Daisekirinzan, un Patrimonio Natural de la Humanidad en Okinawa
Guíade Japón
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Daisekirinzan, un Patrimonio Natural de la Humanidad
La región septentrional de la isla principal de Okinawa, conocida desde tiempos antiguos como Yanbaru, se caracteriza por su riqueza natural. Alberga el mayor bosque laurifolio de todo Japón, cuya extensión se centra en un parque nacional, y numerosas especies autóctonas de flora y fauna, entre ellas el rascón de Okinawa. En julio de 2021 la Unesco la declaró Patrimonio Natural de la Humanidad junto con la isla de Iriomote-jima, situada también en Okinawa, y las de Tokunoshima y Amami Ōshima, pertenecientes a la prefectura de Kagoshima. El organismo de las Naciones Unidas reconocía así que se trataba de una zona de suma importancia para la conservación de la biodiversidad.
Los principales enclaves turísticos de Okinawa se concentran en la región meridional, donde se encuentra Naha —la capital okinawense—, y en la costa occidental, una zona de la región central en la que abundan los complejos hoteleros. Hasta la fecha, lo más al norte que se desplazaban los turistas eran las inmediaciones del Acuario Churaumi, en la ciudad de Nago; sin embargo, la región declarada Patrimonio Natural de la Humanidad abarca lugares más septentrionales incluso: Kunigami-son, Higashi-son y Ōgimi-son. Además de tratarse de sitios relativamente desconocidos, conviene recordar que el Parque Nacional de Yanbaru es inmenso, de ahí que cueste decidir qué visitar.
Por consiguiente, nos gustaría recomendar un punto en concreto: Daisekirinzan, en el extremo más septentrional de la isla principal, permite disfrutar de la naturaleza de Yanbaru en todo su esplendor no solo por sus paisajes de roca caliza, sino también por las rutas de senderismo que se pueden hacer entre los gigantescos laureles de Indias.
Asumui, un lugar sagrado accesible también para niños y personas mayores
Daisekirinzan está ubicado en Hedodake, un monte situado en las inmediaciones del cabo Hedo, en el extremo septentrional de la isla principal. Aunque las rocas calizas de la zona permanecieron sumergidas en el mar hasta hace 250 millones de años, se elevaron a la superficie debido a los movimientos tectónicos. La erosión causada por el viento y la lluvia a lo largo de los años hizo que acabaran mezclándose con la vegetación y dieran así origen al pintoresco paisaje que conocemos en la actualidad.
Hedodake, conocido en la antigüedad como Asumui o Ashimui, es uno de los primeros lugares sagrados establecidos por Amamikiyo, la deidad que supuestamente fundó Ryūkyū (nombre antiguo de Okinawa). En la actualidad se conservan en todo el monte más de una cincuentena de lugares de culto, de ahí que Daisekirinzan esté rodeado también por un halo de misticismo.
Hay cuatro rutas de senderismo en Daisekirinzan y todas ellas comienzan en Seikigoya. Para llegar hasta esta cabaña, hay que tomar un autobús desde la taquilla donde se compran las entradas.
La más corta de todas es la Ruta Sin Barreras Arquitectónicas, que tiene 600 metros de longitud y se recorre en unos 20 minutos. Desde su suelo pavimentado y su terraza de madera, se ven de cerca las montañas rocosas, lo que hace de ella el camino más seguro para personas mayores y niños pequeños.
El itinerario que más suele gustar entre los visitantes combina la Ruta de las Rocas Extrañas y las Piedras Gigantescas, que se extiende por el bosque que alberga dichas rocas, con la Ruta del Mirador Churaumi, desde donde se aprecian las vistas del cabo Hedo y el azul del mar. Los tres recorridos que hemos mencionado hasta ahora vuelven a Seikigoya, por lo que también es posible regresar en autobús. No obstante, recomendamos hacer el camino de vuelta por la Ruta del Bosque de los Laureles de Indias, que llega hasta la taquilla.
Un paseo por la naturaleza de Yanbaru contemplando rocas extrañas
La Ruta de las Rocas Extrañas y las Piedras Gigantescas está diseñada para disfrutar de la naturaleza de Yanbaru en todo su esplendor y, al mismo tiempo, admirar las piedras de gran tamaño que se encuentran repartidas por el bosque, como la roca de la Iguana, la del Camello y la del Matrimonio. Tiene un kilómetro de distancia y se tarda unos 35 minutos en recorrerla.
Si atravesamos la senda boscosa, nos toparemos con la roca de Gokū, todo un símbolo de Daisekirinzan. Esta debería su nombre a su parecido con el monte Huaguo (China), lugar de nacimiento de Sun Wukong (Son Gokū, según la lectura japonesa de los ideogramas chinos), el personaje de Viaje al oeste.
Si seguimos subiendo por la cresta, llegaremos al punto en que esta ruta confluye con la del Mirador Churaumi.
La Ruta del Mirador Churaumi tiene unos 900 metros y se tarda en recorrer en torno a la media hora. Se solapa en una de sus partes con la de las Rocas Extrañas y las Piedras Gigantescas, de ahí que, si se combinan ambas, se necesiten unos 50 minutos en total.
Más allá de la roca de Gokū se sitúan varios lugares de culto, como el muro del Bosque de Piedra y la roca del Dios Dragón. Los puntos habilitados para el rezo se encuentran un tanto escondidos —por ejemplo, entre las rocas—, por lo que conviene andar atento para no perdérselos. Desde el mirador Churaumi, ubicado en la cima, se ven las preciosas aguas azules del mar okinawense y el cabo Hedo. Además, cuando el cielo está despejado, es posible avistar Yoron-jima, una isla de la prefectura de Kagoshima situada a unos 23 kilómetros.
Quienes dispongan del tiempo y la condición física necesarios pueden hacer un alto en el camino en Seikigoya y recorrer luego la Ruta del Bosque de los Laureles de Indias. Es un trayecto de 900 metros con pocas cuestas y, aunque se camine despacio, se llega a la taquilla en poco menos de media hora.
El camino está plagado de laureles de Indias gigantescos; tampoco defraudan los conjuntos de cicas. El laurel de Indias de las Plegarias, que encontraremos en la última etapa del camino, tiene muy extendidas las ramas y la circunferencia de su copa sería una de las mayores de todo Japón.
El cabo Hedo y Kayauchibanta, otros lugares de la zona con encanto
El cabo Hedo está a tiro de piedra de Daisekirinzan; esto es, a unos cinco minutos en coche. Ver el oleaje embravecido golpeando este acantilado de 10 metros de altura resulta todo un espectáculo. Cerca de su punta se erige el Monumento a la Lucha por la Devolución a la Patria. En 2022 se cumple el 50.º aniversario de la devolución de Okinawa a Japón por parte de Estados Unidos, de ahí que sea el momento idóneo para una visita.
El mirador Yanbarukuina, cercano al cabo, es otra gema escondida que se ha vuelto muy popular. Aunque es necesario subir por un camino bastante estrecho para llegar hasta él, merece la pena si queremos ver el gigante rascón de Okinawa que surge entre los frondosos árboles. Este observatorio nos regala una vista magnífica de la naturaleza de Yanbaru, Asumui y el cabo Hedo.
Si nos dirigimos hacia el litoral sudoccidental desde Daisekirinzan, enseguida nos toparemos con Kayauchibanta, donde hay un mirador sobre un acantilado (banta en la lengua local) de 80 metros de altura. La vista panorámica desde él es una de las más emblemáticas de Okinawa y la belleza de sus atardeceres, de sobra conocida.
En esta ocasión hemos dado a conocer algunos de los enclaves más célebres de la región septentrional de la principal isla okinawense; sin embargo, no debemos olvidar que Yanbaru alberga muchos otros lugares impresionantes. Sin duda alguna, merece la pena incluir esta zona en el itinerario de viaje.
Daisekirinzan
- Dirección: Okinawa-ken Kunigami-gun Kunigami-son Ginama 1241
- Horario: de 9:30 a 16:30 (cerrado a partir de las 17:30). No cierra por descanso ningún día de la semana.
- Precio: adultos (mayores de 15 años), 1.200 yenes; niños (de 4 a 14 años), 550 yenes; ancianos (mayores de 65 años), 900 yenes. Hay descuentos para personas con discapacidad.
- Cómo llegar: a unas dos horas en coche de Naha. Desde el Acuario Churaumi se tardan 75 minutos, aproximadamente.
Texto e imágenes: redacción de nippon.com.
(Traducción al español del original en japonés)