La savia vital de la laca: Ōnishi Isao, Tesoro Nacional Viviente
Cultura Arte- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Ōnishi Hisao es un Tesoro Nacional Viviente de Japón por su maestría en el lacado urushi. Trabaja con la técnica kyūshitsu (髹漆, compuesto por髹, ‘pintar con pincel’ y 漆, urushi), que consiste principalmente en lacar sin ornamentos y que se diferencia de otras como el raden (螺鈿), en que se incrustan trocitos de concha, o el makie (蒔絵), en que se espolvorea polvo de oro en la capa superior de laca. Elabora sus obras con laca de Daigo, considerada la mejor del país.
La extracción de la laca empieza efectuando un corte horizontal de unos 5 mm de profundidad en la corteza del árbol. Luego se hacen más cortes, cada vez más largos, por encima del primero, dejando cierta separación entre ellos. El árbol segrega savia para curar los cortes. La sustancia emanada se recoge gota a gota y se convierte en la materia prima de la laca. No se extrae de los tres o cuatro cortes inferiores porque, si se hace en ese momento, no sale bien. La savia que rezuma a partir del quinto corte hacia arriba se recoge con una herramienta especial y se mete en un cubo.
La temporada de recogida de la laca va de principios de junio a finales de octubre. La laca que se extrae hasta comienzos de julio se llama hatsu-urushi (primera laca) y se utiliza para dar brillo en el último paso del lacado, el roiro-migaki. La que se recolecta de mediados de julio a mediados de agosto recibe el nombre de sakari-urushi (laca óptima), tiene un tono muy transparente y es la laca de Daigo de mejor calidad. Ōnishi la usa como última capa del acabado. El vídeo muestra cómo se extrae esta laca óptima. La laca que se consigue a partir de finales de agosto y hasta el fin de la temporada se llama oso-urushi (laca tardía) o urame-urushi (laca del reverso) y se aplica a las capas internas e intermedias del lacado.
Ōnishi deja reposar entre dos y tres años la savia que le envían los profesionales que la extraen. En ese tiempo, la laca se va evaporando y se vuelve más viscosa. Luego, el día más cálido y despejado del verano, vierte la laca en un gran cuenco de madera, la pone al sol, a 40 grados, y la remueve con un palo grande. Es un proceso que permite lograr que la laca sedimentada se mezcle, adquiera una textura uniforme y se evapore aún más. Suele llevarse a cabo en una fábrica especial, pero Ōnishi se encarga él mismo.
Después añade pigmento rojo, verde o de otro tono a la laca refinada y lo amasa con una espátula o un palo para producir laca de colores. Lo deja reposar unos cuantos días para que el pigmento se mezcle bien con la laca y lo filtra con papel washi para eliminar las impurezas. El proceso se repite múltiples veces para fabricar la laca para las capas internas, intermedias y externas.
En los lugares productores de lacado suele llevarse a cabo con laca de colores comercial y es rarísimo que un artesano se encargue él mismo de toda la elaboración desde el procesado de la savia. “Me llaman tesoro nacional viviente, pero solo soy un artesano”, insiste Ōnishi. “Siempre tengo en mente que no debo dejar nada en manos ajenas y que debo ejecutar el proceso paso a paso con sumo cuidado”. Su arte es entregarse en cuerpo y alma a esa valiosa “savia vital” extraída del árbol de la laca. Es ese espíritu artesano lo que lo convierte en un tesoro viviente.
Entrevista y texto de Kondō Hisashi (equipo editorial de Nippon.com)
Vídeo y fotografía: Otome Kaita.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Ōnishi Isao aplicando la capa superior a una pieza con laca de Daigo.)