Donde habitan los dioses: Ishigami-sama
Guíade Japón
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Rocas que crecen y protegen el municipio
Yanagita Kunio, padre del folclore japonés, recopiló cuentos y leyendas populares que estaban cayendo en el olvido en la era Shōwa (1926-1989) y escribió Nihon no densetsu (Leyendas de Japón). La obra incluye historias de todo el país sobre tamotoishi, piedrecitas que se metían en las mangas del kimono y crecían sin que quien las llevaba se diera cuenta.
Antiguamente en Japón se creía que las piedras podían contener divinidades. Aunque las piedras en sí no se convirtieran en dioses, se las veneraba como yorishiro, u objetos de culto. Al parecer, las leyendas de piedras que aumentaban de tamaño con el tiempo se difundieron junto a esta fe. Visité Ishigami-sama, dos rocas situadas en Hinokage (norte de la prefectura de Miyazaki) que también están vinculadas a ese tipo de creencias.
El sistema de navegación indicaba que el santuario Takenoharu, consagrado a las rocas Ishigami-sama, quedaba a 40 minutos en coche del casco urbano de Nobeoka. Parecía que el lugar al que quería llegar se hallaba en lo alto de una colina, pero no encontraba la entrada. Aparqué el coche y caminé por los senderos contemplando los arrozales del pueblo y al fin encontré el torii, el pórtico del santuario.
Después de atravesar el torii y subir por las escaleras de piedra, me encontré con el sencillo pabellón sagrado, construido en una explanada del recinto, encima de la colina. Era un santuario tranquilo y desierto, pero, al contrario de lo que esperaba, comprobé que no estaba abandonado por lo bien cuidado que se veía.
Las dos imponentes rocas de 3 metros de altura que forman el Ishigami-sama, apoyadas la una en la otra, se hallaban detrás del pabellón del santuario. Sorprendentemente, se cuenta que los lugareños subieron a la colina estas rocas que antaño estaban en el pueblo. Es raro que, en lugar de venerar un elemento natural donde se encontró, lo trasladaran a otro lugar para rendirle culto. Al principio entre las rocas existía una separación lo bastante grande para que pasara una persona, pero dicen que estas fueron creciendo y el hueco se fue cerrando paulatinamente. Puede que fueran más pequeñas cuando las cargaron colina arriba.
Visité el santuario en el pico del verano. Las frondosas hojas de los árboles ocultaban el Ishigami-sama, pero supuse que para los festivales quitarían las ramas para despejar la vista. Me imaginé la impresión que debían de causar las enormes rocas a los lugareños que venían a presentarles sus respetos.
Santuario Takenoharu
- Divinidades a las que se consagra: Susanoo-no-Mikoto, Sukunahikona-no-Mikoto.
- Dirección: 3620-1 Nanaori, Hinokage-chō, Nishiusuki-gun, Miyazaki-ken
Se dice que el santuario Takenoharu, consagrado a las rocas Ishigami-sama, se erigió en la era Tenshō (1573-1592). En el periodo Edo (1603-1868), el señor feudal lo bautizó como Ishigami Daimyōjin y ahora se venera como hogar del dios protector de la zona.
Reportaje, texto y edición: Kitasaki Jirō.
Fotografía del encabezado: La roca Ishigami-sama de Hinokage, Miyazaki. de Fotografía: Ōsaka Hiroshi.
(Traducido al español del original en japonés.)