El Año Nuevo en Japón
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'Akemashite omedetō': felicitando el Año Nuevo
Cuando las agujas del reloj marcan la medianoche el 31 de diciembre, los japoneses se felicitan el comienzo de un nuevo año intercambiando un 'Akemashite omedetō' –¡Feliz Año Nuevo!–. La llegada de Toshigami-sama, el dios del Año Nuevo, da inicio a una época repleta de celebraciones. Aunque en los últimos años se está perdiendo la costumbre, la gente suele regresar a la casa de sus padres antes del 1 de enero para pasar esos días de fiesta con ellos y otros familiares; además, lo normal es ponerse un kimono u otra prenda tradicional durante los festejos. Los canales de televisión se tiñen del mismo color y ofrecen un determinado tipo de películas y programas clásicos de esta época, del mismo modo que los parques temáticos y de atracciones. Se reciben postales de Año Nuevo, y los pequeños de la casa esperan con ansia el momento de entrega del otoshidama, una paga que los adultos les dan en unos sobrecitos especiales.
En el archipiélago nipón, el Año Nuevo, shōgatsu en japonés, se celebra del 1 al 7 de enero, aunque las fechas varían en función de la región; en algunos casos, este período de festejos, denominado matsuno uchi, se prolonga hasta el día 15. Año Nuevo es el único de estos días que aparece marcado como festivo en el calendario, aunque los organismos públicos suelen cerrar por vacaciones del 29 de diciembre al 3 de enero; muchas empresas respetan también estas fechas. Los grandes almacenes y los supermercados suelen colgar el cartel de 'cerrado' el primer día del año, pero las tiendas de 24 horas y algunos bares y restaurantes mantienen abiertas sus puertas durante los días que anteceden y suceden a Año Nuevo. Hasta la noche del 25 de diciembre, las calles y los comercios lucen un aspecto navideño; el día siguiente, el espíritu de la Navidad desaparece y da paso al ambiente característico del shōgatsu, algo que se nota incluso en los anuncios publicitarios en televisión.
Adornos para recibir a Toshigami-sama
Para recibir a Toshigami-sama son varios los adornos que se colocan en los hogares japoneses, inmaculados tras la limpieza general de Nochevieja. Entre ellos destacan el kadomatsu, un ornamento de bambú y pino que se pone a la entrada; el shimekazari, que se cuelga de la puerta para ahuyentar la mala suerte; y el kagamimochi, que adorna el interior de la vivienda –por ejemplo, se coloca en un altar sintoísta o kamidana si se dispone de uno–. La calma reina durante la fría mañana de invierno de Año Nuevo. La casa ya está limpia; la comida, lista. Es tiempo de disfrutar relajadamente con la familia y Toshigami-sama.
El primer sueño del año
El Año Nuevo es la celebración más importante en Japón y, como tal, está repleto de actos tradicionales y costumbres. La primera visita del año a un santuario sintoísta o templo budista, el hatsumōde, es una de las prácticas imprescindibles. El objetivo de este tipo de peregrinación es mostrar agradecimiento a los dioses y rezar por que la buena suerte y la paz reinen durante los próximos doce meses. Para ello, se lanza una moneda a un cajón de madera que hace las veces de hucha y se juntan las palmas de las manos. Además, es frecuente consultar una especie de oráculo que ofrece sus mensajes por escrito, los omikuji, y comprar amuletos o tablillas ema; en estas últimas la gente plasma sus deseos y peticiones con la esperanza de que los dioses intercedan. El santuario Meiji y los templos Naritasan Shinshō y Kawasaki Daishi son los tres lugares santos que más visitantes reciben – más de tres millones–, del 1 al 3 de enero.
Otro acto que no puede faltar en estas fechas tiene lugar el 2 de enero, día en que el público general puede acceder al Palacio Imperial, donde los emperadores y otros miembros de la Familia Imperial japonesa saludan desde un balcón a quienes han acudido a felicitarles el Año Nuevo.
En artes marciales como el kyūdō y el kendo existe la costumbre del hatsugeiko, el primer entrenamiento o práctica del año. Por otra parte, está el kakizome, el primer ejercicio de caligrafía del año. No debemos olvidarnos del hatsuyume, el primer sueño del año, que se tiene durante la noche de Año Nuevo o el día 2 y cuyo contenido presagia la suerte para los próximos 365 días. Se considera que soñar con el monte Fuji, un halcón o una berenjena es símbolo de buenos augurios.
Bolsas sorpresa, ¿una ganga?
Tradicionalmente, en Japón Año Nuevo ha sido siempre una época tranquila en la que las tiendas cerraban, pero hoy en día los centros comerciales y otras grandes superficies deciden abrir sus puertas el día 1 o el 2. Es en estas fechas que establecimientos como los grandes almacenes comienzan a vender sus bolsas sorpresa, fukubukuro en japonés (bolsas de la suerte). Contienen productos por un valor superior al precio al que se venden, razón por la cual se forman largas colas desde primeras horas de la mañana ante las puertas de las tiendas más populares.
Zōni y osechi, la cocina tradicional de Año Nuevo
La comida típica de Año Nuevo en Japón se denomina osechi. Tradicionalmente son las mujeres de la casa quienes se encargan de prepararla, por lo que los últimos días del año son una época de mucho ajetreo para ellas. Eso explica en parte que los platos estén elaborados de forma que se conserven más tiempo –por ejemplo, hervidos, asados o encurtidos– y las cocineras puedan así permanecer alejadas de los fogones durante los tres primeros días del año. Las especialidades del osechi contienen ingredientes que se consideran de buen augurio y se sirven en unas cajas especiales de entre tres y cinco pisos. Todo está preparado pensando en aquello por lo que se quiere rezar en Año Nuevo: salud, buenas cosechas, prosperidad...
Existe también la posibilidad de comprar los platos típicos del osechi ya preparados. Los restaurantes, los grandes almacenes y algunos chefs de renombre aceptan pedidos a partir de principios de octubre. Además, en Nochevieja los supermercados y otros comercios venden las distintas especialidades de Año Nuevo, que se pueden comprar por separado. Por otra parte, la comodidad que implica poder comprar el osechi por Internet ha servido para que aumenten las ventas. En los últimos años, la oferta se ha ampliado: hay menús que combinan los platos tradicionales japoneses con especialidades inspiradas en la comida occidental, la china o la coreana. En una época en la que la sociedad nipona se enfrenta al problema del descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población, el osechi para una o dos personas goza de popularidad.
El zōni es una sopa típica de Año Nuevo que lleva mochi, un tipo de pastelillo de arroz glutinoso característico de la repostería japonesa. Los ingredientes y el sabor varían considerablemente en función de la región y de la familia. Por ejemplo, hay quienes elaboran la sopa utilizando pasta de miso blanco o como si fuera una sopa sumashi, y quienes le ponen carne de pollo, salmón, verduras e incluso anko. La forma del mochi que se emplea también es diferente: en las regiones de Kantō y Tōhoku es cuadrado, mientras que en Kansai suele ser redondo. Además, puede ser asado o hervido. Cada año por estas fechas no son pocas las personas mayores a las que se ha de trasladar en ambulancia al hospital por haberse atragantado comiendo mochi, por lo que se aconseja tener mucho cuidado con estos pastelillos.
El 7 de enero es costumbre comer nanakusagayu, unas gachas o arroz congee con siete tipos diferentes de verduras. Es un plato que en cierto sentido regenera el cuerpo tras los atracones de Año Nuevo y es suave para el estómago, cansado del alcohol que acompaña las celebraciones de Fin de Año y Año Nuevo. Además, lleva verduras, un ingrediente que escasea en los platos típicos de esta época.
Los últimos días de diciembre y los primeros de enero están llenos de tradiciones mediante las cuales se demuestra la importancia que se concede a los conocimientos heredados de los antepasados y se reza por un año nuevo cargado de buena salud y felicidad. No obstante, elementos propios de estas fechas como el mochi y el sake son calóricos, de ahí que en japonés exista la palabra shōgatsubutori para hacer referencia a los kilos que se ganan durante el Año Nuevo. Hay que procurar que lo que aumente durante los próximos 365 sea la felicidad y no la cifra que marca la báscula al pesarse.
Imagen de la cabecera: el templo Sensō, en Asakusa, Tokio, durante el hatsumōde (cortesía de Jiji Press).
(Traducción al español del original en japonés)▼Otros artículos de interés
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