El castillo de Bitchū Matsuyama: restaurado por un profesor y popularizado por un gato callejero
Guíade Japón
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El castillo de Bitchū Matsuyama, situado en la ciudad de Takahashi de la prefectura de Okayama, se encuentra en la cima de una montaña a 430 metros sobre el nivel del mar. Es uno de los 12 castillos que tienen torreones originales que perduran en Japón y el único castillo de montaña entre ellos. Debido a que está situado en la cuenca por cuya falda occidental fluye el río Takahashi, la niebla se levanta temprano en la mañana desde otoño hasta la primavera, creando una escena fantástica en la que el torreón del castillo parece flotar en un mar de nubes.
En los últimos años los “castillos en el cielo” rodeados de un mar de nubes han ganado una renovada popularidad, entre ellos el castillo de Takeda en la prefectura de Hyōgo, conocido como el “Machu Picchu de Japón”, el castillo de Echizen Ōno en la prefectura de Fukui y el castillo de Tsuwano en la prefectura de Shimane. Aunque hay muchos castillos como el de Takeda, donde solo quedan los muros de piedra, la belleza del castillo de Bitchū Matsuyama, que conserva su torreón, es excepcional. Este edificio histórico fue utilizado en el rodaje de la escena de apertura de la teleserie histórica de la NHK Sanadamaru, que se emitió en 2016, y su atmósfera única y elegante de castillo de montaña se convirtió en tema de conversación.
Un castillo con fama de inexpugnable
El castillo de Bitchū Matsuyama está situado en la cima de Komatsuyama, uno de los cuatro picos de la sierra de Gagyū. Dicen que su origen se remonta al período Kamakura (1185-1333), cuando la familia Akiba, terratenientes de la zona, construyó un fuerte en el pico más septentrional, Ōmatsuyama (a 470 metros sobre el nivel del mar). Más tarde, un señor feudal del período de los Estados Guerreros, Mimura Motochika, lo convirtió en una fortaleza que abarca tres picos. El torreón actual del castillo fue terminado en 1683 por Mizunoya Katsumune, señor del dominio de Bitchū Matsuyama, después de tres años de trabajos de renovación.
El viaje de ida desde la ciudad al pie de la montaña hasta la puerta principal del castillo dura menos de una hora e implica una subida empinada de unos 1.500 metros por la montaña. Hay dos restos de atalayas a lo largo del camino, y se cree que los tambores se usaban para comunicar información entre la ciudad al pie y el castillo en la cima. La puerta principal está rodeada por un muro combinado por roca de más de 10 metros de altura y un muro de piedra, las paredes de tierra están dotadas con aspilleras para disparar flechas y ranuras tubulares para disparar armas. Los escalones de piedra que conducen a los restos de las puertas de hierro del tercer y segundo círculo de defensa tuercen muchas veces en ángulo recto para retrasar el avance del enemigo. El círculo de defensa principal está rodeado de muros de piedra y atalayas. Aquí se eleva el torreón del castillo de dos pisos que estaba diseñado para dar la ilusión a primera vista de tener tres pisos. Era realmente un castillo digno de ser llamado “inexpugnable”.
Cuando la familia Mizunoya despareció en 1693, el castillo fue administrado temporalmente por Asano Naganori, el señor del dominio Harima-Akō conocido por el incidente de los cuarenta y siete rōnin, y durante un año por Ōishi Kuranosuke, chambelán del dominio Akō. Después de eso, el cargo de señor del castillo fue cambiando sucesivamente hasta llegar a la familia Andō y luego a la familia Ishikawa, pero desde 1744 y hasta finales del período Edo, la familia Itakura gobernaría el dominio durante ocho generaciones.
Un batallón de estudiantes cargando tejas
En el período Meiji (1868-1912), los castillos de todo Japón quedaron bajo la jurisdicción del Ministerio del Ejército, y en 1873 se promulgó un decreto para abolir los castillos. Con la excepción de los castillos de las grandes ciudades que se utilizaban como campamentos militares, los castillos se vendían a organizaciones y escuelas locales. El castillo de Bitchū Matsuyama también fue abandonado, pero a diferencia de otros castillos con amplios terrenos en el centro de la ciudad, este era un castillo de montaña inexpugnable. Desmantelarlo para extraer material de construcción, así como transportarlo por los empinados caminos de la montaña, habría sido muy costoso. Se dice que el castillo apenas fue conservado.
Fue el entusiasmo de un profesor de secundaria el que revitalizó el castillo de Bitchū Matsuyama, que había sido olvidado durante unos 60 años. Shinano Tomoharu, el profesor de Historia que fue asignado a la Escuela Secundaria Takahashi de la prefectura de Okayama a principios de la era Shōwa (1926-1989), quedó asombrado cuando visitó el otrora famoso castillo de montaña. Muchas de las atalayas habían quedado dañadas, los monos se habían instalado en el torreón del castillo y parecía que la construcción estaba a punto de derrumbarse.
Shinano, que conocía el valor histórico del castillo de Bitchū Matsuyama, se sintió fascinado y comenzó a llevar un registro de este. Acompañado por su hijo y sus amigos, subió la montaña muchas veces, realizó mediciones con su ayuda e hizo sus propios dibujos para describir en detalle la estructura y las dimensiones del torreón del castillo. Su investigación se extendió del castillo en sí hasta la ciudad al pie del mismo, y en 1930 publicó El castillo de Bitchū Matsuyama y su ciudad al pie (publicado por la Asociación Takahashi Hōkoku). El libro entusiasta y trabajador de Shinano hizo que los habitantes de Takahashi se dieran cuenta del “tesoro local” que yacía inactivo en la cima de la montaña, y formaron la Asociación de la Conservación Takahashi, cuyo objetivo era restaurar el castillo. En 1939, la ciudad de Takahashi asignó un presupuesto para desmantelar y reparar el torreón del castillo y reparar los muros de tierra.
Sin embargo, el presupuesto no era suficiente, y el trabajo era difícil ya que resultaba complicado transportar los materiales al castillo de la montaña. El mayor obstáculo fue la entrega de 20.000 tejas. Los niños de la localidad desempeñaron un papel activo en el proyecto. Durante las vacaciones de verano, estudiantes desde la escuela primaria hasta el instituto cargaban dos kilos de tejas en sus espaldas y subían por los empinados caminos de montaña. La pasión de una sola persona conmovió a todo el pueblo, y el castillo de Bitchū Matsuyama fue restaurado con éxito en 1940. Desde entonces, el castillo ha sido objeto de dos importantes renovaciones, una completada en 1960 y la otra en 2002.
El castillo gana popularidad gracias a un gato
El castillo de Bitchū Matsuyama se ha convertido en una gran atracción turística en la ciudad de Takahashi y en un verdadero tesoro local. En los últimos años, en particular, el castillo ha ido ganando popularidad debido al auge de los castillos en el cielo y a la teleserie histórica que emite anualmente la cadena NHK, pero hubo un descenso temporal en el número de visitantes. Las lluvias torrenciales de julio de 2018, que causaron grandes daños en el oeste del Japón, afectaron también a la ciudad de Takahashi con inundaciones causadas por el desbordamiento de los ríos y deslizamientos de tierra.
Uno de los supervivientes fue un gato callejero marrón y blanco. Tal vez con la esperanza de obtener una parte del almuerzo del encargado del castillo, comenzó a quedarse en el lugar después de las lluvias torrenciales, y en diciembre la Asociación de Turismo de la ciudad de Takahashi lo nombró “señor del castillo”. Fue nombrado “Sanjūrō el gato, señor del castillo”, en honor a Tani Sanjūrō, el líder del séptimo escuadrón del Shinsengumi, originario del feudo de Bitchū Matsuyama, y al hecho de que fue descubierto por primera vez en la zona del tercer círculo de defensa. En lugar de mostrarse reacio a ser acariciado por los turistas, ronroneó de gusto incluso cuando las cámaras de televisión aparecieron para cubrirlo y caminó alrededor del castillo de manera relajada mostrando un aire señorial. Gracias a Sanjūrō, el castillo ha cautivado los corazones de los amantes de los gatos y el número de visitantes ha aumentado en comparación con el de antes de las lluvias torrenciales.
El antaño inexpugnable y largamente abandonado castillo de montaña ha sido revivido gracias al entusiasmo de un profesor de secundaria, y se ha convertido en un lugar entrañable gracias a la aparición del gato apodado “El señor del castillo”. El número de visitantes parece haber disminuido debido a la crisis causada por el nuevo coronavirus, y se dice que Sanjūrō es más mimoso hacia su vasallo (encargado) que antes.
Reportaje, artículo y fotografías de nippon.com.