[Diapositivas] La cordillera de Tateyama

Cultura Vida

Aunque entre los japoneses es muy famosa, la cordillera de Tateyama goza de gran éxito también entre turistas de China o Taiwán. Su naturaleza, en la que habita la perdiz nival desde el periodo glacial, reviste un gran atractivo para los montañeros. Un artista de la fotografía natural ha sabido captar la expresividad de sus cuatro estaciones.

Crecer junto al Tateyama

Habiendo crecido en la ciudad de Toyama, los montes Tateyama revisten un significado especial para mí. Los días despejados su elegante figura se alza sobre la ciudad de Toyama; son unas montañas cercanas que se pueden disfrutar en una excursión de colegio, o durante los cursos de verano en el campo. Tras graduarme en la escuela de fotografía, durante un tiempo tuve un trabajo temporal en una cabaña en estas montañas que compaginé con mis fotografías.

Hay tres cordilleras que recorren de norte a sur la parte central del archipiélago japonés. Las montañas Hida, las montañas Kiso y las montañas Akaishi, las cuales reciben los nombres de Alpes del Norte, Alpes Centrales y Alpes del Sur, respectivamente. Tateyama no es el nombre de una única montaña, sino que designa a un grupo de picos que se encuentran en el borde noroeste de los Alpes del Norte.

El monte Oyama (3.003 m) está en su centro; al norte se encuentra el monte Ōnanji (3.015 m), y al sur se destaca el monte Jōdo (2.831 m), así como los montes Tsurugidake (2.999 m), Yakushidake (2.926 m) y otros, en un grupo de montañas cercanas a los tres mil metros.

Fascinado por un pacífico mundo, blanco como la nieve

Todos los años, a mediados de abril, se abre la Ruta Alpina de Tateyama Kurobe, y los autobuses se adentran entre paredes de nieve de veinte metros. Desde que se abre la ruta hasta principios de junio queda abierta una sección de 500 metros de un carril para los peatones, lo que permite experimentar la gran escala de las paredes de nieve. Recientemente turistas provenientes de China, Taiwán y Corea del Sur han empezado a visitar la zona en gran número.

El encanto de Tateyama consiste en su mundo blanco en lo más crudo del invierno. El visitante se queda sin palabras ante la tranquilidad de un mundo cubierto por la nieve hasta donde llega la vista. Ese paisaje plateado, los días de buen tiempo, contrasta con fuerza con el azul del cielo, creando la ilusión de que hemos dado un paso hacia un mundo antiquísimo.

Tateyama se encuentra en una región del mundo famosa por sus tremendas nevadas. En invierno, las corrientes de aire frío provenientes de Siberia se acercan al archipiélago por el Mar de Japón, creando mucho vapor, que se convierte en nubes cargadas de nieve. Estas nubes se topan con la cordillera de Tateyama, que como si de un biombo se tratara les cierra el paso y obliga a descargar una gran cantidad de nieve. La nieve que cae sobre las montañas deriva hacia el valle, donde se acumula hasta alturas de veinte metros.

Se ha comprobado recientemente que Tateyama posee uno de los tres glaciares que se encuentran en el límite sur del hemisferio norte. Aunque se encuentra a una baja latitud (paralelo 36 del hemisferio norte) se dice que es debido a estas tremendas nevadas que se ha formado el glaciar.

Desde los veinte a los treinta años de edad me dediqué a fotografiar los paisajes naturales de lugares como Alaska y Groenlandia. A partir de los cuarenta empecé a fotografiar en serio en Tateyama, y aunque llevo más de veinte años haciéndolo, cada año su excepcional expresividad me da alguna sorpresa refrescante.

Texto e imágenes: Yanagi Akinobu

(Traducido al español del original en japonés)



La llanura Murodōdaira bañada por la luz de la luna (abril)


El perfil de la cara norte de Tateyama (abril)


La llanura de Midagahara cubierta de nieve arrebolada (mayo)


Competición entre machos de perdiz nival (abril)


Valle infernal a la luz de la luna (abril)


Campo de “watasuge” (Eriophorum vaginatum) con Tateyama al fondo; vista desde la llanura de Tengudaira (julio)


Amanecer en Mikurigaike (julio)


Valle nevado en verano bajo los picos de Tateyama (agosto)


Perdices madre e hijo, con plumaje de verano (julio)


Pantano de Midagahara (julio)


Valle nevado en verano, en Raichōzawa (julio)


Llanura de Tanbodaira durante el cambio de hoja (octubre)


Un mundo azul tras la puesta de sol (noviembre)


La cordillera de Tateyama en el crudo invierno (noviembre)


Esculturas creadas por la naturaleza (noviembre)


Una perdiz nival se toma un respiro enterrándose en la nieve (noviembre)


Mikurigaike a la luz de la luna (noviembre)

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