La cerámica japonesa
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Los orígenes de la cerámica japonesa se remontan a hace 13.000 años, concretamente, al período Jōmon, época en la que nació el homónimo estilo. Las peculiares formas que lo caracterizan, así como el misterio que lo rodea y el vigor que transmiten sus piezas, han motivado que se vuelva a reflexionar sobre su significado.
Cerámica y porcelana
La cerámica japonesa, cuya elaboración consiste en darle forma a la arcilla o a piedras que contienen cristales, se puede dividir en dos grandes categorías: la cerámica y la porcelana. En la primera de ellas, las principales materias primas son el barro y la arcilla, y de su cocción se obtiene un producto suave y grueso. En la segunda, sin embargo, se emplean materiales como el cuarzo y el feldespato, que se mezclan con la arcilla, de ahí que el resultado sea más sólido, detallado y delgado. Las distintas formas de decorar las piezas determinan el estilo: con dibujos, esmaltada, pincelada, peinada, cepillada...
Rokkoyō, los seis hornos antiguos, Patrimonio de Japón
Se considera que el período más prolífico de la cerámica en Japón fue entre los siglos XII y XV, esto es, desde finales de la era Heian hasta el período Muromachi; se abrieron entonces hornos en distintos puntos del país. Destacan seis, conocidos en japonés como Rokkoyō (los seis hornos antiguos): Bizen, en la prefectura de Okayama; Tanba, en la de Hyōgo; Shigaraki, en la de Shiga; Tokoname y Seto, en la de Aichi, y Echizen, en la de Fukui. Son Patrimonio de Japón desde 2017.
La ceremonia del té y el progreso de la cerámica japonesa
En el período Muromachi (siglos XIV y XV), el maestro Sen no Rikyū llevó la ceremonia del té al máximo nivel. Esto motivó la elaboración de piezas de cerámica únicas de Japón que utilizar durante este tipo de celebración y como elemento decorativo —floreros—; destacan, entre otras, las de la casa Raku y las de cerámica de Oribe. Los generales de Kyūshū que formaban parte de las tropas enviadas a Corea por Toyotomi Hideyoshi entre 1592 y 1598, regresaron a Japón con alfareros coreanos que construyeran hornos donde hacer más cerámica para el té. En aquel entonces, Arita (prefectura de Saga) era la cuna de la porcelana homónima, entre cuyas variedades sobresalía, por su alto valor como antigüedad, la de Koimari. A día de hoy, los coleccionistas de todo el mundo les tienen un gran aprecio a estas piezas. Uno de los estilos de porcelana más famosos dentro de la cerámica de Ariake —o Imari, como también se la conoce—, que en 2016 cumplió 400 años de historia, es el Kakiemon; se caracteriza por su color blanco y sus motivos decorativos en rojo, una combinación armoniosa.
Desde la segunda mitad del período Azuchi-Momoyama (1568-1603) hasta la primera del período Edo (siglo XVII), se fabricaron muchas piezas de cerámica con las que los artistas buscaban explorar todo su potencial en aras de la belleza, además de las relacionadas con el té. Posteriormente, hubo un auge de la porcelana con decoración detallada.
En el siglo XVIII, las técnicas propias de la porcelana de Arita se propagaron por diversos lugares de Japón y se fabricaron piezas en Kioto, Kutani y Seto, entre otros. Además, a comienzos de la era Meiji (1868-1912), la cultura japonesa, en particular todo lo relacionado con el té, gozaba del mecenazgo de maestros de esta disciplina pertenecientes a las clases adineradas como Nezu Kaichirō, cuya colección de arte sirvió de base para la fundación del Museo Nezu (Tokio), y Hara Sankei, creador del jardín Sankei (Yokohama).
La cerámica y la artesanía popular
A principios de la era Shōwa, en torno a 1925, se propagó por Japón un movimiento de apreciación de la artesanía popular (mingei); en concreto, de los objetos de uso diario de autor desconocido y de lo que se denominaba “la belleza del uso”. Sus precursores fueron el filósofo Yanagi Muneyoshi (1889-1961) y los alfareros Hamada Shōji (1894-1978), Kawai Kanjirō (1890-1966) y Bernard Leach, este último de nacionalidad británica.
Dentro de este movimiento, llama especialmente la atención en todo el país la cerámica de Onta, en la prefectura de Ōita. Trescientos años después de su creación, siguen produciéndola solamente diez familias de alfareros, que transmiten la técnica de padres a hijos únicos. Desde 1995, es Patrimonio Cultural Intangible de Importancia de Japón.
La popularidad de la cerámica de uso diario tras el estallido de la burbuja
El período de crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial se tradujo en mejoras en la calidad de vida de los japoneses, que podían disfrutar de una mayor holgura. En esa época, la cerámica se asociaba con el arte. Sin embargo, el estallido de la burbuja, en la primera mitad de la década de 1990, produjo un cambio en la tendencia: se comenzaron a fabricar piezas que pudieran utilizarse en el día a día. En la actualidad, los productores de cerámica son diversos, al igual que los compradores. Por ejemplo, a los jóvenes les gustan las piezas de uso diario.
A la caza de las gangas en los lugares de producción
En mayo y en octubre de cada año, coincidiendo con la primavera y el otoño, respectivamente, se organizan en los lugares de producción mercadillos de cerámica, una buena oportunidad para encontrar gangas e incluso conocer a los artesanos. Los tres más importantes de Japón son el de cerámica de Mino, en la prefectura de Gifu; el de Imari —porcelana de Arita—, en la de Saga, y el de cerámica de Seto. Se organizan viajes allí que permiten disfrutar de la historia, la artesanía y la gastronomía locales.
Imagen del encabezado: Exposición individual de Yokoyama Takuya en la galería Tohkyo, en Tokio. De izquierda a derecha, cuencos de té y cuenco con boca.
(Traducción al español del original en japonés)