[Diapositivas] Un viaje por los ríos de Japón
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Las cuatro islas principales del archipiélago japonés están compuestas en un 73% de montañas. Una serie de montañas que superan los tres mil metros atraviesan el centro de Honshū, la isla principal, como si fueran su columna vertebral. Por este accidentado territorio fluyen los catorce mil ríos de primera clase (registrados por la administración del Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo).
Estos ríos suelen ser de mucha corriente y poca longitud. Incluso el Shinanogawa, el más largo de Japón (con 367 km) no es sino una decimoctava parte del Nilo, el río más largo del mundo (con 6.690 km). Es un episodio famoso que, a principios de la Era Meiji, el que sería llamado el “Padre de la Prevención de Corrimientos de Tierra”, el técnico holandés Johannis de Rijke (1842-1813), que había venido a Japón para transmitir las técnicas más avanzadas de control fluvial, exclamó al ver los ríos japoneses: “esto no son ríos, son cascadas”.
En Japón, cuyas áreas llanas se encuentran cercadas por topografías precipitosas, la gente fue reuniéndose y prosperando en la llanura de las desembocaduras de los ríos. Al mismo tiempo que el río humedecía las vidas de las personas, cuando se producían grandes precipitaciones en las zonas montañosas también atacaba la llanura con inundaciones. Por ello los japoneses, acostumbrados a contemplar desde antiguo los cambios que experimentaban los ríos, continuaban sus vidas abrazando tanto el agradecimiento hacia sus ríos como el temor y respeto por los mismos. Pese a haber avanzado las técnicas de control fluvial hasta el punto actual, en el que los desastres fluviales a gran escala han disminuido drásticamente, la forma de pensar de los japoneses hacia los ríos no ha cambiado nada.
Ōnishi Naruaki, experimentado fotógrafo ganador del Premio de oro de ADC (Art Directors Club), entre otros muchos, dedicó casi veinte años, desde 1988, a fotografiar los ríos de todo Japón. Los 230 ríos capturados por su lente van desde Hokkaidō a Okinawa.
“Cada río tiene su propio rostro”, dice Ōnishi.
“En su nacimiento todos se parecen, pero al tallar las quebradas, humedecer las llanuras, y finalmente desembocar en el mar, cada uno de ellos es extraordinariamente diferente. Podemos superponer la vida de una persona sobre un río, y también sentir el fluir de una existencia aún mayor.”
Las que aquí presentamos son sólo una parte de sus obras. Sin embargo, deberían ser suficientes para transmitir la bendición de la naturaleza, así como las sensaciones de las cuatro estaciones que nos muestran los ríos, que han venido conformando la cultura de cada región.
¡Adelante, comencemos nuestro peregrinaje por los ríos de Japón!
Referencias de los datos de los ríos: Oficina de Ríos, Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo, “Los ríos de Japón”
(Traducido al español del original en japonés)