El Museo de Arte Kubota Itchiku, una exposición textil a los pies del monte Fuji
Guíade Japón
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Un mundo misterioso
Si caminamos unos diez minutos por una pendiente suave que se extiende desde la orilla del lago Kawaguchi, en la falda del monte Fuji, nos toparemos con la puerta majestuosa que sirve de entrada al museo de bellas artes fundado por el artista Kubota Itchiku (1917-2003), cuyos kimonos teñidos mediante su propia técnica, denominada Itchiku tsujigahana, maravillaron a personas de todo el mundo.
Tras esta puerta, cuya arquitectura nos traslada a otro mundo, se encuentra un espacio creado a partir de la estética peculiar del artista en el que se exponen tanto los kimonos que hizo como las distintas obras de arte que fue coleccionando por todo el mundo; el jardín y el edificio en sí son también dignos de admiración. Al cruzarla, entramos de lleno en un recinto de cerca de 1,3 hectáreas rodeado de pinos rojos japoneses. El ruido del agua que corre por su riachuelo hace aumentar las expectativas respecto a las obras que aún no hemos visto.
El jardín da paso a un edificio de aspecto singular. Es el pabellón nuevo, inspirado en las galerías que Antoni Gaudí construyó en el parque Güell (Barcelona, España). Kubota, que era un gran admirador de su obra, quiso rendirle tributo en su museo.
En la planta baja (primer piso en Japón) de este edificio de piedra caliza que se sustenta sobre seis pilares, se encuentran la recepción y la tienda de recuerdos. El primer piso alberga la sala en la que se expone una colección de cuentas de cristal raras —con diseños de colores y agujeros— de Kubota y una cafetería diáfana desde la que se ve el jardín.
En la sala mencionada, se expone una amplia selección de cuentas de cristal raras de diferentes lugares y épocas, como las fabricadas en el siglo I a. C. y en torno al siglo V d. C. en las costas del mar Mediterráneo. Como se puede apreciar, el artista era un enamorado de los detalles y el colorido de estos cristales.
Kubota, que había nacido en el seno de una familia de anticuarios del barrio tokiota de Kanda, se quedó prendado de estas cuentas en su niñez, época de gran sensibilidad, ya que su padre guardaba una gran cantidad de ellas en un cajón. Tras el gran éxito cosechado con su técnica de teñido, se dedicó a viajar por el mundo y a coleccionar estas cuentas.
Un espíritu innovador centrado en la tradición
Al salir del edificio nuevo y caminar un poco más, nos topamos con otra construcción que se erige sobre una estructura de piedra semejante a un escenario: el edificio principal, en el que se exponen las obras de Kubota. Es piramidal —un símbolo del respeto hacia la naturaleza y el monte Fuji—, una forma que casa perfectamente con los recipientes de la técnica Itchiku tsujigahana, recurrente en sus creaciones. Se sustenta sobre 16 pilares de madera de hiba de Aomori (Hujopsis dolobrata) de más de mil años de antigüedad.
Nada más acceder al interior, enseguida vemos los kimonos expuestos en él, bañados por la luz del sol que entra a través del techo acristalado. En cierto sentido, es el resplandor de un mundo misterioso. En el centro, sobre un escenario, se exhiben tres kimonos de unos dos metros de altura. Por si esto fuera poco, las cuatro paredes de la sala están decoradas con una veintena de estas prendas de ropa tradicionales.
De lejos, parece que las prendas elaboradas con la técnica Itchiku tsujigahana son de un solo color. Sin embargo, si nos acercamos, enseguida veremos que incluyen un sinfín de claroscuros y son tridimensionales. El artista, cuya percepción del color era única, dedicó más de dos décadas de su vida a consolidar esta técnica. Miyahara Sakuo, director honorífico del Museo de Arte Kubota Itchiku, explica que el artista conoció el tsujigahana cuando tenía 20 años. Fue en una exposición en uno de los museos de Ueno; allí quedó prendado de la técnica de teñido al mirar unos trozos de tela.
La técnica tsujigahana tiene sus orígenes en el período Muromachi (1333-1573). En términos generales, es un tipo de shibori —teñido por reserva—, pero se le añaden dibujos y bordados, así como pan de oro, entre otros ornamentos. Durante el período de los Estados Guerreros (1467-1568), la riqueza de estos tejidos fue muy apreciada, pero esto cambió con la llegada del período Edo (1603-1868): se inventó la técnica yūzen, cuya aplicación era muy eficaz y hacía posible expresarse con libertad en los diseños, y desaparecieron los maestros que continuaran con el tsujigahana.
Kubota soñó con resucitar la técnica tsujigahana durante los seis años que estuvo detenido en la gélida Siberia, después de que Japón perdiera la Segunda Guerra Mundial. En aquel entonces, tenía 28 años. A los 40 años, ya de vuelta sano y salvo en su país, decidió dedicar el resto de su vida a tal fin. Después de muchos intentos fallidos, finalmente consiguió hacer su primera exposición individual a los 60 años. Hasta entonces, era un completo desconocido, pero aquello sirvió para que, de la noche a la mañana, su técnica se pusiera de moda y ese éxito traspasara fronteras hasta Estados Unidos y Europa. En 1990, recibió la Orden de las Artes y las Letras que otorga el Ministerio de Cultura de Francia. Cincos años después, se convirtió en el primer artista en activo en tener su propia exposición individual en el Smithsonian, en Estados Unidos.
“[La técnica tsujigahana] Se caracteriza por una composición dinámica y por su colorido. Se añaden bordados al diseño obtenido gracias a los pliegues que se han formado al atar la tela, de ahí que se consiga una gradación de tonos que le da un efecto tridimensional. Además, para crear un contraste con la vistosidad del teñido, se añaden motivos detallados de flores como la karahana. Así pues, destaca porque cada pieza tiene un aspecto diferente si se mira de cerca o de lejos”, explica Miyahara.
“Otro de los aspectos en los que fue revolucionario es el uso de tintes químicos, unas sustancias difíciles de tratar. En comparación con los tintes vegetales tradicionales, cuando se trabaja con tintes químicos, los colores se separan cuando se mezclan, pero el maestro dio con un método para mezclarlos sin problemas usando agua tibia. De este modo, se puede ajustar los colores fácilmente una vez que se ha terminado de teñir, por lo que también es más fácil darles color a las partes que han estado atadas. Él creó un sentido del color único”, relata Miyahara.
Temor y admiración hacia el monte Fuji
A los 70 años, Kubota comenzó su obra Kōkyō, con la que se proponía hacer una recopilación de piezas de la técnica Itchiku tsujigahana. Concretamente, quería colocar hasta ochenta kimonos como en un lienzo y representar con ellos las cuatro estaciones. Lamentablemente, el artista falleció a los 85 años, de ahí que no pudiera terminar este proyecto colosal: se quedó en 29 piezas. Tenía previsto que la parte superior del centro llevara un monte Fuji, por el que tanto respeto había sentido durante toda su vida.
Según Miyahara, durante los últimos años de su vida, parecía que Kubota estuviera obsesionado con hacer una obra inspirada en el monte Fuji, en concreto, con el Fuji rojo.
“Recuerdo que una mañana íbamos en coche —conducía yo— y vimos el Fuji teñido completamente de rojo por el sol. Desde aquel día, me hizo que lo llevara varias veces en busca de esa estampa que le había dejado tan impresionado, pero no volvimos a verla”, cuenta Miyahara.
Kubota Itchiku veneraba el Fuji, un monte sagrado. Y ahora, el museo que se encuentra en su falda, con esas obras llenas de luz, fascina a gente de todo el mundo.
Texto: Kawakatsu Miki
Imágenes: Miwa Noriaki
Imagen del encabezado: Los tres kimonos de unos dos metros de altura que se exponen en el edificio principal del Museo de Arte Kubota Itchiku.
Museo de Arte Kubota Itchiku
- Dirección: Yamanashi-ken Minamitsuru-gun Fuji Kawaguchiko-machi Kawaguchi 2255
- Horario: de abril a noviembre, de 9:30 a 17:30 (entrada permitida hasta las 17:00); de diciembre a marzo, de 10:00 a 16:30 (entrada permitida hasta las 16:00). Cerrado por descanso los martes y del 26 al 29 de diciembre, además de durante algunos días designados. El museo no cierra los martes que son días festivos ni el primer martes de enero. En octubre y noviembre, permanece abierto todos los días.
- Entrada: adultos, 1.300 yenes; estudiantes universitarios y de secundaria superior, 900 yenes; estudiantes de secundaria básica y escuela primaria, 400 yenes
- Sitio web (solo en japonés): http://www.itchiku-museum.com/museum/
(Traducción al español del original en japonés)