La calidez de los neones en la noche urbana
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Los neones se dirigen hacia la extinción
Atraído por el paisaje que iluminan las luces de los carteles de neón, en otoño de 2019 inicié un proyecto fotográfico que me llevó a deambular por la noche tokiota con mi cámara durante un par de años.
La difusión de las luces led, de instalación económica, es el motivo por el que las luces de neón han ido desapareciendo rápidamente del paisaje urbano de todo el país en los últimos 15 años. Empecé a fijarme en los neones cuando me enteré de ello. Paseando por Tokio constaté que quedaban menos establecimientos con carteles de neón de lo que imaginaba y que la mayoría de los que recordaba habían sustituido las antiguas luces por ledes.
Los establecimientos que tendían a adoptar el neón en sus carteles en Tokio eran las izakaya (tabernas tradicionales), los bares, los restaurantes, los asadores de carne, los pachinko, los centros de máquinas recreativas, los locales de alterne, las saunas, los establecimientos de baños como saunas, onsen y sentō, las boutiques de moda y las salas de conciertos. Hoy en día el número de pachinko, centros de máquinas recreativas y locales de alterne ha disminuido en general, no solo los que tienen neones. Todavía quedan anuncios de neón de grandes empresas en los tejados de los edificios que flanquean las estaciones principales y las autovías metropolitanas, pero la gran mayoría se han remplazado también por ledes.
El paisaje nocturno de la capital nipona se ha ido transformando notoriamente con el paso de los años. La escasez energética que siguió al Gran Terremoto del Este de Japón y las políticas para fomentar el uso de ledes adoptadas por el Gobierno han llevado a los grandes carteles de neón de Tokio prácticamente a la extinción. Los neones que han sobrevivido corresponden, en su mayoría, a establecimientos relativamente pequeños.
Se dice que un neón bien instalado dura 15 años, pero los hay que aguantan casi el doble sin una avería. La impresión que tuve desde que comencé a fotografiar los carteles fue que la mayoría de los establecimientos con neones que quedaban en Tokio eran negocios apreciados en su zona que llevaban alrededor de dos decenios abiertos. Los más llamativos son aquellos cuyo abigarrado diseño les brinda más carácter propio. Creo que la expresividad de aquellos neones tan variopintos, con dibujos y caracteres de kanji, hiragana, katakana y alfabeto, no tiene parangón en el mundo.
Luces cálidas imbuidas del cuidado de los artesanos
Al evocar mentalmente un paisaje con carteles de neón, a uno le invade un sentimiento de nostalgia ligeramente agridulce. Yo creía que eso sucedía porque un mar de experiencias maduradas en la memoria se fusionaba con el ambiente denso de la noche urbana y se desplegaban en la mente. Sin embargo, investigando averigüé que es la propia luz de los neones la que provoca esa sensación.
Los carteles de neón los elaboran uno a uno curtidos artesanos que dominan la técnica a la perfección; son letras de vidrio trazadas a mano. Los tubos de cristal se calientan con un quemador, se soplan y se van doblando en la forma deseada aplicando la presión justa. Se introducen los gases — neón y argón—, se instalan los electrodos, se conecta a la electricidad y los tubos de cristal tintado se iluminan en varios colores. Para fabricar el cartel de un negocio, hay que dedicar tiempo a elaborar pacientemente cada una de las letras que lo componen. Quizás la calidez que desprende la luz de los neones transmita el cuidado que les dedicaron los artesanos que los crearon.
La luz de los ledes, formada por un conjunto de puntos, es intensa, rectilínea y tiene un toque de dureza. La del neón, en cambio, se difunde en todas las direcciones dentro de los tubos de cristal e ilumina su alrededor de una forma más amable. No solo hace que brillen los carteles, sino que alumbra suavemente la pared en que se apoya y a las personas que pasan. Crean un ambiente claramente distinto del que generan los ledes.
Los carteles de neón de las nuevas generaciones
Como tomé gran parte de las fotos durante la pandemia, fui testigo del cierre de no pocos negocios que llevaban muchos años anunciándose con neones. En contraposición a eso, desde otoño de 2020 empezaron a proliferar nuevos establecimientos gestionados por jóvenes que instalaban carteles de neón, una tendencia que ahora parece estarse acentuando. La mayoría de esos neones son monocromos y presentan fuentes simples, buscan fusionarse con el entorno y destilan los gustos de la era actual.
Pregunté a los dueños jóvenes de varios negocios por qué habían decidido prescindir de ledes para optar por los neones y la mayoría respondió que eran retro, pop y tenían un punto nostálgico sin estar pasados de moda. Hubo quien comentó incluso que contemplar un paisaje con luces de neón lo transportaba a casa de sus padres o de su abuela.
Muchos jóvenes viven solos, por lo que la crisis sanitaria les ha obligado a enfrentarse a una profunda sensación de aislamiento. Precisamente por eso son quienes más buscan un lugar donde acudir y sentirse acogidos. Los dos carteles que presentamos a continuación, el de Kuwabara Shōten y Yellow Page Setagaya, son ejemplos de esos nuevos neones cada vez más presentes en los barrios de jóvenes del centro de Tokio y emanan ese tipo de sentimiento. ¿No será que esos jóvenes buscaban en la luz tenue del neón la conexión y la calidez del contacto con otras personas? Quizás esas luces sean una discreta manifestación de nuestras ganas de recuperar lo que estamos perdiendo con la pandemia.
Fotografías y texto: Nakamura Osamu.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Sucursal de Ōmiya Higashiguchi del bar Riki no Kura, en Daimonchō, Ōmiya-ku, Saitama.)