El J-Village vuelve a ser santuario del deporte nueve años después del desastre de 2011
Guíade Japón
Deporte Tokio 2020- English
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Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Tokio 2020 izan la bandera de la reconstrucción de las regiones japonesas golpeadas por el Gran Terremoto del Este de Japón de 2011, pero servirán también para mostrar al mundo la fortaleza con la que están renaciendo de la devastación. Uno de sus símbolos es el Centro Nacional de Entrenamientos J-Village, en la prefectura de Fukushima, que ha sido elegido como punto de partida del recorrido japonés de la antorcha olímpica.
El J-Village, conocido en Japón sobre todo por acoger las concentraciones del equipo nacional de fútbol, se convirtió temporalmente, tras el terremoto del 11 de marzo, en una importante base para contrarrestar los efectos del accidente sufrido por la cercana central nuclear Fukushima Daiichi. Tras esa etapa, se han construido nuevos campos deportivos y reformado otros preexistentes, consiguiendo así un nuevo J-Village que está en funcionamiento desde abril de 2019.
A las 10:00 de la mañana del día 26 de marzo partirá del J-Village la llama olímpica, que se quedará tres días en Fukushima, una prefectura que además de ser duramente golpeada por aquel gran terremoto con tsunami sufrió también el impacto directo del accidente nuclear y sus efectos derivados, como los grandes daños que ocasionaron a sus estructuras productivas los rumores desatados. Luego, después de recorrer todo el país, la antorcha llegará al Estadio Nacional de Tokio el 24 de julio, donde prenderá el pebetero olímpico.
De santuario del fútbol a vanguardia de las operaciones para paliar el desastre
El J-Village, que fue inaugurado en 1997 como primer centro nacional de entrenamientos de fútbol, está ubicado a caballo de los términos municipales de Naraha y Hirono, en la comarca de Hamadōri, que se extiende a lo largo de la costa pacífica de la prefectura de Fukushima. Es una zona relativamente templada, si la comparamos con otras de la región septentrional de Tōhoku, y en invierno no recibe nevadas tan copiosas, lo que facilita la práctica del deporte. La compañía eléctrica TEPCO, que opera numerosos generadores eléctricos en la zona costera, fue la que costeó estas instalaciones como parte de su política de fomento económico. Una vez finalizadas las obras, las instalaciones fueron donadas al Gobierno de la prefectura de Fukushima.
Antes de ocurrir el terremoto, se concentraban en el J-Village las selecciones nacionales masculina y femenina, y también lo hicieron diversos equipos extranjeros y japoneses militantes en la J-League, primera división del fútbol profesional. Asimismo, acogió también torneos nacionales juveniles, los campeonatos Sub-15 y Sub-18 masculinos, el Sub-15 femenino y otras importantes citas, convirtiéndose así en un santuario deportivo para muchos jóvenes de ambos sexos que aspiraban a convertirse en profesionales. Con un número anual de usuarios cercano al medio millón, hasta 2011 pasaron por él 6,8 millones de personas.
Los 50 metros de altitud sobre el nivel del mar a los que se encuentra lo protegieron del impacto directo del tsunami, pero el desastre causado en la zona muy pronto obligó a transformar sus instalaciones.
La central nuclear siniestrada está justo a 20 kilómetros al norte del J-Village, por lo que la línea que circunscribía la zona de máxima alerta (llamada por los medios extranjeros “zona de exclusión”) pasaba justamente por las instalaciones. Siendo estas muy amplias y habiendo sido construidas, como se ha dicho, por la propia operadora de la central, se optó por utilizarlas como base de operaciones de primera línea para afrontar los desafíos planteados por el accidente nuclear. Se estacionaron en ellas los vehículos especiales de las Fuerzas de Autodefensa y los de extinción de incendios. Los campos de césped natural que habían sido el orgullo del J-Village sirvieron como helipuertos y aparcamientos, o fueron utilizados para almacenar materiales, incluyendo entre ellos los de desecho, como los trajes antirradiación utilizados en las zonas contaminadas. En el estadio se construyeron viviendas provisionales para los desplazados.
Las instalaciones continuaron teniendo un importante papel incluso después de confirmarse los progresos en la estabilización del interior de Fukushima Daiichi, pues sirvieron como estación intermedia en las labores de desmantelamiento de los reactores afectados de la central. Los operarios, que normalmente pernoctaban en algunos de los municipios próximos, llegaban por carretera al J-Village, se equipaban y vestían para hacer su labor, y partían hacia la central en autobuses. El 1 de enero de 2013 TEPCO estableció una nueva compañía a modo de cuartel general para impulsar la revitalización de Fukushima, haciendo frente a las indemnizaciones y labores de descontaminación, y dando cauce a nuevos proyectos.
La reconstrucción de las instalaciones deportivas entrañaba grandes dificultades, como la necesidad de renovar por completo el césped natural de los campos, pero la noticia difundida en septiembre de 2013 de que Tokio sería la sede de los juegos olímpicos de 2020 supuso un gran impulso y encaminó el J-Village, designado para alojar concentraciones que equipos, hacia su rehabilitación completa, fijándose la fecha de su entrada en funcionamiento para abril de 2019.
Un centro deportivo que renace con mayor atractivo
El J-Village abrió sus puertas parcialmente en agosto de 2018 y completamente el 20 de abril de 2019, cumpliéndose el calendario previsto.
Echando la vista atrás, Takana Yūsuke, responsable de relaciones públicas del centro, recuerda el valor simbólico que tuvo poder recibir, justo antes de celebrarse la Copa Mundial de Rugby el pasado otoño, a la selección de Argentina, país que ya conocía el J-Village pues su selección de fútbol se había concentrado allí con ocasión de la Copa del Mundo de 2002 celebrada conjuntamente por Japón y Corea del Sur. “Sentimos entonces que por fin habíamos renacido”, comenta.
En un área de 49 hectáreas, el centro da cabida a ocho campos de césped natural, uno de ellos un estadio con capacidad para 5.000 espectadores, y otros tres de césped artificial. Ofrece además gimnasio, polideportivo y piscina. Pero las perlas del nuevo J-Village tal vez sean su carpa o campo cubierto y su hotel, sin olvidar que el centro dispondrá de una estación de ferrocarril de la compañía Japan Railways que lleva su nombre.
La carpa del campo cubierto está hecha de un material traslúcido que deja pasar la luz solar. El césped es aquí artificial. “En su punto más alto, el techo llega a los 22 metros”, explica Takana, “y eso da mucha libertad para patear alto en los partidos de rugby”. Dos terceras partes de los 2.200 millones de yenes que costó procedieron de las quinielas deportivas (en Japón, “Toto”) y el resto se costeó con donaciones recibidas de todo el país. El J-Village ya disponía de otra instalación semicubierta que podía utilizarse los días de lluvia, pero la nueva es mucho más cómoda pues protege también del frío y del viento, pudiendo ser utilizada en cualquier estación del año o condición atmosférica.
También en el mundo de los negocios ha quedado reforzada la presencia del J-Village. El nuevo edificio Annex, sumado al preexistente hotel, eleva la oferta total de habitaciones hasta las 200 permitiendo al mismo tiempo, en el hall de su planta baja, realizar eventos, seminarios y otras reuniones.
Especial importancia reviste el hecho de que la estación más cercana de Ferrocarriles de Japón, que comenzó a prestar servicios especiales en 2018 ya con el nombre de J-Village, será a partir del 14 de marzo de 2020 una estación de uso ordinario de la línea Jōban, dando a estas instalaciones ya de por sí óptimas para la realización de eventos de negocios un valor añadido de accesibilidad dentro de la comarca de Hamadōri.
Los niveles de radiactividad son todavía una preocupación para muchas personas que se acercan al lugar. Según datos ofrecidos por J-Village, en la entrada principal del hotel se reciben 0,111 microsieverts cada hora. Como datos de referencia, se aportan la cifra de Shinjuku-ku (Tokio) antes de ocurrir el terremoto de 2011, que era de 0,079 microsieverts, y la de la ciudad de Yamaguchi, en la prefectura homónima, que era de 0,128 microsieverts por esas mismas fechas, ambos según un estudio nacional de niveles de radiactividad ambiental realizado por el Ministerio de Educación y Ciencia. “En abril, durante dos días”, revela Takana, “el grupo musical Momoiro CloverZ actuará en solitario. Va a ser la primera vez que intentemos una cosa así en J-Village. Lo que queremos es convertirnos en foco de difusión no solo del deporte, también de la cultura y los negocios de la comarca de Hamadōri”.
El recorrido de la antorcha olímpica se iniciará en el Campo IX. Su primera portadora será una de las “clavelinas de Japón” (Nadeshiko Japan), nombre que reciben las integrantes del equipo nacional. Es una jugadora que ya tiene la experiencia de haberse concentrado en las instalaciones junto a sus compañeras, con quienes logró el campeonato en el mundial de Alemania de 2011, un triunfo que llegó justo después del terremoto y que insufló nuevos ánimos a la nación. El 26 de marzo se emitirá desde aquí un claro mensaje al mundo para declarar que tanto el J-Village como toda la prefectura de Fukushima están avanzando hacia su total restablecimiento.
Centro Nacional de Entrenamientos J-Village
- Dirección: 8 Utsukushimori Yamadaoka, Naraha-machi, Futaba-gun, Fukushima-ken.
- Sitio oficial: https://j-village.jp/
- Sitio del hotel: https://www.j-villagehotel.jp/
Reportaje, texto y fotografías: Redacción de nippon.com
Fotografía del encabezado: uno de los campos de césped natural de los que se enorgullece el J-Village.
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