El fotógrafo de ‘ukiyo-e’ Kichiya y su versión de las ‘Cien famosas vistas de Edo’
El aserradero de Fukagawa
Guíade Japón
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¿Por qué se construían balsas en plena nevada?
En el periodo Edo casi todos los edificios eran de madera, por lo que había que almacenar grandes cantidades de dicho material. El aserradero más conocido de la capital era el de Kiba, que se extendía al este del santuario Tomioka Hachiman-gū, en la zona de Fukagawa.
Si nos fijamos en un mapa de la era del Bakumatsu, a finales del periodo Edo, observamos que el lugar donde ahora está el parque de Kiba (distrito de Kōtō) y la zona de la estación de Kiba de la línea de metro Tōzai se hallaban separados por canales rectos.
Por aquel entonces la madera se trasportaba por vía fluvial; primero se sumergía en agua y luego se dejaba secar. Cada una de las parcelas cuadradas y marcadas con el nombre del propietario que aparecen en el mapa tenía un gran estanque en el centro (aserradero acuático). Solo los márgenes de las parcelas estaban cubiertos de tierra. Los estanques conectaban con los canales y la madera entraba y salía por ellos atada en forma de balsas.
El cuadro que nos ocupa representa el estanque de una parcela como las que acabamos de describir. Hay fuentes que interpretan que se trata del canal de Kiba, pero muy probablemente se equivocan. Además, existe una razón por la que un panorama que debería resultar anodino se presenta como un paisaje refinado.
Al hablar de negocios madereros del periodo Edo, muchos seguramente pensarán en Kinokuniya Bunzaemon. A pesar de que su historia está plagada de misterios y algunos expertos afirman que es un personaje ficticio, se dice que logró convertirse en proveedor oficial de la Casa Imperial y del sogunato sobornando a altos funcionarios y que amasó una gran fortuna. Protagonista de un buen número de episodios notables, se cuenta que llegó a alquilar el barrio rojo de Yoshiwara al completo para su diversión. Se cree que Bunzaemon lo hizo para agasajar a los funcionarios del Gobierno, pero hay quien asegura que fue un espectáculo para ganarse la confianza del Bakufu exhibiendo su poder financiero y cosechar popularidad entre los ciudadanos de Edo.
Bunzaemon tuvo que cerrar su aserradero de Kiba porque se le incendió, pero los principales madereros siguieron entre la élite de los comerciantes más prósperos de Edo. Como también les importaba la opinión pública, se relacionaban con intelectuales y construían aserraderos que fueran del agrado de los más sofisticados para que no se les tildara de chabacanos, vulgares o tacaños. Hiroshige incluyó el mismo paisaje nevado del aserradero de Fukagawa en su Ehon Edo Miyage (Suvenires de Edo) con el comentario: “Las vistas de aquel paisaje son famosas por su elegancia”.
La versión del cuadro del aserradero de Fukagawa en Meisho Edo hyakkei (Cien vistas famosas de Edo) y la de Ehon Edo Miyage (Suvenires de Edo) presentan una gran diferencia, aparte de la orientación vertical u horizontal: la presencia de carpinteros de balsas (kawanamitobi) con gorro y capa (minokasa). En la primera obra hay dos hombres que construyen una balsa para transportar la madera a pesar de la nevada.
En 1855, cuatro años después de que se publicara Ehon Edo Miyage (Suvenires de Edo), un gran terremoto asoló la capital y muchos edificios se derrumbaron o se quemaron. El cuadro que analizamos en este artículo refleja el ajetreo de la reconstrucción que tuvo lugar al año siguiente. El suministro de madera no alcanzaba a satisfacer la enorme demanda de material, por lo que los precios se dispararon. Esta crisis maderera dificultaba la provisión y el transporte de mercancía a los comerciantes del sector.
¿Se quejarían los carpinteros de balsas mientras se afanaban para producir los pedidos de madera que el dueño había prometido a la clientela? ¿O quizás se entregaban al trabajo sin importarles la nieve para reconstruir la ciudad? Aunque a primera vista parece un paisaje sereno, al comparar ambas versiones se pone de manifiesto la mirada periodística de Hiroshige, que se propone transmitir la peculiar situación del momento.
Actualmente en Kiba solo queda una parte de los canales (el resto se enterró) y los aserraderos acuáticos han desaparecido por completo. Al ser una zona tan extensa, fui varias veces para buscar lugares para hacer la foto, marqué unos cuantos puntos en el mapa y esperé a que nevara. Un día de nevada, en enero de 2018, me dirigí al parque del río Sendaibori, que linda con el extremo este del parque de Kiba, y el objetivo me mostró la composición que había imaginado.
Información sobre el lugar
Cuando el Gobierno de Edo se puso en marcha, los madereros y aserraderos se instalaron en el barrio de Zaimoku del extremo sur de Edogawabashi (junto a la autopista metropolitana y la circunvalación que pasan por Nihonbashi).
Más tarde, cuando la zona se quedó pequeña en tiempos del tercer shogun (Iemitsu), los negocios se trasladaron a los nuevos aserraderos que se habían montado en la ribera este del río Sumida. Tras el Gran Incendio de Meireki (1657), todo el barrio de Fukagawa se desarrolló y, una vez construidos los puentes de Shin-ōhashi y Eitai-bashi, durante el mandato del quinto shogun (Tsunayoshi), la zona de Tomioka Hachiman-gū experimentó una explosión demográfica. Ante el repentino aumento de la demanda de madera, en 1701 se instaló un nuevo aserradero de gran capacidad en el lado este del santuario.
El aserradero de Fukagawa ofrecía una superficie lo bastante vasta y estaba cerca del mar. Al dar al río Ōyoko, que conecta con el Onagi y el Tate, las nuevas instalaciones permitieron el trasporte no solo desde el río Sumida, sino también desde el Naka y el Edo, y continuaron siendo una zona de madereros próspera de la era Meiji en adelante.
Seguramente algunos de ustedes se preguntarán si la madera no se pudre en el aserradero acuático de la fotografía de hoy. Aunque meter los troncos en el agua resulta útil para transportarlos, también se sumergen con otro fin que quisiera describir a continuación.
Enterrar la madera en el fondo del agua permite bloquear el aire y evitar la corrosión, pero, si se deja flotar en la superficie, se pudre. Con todo, como la madera se va corrompiendo poco a poco desde fuera hacia el interior, los troncos gruesos no se echan a perder aunque se queden flotando durante algunos meses.
Los troncos de los cedros y los cipreses a veces se usan enteros, quitándoles solo la corteza, pero normalmente se cortan en paneles o tablas. Los árboles tienen una parte interior y otra exterior (de color más claro) que se contraen en distinta medida cuando se secan; la exterior se contrae más y, si se deja secar de forma natural, suele agrietarse.
La experiencia acumulada en el tratamiento de la madera dio lugar al secado acuático. Si un tronco se sumerge en agua, la diferencia de contracción entre el exterior y el interior se reduce, con lo que es más difícil que se quiebre o se deforme. Además, la resina y las impurezas se eliminan con el agua, gracias a lo cual el secado posterior es más rápido que el natural. Si bien en estos días el sector de la construcción utiliza principalmente madera laminada o conglomerado, algunos negocios han recuperado la técnica del secado con inmersión en agua.
El aserradero de Fukagawa siguió operativo tras la Segunda Guerra Mundial, con instalaciones renovadas. Sin embargo, con el acusado aumento de la importación de madera de los años 60, se fue ganando terreno al mar para construir y el aserradero se fue alejando de la costa. Por eso en 1981 todos los aserraderos se trasladaron a Shinkiba, una zona del sur del distrito de Kōtō que mira a la bahía de Tokio.
Los aserraderos se enterraron y la zona se transformó en el parque de Kiba. Aunque no llegue al nivel de aquellas vistas que plasmó Hiroshige, ahora ostenta un bello paisaje con una plaza verde y un jardín botánico, bien equipado de instalaciones deportivas como pistas de tenis y culturales como el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio.
(Traducido al español del original en japonés.)