Tres grandes festivales de Japón
Tres grandes festivales de farolillos
Guíade Japón
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Las hogueras para recibir a los espíritus de los antepasados evolucionan
Desde tiempos inmemoriales, en los hogares japoneses se ha rendido culto a los espíritus de los antepasados durante el Obon, que se celebra entre el 13 y el 15 del séptimo mes del antiguo calendario lunar. Primero se encienden fuegos de bienvenida o farolillos altos frente a la entrada de casa para que la luz guíe a los espíritus en su regreso al hogar y, en el último día, se les preparan fuegos de despedida o se sueltan farolillos en el mar o el río para indicarles el camino de vuelta al otro mundo. Estas costumbres prácticamente han desaparecido a causa de la generalización de los bloques de viviendas y las normativas para prevenir incendios.
La tradición del Obon, que tiene su origen en ritos budistas, también dio lugar a distintos festivales. Si bien en todo el mundo se celebran actos en los que intervienen figuras de cartón piedra o faroles de grandes dimensiones, las carrozas con farolillos gigantes son un elemento genuinamente japonés. Estos farolillos, que en cada lugar se han transformado de una forma diferente haciéndose más vistosos, adornan las noches de verano y levantan los ánimos.
El Nebuta Matsuri de Aomori
(Aomori, del 2 al 7 de agosto)
Las carrozas con farolillos gigantes, llamadas nebuta o neputa, son un elemento tradicional del verano en la prefectura de Aomori. Cada zona tiene un festival con una historia y unas características propias, como son el Neputa Matsuri de Hirosaki (del 1 al 7 de agosto) o el Tachi-neputa de Goshogawara (del 4 al 8 de agosto).
El festival más famoso es el Nebuta Matsuri de Aomori, que presenta el atractivo de permitir participar a los turistas también. Suele situarse entre los festivales veraniegos más populares y hay años en los que atrae hasta 3 millones de turistas durante los seis días que dura.
Cuando cae el sol, se encienden las luces de las aproximadamente veinte carrozas nebuta. Unos bailarines llamados haneto las preceden brincando. Animosos vítores de “Rassera, rasse, rasse, rassera!” ponen voz al acompañamiento musical de flautas y tambores.
Las nebuta llevan dibujados guerreros de grandes ojos que representan héroes que lucharon contra serpientes, calaveras y espíritus malignos en leyendas y narraciones históricas. Su construcción es un proceso laborioso al que los artistas especialistas en nebuta dedican un año entero, con un resultado majestuoso que deja al público boquiabierto.
El origen de las palabras nebuta y neputa es nemuta, que significa ‘somnolencia’. El festival se desarrolló a partir de un acto de Tanabata en que los agricultores colocaban suima encima de farolillos y los metían en el agua para que flotaran durante el verano, una estación de mucho ajetreo. Se cree que también se integró el shōryō-nagashi, un rito en el que las decoraciones del Obon se metían en barcas y se quemaban creando hogueras para despedir a los espíritus de los antepasados que días antes habían regresado al hogar. El Nebuta Matsuri de Aomori es un vestigio de esta celebración y, en el último día del festival, los nebuta, que ya han cumplido su cometido, se meten en una barca y se transportan por la bahía de Aomori.
Festival de Farolillos Votivos de Issaki, en Ishikawa (festivales de Noto Kiriko)
(Nanao, primer sábado de agosto)
El verano en la península de Noto luce los colores de los festivales de Kiriko. Los kiriko son farolillos alargados de gran tamaño que surgieron a partir de los farolillos decorativos del Obon; en algunas partes se conocen como hōtō.
Cuando Noto sufrió una devastadora plaga en el periodo Edo, los habitantes celebraron un grandioso festival veraniego para ahuyentar a los malos espíritus inspirado en el Festival Gion de Kioto. Este se fusionó con la costumbre de los farolillos kiriko del Obon y dio lugar a los festivales de Kiriko. La competición entre comerciantes hizo que los farolillos fueran aumentando de tamaño hasta alcanzar su impresionante envergadura actual.
Se dice que ahora en Noto hay 800 kiriko y la tradición de celebrar festivales con estos farolillos se ha conservado en 200 comunidades.
Uno de los festivales de kiriko más famosos que tienen lugar entre julio y octubre es el Festival de Farolillos Votivos de Issaki, que se celebra en la localidad de Ishizaki de la ciudad de Nanao, en el centro de la península de Noto. Los kiriko más grandes, que miden entre 12 y 15 metros y pesan 2 toneladas, desfilan intrépidos por seis distritos para rogar por una pesca y una cosecha abundantes. Llevan la cara delantera decorada con kanji auspiciosos de cada distrito y la trasera con imágenes de guerreros.
Cada carroza la transporta un equipo de hasta cien hombres, animados por vítores de “Sakkasai, sakasassai!” y acompañados por la música de tambores y flautas. Los kiriko pasando por calles estrechas y esquivando los salientes de las fachadas de las viviendas son una estampa típica y exclusiva de Noto.
Al final, las seis carrozas dan una vuelta por la plaza juntas. Todas encienden los farolillos a la vez, los porteadores las levantan con los hombros y empiezan una danza vigorosa. La sorprendente coordinación con la que las cargan atestigua la solidaridad de los pueblos pesqueros.
El terremoto de la península de Noto que se produjo el día de Año Nuevo provocó graves destrozos, por lo que en 2024 solo participaron en el festival la mitad de los distritos habituales. El Festival de Farolillos Votivos de Issaki también se celebró a escala reducida, pero sirvió para simbolizar el deseo de reconstrucción y fue una luz para el futuro de la zona.
Festival de Farolillos de Yamaga, en Kumamoto
(Yamaga, 15 y 16 de agosto)
La ciudad de Yamaga, situada en el norte de la prefectura de Kumamoto, es famosa por el papel washi y otras artesanías tradicionales como los farolillos elaborados sin madera ni clavos, solo con papel washi artesanal pegado con cola.
Los orígenes de los farolillos de Yamaga se remontan a 2000 años atrás, cuando el emperador Keikō visitó la zona y los lugareños fueron a recibirlo con antorchas encendidas. El santuario de Ōmiya, dedicado al emperador, se construyó en el terreno donde antaño estuvo su residencia y arraigó la costumbre de ofrendarle farolillos.
A finales del siglo XVI, Katō Kiyomasa, señor del castillo de Kumamoto, regresó de una campaña en Corea con unos artesanos del papel y empezaron a fabricar farolillos de washi. Hoy en día cada uno de los barrios de feligreses elabora farolillos en forma de pabellón de santuario sintoísta u otros edificios y se los ofrendan al santuario de Ōmiya durante el festival, que se celebra los días 15 y 16 de agosto.
El momento álgido de la primera jornada del festival es la ofrenda de la danza de los farolillos, ejecutada por mujeres vestidas con yukata con los tonos del melocotón japonés. Las bailarinas, que forman parte de una asociación de conservación de la tradición y ensayan y actúan en numerosos actos, ejecutan bellos movimientos al son de canciones populares alegres. Los kana tōrō (‘farolillos de oro’) que portan en la cabeza se componen de seis capas de washi artesanal pegadas con cola y su proceso de elaboración dura tres días.
La cúspide del festival es el Sen-nin Tōrō Odori (‘danza con farolillos de mil personas’), que arranca en la noche de la segunda jornada del evento en el patio de la escuela primaria. Mujeres en yukata que llevan farolillos dorados bailan en círculos concéntricos generando una visión absolutamente cautivadora en la que miles de luces se balancean en la oscuridad de la noche creando un mar iluminado.
*Fechas estimadas a partir de las de años anteriores.
Fotografías: Haga Library.
(Traducido al español del original en japonés.)