864 entre el han o señorío feudal de Chōshū (actual prefectura de Yamaguchi) y otros clanes que, como el de Aizu (Fukushima) o el de Satsuma (Kagoshima), apoyaban al shogunato y tenían apostados a sus soldados alrededor del Palacio Imperial de Kyōto. También llamado Incidente de Hamaguri Gomon.

(*3) ^ Rebelión que dio origen a la Guerra de Boshin. En enero de 1868, la guarnición del castillo de Osaka y las fuerzas militares de los clanes de Aizu y Kuwana, que habían salido en auxilio del último shogun, Tokugawa Yoshinobu, chocaron en Toba y en Fushimi con los soldados de la alianza Satsuma-Chōshū, saliendo derrotadas. Yoshinobu tuvo que regresar a Edo.

(*4) ^ Se trató de la mayor rebelión ocurrida en Japón. Fue provocada por Saigō Takamori y otros miembros de la clase samurái, descontentos con el rechazo mostrado por el gobierno de Meiji a sus pretensiones de favorecer una expedición punitiva contra Corea.

(*5) ^ Primera de las rebeliones de la época, encabezada por samuráis descontentos con las reformas efectuadas por el gobierno Meiji.

(*6) ^ Guerra de represalia llevada a cabo en 1895.

Siguiente: Contradicciones internas en Yasukuni: la discriminación de los taiwaneses

Etiquetas

Guerra Sino-Japonesa Emperador Aizu Hiroshima Segunda Guerra Mundial Nagasaki Santuario de Yasukuni culto conjunto Cementerio Nacional de Chidorigafuchi Museo Memorial de la Paz

Hiyama YukioOtros artículos de este autor

Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chūkyō experto en historia de la Guerra Sino-Japonesa, la política de dominación japonesa de Taiwán y aspectos de la política contemporánea de Japón como los recordatorios y ceremonias en honor de los caídos en la guerra. Nacido en 1949, cursó estudios de doctorado en la Universidad Nihon. Ocupa su actual cargo desde 1981. Entre sus obras destaca Kindai Nihon no keisei to Nisshin Sensō – Sensō no shakaishi (La formación del Japón moderno y la Guerra Sino-Japonesa – Una historia social de la guerra; Yūzankaku Shuppan, 2001).

Otros artículos de esta serie