Futuro arcaico
Cultura Arte- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Quizá debido a sus paisajes, las regiones de Izumo e Iwami, en la prefectura de Shimane, en el oeste de Japón, son un lugar de mitos y misterios. A lo largo de su agreste costa, que se alza sobre el mar de Japón, se hallan rocas gigantes formadas por millones de años de erosión que inspiran ahora la imaginación con sus extrañas formas.
Hay también viejos pinos sobre las playas rocosas que se aferran precariamente a los riscos barridos por el viento; sus nudosas ramas, torturadas por implacables tormentas de invierno, han sido retorcidas hasta adoptar formas de dragones y otras criaturas místicas.
Cuando la primavera llega a estas regiones las montañas se convierten en una alfombra verde. Si uno viaja hacia el interior desde la costa rocosa, las montañas comienzan a ondular y expandirse hacia amplios valles, donde el agua clara fluye e irriga antiguos arrozales. Los agricultores locales llevan dos milenios cultivando esta tierra.
Izumo e Iwami forman parte de una tierra muy antigua. A ella comenzaron a llegar poderosos clanes de Corea durante el periodo Yayoi, a partir del siglo III a.C. Estos visitantes del continente se asentaron en el lugar e introdujeron técnicas de agricultura, metalurgia y otros campos que hicieron florecer la cultura de la región.
Antes de que llegaran estos clanes culturalmente sofisticados existían ya tribus prehistóricas del periodo Jōmon con su propia cultura nativa. Habían vivido durante miles de años en aldeas a lo largo de las orillas del lago Shinji, y llevaban vidas aparentemente pacíficas. La vida era fácil. Fabricaban hermosa cerámica y joyería ornamental. La tierra era rica para la caza, la pesca y la recolección de pequeñas almejas negras llamadas shijimi, que hoy día son un ingrediente popular en la sopa de miso. Izumo e Iwami continúan siendo famosas por sus abundantes y deliciosos recursos alimenticios. Quizá a esto se deba que la zona se conozca con el apodo “el país de los dioses”.
Otra razón es la belleza natural de la región. Siempre que visito la zona de Izumo e Iwami me inspiran las nubes sobre el lago Shinji; se mueven rápidamente por el cielo debido a los vientos costeros. Cambian de forma sin cesar, a lo largo del día y de las estaciones, y sus formas hermosas e inusuales provocan una fuerte sensación de maravilla. Tal vez por eso la palabra Izumo significa “el lugar del que vienen las nubes”.
En el Kojiki, la colección de poesía más antigua de Japón, se encuentra un bello poema que ensalza las “ocho” (con un significado similar a “millares”) nubes de Izumo. El poema se podría traducir como: “Ocho nubes se alzan en Izumo. Construiré una valla de ocho capas, como ellas, para cobijar a mi esposa. ¡Oh, el encanto de esas ocho nubes!”
Leí por primera vez acerca de esta parte de Japón cuando estaba en la universidad. Mi profesor de Historia Japonesa nos recomendó un libro del famoso escritor griego-irlandés Lafcadio Hearn.
El libro era una colección de historias y experiencias personales, llamado Glimpses of Unfamiliar Japan (Visiones del Japón desconocido), que Hearn escribió mientras vivía en Matsue, una ciudad con castillo de la región de Izumo. Hearn se sintió inspirado por el mundo hermoso y misterioso que había encontrado allí, y quiso registrar aquella antigua forma de vida, que ya iba desapareciendo rápidamente a finales del siglo XIX.
Los escritos de Hearn me inspiraron mucho a su vez siendo yo estudiante, y esa inspiración ha continuado a lo largo de los años. Antes de la pandemia de la COVID-19 decidí realizar una serie de fotografías en el área de Izumo e Iwami. Quería rendir homenaje a la gran obra de Hearn y explorar la zona por mí mismo, en profundidad.
Cuando saco fotografías no uso una cámara normal. Prefiero una cámara grande de madera, con lentes de latón del siglo XIX. Tampoco uso película normal; prefiero fabricar a mano mis propios negativos de vidrio, preparando cada uno en una tienda oscura que monto junto al lugar donde saco la fotografía. Es un proceso que requiere mucho tiempo, pero he descubierto que esta es la mejor forma de crear mi visión de Japón.
En sus escritos, Hearn describió la región como “el alma de Japón”. Incluso hoy día Izumo e Iwami son lugares a los que acude la gente en peregrinaje en busca de paz e inspiración espiritual. En mis propios viajes me ha sorprendido la extraordinaria conexión que posee la gente del lugar con su pasado. Un historiador local me dijo: “Nuestros corazones nunca pueden olvidar la angustia de ser invadidos por los clanes de Yamato, ni la nostalgia que sentimos por el modo de vida abundante que vivimos en tiempos pasados”. Hablaba de eventos que habían sucedido hace 1.400 años. “Las memorias de nuestros antepasados aún se pueden encontrar en el paisaje”, añadió.
Se me ocurrió la loca idea de fotografiar esos paisajes y captar de algún modo aquellos recuerdos ancestrales con mis negativos de placa de vidrio. Para ayudarme a lograrlo, muchos lugareños me guiaron hasta los lugares tan especiales que aparecen en estas fotografías. Me sorprendió descubrir que esos lugares habían sobrevivido durante los últimos 125 años, desde que Hearn había escrito sobre su inminente pérdida.
También me presentaron a gente de la zona considerados los “guardianes del espíritu” de la tierra de Izumo e Iwami: agricultores, sacerdotes sintoístas y budistas, herreros, orfebres y otros artesanos tradicionales. Conocí a gente joven, e incluso a niños pequeños, que ejecutaban con gran pasión bailes kagura de trance. Estas personas, tanto jóvenes como ancianos, mantienen las viejas tradiciones. No es porque sean tercos y testarudos, sino porque viven con una dedicación sincera que nutre sus vidas con una vitalidad profunda y fresca.
Al conocer a estos “guardianes de la tierra” y tomar sus retratos, su modo de vida me inspiró profundamente. Poseen una fuerte conexión con la tierra, sus comunidades y su pasado, algo que me conmovió mucho. Han creado un modo de vida alternativo, totalmente diferente del mundo contemporáneo en el que la gente vive obnubilada por modas modernas y nuevas tecnologías.
Es por eso por lo que he llamado a esta serie de imágenes Archaic Future (Futuro arcaico). Creo que los habitantes de las regiones de Izumo e Iwami representan una nueva manera de vivir más sincera y sostenible. También me enseñaron, como fotógrafo, a escuchar a la tierra y a crear imágenes que hablen de algo profundo y antiguo. Me parece que esto es de vital importancia, en este mundo en que vivimos.
(Artículo traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: pescadores de almejas en un puerto del lago Shinji. Todas las imágenes © Everett Kennedy Brown.)