Consejos para afrontar las dificultades de la vida

Cuando no sabemos qué queremos en la vida

Sociedad

Izumiya Kanji [Perfil]

Cada vez hay más personas que no saben qué quieren hacer con su vida o qué es lo que realmente les gusta. En este artículo les presentamos el consejo de un psiquiatra que trata a diario con pacientes que se hallan ante este tipo de dudas.

La importancia de rebelarse

La base del ego se asienta en la expresión del rechazo, en negarse ante la dominación y la invasión por parte de los demás. Se trata de una demostración de autonomía del ser y constituye el punto de partida para conservar la dignidad propia. En definitiva: para ser nosotros mismos, es imprescindible que nos rebelemos.

La etapa de rebeldía que presentan todos los niños entre los dos y los tres años de edad es el primer fenómeno que surge del descubrimiento de la conciencia del yo. Cuando los padres les dicen que coman, se niegan y, cuando les dicen que no coman, también. La cuestión no es querer comer o no, sino manifestar un ego que rechaza someterse a las instrucciones ajenas.

Para salir de ese estado de desconocer lo que se quiere y recuperar el ego, es también importante avivar la rebeldía. Cuando uno está castrado psicológicamente, por más que pregunte a su corazón qué le gusta y qué desea, este no le responde. Un corazón al que se ha prohibido esa expresión de voluntad básica que es la rebeldía no va a ser capaz de decidir cuando a uno le convenga. Así pues, para resucitar el ego y realizar la transición de un ser pasivo a un ser activo, es necesario dejar de lado las virtudes de humildad, obediencia y docilidad que se nos han inculcado desde pequeños.

En Así habló Zaratrustra, el filósofo Friedrich Nietzsche ilustra el proceso de maduración del hombre con una secuencia simbólica formada por un camello, un león y un niño pequeño (capítulo «De las tres transformaciones»). El camello simboliza la diligencia, la obediencia, la devoción y el esfuerzo. Nos inclinamos a creer que dicha imagen corresponde a la de un adulto hecho y derecho, pero en realidad se trata de la etapa del ser pasivo que no ha desarrollado el ego todavía. Luego el camello se transforma en león y vence a un dragón llamado Tú Debes, que hasta entonces lo dominaba y dirigía, y grita “¡Yo quiero!”. Convertido en un ser activo, el león supera su apego al yo y se transforma en un niño pequeño, que simboliza la inocencia, la creatividad y la jovialidad. Ese es el proceso de maduración del espíritu humano.

Por desgracia, muchos adultos siguen creyendo que la educación consiste en formar a camellos obedientes y diligentes. Por eso cuando llega el día en que nos cuesta oír la voz de nuestro corazón, corroída por la pasividad, debemos detenernos a escuchar bien hasta que logremos oír ese “no quiero” del rechazo y usarlo para despertar poco a poco el espíritu rebelde del león. Para ello, cuando nos disponemos a hacer algo, tenemos que distinguir si lo hacemos porque nos lo pide el corazón o porque nos lo ordena la cabeza. En el caso de que la decisión provenga de la cabeza, debemos consultar a nuestro corazón para ver qué le parece. Con esta sencilla acción interna estaremos mostrando respeto al corazón, al que hemos ignorado durante tanto tiempo. Y, al fin, el asfixiado corazón recuperará su energía para revelarnos su voluntad sin vacilar.

(Primer artículo de una serie mensual de cinco entregas. Ilustraciones de Mica Okada.)

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Psiquiatra y compositor. Graduado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Tōhoku. Ha trabajado en el Hospital Seiwa. En 1999 se traslada a Francia para estudiar en la École Normale de Musique de París. Tras trabajar un tiempo como asesor educativo en la Escuela Japonesa de París, regresa a Japón. En 2005 abre en Tokio la Clínica Izumiya, especializada en tratamiento psiquiátrico. Ha publicado varios libros, entre los cuales se encuentran ‘Futsū ga ii’ toiu yamai (El mal de querer ser normal) y Shigoto nanka ikigai ni suru na (No hagas del trabajo tu razón para vivir).

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