Las ‘machiya’, casas tradicionales de Kioto: su estructura
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A principios del periodo Heian (794-1185), las machiya eran cabañas para vender productos en los mercados. Las raíces de la machiya de Kioto están las instalaciones comerciales con funciones residenciales agregadas.
Eso es lo que nos dijo Matsui Kaoru, presidente de Sumai no Kōbō (Taller de arquitectura residencial) y del Centro de Información sobre las Machiya de Kioto, y arquitecto que ha restaurado muchas casas machiya en esta ciudad. La estructura de la machiya de Kioto cambió y se unificó gradualmente al estar estrechamente ligada al estilo de vida de los habitantes de la capital y al desarrollo de la ciudad. Según la Encuesta de las machiya de Kioto de la Oficina de Planificación Urbana de la ciudad de Kioto, hay aproximadamente 40.100 machiya construidas antes de 1950 con el método tradicional de construcción en madera. No es exagerado decir que estas casas son el fruto de la sabiduría de nuestros antepasados durante un periodo de mil años.
Lo más sostenible
Las machiya de Kioto completadas hacia la mitad del periodo Edo (1603-1868) se construyeron con materiales completamente naturales. Lo interesante es que cada parte de la casa fue diseñada para ser intercambiable según el ciclo de las plantas utilizadas como materiales de construcción.
“La paja crece en un año, así que la reemplazamos anualmente, y el Edgeworthia chrysantha o el bambú, que se utilizan para hacer papel, crecen en tres años, así que lo reemplazamos cada tres años. La madera, que tarda décadas en crecer, se utiliza de modo que resulte fácil de reemplazar y reforzar para poder aprovecharla mucho tiempo”, dice Matsui.
Cuando se eliminaba la madera, se utilizaba como combustible para la cocina y las cenizas eran utilizadas como abono por los agricultores cercanos. La machiya de Kioto es el hogar sostenible por excelencia ya que se recicla en el ecosistema.
Las casas machiya también son muy efectivas para controlar la humedad.
“La humedad de la casa se mantiene entre el 50 % y el 60 % durante todo el año. Incluso cuando hay un 80 % de humedad en el exterior, podemos crear un ambiente interior confortable. Esto es gracias al método de construcción shinkabe-zukuri, en el que los pilares quedan expuestos en los laterales de una pared de tierra; ofrece muchas ventajas sobre otros métodos y es particularmente bueno para ajustar la humedad”.
Durante la temporada de lluvias, por ejemplo, el revestimiento de papel de las puertas correderas shōji se vuelve húmedo y pesado, y se dice que cada pilar expuesto absorbe aproximadamente medio litro de humedad. La casa en su conjunto respira, destilando el aire exterior para aportar confort a los ocupantes del interior.
La ciencia del empleo de la luz y el aire
También hay muchos trucos para dejar entrar la cantidad adecuada de luz solar y el aire. Los amplios aleros bloquean el sol durante el sofocante verano, pero permiten que llegue al fondo de la sala de tatami cuando el sol está bajo en invierno. Las engawa tipo veranda adyacentes al patio proporcionan una bolsa de aire que funciona como aislamiento natural, haciendo que el interior sea más confortable durante todo el año. Hay dispositivos empotrados en la casa que permiten ajustar el ambiente interior en función de las estaciones.
Las claraboyas que se abren y cierran no solo transmiten la luz del techo, sino que también pueden enfriar las habitaciones liberando el calor. Los patios también tienen un efecto de ventilación; el rociado de agua en la calle, llamado uchimizu, crea una diminuta brecha en la presión del aire y atrae el aire hacia la casa y hacia arriba a través del patio abierto. Al esparcir agua en el exterior en una calurosa tarde de verano, los habitantes de la machiya pueden esperar una ligera brisa.
Construcción resistente a los terremotos y aislada sísmicamente
Además de las vigas y los pilares, las machiya se construyen con hileras de juntas nuki similares a los segundos raíles horizontales inferiores que perforan los pilares de las puertas torii en los santuarios sintoístas.
Una machiya de Kioto está llena de estructuras de madera cruzadas vertical y horizontalmente, desde las celosías, las puertas correderas shōji y los listones takekomai utilizados para las paredes de tierra hasta las columnas y vigas que forman el armazón básico de la casa. Casi no hay materiales de refuerzo diagonal. El propio edificio se apoya simplemente en unos cimientos de piedra sin estar unido a ellos.
Estas características podrían parecer debilidades si se comparan con los estándares arquitectónicos modernos. Pero como la machiya no resiste a la fuerza, es flexible a los temblores. Los pilares permanecen en su sitio durante terremotos de hasta 4 grados en la escala de intensidad sísmica de Japón.
“Los muros de tierra son rígidos pero lo suficientemente delicados como para absorber terremotos de intensidad media”, dice Matsui. “Para sacudidas mayores, hay suficiente juego en el armazón de madera y las juntas nuki para dispersar la energía sísmica y mantener la casa intacta”.
Como la casa simplemente se asienta sobre los cimientos, puede desacoplarse de ellos en caso de un gran terremoto, lo que le permite aislar la mayor parte de la fuerza sísmica. Así, la machiya es lo suficientemente robusta como para soportar terremotos de tamaño medio, tiene la flexibilidad necesaria para sobrevivir a grandes terremotos y puede escapar a un impacto sísmico devastador gracias a su estructura aislante de la base. Esta triple capa de resistencia a los terremotos y de otras formas de construcción de madera tradicional están ganando la atención de los arquitectos contemporáneos.
Una ventana a la sociedad, comunión con la naturaleza
Las machiya de Kioto suelen denominarse unagi no nedoko (literalmente, “nido de anguila”), dada su estrecha fachada y sus profundos y delgados interiores. Este estilo evolucionó durante el periodo Edo, cuando los impuestos sobre la propiedad se cobraban en función de la anchura de la fachada del edificio.
El lado de la fachada que daba a la calle era el punto de contacto con la sociedad, mientras que la parte trasera del edificio, con su patio interior, proporcionaba la comunión con la naturaleza.
“El tiempo fluye de forma diferente, dependiendo de si estás cerca de la calle o en la parte trasera de la casa”, señala Matsui. “En la tienda, hay reglas que seguir y plazos que cumplir marcados por el reloj, pero alrededor del patio, el tiempo es el de la naturaleza. Cuando vas y vienes de una zona a otra, te das cuenta de lo fundamental que es el entorno natural para el funcionamiento de la sociedad humana”.
La suave luz que se filtra a través de las puertas shōji, el tono que crean las paredes de tierra y pilares, los suelos pulidos y los frescos tatamis en verano. Cuando te entregas a la comodidad de los materiales naturales, te das cuenta de los sonidos y la luz de los que no sueles ser consciente.
“Hay una cualidad intemporal en una machiya que puede despertar nuestros cinco sentidos”, dice Matsui. “Puede mantenernos con los pies en la tierra frente a los cambios sociales cada vez más rápidos. En ese sentido, creo que una machiya es, en última instancia, lo que busca la sociedad moderna”.
Quizá la experiencia definitiva de una machiya sea sentarse solo tranquilamente cerca del patio. Aquí, a pocos pasos de la bulliciosa calle de fuera, hay un mundo de paz y tranquilidad: un “retiro en la montaña” en medio de la ciudad. Pasar tiempo explorando las múltiples expresiones del patio desde diferentes ángulos y posiciones y con la cambiante luz del sol seguramente despertará nuestros cinco sentidos.
Entrevista y texto de Sugimoto Kyōko.
Fotografías de Hamada Tomonori.
(Traducido al español del original en japonés.)