Tres grandes festivales de Japón
Tres grandes festivales de sumo
Guíade Japón
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Un rito religioso, origen del deporte nacional de Japón
El deporte nacional de Japón tiene unas raíces muy antiguas. Aparece en el mito del traspaso de la tierra (kuni-yuzuri) del Kojiki (712) como competición de fuerza entre divinidades. El Nihon Shoki (720) cuenta que Nomi no Sukune, pionero de los luchadores de sumo, peleó contra otros ante la presencia del decimoprimer emperador Suinin y ganó el combate. En los periodos Nara (710-794) y Heian (794-1185), el tenran sumo (sumo presenciado por emperadores) se convirtió en una ceremonia de la corte; no era un simple entretenimiento, sino un ritual para predecir si la cosecha sería buena o mala en función del ganador.
El movimiento de levantar la pierna y dejarla caer que los luchadores usan al entrar al ring y en los entrenamientos, llamado shiko, proviene de los pasos de una danza que ejecutaban los funcionarios adivinadores onmyōji durante el periodo Heian. Cuando los emperadores y los aristócratas salían a la calle, pisaban fuerte mientras recitaban hechizos para ahuyentar a los espíritus malignos que moran dentro de la tierra. Aunque el shiko ha perdido su significado de danza religiosa, sigue señalando que el ring es un lugar sacro al que acuden los dioses.
Con el surgimiento de la clase guerrera liderado por los clanes Genpei a finales del periodo Heian, el sumo adquirió un talante más de arte marcial. En el periodo Edo (1603-1868), cuando la paz reinaba en el país, se popularizó como espectáculo. Por todo el territorio se organizaban torneos, que fueron los predecesores del ōzumō actual, destinados a recaudar fondos para restaurar templos y santuarios.
Hoy en día los torneos de sumo y los de ōzumō siguen celebrando el dōhyō matsuri, una ceremonia en la que se meten ofrendas de sake, arroz, alga kombu, calamar seco y nueces de kaya en un agujero en el centro del ring, y con la que se ruega por la seguridad de la competición, la paz del país y las buenas cosechas. El sumo no solo se ha ido legando como deporte nacional y entretenimiento de masas, sino también como ritual sintoísta. A continuación, les presentamos tres festivales que conservan potentes vestigios de esa faceta de la disciplina.
Los festivales Otaue y Nukiho del santuario Ōyamazumi de Ehime
(Imabari, día 5 del quinto mes y día 9 del noveno mes del antiguo calendario lunar).
El santuario Ōyamazumi de la isla de Ōmi, en el mar Interior de Seto, alberga una forma peculiar de sumo llamada hitori-zumō (‘sumo de una persona’). Aunque se desconoce cuándo o cómo se originó, su existencia está documentada en un texto de 1364. Se celebra dos veces al año: en el festival Otaue (festival de plantación del arroz), a principios de verano, y en el festival Nukiho (festival de la cosecha), en otoño.
En el hitori-zumō, solo sube al ring un luchador, llamado ichirikizan, que se enfrenta a un adversario invisible que lo empuja, lo zarandea y lo lanza al suelo. El espectáculo resulta un tanto cómico, pero la lucha entre el ichirikizan y el espíritu del arroz sirve para predecir cómo irá la cosecha. Es un combate de tres asaltos. El primero lo gana el espíritu con un tsukidashi. El segundo se lo lleva el luchador, que logra mantenerse dentro del ring. El tercero es un disputado combate de sumo que termina con el espíritu lanzando al rikishi por el aire con un uwate-nage y proclamándose vencedor.
Tras el combate de sumo votivo, las chicas de la isla van al arrozal sagrado (saiden) para cultivar arroz en la ceremonia de plantación y cosecharlo en el festival Nukiho. Allí dan las gracias al espíritu de la planta del arroz, que está de buen humor tras ganar del combate y les promete una cosecha generosa.
El festival Shūki Taisai del santuario Takahama Hachiman de Nagasaki
(Nagasaki, 23 de septiembre).
Takahama, situado en la punta de la península de Nagasaki, es una localidad devota del sumo donde la mayoría de los hombres practican este arte marcial y hasta tienen su propio nombre de luchador. Durante el festival otoñal Shūki Taisai (conocido también como Takahama Kunchi) del santuario Takahama Hachiman, dedicado a la divinidad local, se ejecutan combates rituales para rogar por una buena cosecha y por la seguridad del hogar.
En la víspera del festival, en toda la ciudad resuenan los furedaiko (tambores pregoneros) que anuncian el inicio de la celebración. Los tocan niños vestidos con mawashi ante la mirada cálida de los vecinos, que les regalan propinas.
Los combates de sumo empiezan algo después de mediodía, tras la procesión de mikoshi. El sumo votivo de 33 combates, protagonizado por niños de primaria y más pequeños, en el que anima toda la familia, se narra con un entretenido comentario del árbitro en directo. Los jóvenes luchadores se colocan en círculo alrededor del ring y ejecutan una danza al son de canciones populares compuestas por versos de siete y cinco sílabas. Cuando empieza la danza, con la voz alta del cantor en el centro y el acompañamiento de las voces graves de los demás, se crea un ambiente místico.
El nakizumō (‘sumo de llanto’), ceremonia en que los bebés suben al ring, es un acto del festival que no hay que perderse. Un luchador de sumo entra en el ring y exclama “Dosukoi, dosukoi!”, a lo que el público reacciona con gritos de entusiasmo. Se dice que, cuanto más fuerte llora el bebé, más sano crecerá.
El acto que cierra el festival es el warizumō, en el que se enfrentan luchadores de tres rangos divididos en grupo Este y grupo Oeste: un ōzeki, un sekiwake y un komusubi. Estos combates reales en los que los rikishi hacen gala de su fuerza apasionan al público.
El Karatoyama Shinjizumō de Ishikawa
(Hakui, 25 de septiembre).
El santuario Hakui, situado en el istmo de la península de Noto (Hakui, prefectura de Ishikawa), está consagrado a Iwatsukuwake no Mikoto, hijo del emperador Suinin que mandaba en el territorio. Se dice que el gobernante era aficionado al sumo, por lo que desde antiguo se celebra una ceremonia de sumo por el aniversario de su muerte, el 25 de septiembre, a la que acuden los forzudos de la zona.
Los combates se desarrollan en el estadio de Karatoyama, que se halla a 1 kilómetro del santuario y es el estadio de sumo al aire libre más antiguo de Japón. El ritual que en él se ejecuta es famoso por sus cincuenta y pico combates rápidos “sin agua, sin sal y sin esperas”.
El torneo comienza hacia las 17:30. Primero se celebra el keiko-tori (combates de entrenamiento) de niños y luego los combates de luchadores adolescentes y adultos. Alrededor de las 20:00, encienden las hogueras y empieza el shinjizumō, o sumo ritual. Tras una interpretación de taiko y de canciones tradicionales de sumo, se ejecutan los combates en el orden que sigue: maeyumi, para los candidatos a komusubi; nakayumi, para los candidatos a sekiwake, y okuyumi, para los candidatos a ōzeki, la categoría más alta de la competición.
Los luchadores se dividen según el lugar de origen, en lugar de hacerlo en el grupo del Este y el del Oeste como en el ōzumo. Las zonas se definen en sur y norte, tomando la laguna costera Ouchigawa de la ciudad de Hakui como centro: Kamiyama es la zona del sur hacia Kaga y Etchū, y Shimoyama es la zona norte hacia Noto. Como candidatos a ōzeki, se elige a un luchador de Kamiyama y otro de Shimoyama. Los maestros de establo que fueron ōzeki los seleccionan un mes antes del festival en función de sus habilidades en el sumo, su personalidad y su contribución al festival. Ser elegido como candidato a ōzeki es un gran honor. Cada luchador dispone de una asociación de simpatizantes compuesta de más de 100 miembros que elaboran los espléndidos mawashi decorados y las banderolas, y les brindan su ferviente apoyo hasta el combate.
Tras proclamarse los campeones de los rangos komusubi y sekiwake, las hogueras crecen y llega el momento de la gran final: el combate para elegir al ōzeki. Sin embargo, la costumbre dicta que los dos candidatos salgan del ring simultáneamente para que ambos reciban el título de campeón y alcancen la codiciada categoría.
Los dos nuevos ōzeki son transportados por los demás luchadores de sus respectivas zonas al santuario Hakui para anunciar su victoria. Al año siguiente, se convierten en oyakata (maestros de establo) y entrenan a los luchadores jóvenes. Así es como el sumo ritual viene legándose de año en año desde la antigüedad.
*Fechas estimadas a partir de las de años anteriores.
Fotografías: Haga Library.
(Traducido al español del original en japonés.)