Nikkō Futarasan, el culto a las montañas y un santuario consagrado a la deidad del amor
Guíade Japón
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Un sitio sagrado que prosperó gracias a la devoción de Minamoto no Yoritomo y la familia Tokugawa
El santuario de Nikkō Futarasan (Sannai, ciudad de Nikkō, prefectura de Tochigi) rinde culto al monte Nantai (de 2.486 metros de altitud), cuyo nombre antiguo era Futarasan. Esta denominación surgió del monte Fudarakusen, lugar donde habitaba el boddhisattva de la misericordia Kannon. Se cree que el topónimo Nikkō deriva de “nikō”, la lectura onyomi de los kanji que forman la palabra “Futara”.
Entre finales del periodo Nara (710-794) y principios del Heian (794-1185), el monje Shōdō (735-817) designó el monte Nikkō como un lugar de adoración. Se dice que todo empezó en el año 766, cuando el monje Shōdō cruzó el río Daiyagawa, que surge de la cascada de Kegon, y en el monte construyó una cabaña que sería el templo Shiunryūji (posteriormente renombrado Shihonryūji). Al año siguiente, se construyó a su lado un pequeño santuario consagrado al monte Futarasan, que en la actualidad corresponde al santuario adjunto de Hongū y que se convertiría posteriormente en el santuario de Futarasan. En el año 782, el monje Shōdō consiguió llegar a la cima del monte, donde estableció el santuario de Okumiya y, en la orilla del lago Chūzenji, el santuario de Chūgū.
Las montañas fueron convertidas en lugar de culto y de ascetismo, y llegado el periodo Kamakura (1185-1333), florecieron ampliamente bajo el amparo de Minamoto no Yoritomo. Durante el periodo de los países en guerra (1467-1615), tras el Sitio de Odawara (1590) orquestado por Toyotomi Hideyoshi, la zona decayó temporalmente tras ser confiscada, ya que el santuario apoyó al clan Go-Hōjō, enemigo de Hideyoshi. Sin embargo, al comienzo del periodo Edo (1603-1868) la situación cambió por completo. El monje Tenkai fue venerado por tres shogunes: Tokugawa Ieyasu, Hidetada e Iemitsu, y se convirtió en el religioso principal del monte Nikkō. En 1617, se completó la construcción del santuario de Nikkō Tōshōgū, consagrado a Ieyasu. El santuario de Futarasan, que se trasladó al lado oeste del Tōshōgū, fue reconstruido con todo lujo. Posteriormente, quedó bajo la administración del Ueno Ken’eiji, templo de la familia Tokugawa, también fundado por Tenkai, y siguió floreciendo con majestuosidad a lo largo del periodo Edo.
Hasta este periodo, cuando no había una división definida entre el budismo y el sintoísmo, el conjunto de santuarios y templos de la zona se conocía bajo el nombre del monte Nikkō. Después de la Restauración Meiji, con la prohibición de unir ambas religiones, los santuarios de Futarasan y Tōshōgu se separaron del templo Rinnōji, que conservó de manera exclusiva la denominación de monte Nikkō. En 1998, la zona que incluye a estos dos santuarios y el templo fue designada como sitio histórico nacional de Japón bajo el nombre Nikkō Sannai y, al año siguiente, se convirtieron en Patrimonio Mundial de la Humanidad con el título de Santuarios y Templos de Nikkō.
Un bien de importancia cultural de Japón y el lugar ideal para encomendarse a la deidad del amor
El recinto del santuario de Futarasan tiene una extensión aproximada de 3.400 hectáreas y en su interior se encuentran los montes Nikkō: Nantai, Nyohō y Tarō, así como la cuesta de Iroha y la cascada de Kegon. En la entrada a Nikkō Sannai, donde se ubica el santuario principal, está el puente de color bermellón Shinkyō (cuyo nombre alterno es Jabashi, puente de la serpiente), que también pertenece a Futarasan. Según la leyenda, el monje Shōdō elevó sus oraciones cuando el camino quedó bloqueado por los rápidos del río Daiyagawa y en el lugar aparecieron dos serpientes que se transformaron en un puente. La ubicación del puente Shinkyō, Patrimonio de la Humanidad, corresponde al lugar de la leyenda.
En el recinto del santuario principal se encuentran el pabellón de adoración y el principal, así como el pórtico torii Karadō, entre otras 10 edificaciones que han sido designadas bienes de importancia cultural del país. El pabellón principal, de estilo yatsumune-zukuri, se encuentra escondido detrás del pabellón de adoración, por lo que puede observarse si se visita el jardín oeste de Shin’en. También vale la pena disfrutar de otros atractivos tales como el santuario menor de Mitomo, el santuario de Hie, el pabellón Daikoku y las linternas Baketōrō en el Shin’en.
El santuario de Futarasan está consagrado a una familia de deidades: Ōnamuchi no Mikoto, Tagorihime no Mikoto y Ajisukitakahikone no Mikoto, padre, madre e hijo, respectivamente. Ōnamuchi no Mikoto es un nombre alternativo de Ōkuninushi no Mikoto, la deidad del amor. Por esta razón, muchas personas acuden al lugar con la esperanza de conseguir pareja y una vida familiar satisfactoria. Dentro del recinto hay varios puntos conocidos por ser fuente de energía espiritual y buena fortuna, tales como el enmusubi no ki (árbol del amor), enmusubi no sasa (bambúes del amor), oyako sugi (cedro de padre e hijo), koibito sugi (cedro de los novios) o las estatuas de los perros guardianes komainu para el amor, así como venta de amuletos, entre otros. Para visitarlos todos se recomienda acudir con tiempo suficiente.
Los santuarios de Takinoo y Chūgū
El santuario adjunto de Takinoo, cuya fundación se cree que fue ordenada por el monje Kōbō Daishi (Kūkai) (774-835), durante su paso por Nikkō, es cada vez más popular. Se encuentra a una media hora a pie, colina arriba, en dirección norte del santuario principal y, a pesar de la distancia, cada vez más personas acuden con la intención de orar frente a la roca kodaneishi de la fertilidad o a los árboles sagrados Takinoo Sanbonsugi.
El santuario de Takinoo se encuentra en lo profundo de las montañas, en su recinto se puede seguir disfrutando del ambiente del periodo Edo (1603-1868); aquí se puede comprender por qué Nikkō ha sido considerado un lugar sagrado desde la antigüedad. En la zona también hay otras edificaciones que han sido designadas Patrimonio de la Humanidad y que vale la pena visitar, tales como el pabellón principal o la puerta Rōmon.
Durante una visita al lago Chūzenji y las cascadas de Kegon, se recomienda también acudir al santuario de Chūgū. Está un poco alejado de la zona donde se encuentran los sitios Patrimonio de la Humanidad, pero su pórtico torii, así como sus pabellones principal y de adoración han sido designados bienes de importancia cultural del país. Además, es el único punto que se conecta con el santuario de Okumiya, en la cima del monte Nantai, supuestamente el lugar con mayor energía espiritual del santuario de Futarasan. El monte Nantai está abierto del 25 de abril al 11 de noviembre. Llegar a la cima toma unas 4 horas, y es recomendable llevar equipamiento para escalar.
Santuario de Nikkō Futarasan
- Dirección: Santuario principal: Sannai 2307, ciudad de Nikkō, prefectura de Tochigi. Santuario de Chūgū: Chūgū-shi 2484, ciudad de Nikkō, prefectura de Tochigi
- Horario: de 8 a. m. a 5 p. m. del 1 de abril al 31 de octubre y de 8 a. m. a 4 p. m. del 1 de noviembre al 31 de marzo (se puede ingresar hasta media hora antes del cierre)
- Costo de entrada: 300 yenes
- Abierto todo el año
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: paisaje del santuario de Nikkō Futarasan.)