Nikkō Tōshōgū, el santuario sintoísta Patrimonio de la Humanidad consagrado a Tokugawa Ieyasu
Guíade Japón
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Tokugawa Ieyasu, la deidad que protege Kantō desde Nikkō
Tokugawa Ieyasu (1543-1616) puso fin a la guerra y sentó las bases del período Edo, que duró 265 años. Falleció en Sunpu (Shizuoka), donde había pasado la última etapa de su vida. De acuerdo con sus últimas voluntades, sus restos mortales se depositaron en el monte Kunō —lugar donde actualmente se ubica un santuario sintoísta, el Kunō-san Tōshōgū— y, un año más tarde, se trasladaron al monte Nikkō. Fue entonces cuando el Emperador Go-Mizunoo le otorgó el estatus de deidad y le confirió el nombre Tōshō Daigongen; así, pasó a ser considerado el protector de las ocho provincias de Kantō.
Tokugawa Hidetada, el segundo shogun, ordenó construir el santuario Tōshō según las últimas voluntades de su predecesor: “Un pequeño santuario en el monte Nikkō”. Sin embargo, no era tan fastuoso como el que conocemos en la actualidad. Este se lo debemos al tercer shogun, Tokugawa Iemitsu, quien hizo llamar a maestros artesanos de todo el país y ordenó reconstruir el lugar donde reposaba su antepasado, al que veneraba profundamente, para transformarlo en un santuario sintoísta majestuoso. Las obras concluyeron en 1636; la Corte Imperial le otorgó el nombre Tōshōgū nueve años más tarde.
Hidetada y 11 de los 13 sogunes siguientes de la familia Tokugawa están enterrados en los templos Zōzō y Kan’ei (en las zonas tokiotas de Shiba y Ueno, respectivamente), seis en cada uno. Sin embargo, Iemitsu declaró en sus últimas voluntades que seguiría sirviendo a su abuelo incluso después de morir, de ahí que se hiciera construir su propio mausoleo en las cercanías del Tōshōgū. Por otra parte, Yoshinobu, el decimoquinto shogun, reposa en el templo Kan’ei, en la zona del cementerio de Yanaka donde se encuentran varias tumbas de las tres ramas de los Tokugawa, entre ellas la familia Hitotsubashi.
En 1999 la Unesco declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad, bajo la denominación “Santuarios y templos de Nikkō”, el Tōshōgū, el templo Rinnō, que alberga el mausoleo de Iemitsu (el Taiyū-in), y el santuario Futarasan, donde se veneran los tres montes de Nikkō. Las obras de restauración que se han llevado a cabo en los últimos años han permitido que el pabellón principal y la capilla —el honden y el haiden, respectivamente—, así como la puerta Yōmei, considerada por muchos el elemento más simbólico del Tōshōgū, vuelvan a brillar con el mismo esplendor que en la época en la que se construyeron originalmente.
La puerta Yōmei, máximo exponente de la magnificencia de todas las construcciones
Nikkō Tōshōgū alberga ocho edificios declarados Tesoro Nacional y 34 construcciones designadas Propiedad Cultural de Importancia, todo un regalo para la vista. Antes de acceder al recinto, el visitante ya puede disfrutar de una estampa imponente: un torii de piedra de 9,2 metros de altura y una pagoda adyacente de cinco pisos, ambos Propiedad Cultural de Importancia.
Tras cruzar la puerta principal, nos topamos con el establo divino, donde se encuentra atado un caballo sagrado, y con tres relicarios; en ellos se custodian los arreos y la vestimenta que se utilizan en los festivales. A continuación, tenemos la puerta Yōmei. Este Tesoro Nacional luce resplandeciente y está decorado con más de 500 tallas, cuyos motivos incluyen hechos históricos y santos, entre otros. En la parte superior hay un ogro, varios dragones con la boca muy abierta y bestias sagradas como el soku y unos dragones mitad caballos. Estas criaturas sirven para ahuyentar el mal.
Un dato curioso sobre esta puerta famosa por su decoración magnífica: la dejaron sin terminar a propósito. De las 12 columnas que la sostienen, solo una presenta motivos decorativos a la inversa. Esto tendría por objetivo hacer hincapié en que la puerta está sin acabar, puesto que se considera que el final de la obra es el comienzo de la destrucción.
Del santuario principal a la tumba de Ieyasu
El núcleo del Tōshōgū lo constituye el santuario principal o gohonsha, denominado Tesoro Nacional. Este está formado a su vez por un pabellón principal (honden), una capilla (haiden) y una salita de piedra que conecta ambos. Es la zona donde tienen lugar los festivales y otras ceremonias. La puerta que protege esta parte del recinto, del tipo karamon, también es Tesoro Nacional y está decorada con tallas delicadas que reproducen escenas como la de una audiencia del legendario emperador de la antigua China con motivo de Año Nuevo. El pigmento blanco con el que están pintadas está hecho con cáscaras de molusco.
Si avanzamos hacia la derecha a lo largo del muro calado que se extiende desde la puerta del tipo karamon, llegamos hasta el kitōden, una sala de rezos. Delante de la misma hay un zapatero en el que los visitantes deben dejar el calzado si quieren acceder al interior del haiden. El honden, cerrado al público, está decorado con pinturas de leones, obra del artista Kanō Tan’yū, y unas 2.500 tallas.
Al okumiya, el santuario donde reposa Tokugawa Ieyasu, se llega tras cruzar la puerta Sakashita y subir una escalera de piedra de 207 peldaños. Durante la ruta de peregrinación, con árboles a ambos lados, se respira un ambiente tranquilo que nada tiene que ver con la pompa de los edificios. El okumiya u okusha se compone de un haiden, la puerta Inuki y una pagoda. Además, cuenta con multitud de elementos dignos de admirar, como un torii y unos komainu Propiedad Cultural de Importancia.
Los tres monos sabios, El gato durmiente y la energía espiritual
De las más de 5.000 tallas que decoran el Tōshōgū, las más famosas son, sin duda, Los tres monos sabios y El gato durmiente. Existe la creencia de que los monos son una deidad protectora de los caballos, de ahí que el establo sagrado esté decorado con unas tallas de simios en las que se satiriza la vida del ser humano. Una de ellas muestra a tres monos que se tapan con las manos los ojos, la boca y las orejas, respectivamente, como representación gráfica de “No oír, no ver y no hablar”; es decir, la prudencia como clave para una vida feliz y segura.
El gato durmiente es una pequeña talla que se ubica en el pasillo delante de la puerta Sakashita y cuya autoría se le atribuye al maestro artesano Hidari Jingorō. En el lado contrario, justo a la misma altura, hay una talla de un gorrión que simbolizaría que ambos animales pueden coexistir mientras el felino dormite; esto es, un mundo tranquilo y pacífico. Parece que este minino tiene abiertos sus finos ojos y pisa firmemente con las patas delanteras. Una de las interpretaciones que existen sobre la talla es que el gato protege a Tokugawa Ieyasu, así que finge estar dormitando, pero, en realidad, siempre está listo para abalanzarse.
De un tiempo a esta parte Tōshōgū goza también de fama, sobre todo entre las mujeres, como lugar donde se concentra la energía espiritual. Concretamente, uno de los sitios donde más energía se acumularía es el torii de bronce situado delante de las escaleras de piedra que conducen a la puerta Yōmei.
Dicha puerta está situada justo debajo del punto donde brilla la Estrella Polar, de ahí que también se la conozca como la puerta de la Estrella Polar. La puerta del tipo karamon, el haiden y el honden están justo en dirección norte, en consonancia con la deificación budista de Polaris, unas enseñanzas denominadas myōken en japonés. El torii de bronce se ubica justo en el extremo meridional de esa línea recta y, por lo tanto, se lo considera el punto de partida del camino a la Estrella del Norte. Cuentan que los dioses nos serán favorables si nos quedamos de pie en la parte del pórtico sintoísta en la que se encuadra la puerta Yōmei. No es de extrañar que hubiera gente sacando fotos.
Como cabría esperar, también se piensa que en la pagoda del okumiya se concentra energía espiritual. Al lado hay un árbol sagrado, el cedro de los deseos kanōsugi, que se ha vuelto tan famoso por sus supuestos poderes que hasta se forma cola. Otro lugar que rebosaría energía es el camino que conduce del Tōshōgū al santuario Futarasan.
Lo cierto es que Nikkō siempre se ha considerado un lugar sagrado y de culto, incluso en la antigüedad, de ahí que pueda decirse que toda la zona concentra ciertas energías. No cabe duda de que visitar los dos santuarios y el templo y pasear tranquilamente por todo el complejo reconforta a cualquiera.
Nikkō Tōshōgū
- Dirección: Tochigi-ken Nikkō-shi Sannai 2301
- Horario: del 1 de abril al 31 de octubre, de 9 a 17; del 1 de noviembre al 31 de marzo, de 9 a 16 (la entrada está permitida hasta media hora antes del cierre). Abierto todos los días del año.
- Precio: adultos y estudiantes de secundaria superior, 1.300 yenes; estudiantes de primaria y secundaria básica, 450 yenes.
- Cómo llegar: a ocho minutos a pie de la parada de autobús Shinkyō (autobús desde las estaciones de Nikkō, de JR, y Tōbu Nikkō con destino a Chūzenji Onsen y Yumoto Onsen) o a dos minutos caminando desde la parada Omotesandō (autobuses Sekai Isan Meguri).
(Traducción al español del original en japonés elaborado por la redacción de nippon.com)