Fujiyoshida, textiles con más de un milenio de historia fabricados a las faldas del monte Fuji
Guíade Japón
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Fujiyoshida, un paisaje representativo de Japón
La ciudad de Fujiyoshida, en la prefectura de Yamanashi, saltó a la fama mundial en 2015. En ese año, el paisaje del monte Fuji con la pagoda Chūreitō, que se encuentra en el parque Arakurayama Sengen, fue elegido como la portada de Michelin Green Guide Japón. La misma vista fue la portada de la edición 2016 de Best in Travel de Lonely Planet, la guía turística más famosa del mundo, con lo que se convirtió en un sitio representativo del turismo internacional.
Tras esto, la gente comenzó a visitar la pagoda Chūreitō y el lugar se convirtió en un centro turístico. Incluso dentro de Japón no era un lugar muy famoso, pero ahora, por influencia internacional, cada vez más gente aprovecha su cercanía con la zona metropolitana de Tokio para hacer viajes de un día. Muchas personas, después de fotografiar el paisaje con la pagoda, escalan el monte Fuji o visitan el parque de diversiones Fuji-Q Highland. Sin embargo, muy pocos se acercan a las poblaciones en las faldas del monte Fuji.
Por esa razón, Fujiyoshida se ha puesto manos a la obra para fortalecer sus relaciones públicas y dar a conocer la historia y atractivos de la ciudad. Uno de los métodos que han elegido es la promoción de la tradición y técnicas de esta hataorimachi, o localidad textil. En Fujiyoshida se fabrican telas desde hace más de mil años y la ciudad es conocida en la industria por sus técnicas magníficas y la calidad de sus productos.
Tradición textil que data del periodo Heian
Al descender en la estación de Fujisan de la línea ferroviaria Fuji Kyūkō, el visitante encontrará el centro de información Hataorimachi Annaijo en un rincón del edificio. Además de contar con una exhibición de telas que se fabrican en Fujiyoshida, también se puede aprender de su historia y conseguir información para visitar los telares.
En años recientes, cada vez más telares buscan establecer marcas originales y, para darlas a conocer, el tercer sábado de cada mes hacen ventas directas llamadas OPEN FACTORY. Es posible participar, previa reserva, en varios talleres como el de teñido de una bufanda con método shibori. Recomendamos confirmar en el centro de información Hataorimachi Annaijo o en la página web oficial los telares que participarán cada mes.
Se dice que la fabricación de textiles en Fujiyoshida se remonta a más de dos mil años atrás. Según ha quedado registrado en el libro de normas y leyes Engishiki, editado en el año 927, durante el periodo Heian la provincia de Kai (que ahora corresponde a la prefectura de Yamanashi) suministraba telas al Estado. Es decir, existen pruebas fidedignas de que la zona era conocida desde hace más de mil años por su producción de textiles.
Maeda Tomio, representante de la tienda de telas GEN MAEDA, especializada en algodón orgánico, nos explica por qué se empezaron a producir textiles en esta ciudad. Fujiyoshida es una zona cuyos terrenos están cubiertos de cenizas volcánicas, lo que la hace poco apta para la agricultura. No obstante, está bañada por copiosas corrientes de agua que surgen del deshielo del monte Fuji y que son perfectas para el teñido de telas, por lo que desde la antigüedad florecieron la sericultura y los telares.
En el periodo Edo (1603-1868) comenzó a popularizarse la seda kaiki. Esta se caracteriza por su color brillante y por que no se deslava fácilmente, ya que se tiñen los hilos antes de tejerse. A esto se aúnan las magníficas técnicas con las que se fabricaban telas de patrones variados que se utilizaban principalmente como forros de chaquetas haori.
Maeda nos explica que los forros eran la esencia del buen gusto durante el periodo Edo y que la seda kaiki era altamente apreciada. En esa época se respetaban la sobriedad y el ahorro y no se acostumbraba a usar telas vistosas en el exterior. Durante sus viajes o banquetes, los comerciantes influyentes ponían a competir su buen gusto al dejar a la vista los forros de sus haori cuando se los quitaban y los colocaban en las perchas.
Del decaimiento tras la edad de oro a la búsqueda de una identidad particular
Esta zona continuó floreciendo como productora de telas de alta calidad en el periodo Meiji (1868-1912) y fechas posteriores. Su actividad menguó temporalmente durante la Segunda Guerra Mundial, ya que el Estado requisó todo el metal, incluyendo las máquinas de tejer. Tras el conflicto bélico, llegó la edad de oro. Cada cinco días se abrían mercados a los que asistían intermediarios de todo el país y las telas de alta gama se vendían como pan caliente. Eran tiempos tan buenos que se decía que cada vez que pasaba un hilo por el telar se ganaban 10.000 yenes. A este periodo se le denominó Gachaman (un juego de palabras entre la onomatopeya gacha, que hace referencia al ruido de las máquinas de tejer y man, “diez mil”).
Sin embargo, el auge no duró para siempre. Kobayashi Shinji, representante del telar de lino TENJIN FACTORY nos relata que el declive de la zona comenzó en la segunda mitad del periodo Shōwa (1926-1989), como consecuencia de la importación de telas. Los talleres empezaron a reducir su tamaño o simplemente desaparecieron. Entre la segunda mitad de la década de 1970 y la segunda mitad de la de 1980, cerca del 40 % de las máquinas de tejer se destruyeron. La situación continuó empeorando. En sus tiempos de gloria, existían más de 6.000 fábricas de telas y 20.000 máquinas de tejer; en la actualidad, tan solo sobreviven unas 200 fábricas y mil máquinas de tejer.
A pesar de los obstáculos, Fujiyoshida continúa trabajando con técnicas de alta calidad y protegiendo la historia de esta ciudad textil. En años recientes, los tejedores jóvenes han comenzado a establecer sus marcas propias, lo que ha propiciado el surgimiento de nuevas tiendas directas de fábrica. Kobayashi nos explica que esto es, en gran parte, resultado de los intercambios que existen desde hace una década con los estudiantes de la Universidad de Artes Plásticas de Tokio.
Incluso durante y después del periodo Meiji, en Fujiyoshida se producían principalmente telas para forros, corbatas y paraguas. Debido a que se trabaja con técnicas de la mejor calidad, reciben pedidos de telas especiales que son difíciles de producir en grandes cantidades y la mayoría de los talleres tienen una escala pequeña. Kobayashi también nos dice que debido a que no han surgido grandes productores y muy pocas de sus telas se utilizan en el exterior de las prendas, la zona no se relaciona fácilmente con los textiles.
La tecnología que existe en Fujiyoshida es de las mejores de todo Japón. Los estudiantes que se han enamorado de ella ahora apoyan en la promoción de los atractivos y la tradición de los textiles de la ciudad. Algunos incluso se han mudado a la zona tras su graduación, atraídos por su ubicación a los pies del monte Fuji. Los telares administrados por jóvenes han inaugurado tiendas directas de fábrica para trasmitir más fácilmente los atractivos de sus productos a través de la venta de artículos originales. Además, se ha comenzado a invitar a diseñadores jóvenes de otras prefecturas, por lo que se puede decir que la revitalización de esta ciudad textil ha comenzado.
Kobayashi señala con agradecimiento que hay atractivos de la ciudad que se han redescubierto gracias a la mirada de los foráneos, tal como sucedió cuando el turismo internacional ayudó a popularizar la pagoda Chūreitō dentro de Japón.
Ferias atractivas y el famoso udon de Yoshida
Anualmente, cada octubre, Fujiyoshida celebra el festival de textiles Hataorimachi, conocido como HataFes. Además de que disfrutar de telas provenientes de todo Japón, también se puede experimentar de primera mano la fabricación de textiles con los talleres disponibles y descubrir los atractivos de la ciudad y la industria a través de exposiciones y conferencias.
De finales de 2021 a enero de 2022 se celebró la FUJI TEXTILE WEEK 2021. A lo largo de la avenida Honmachi Dōri se exhibieron obras de arte hechas con textiles. Esta feria fue otro esfuerzo para dar a conocer las nuevas posibilidades de la zona y los textiles. Gracias a estas actividades, poco a poco, se comienza a reconocer Fujiyoshida como una ciudad textil.
Uno de los platos locales que está ganando popularidad son los fideos udon de Yoshida. Se trata de udon grueso y muy firme y su preparación está íntimamente relacionada con la producción de textiles. En la antigüedad, el trabajo de los telares estaba a cargo de las mujeres, mientras que a los hombres se les encomendaba la preparación de los almuerzos. Para conseguir un plato que saciara, los hombres amasaban por largo tiempo el udon. Se dice que fue así como nacieron los llamados fideos “más duros de todo Japón”.
Después de caminar por las calles de Fujiyoshida y saborear uno de sus platos más famosos, el visitante seguramente tendrá una mejor comprensión de las tradiciones y atractivos de esta ciudad textil, así como de las bendiciones naturales que nos regala el monte Fuji.
Reportaje, texto y fotografías: equipo editorial de nippon.com
Fotografía del encabezado: Uraji/Ura Fuji, obra de Nishio Yoshinari, exhibida en FUJI TEXTILE WEEK 2021.