Los festivales en Japón: rogar por el favor divino en cada estación del año

Cultura Vida

Japón, país que cuenta con un panteón de incontables divinidades, celebra una enorme variedad de festivales para acoger y agasajar a los dioses y espíritus que moran en cada lugar. Les desvelamos el origen, las características y la finalidad de los festivales de cada momento del año.

Los festivales de cada estación marcan el ciclo de la vida

La fe religiosa en Japón ha sido muy tolerante desde tiempos antiguos. La coexistencia entre budismo y sintoísmo, a veces sincrética, ha hecho que los espíritus que habitan por doquier se veneraran junto a las almas de los antepasados. Incluso se rinde culto a terroríficos espíritus vengativos y ogros como si fueran dioses para ganar su favor y lograr que nos protejan de calamidades como epidemias y desastres.

No solo se venera a los dioses que habitan permanentemente en cada lugar, sino también a divinidades y espíritus que acuden en los cambios de estación. A lo largo de todo el año se despliegan festivales muy diversos —en los que se ruega por buenas cosechas o para conservar la salud, por ejemplo— que se integran en el ciclo de la vida.

Los espectáculos de artes escénicas que se representan para los dioses en los festivales se fueron diversificando y adquiriendo un carácter propio en cada zona. A los mikoshi (santuarios portátiles) se añadieron las carrozas y los desfiles con disfraces para entretener no solo a los seres divinos, sino también a los humanos.

A la izquierda, un mikoshi, que sirve para transportar a los dioses y que los feligreses pasean a hombros. La mayoría tienen forma de santuarios. A la derecha, una carroza (dashi), en la que se montan tanto dioses como personas y que se usa para ofrendar espectáculos. Tienen formas muy variadas y también reciben otros nombres, como hikiyama o yatai. (PIXTA)
A la izquierda, un mikoshi, que sirve para transportar a los dioses y que los feligreses pasean a hombros. La mayoría tienen forma de santuarios. A la derecha, una carroza (dashi), en la que se montan tanto dioses como personas y que se usa para ofrendar espectáculos. Tienen formas muy variadas y también reciben otros nombres, como hikiyama o yatai. (PIXTA)

Dos carrozas del festival de Kanda. A la izquierda, Namazu, un siluro gigante que simboliza los terremotos, con una piedra sagrada que lo contiene en la cabeza. A la derecha, un yōkai llamado Shuten-dōji. Se celebra a mediados de mayo en el distrito de Chiyoda, Tokio.
Dos carrozas del festival de Kanda. A la izquierda, Namazu, un siluro gigante que simboliza los terremotos, con una piedra sagrada que lo contiene en la cabeza. A la derecha, un yōkai llamado Shuten-dōji. Se celebra a mediados de mayo en el distrito de Chiyoda, Tokio.

La Taikodai es una carroza que sale en el Festival de los Tambores de Niihama y que lleva dos dragones —uno macho y uno hembra— bordados bajo un tejado que parece un gorro. Se celebra entre el 16 y el 18 de octubre en Niihama, en la prefectura de Ehime.
La Taikodai es una carroza que sale en el Festival de los Tambores de Niihama y que lleva dos dragones —uno macho y uno hembra— bordados bajo un tejado que parece un gorro. Se celebra entre el 16 y el 18 de octubre en Niihama, en la prefectura de Ehime.

Koshōgatsu: plegarias por una buena cosecha en Año Nuevo

En la prefectura de Aomori, en el extremo norte de la isla de Honshū, existe un ritual llamado enburi en el que se golpea la tierra congelada con bastones que simbolizan rastrillos para arar mientras se ejecuta una danza que ahuyenta a los espíritus malignos del subsuelo. Muy lejos de allí, en Kagoshima, una prefectura del sur de Kyūshū, se celebra un festival muy similar con un ritual llamado harameuchi en el que los niños del lugar golpean el suelo con la punta del bastón mientras cantan para atraer fertilidad y prosperidad a las familias de recién casados.

En el ta asobi, que se celebra el 11 de febrero en el santuario Tokumaru Kitano del distrito tokiota de Itabashi, se ruega por el buen crecimiento del arroz y de los niños.
En el ta asobi, que se celebra el 11 de febrero en el santuario Tokumaru Kitano del distrito tokiota de Itabashi, se ruega por el buen crecimiento del arroz y de los niños.

El enburi de Hachinohe (prefectura de Aomori) tiene lugar entre el 17 y el 20 de febrero, y en él se ruega por la fertilidad agrícola.
El enburi de Hachinohe (prefectura de Aomori) tiene lugar entre el 17 y el 20 de febrero, y en él se ruega por la fertilidad agrícola.

Setsubun: ahuyentar a los ogros

El término setsubun solía hacer referencia a todos los cambios de estación, pero el ritual del mamemaki (lanzar legumbres) hizo que popularmente pasara a designar el día anterior al inicio de la primavera (habitualmente, el 3 de febrero).

Antiguamente se creía que en los cambios de estación había malas vibraciones que fomentaban los desastres y las epidemias, y que eso sucedía por la llegada de malos espíritus descarriados del otro mundo. En el setsubun de la primavera, en todo Japón se expulsa a los ogros arrojándoles legumbres a los enormes ojos para rogar por la buena salud.

En el Oni Odori (danza de los ogros) que tiene lugar el 3 de febrero en el templo Honjō-ji de Sanjō (Niigata), se espanta a cinco ogros desmadrados de distintos colores lanzándoles legumbres.
En el Oni Odori (danza de los ogros) que tiene lugar el 3 de febrero en el templo Honjō-ji de Sanjō (Niigata), se espanta a cinco ogros desmadrados de distintos colores lanzándoles legumbres.

Primavera: pedir una cosecha generosa en la época de la siembra

Los festivales de siembra del arroz, a los que se atribuye una historia de más de dos mil años, proliferan por todo Japón desde que se abren las flores hasta la estación de lluvias. Son celebraciones en las que la gente suele ataviarse con vistosos adornos florales y se basan en la idea de que una floración plena en primavera promete buenas cosechas en otoño. En el Fujimori no Ta Asobi del santuario Ōi Hachimangū de Yaizu, Shizuoka, los jóvenes llevan coronas florales de más de un metro de alto y bailan mientras ruegan a la divinidad local que haga florecer las flores.

Hubo un tiempo en que la agricultura se basaba en el concepto de yui, la colaboración de la aldea. Los festivales en torno al cultivo del arroz parten de la misma idea: toda la comunidad se junta para cantar canciones sobre la plantación y expresar su agradecimiento a los dioses de los arrozales. La imagen de las saotome (plantadoras) labrando los campos es especialmente representativa del paisaje tradicional idealizado de Japón.

Representación artística del proceso agrícola de todo el año en el festival Fujimori no Ta Asobi, que se celebra el 17 de marzo en la ciudad de Yaizu, Shizuoka.
Representación artística del proceso agrícola de todo el año en el festival Fujimori no Ta Asobi, que se celebra el 17 de marzo en la ciudad de Yaizu, Shizuoka.

Escena del festival del santuario Katori Jingū, en que las plantadoras siembran plantones en el arrozal sagrado mientras cantan canciones de plantación del arroz. La celebración tiene lugar el 1 y el 2 de abril en la ciudad de Katori de la prefectura de Chiba.
Escena del festival del santuario Katori Jingū, en que las plantadoras siembran plantones en el arrozal sagrado mientras cantan canciones de plantación del arroz. La celebración tiene lugar el 1 y el 2 de abril en la ciudad de Katori de la prefectura de Chiba.

Estación de lluvias (tsuyu): proteger el campo de las plagas

Cuando llega la estación de lluvias, se ejecuta el ritual del mushi okuri (expulsar a los bichos) para exterminar a las plagas que merodean por los arrozales. En el Este de Japón elaboran grandes insectos de paja, atraen a los bichos a los caminos entre arrozales y los queman en las afueras del pueblo o bien los tiran al río o al mar.

En el Oeste de Japón, los rituales para proteger de las plagas guardan relación con una anécdota atribuida a Saitō Sanemori, general del clan Heike. El samurái falleció porque su caballo tropezó con paja de arroz durante las guerras Genpei (1180-1185) y se cuenta que amenazó: “Me convertiré en una plaga e invadiré los arrozales”. De ahí que en los rituales de esta zona del país se paseen muñecos que representan al general montado en un caballo de paja por los arrozales para exterminarlos junto a las plagas.

Paseando a un muñeco de Sanemori en el Kanekobara Mushi Okuri Odori, un ritual que se ejecuta el 20 de julio en Ōnan, Shimane.
Paseando a un muñeco de Sanemori en el Kanekobara Mushi Okuri Odori, un ritual que se ejecuta el 20 de julio en Ōnan, Shimane.

Verano: evitar las epidemias que traen los malos espíritus

El verano japonés, caluroso y húmedo, es una estación en que proliferan las bacterias y antaño solían extenderse las epidemias. Se pensaba que los causantes de las enfermedades eran los espíritus malignos, por lo que en todo el país se celebraban exaltados festivales para ahuyentarlos. El ejemplo más antiguo es el festival de Gion de Kioto, que data del periodo Jōgan (859-877), una era en que las enfermedades contagiosas causaban estragos. En los inicios se erigían 66 lanzas —una por cada dominio— y se paseaba un mikoshi de la divinidad de las pestes Gozu Tennō desde el santuario de Gion (actual santuario de Yasaka) para rezar por la salud de todo el país. Con el tiempo, las lanzas pasaron a ser carrozas espléndidas y el Gion se convirtió en uno de los festivales más importantes y elegantes de Japón.

En este cuadro, que ilustra una escena del festival de Gion en el siglo XVII, aparecen carrozas decoradas como en la actualidad. La obra completa se conserva en el Museo Nacional de Kioto. Fuente: ColBase.
En este cuadro, que ilustra una escena del festival de Gion en el siglo XVII, aparecen carrozas decoradas como en la actualidad. La obra completa se conserva en el Museo Nacional de Kioto. Fuente: ColBase.

Altar con un rollo colgante de Gozu Tennō.
Altar con un rollo colgante de Gozu Tennō.

La tradición veraniega de los fuegos artificiales también surgió como medida de protección ante calamidades. El Festival de Fuegos Artificiales del Río Sumida, en Tokio, que es el que tiene una tradición más prolongada, nació en el periodo Kyōhō (1716-1736), cuando las hambrunas y las epidemias diezmaban la población. Los fuegos se lanzaban durante el festival Ryōgoku Kawabiraki para rogar por el descanso de las almas de los difuntos y alejar las epidemias.

En la región de Tōhoku, los festivales veraniegos son ocasiones para liberar toda la energía contenida durante el largo invierno. El festival Nebuta de Aomori y el festival Hanagasa de Yamagata, famosos por sus espectaculares bailes y desfiles, atraen a multitud de espectadores desde todos los rincones del país.

Barcas tradicionales para observar el impresionante espectáculo del Festival de Fuegos Artificiales del Río Sumida, que se celebra el último sábado de julio en los distritos tokiotas de Taitō y Sumida.
Barcas tradicionales para observar el impresionante espectáculo del Festival de Fuegos Artificiales del Río Sumida, que se celebra el último sábado de julio en los distritos tokiotas de Taitō y Sumida.

Los bailarines desfilan con carrozas decoradas con enormes faroles en el festival Nebuta, que tiene lugar entre el 2 y el 7 de agosto en la ciudad de Aomori. Se dice que el festival se originó a partir de una ceremonia en que se soltaban faroles en el río.
Los bailarines desfilan con carrozas decoradas con enormes faroles en el festival Nebuta, que tiene lugar entre el 2 y el 7 de agosto en la ciudad de Aomori. Se dice que el festival se originó a partir de una ceremonia en que se soltaban faroles en el río.

Otoño: agradecer la cosecha ofrendando sus frutos

En la época de la cosecha, se obsequian los primeros granos para dar gracias por la cosecha y desear una recolección generosa para el año siguiente. El festival agrícola Niiname-sai, que se celebraba en el palacio imperial, es tan antiguo que aparece en el Nihon Shoki, un libro de historia publicado en el año 720.

Los santuarios portátiles en que viajan los dioses y las carrozas son los protagonistas de las procesiones. En las zonas rurales se muestra a las deidades el hazagake, que consiste en poner a secar arroz cosechado y espigas aún cargadas de granos. Es la época del año en que se celebran los festivales más animados, como el de Kawagoe, en Saitama, donde se pasean 29 hermosas carrozas por la pintoresca ciudad, antiguamente llamada Koedo (‘pequeña Edo’).

En el festival de Kawagoe se desfila con carrozas de cada barrio que llevan estatuas de deidades y personas, se tocan instrumentos y se ejecutan danzas. Se celebra el tercer fin de semana de octubre en la ciudad del mismo nombre, que está en la prefectura de Saitama.
En el festival de Kawagoe se desfila con carrozas de cada barrio que llevan estatuas de deidades y personas, se tocan instrumentos y se ejecutan danzas. Se celebra el tercer fin de semana de octubre en la ciudad del mismo nombre, que está en la prefectura de Saitama.

Invierno: resucitar las almas

En invierno, los lugareños ofrendan yokagura (actuaciones nocturnas de música y danza sagradas) a las deidades de los arrozales, que regresan a las montañas. Se cree que el alma humana se debilita en el solsticio de invierno, cuando el día se acorta, por lo que también se celebran actos para regenerar la energía vital.

En el ritual de Yudate Kagura, que se ejecuta en el festival Shimotsuki de Tōyama de la ciudad de Iida (prefectura de Nagano) y el Hana Matsuri de Okumikawa, en el noroeste de la prefectura de Aichi, se hierve agua en una olla y se esparce el vapor —que representa el aliento de los dioses— sobre los asistentes para que sus almas se fortalezcan y entren en el nuevo año con buena salud.

En el Hana Matsuri de Okumikawa se ofrendan danzas tradicionales de cada zona durante toda la noche. Se organiza entre noviembre y enero en el distrito de Kitashitara de la prefectura de Aichi.
En el Hana Matsuri de Okumikawa se ofrendan danzas tradicionales de cada zona durante toda la noche. Se organiza entre noviembre y enero en el distrito de Kitashitara de la prefectura de Aichi.

*Fechas estimadas a partir de las de años anteriores.

Fotografía: Haga Library.

(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: El Sannō Matsuri del santuario Hie, que se celebra en Takayama, en la prefectura de Gifu, el 14 y el 15 de abril, se conoce también como el festival de primavera de Takayama. En él desfilan 12 carrozas lacadas de tres niveles, tres de las cuales ofrecen espectáculos de muñecas mecánicas karakuri.)

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