Castillos de Japón: testigos del periodo de los estados en guerra
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Oda Nobunaga, el hombre que cambió el estilo de los castillos
Durante el período de los estados en guerra o período Sengoku (1467-1568), que duró alrededor de 100 años desde finales del siglo XV, se construyeron numerosos baluartes y residencias oficiales para los señores feudales que recibieron el nombre de “castillos” (shiro). Por aquel entonces en la mayoría de los casos estos edificios eran preparados para la guerra, erigidos sobre escarpadas montañas que hacían difícil recibir un ataque, pero esto cambió con la aparición del genio de la guerra Oda Nobunaga (1534-1582). Nobunaga, para demostrar su poder, construyó el castillo de Azuchi en una colina cercana al lago Biwa y decoró su alta estructura de madera del torreón (tenshukaku, o en términos arquitectónicos tenshu) con pan de oro y laca. Al tiempo que reforzaba la defensa con una amplia muralla de piedra rodeada por un foso y unas puertas robustas, logró crear un nuevo estilo de castillo con la idea de que fuese “vistoso”.
Aunque Nobunaga fue asesinado en el Honnō-ji de Kioto, y el castillo de Azuchi ardió apenas tres años después de su construcción, desde entonces muchos generales, siguiendo el ejemplo de ese castillo, erigieron en todo el país edificaciones con ostentosos torreones.
El fin del período de guerras terminó con los torreones de los castillos, y el incendio de Meireki destruyó el castillo de Edo
Este afán constructor de castillos continuó cerca de 40 años. En esta época se construyeron algunos de los castillos que hoy son conocidos como tesoros arquitectónicos nacionales, como los de Himeji, Hikone, Inuyama o de Matsumoto. Pero a finales del siglo XVI, durante la unificación del país llevada a cabo por Toyotomi Hideyoshi (1537-1598), y a comienzos del siglo XVII con el comienzo del gobierno militar (bakufu) de Edo de Tokugawa Ieyasu (1542-1616), las guerras fueron llegando a su fin, y se terminó la necesidad de construir nuevos castillos.
El gobierno militar de Edo también prohibió a los señores feudales de las distintas regiones de Japón tener castillos más allá de su residencia oficial, motivo por el que muchos de estos edificios fueron destruidos. Los pocos castillos que quedaron fueron pasto de las llamas, de terremotos u otros desastres naturales, con lo que el número de estos edificios se vió muy reducido. Los torreones, aunque majestuosos, son fácilmente consumidos por las llamas al ser sus materiales principales la madera y el barro, e incluso el castillo de Edo, que fue la residencia oficial del sogún del bakufu, ardió en el incendio de Meireki en 1657, y no volvió a reconstruirse.
Solo 12 castillos sobrevivieron hasta la posguerra
En la segunda mitad del siglo XIX, tras la Restauración Meiji y la formación de un nuevo Gobierno, se ordenó la destrucción de los castillos en las regiones que habían apoyado al antiguo mando militar del sogún, razón por la que fueron destruidos famosos castillos como el de Aizuwakamatsu. En la fase final de la Segunda Guerra Mundial también se vieron afectados por las llamas los torreones de los castillos de Nagoya y Okayama, entre otros, durante los bombardeos que sufrieron las ciudades de todo el país. Milagrosamente, el torreón del castillo de Himeji, que se convirtió en un cuartel del ejército durante la guerra, sobrevivió a pesar de que se incendió la ciudad que rodea al castillo y parte del mismo edificio. Es una de las pocas construcciones que ha logrado mantener su torreón como antaño, y ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Incluyendo los cuatro castillos mencionados, considerados tesoros nacionales, son solo 12 los castillos que sobrevivieron.
En la posguerra volvió a apreciarse el valor histórico de los castillos y muchos de los torreones derruidos fueron reconstruidos de nuevo. Muchos de los castillos que sobrevivieron hasta la era Meiji (siglo XIX) fueron reconstruidos fielmente gracias a la existencia de material fotográfico de la época. Para los castillos que se perdieron antes del siglo XIX se utilizaron antiguos documentos, y en otros casos se construyeron nuevos castillos en el lugar donde se cree que estuvieron las antiguas edificaciones. Gracias a esto hoy hay más de 100 castillos de los que se puede disfrutar en todo Japón.
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