[Diapositivas] Los monos de Jigokudani adoran las aguas termales

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En las zonas tropicales y subtropicales del mundo viven muchas especies de monos. Es más extraño verlos en zonas nevadas, por eso los monos japoneses son una rareza. Estos primates conocidos en el extranjero como “monos de las nieves” se han convertido en un reclamo turístico de éxito por su gran afición a disfrutar de las aguas termales. En este artículo exploramos cómo viven estos monos durante las cuatro estaciones.

¿Susurran los monos “qué calentita está el agua”?

Jigokudani, un lugar famoso por “los monos que se meten en las aguas termales”, está situado en el Parque Nacional de Jōshin'etsu Kōgen, en valle de Shigakōgen donde fluyen las aguas del Yokoyugawa en el norte de la prefectura de Nagano. En este paraje rodeado de escarpados acantilados brotan constantemente las aguas termales (onsen). Es un lugar conocido desde la antigüedad por ser el hábitat de los monos japoneses. El Parque Natural de los monos de Jigokudani abrió al público en 1964, después de que estos se acostumbrasen a ser alimentados durante dos años. El lema del parque es "no interferir con la vida salvaje", y para asegurar que esto sea así se prohíbe a los visitantes tocar o alimentar a los monos.

Hoy sabemos que la costumbre que han cultivado estos monos de entrar en las aguas termales empezó con un pequeño mono que se metió por primera vez en el rotenburō (aguas termales a cielo abierto) de un ryōkan (hospedaje tradicional) cercano, poco después de la apertura del parque natural. En 1967 se creó una zona de aguas termales para los monos dentro del parque, y esta afición por el baño se fue transmitiendo también a otros monos de los alrededores. Hoy visitan el lugar investigadores y turistas nacionales e internacionales para observar a estos pintorescos primates.

El día a día continúa bajo el frío glacial del invierno en Jigokudani, donde se acumulan hasta más de dos metros de nieve. Para sacudirse el frío del cuerpo, los monos del parque abarrotan las cálidas aguas del rotenburō. Un viejo mono cierra los ojos al sentir la agradable nieve posándose sobre su cabeza. A su lado, un pequeño mono se arrima a su madre. Otra mona echa una siesta en las cálidas aguas. El rostro de estos simpáticos animales refleja sin excepción el placer de sumergirse en las aguas termales, pero también hay machos a los que no les gusta tomar un cálido baño, aun durante los fríos días de invierno. Y al contrario, hay monos a los que les gusta tanto que están dentro del agua hasta dos horas, y terminan mareados nada más salir del rotenburō.

Capturando el rostro de los monos a lo largo de las cuatro estaciones

Con la primavera brota la vegetación y la abundancia de comida. Es también la estación en la que se producen más nacimientos. Por norma general cada mona da a luz a un bebé cada dos años. Poco después de nacer, un bebé mono ya tiene el cuerpo cubierto de pelo y los ojos bien abiertos. Los pequeños se agarran a sus madres adondequiera que vayan al principio, y pasada una semana comienzan a gatear solos, tambaleándose aquí y allá. Al separarse de la madre caminan con pasos vacilantes, y a menudo se caen y lloran. Cuando esto ocurre las madres acuden rápidamente y devuelven a la cría a su regazo, mostrando en el rostro una expresión de ternura, una escena ante la que no podemos evitar sonreír.

Durante el verano, bajo un verdor frondoso, el pelo de estos monos se cae y se vuelve más corto. Los adultos a los que no les gusta el calor agobiante pasan el tiempo plácidamente a la sombra de las ramas de los árboles mientras que los pequeños monos nadan animadamente en las aguas termales y corren por el río.

Al llegar el otoño, una estación en la que abundan los frutos, los monos se preparan para el crudo invierno adentrándose en el bosque en busca de alimentos ricos en nutrientes como las castañas o las uvas de vides silvestres. Cuando los árboles de la montaña cambian su color, llega el periodo de apareamiento para los primates. Los machos cuyo rostro y trasero se vuelve más colorado comienzan a buscar desesperadamente una hembra con la que aparearse.

En cada estación capturo con mi cámara su vida en la naturaleza, y mientras continúo fotografiando a estos monos llego a sentir más bien que estoy cara a cara con seres humanos. Ahora que Parque Natural de Jigokudani ha cumplido 50 años de su apertura, me gustaría que este hábitat en el que coexistimos los humanos con los monos pudiese perdurar.

Fotografías y texto: Kobayashi Hideki


Un mono se muestra más que satisfecho durante un largo baño en las aguas termales. Febrero.


Un sueño plácido en las cálidas y agradables aguas. Marzo.


Es difícil salir de las aguas termales cuando hace tanto frío fuera. Febrero.


Hay monos a los que no les gustan las aguas termales, y no entran en el onsen aunque haga un frío glacial. Enero.


Un pequeño mono come cebada mezclada con la nieve.
En el Parque Natural de los monos de Jigokudani se reparte a una hora concreta la cebada como alimento para los monos. Enero.


Un pequeño mono nada en el onsen rodeado por su familia. Marzo.


Por la mañana los monos bajan de la montaña al parque para recibir su alimento y disfrutar de las aguas termales. Un mono salta el Yokoyukawa, cuya anchura se ha estrechado a causa de la nieve. Febrero.


Un mono recién nacido va agarrado a su madre a todas partes. Mayo.


Dos pequeños monos nacidos el mismo año juegan mientras una madre descansa a la sombra de unas ramas para soportar el caluroso verano. Julio.


El semblante que muestran una madre y su cría en las aguas termales contra otro mono que las amenaza. Parece que ríe, pero en realidad no lo hace. Septiembre.


La comida provoca una disputa. Uno de los monos salta para parecer más grande ante su rival. Septiembre.


Una madre camina entre las rocas en busca de comida con su cría abrazada a su pecho. Octubre.


Entrado el otoño comienza el periodo de apareamiento. Noviembre.


Jóvenes monos juegan alegremente entre los árboles cuando han pasado las tormentas de nieve. Febrero.


La comida es el motivo de esta pelea en medio de la nieve. En la mayoría de ocasiones estas disputas se resuelven en un enfrentamiento rápido, pero también a veces los monos salen muy malheridos. Enero.


Las aguas termales están especialmente concurridas en los días en los que el frío aprieta más fuerte. Enero.


Aunque la fría nieve se posa sobre su cabeza, este mono muestra satisfacción en las cálidas aguas. Enero.


La nieve comienza a caer en Jigokudani en diciembre. Los monos que aún no se acostumbran al frío se juntan para darse calor los unos a los otros. Diciembre.

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