Tres grandes festivales de Japón

Tres grandes festivales de purificación

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Haga Hinata [Perfil]

En esta serie seleccionamos los tres festivales más destacados de cada categoría de entre los incontables matsuri que se celebran por todo Japón. Aquí les presentamos tres festivales de purificación en los que se limpian, mediante el agua o el fuego, las impurezas que originan las desgracias.

Purificar el cuerpo con agua o fuego e incluso abstenerse de comer carne

Desde tiempos antiguos, en Japón existe la creencia de que mientras vivimos en el mundo terrenal, sin darnos cuenta, vamos cometiendo pecados, con lo que cuerpo y mente se van volviendo impuros. En todo el país es costumbre que, en los momentos que marcan la mitad (30 de junio) y el fin del año, la gente pase por el aro de paja de los santuarios para eliminar las impurezas y regenerar el cuerpo.

Los practicantes del sintoísmo y el budismo ejecutan rituales de purificación más exigentes. Los más típicos son las abluciones del misogi (sintoísmo) y el mizugori (sintoísmo, budismo y shugendō), que implican, por ejemplo, meterse en el mar en taparrabos, colocarse debajo de una cascada o tirarse agua de pozo por la cabeza. Se dice que su origen se remonta al mito fundacional, cuando Izanagi, dios creador del país, se lavó en la orilla al volver del mundo de los muertos. La purificación no se lleva a cabo solo con agua: existen muchos festivales en los que ahuyenta a los malos espíritus con fuego.

Ritual que se llevaba a cabo en el pasado en la cascada de Shasui, en la prefectura de Kanagawa.
Ritual que se llevaba a cabo en el pasado en la cascada de Shasui, en la prefectura de Kanagawa.

Las personas que participan en las ceremonias de purificación deben abstenerse temporalmente de consumir la carne de animales de cuatro patas (como la ternera, el cerdo y el cordero) y, en casos más restrictivos, incluso se les prohíbe comer pollo, huevos y pescado.

A continuación, les presentamos tres festivales de purificación, de entre los incontables que existen en Japón, que destacan por su solemnidad.

El festival Kanchū Misogi de Hokkaidō

(Kikonai, 13-15 de enero)

Los participantes se tiran al mar del norte en el riguroso inverno.
Los participantes se tiran al mar del norte en el riguroso inverno.

En el festival Kanchū Misogi, que se celebra en Kikonai, un municipio de Hokkaidō que mira al estrecho de Tsugaru, los participantes se lanzan con ímpetu al mar vestidos con taparrabos en el duro invierno. Se trata de un acto tradicional que lleva unos 200 años celebrándose en el santuario Samegawa.

En 1831 el sacerdote del santuario recibió la visita del mensajero de una divinidad en sueños que le dijo que debía purificar el objeto sagrado que la representaba, por lo que lo agarró y se metió al mar con él. Se cree que aquel acto trajo abundantes pescas y cosechas, gracias a las cuales el pueblo logró sobrevivir a la gran hambruna de Tenpō (1830-1845).

Los participantes llevan un pañuelo blanco en la boca y literalmente aprietan los dientes para soportar el frío.
Los participantes llevan un pañuelo blanco en la boca y literalmente aprietan los dientes para soportar el frío.

En nuestros días, cuatro jóvenes seleccionados por el feligrés más veterano del santuario purifican los objetos sagrados en la playa de Misogihama, situada un kilómetro al sureste del santuario. Estos jóvenes, llamados gyōshūsha (ascetas), se abstienen de consumir carne de animales de cuatro patas y repiten el ritual del mizugori (ablución) cada hora, día y noche. Los que han pasado por la experiencia aseguran: “Al enfrentarte a ti mismo mediante la práctica ascética, notas que el cuerpo y la mente se te purifican”.

Arriesgando el físico con las abluciones en el frío extremo de Hokkaidō.
Arriesgando el físico con las abluciones en el frío extremo de Hokkaidō.

Desde el atardecer del día 14, los residentes de la zona se unen al festival y el ambiente se anima. Un aire místico se adueña del pueblo cuando la procesión de personas con farolillos de papel se dirige al santuario por un camino iluminado con hogueras.

Con el animado ritmo de los tambores misogi-daiko de fondo, los ascetas bajan las escaleras de piedra para ejecutar el mizugori ante los espectadores. Los van mojando con agua fría uno a uno, pero ellos aguantan inmóviles, arrodillados y con los brazos cruzados, demostrando su virilidad.

Los participantes pueden tocar los objetos sagrados después de someterse al duro ritual purificador del misogi.
Los participantes pueden tocar los objetos sagrados después de someterse al duro ritual purificador del misogi.

El tercer día es cuando se lleva a cabo el misogi en el mar. A las 10 de la mañana, con la temperatura bajo cero, los cuatro ascetas, vestidos de blanco y portando un objeto sagrado cada uno, se dirigen a la playa de Misogi-hama. Una vez terminan de purificarse sumergiéndose hasta el cuello en el mar, la sensación de logro se les refleja en el rostro.

Abluciones en el mar con los objetos sagrados.
Abluciones en el mar con los objetos sagrados.

El festival Ōhara Hadaka Matsuri de Chiba

(Isumi, 23 y 24 de septiembre)

Los santuarios portátiles se purifican con la marea.
Los santuarios portátiles se purifican con la marea.

El santuario Kaisuka Kashima de Ōhara, Isumi, un municipio en medio de la costa este de la península de Bōsō, es el principal de los 18 santuarios de la zona. Es un lugar sagrado antiguo que se fundó en la era Jōgan (859-877) donde se celebra el festival Ōhara Hadaka Matsuri para rogar por una pesca y una cosecha abundantes desde antes del periodo Edo (1603-1868).

Hombres con el torso desnudo acarrean más de diez mikoshi (santuarios portátiles) y los pasean por el pueblo durante dos días. El punto álgido de la primera jornada del festival es el shiofumi, una inmersión purificadora en el mar. Los mikoshi presentan un diseño propio del sur de la prefectura de Chiba, con solo dos barras alargadas y sin barras horizontales. Dicha configuración les permite pasar por callejuelas estrechas y cambiar de dirección fácilmente, pero a cambio resultan inestables, lo cual dificulta la tarea a los porteadores.

El festival es conocido por su tairyō-uta, una canción de plegaria a los dioses de la pesca.
El festival es conocido por su tairyō-uta, una canción de plegaria a los dioses de la pesca.

La mañana del primer día del festival, cuando los mikoshi de los santuarios de los alrededores se reúnen en el santuario Kashima, los que lideran los cantos marcan el ritmo con palmadas e interpretan la canción del festival, que consta de entre 200 y 300 versos y tiene una letra propia de un pueblo pescador: “Ha llegado la noticia del festival Hadaka Matsuri / Quiero colgar un ruiseñor de la proa / y hacerlo cantar de buena pesca mañana también”.

Introduciendo los espíritus en los mikoshi en el santuario Kashima.
Introduciendo los espíritus en los mikoshi en el santuario Kashima.

Después de que el sacerdote les introduzca los espíritus de los dioses, los mikoshi dan tres vueltas al recinto del santuario a toda velocidad y, al final del recorrido, los porteadores los lanzan al aire bien alto. Luego visitan el puerto pesquero de Ōhara, que está 2 kilómetros al norte-noreste del santuario, donde también se dedican a dar vueltas con los mikoshi y lanzarlos al aire con vigor.

En el puerto también se somete a los mikoshi a un brusco recorrido para rogar por una pesca y una cosecha abundantes.
En el puerto también se somete a los mikoshi a un brusco recorrido para rogar por una pesca y una cosecha abundantes.

Posteriormente, la procesión se dirige a la playa cercana para llevar a cabo el shiofumi. La imagen de cientos de hombres medio desnudos porteando los mikoshi con bravura y colocándose en fila en la playa resulta verdaderamente formidable. Cuando se da la señal, todos se meten en el mar a la vez, corriendo, levantando y lanzando los santuarios portátiles y luchando entre ellos en un espectáculo de lo más emocionante.

Bregando virilmente en el mar.
Bregando virilmente en el mar.

Después de purificar los mikoshi mediante el shiofumi, cada uno regresa a su barrio. Los aclaran con agua fresca para quitarles la sal del mar, se colocan los farolillos y, al atardecer, todos se reúnen en la Escuela Primaria de Ōhara. En la Ōwakare-shiki (gran ceremonia de despedida), los hombres corren con todas sus fuerzas dando vueltas por el patio y al final levantan los mikoshi y cantan a coro una canción de despedida.

Ver a la marabunta corriendo a toda velocidad es impactante.
Ver a la marabunta corriendo a toda velocidad es impactante.

La segunda jornada del festival, después de los actos que se celebran en cada barrio, los participantes se reúnen para ir de procesión y luego otra vez para la ceremonia de despedida en la Escuela Primaria de Ōhara. La triste canción de despedida (“A los jóvenes les duele despedirse / será mejor volvernos a ver para no decirnos nunca adiós”) conmueve a todos los asistentes y los motiva a volver a participar al año siguiente.

Por la noche, cuando el lugar se llena de farolillos, también se crea una estampa digna de admirar.
Por la noche, cuando el lugar se llena de farolillos, también se crea una estampa digna de admirar.

El Takisan-ji Oni Matsuri de Aichi

(Okazaki, sábado más cercano al día 7 del primer mes del antiguo calendario lunar. *En 2025, cayó en 15 de febrero)

Los ogros, a los que se expulsa en el setsubun, ahuyentan a los malos espíritus en este festival.
Los ogros, a los que se expulsa en el setsubun, ahuyentan a los malos espíritus en este festival.

Por todo Japón hay matsuri en que se quema a los malos espíritus con fuego para purificar los lugares ceremoniales. Uno de ellos es el Takisan-ji Oni Matsuri de Okazaki, una ciudad de la prefectura de Aichi.

El templo Takisan-ji guarda una estrecha relación con Minamoto no Yoritomo, fundador del shogunato de la era Kamakura. Es famosa como tesoro del templo la estatua de pie de Shōkanon Bosatsu, obra de los escultores Unkei y Tankei, que supuestamente contiene cabello del shōgun. Se dice también que el origen del festival fueron las plegarias de Yoritomo.

Los dos ogros mayores: la abuela y el abuelo. La autoría de las máscaras se atribuye al escultor Unkei.
Los dos ogros mayores: la abuela y el abuelo. La autoría de las máscaras se atribuye al escultor Unkei.

Desde el primer día del primer mes del antiguo calendario lunar, el templo celebra un servicio funerario conocido como shushōe para rogar por la paz en el país y las buenas cosechas. En la noche del séptimo día, se presentan unos ogros mensajeros de Buda que llevan kagamimochi (pasteles de arroz de forma redonda) en las manos como prueba de que han escuchado las plegarias de la gente.

Las tres personas que llevan máscaras de ogro se alojan durante siete días en una estancia del recinto del templo, donde llevan a cabo un ritual de purificación llamado saikai mokuyoku durante el que se abstienen de consumir carne de animales de cuatro patas y se purifican echándose agua fría. Actualmente las máscaras corresponden a los personajes del abuelo, la abuela y el nieto, pero en los orígenes también estaban las del padre y la madre. Se dice que hace mucho, como la madre y el padre ogros no se purificaron, no pudieron quitarse las máscaras y murieron agonizando, por lo que ahora el saikai mokuyoku es obligatorio.

Cortando los malos espíritus con una espada naginata.
Cortando los malos espíritus con una espada naginata.

Pasadas las 6 de la tarde del último día del festival, la zona frente al pabellón principal del templo se purifica mediante un espectáculo con una espada naginata. Luego se encienden unas 30 antorchas que al quemarse convierten el pasillo del pabellón en un mar de fuego.

Antorchas gigantes de más de dos metros.
Antorchas gigantes de más de dos metros.

Tres ogros surgen de entre las llamas para ahuyentar a los malos espíritus del pabellón principal. El ogro nieto es un niño de primaria, pero se sube a la balaustrada en medio del fuego y representa su papel espléndidamente. Durante las decenas de minutos en que los ogros hacen acto de presencia, el público queda apabullado por un espectáculo que no parece de este mundo.

El ogro nieto, con un kagamimochi (pastel de arroz redondo) en las manos, augura buena fortuna para todo el año.
El ogro nieto, con un kagamimochi (pastel de arroz redondo) en las manos, augura buena fortuna para todo el año.

*Fechas estimadas a partir de las de años anteriores.
Fotografías: Haga Library.

(Traducido al español del original en japonés.)

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    Fotógrafo de festivales en Japón y el resto del mundo. Nacido en 1956. Presidente del archivo de fotografías y documentos de festividades y artes escénicas folclóricas Haga Library. Miembro de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Japón, la Organización de Escritores de Viajes de Japón y la Asociación de Artes Escénicas Folclóricas de Japón. Colaborador de la serie “Nihon no matsuri” (Festivales de Japón) de la revista Shūkan Asahi (Asashi Shimbun Shuppan) y supervisor de Shireba shiruhodo omoshiroi! Nihon no matsuri daizukan (¡Cuanto más sabes, más interesante es! El gran libro ilustrado de los festivales japoneses; PHP Institute, Inc.).

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