Medio ambiente en Japón: 50 años de destrucción y rehabilitación
Los albatros de cola corta, supervivientes de una masacre (1)
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Los albatros de cola corta de las islas Senkaku
Corría el año 1988 y yo trabajaba como reportero para un periódico. Un día me tocó sobrevolar las islas Senkaku en una aeronave de pequeño tamaño. En las dos vueltas que dimos al archipiélago, el fotógrafo que me acompañaba fue captando imágenes de las montañas rocosas que se erguían ante nuestros ojos. Cuando revelamos las instantáneas, descubrimos varias crías de ave con un mullido plumaje negro y marrón sentadas en siete ubicaciones de los salientes de las rocas.
Este era el segundo lugar de Japón, tras Torishima, en el que se descubría que se reproducían los albatros de cola corta. Ya en el pasado, las Senkaku servían de hábitat a un gran número de estas aves y, como su existencia en ellas se había confirmado en 1971, nuestra contribución quedaba reducida a unas meras fotografías de crías fruto de la casualidad. En la actualidad, viven allí unos cientos, pero la imposibilidad de acceder a las islas pone freno a los esfuerzos de investigación. No obstante, una de estas aves permitió realizar un gran descubrimiento.
El éxito del plan de migración
La población mundial del albatros de cola corta se concentra prácticamente, con excepción de las Senkaku, en Torishima, una isla volcánica en el extremo meridional del archipiélago de Izu. La posibilidad de una gran erupción pone en peligro la supervivencia de estas aves, motivo por el cual las autoridades nacionales pusieron en marcha en 2008 un proyecto de migración del albatros de cola corta con el que garantizar un segundo hábitat seguro.
La iniciativa consiste en capturar los polluelos que acaban de nacer en Torishima y llevarlos a Mukojima, una isla desierta del archipiélago de Ogasawara que se encuentra a 350 kilómetros y que albergaba nidos antaño. Allí se los cría de forma artificial con el objetivo de devolver las aves a la naturaleza y crear así un nuevo lugar de reproducción. Esta iniciativa es la primera del mundo que se realiza con el albatros de cola corta. Además, varios investigadores del Instituto de Ornitología Yamashina, entre ellos Satō Fumio, se han dedicado a averiguar a conciencia cuántos días han de pasar tras el nacimiento de un ave para que pueda migrar.
En febrero de 2008, se transportó en helicóptero a diez crías de albatros de cola corta de Torishima a Mukojima. En los cuatro meses transcurridos hasta finales de mayo, el cabeza del proyecto, Deguchi Tomohiro, y su equipo hicieron las veces de madre y se dedicaron a alimentar a los polluelos. Los alimentos y otros suministros necesarios llegaban semanalmente desde Chichijima tras unas tres o cuatro horas de trayecto en un pesquero; los participantes en el proyecto hicieron vida de campamento hasta que las aves abandonaron el nido. El traslado de las aves se ha seguido realizando posteriormente; hasta la fecha, 69 ejemplares han abandonado el nido.
El retorno de Ichirō
Las aves que abandonaron el nido vivieron tres años en el Pacífico Norte; la primera bandada regresó a Mukojima en 2011. El primer ejemplar era un macho de nombre Ichirō. El año siguiente, cortejó a Yuki, una hembra salvaje que se convertiría en su pareja de por vida. Sin embargo, sus huevos eran hueros. En los tres años siguientes no lograron tener descendencia.
La suerte de los investigadores cambiaría en 2014 con el nacimiento en secreto de varias crías de un macho nacido en Torishima y de una hembra, de nombre Y11 y criada de forma artificial, en Nakōdojima, una isla a tan solo cinco kilómetros de Mukojima. Al parecer, los albatros de cola corta criados en esta última isla eran capaces de ir a Torishima y volver, de ahí que se hubiera creado una pareja. Era la primera vez en 80 años que nacían polluelos en el archipiélago de Ogasawara.
En medio de las altas expectativas, en enero de 2016 Ichirō y Yuki lograron concebir, tras tres intentos fallidos, las crías tan ansiadas. Llovieron las felicitaciones y los halagos de los investigadores de todo el mundo, que habían supervisado el proyecto de migración. En mayo de ese mismo año ocurrió otro milagro: en Yomejima, otra isla también en el archipiélago de Ogasawara, nacieron varias crías de padres desconocidos.
No se saben los orígenes de Yuki, el ejemplar salvaje, pero el equipo de Satō se propuso resolver el enigma. La solución llegó de la mano de Eda Masaki, profesor en el Museo de la Universidad de Hokkaidō. El análisis de los genes de la hembra determinó que esta había nacido en las islas Senkaku, a más de 2.000 kilómetros. El resultado fue totalmente inesperado.
En investigaciones posteriores se ha descubierto que el 7 % de las crías nacidas en Torishima tiene genes de aves de las Senkaku. Se sabe, pues, que las aves de ambos lugares se cruzaron en el Pacífico Norte. Un mayor análisis muestra que los genes de Yuki se diferencian enormemente de los de las aves de Torishima, por lo que es muy posible que los ejemplares de las Senkaku sean un nuevo tipo de albatros de cola corta.
El investigador Satō considera que el motivo por el cual esta hembra solo era capaz de poner huevos hueros al principio tendría su explicación en que el período de celo variaría sutilmente al tratarse de una especie diferente. En un futuro cercano, es posible que esta especie sea reconocida como nueva en todo el mundo y reciba un nombre diferente.
Una isla aislada perteneciente a Tokio
Torishima es una isla desierta que pertenece a la metrópoli de Tokio. Se encuentra en el extremo meridional del archipiélago de Izu, unos 580 kilómetros al sur de la capital de Japón y cerca de 300 kilómetros, también al sur, de Hachijōjima, otra isla del mismo grupo. Su superficie es de unos escasos 4,8 km2. Su diámetro, cercano a los 2,5 kilómetros; su perímetro, de unos 7 kilómetros. El punto más alto de la isla se encuentra a una altura de 394 metros. La isla es, además, la cabeza de un volcán doble que sobresale del mar. Clasificado en la categoría A de actividad volcánica de Japón, la erupción de 1902 se cobró la vida de las 125 personas que habitaban la isla. Desde entonces, este fenómeno se viene repitiendo.
La corriente de Kuroshio, en las costas del Pacífico a lo largo del archipiélago nipón, es la corriente marina más potente del mundo. Sus grandes meandros chocan contra Torishima de forma cíclica. Es en esta época en la que resulta fácil que los barcos naufraguen y sean arrastrados por la corriente hasta la isla, concurrida en el pasado por una gran cantidad de náufragos. Muchas obras literarias tienen como tema la tragedia de estas personas y su impresionante vida.
Abundantes naufragios
Los naufragios tienen su explicación en una prohibición del shogunato de Tokugawa según la cual no se podían construir navíos de gran envergadura, en concreto, que superaran las 100 toneladas de desplazamiento. Además, debían ser embarcaciones de una sola vela y un único mástil; también quedaba prohibido que tuvieran quilla, de ahí que el fondo fuera plano. Esta medida formaba parte de las políticas de una nación aislada que buscaba eliminar el poderío militar de los señores feudales o daimyō. Este tipo de construcción no resistía las tormentas, por lo que muchos barcos naufragaban.
Según Historia de los naufragios de Torishima, una crónica de este tipo de incidentes durante el periodo Edo que se conserva en el Museo Nakahama Manjirō, fueron 14 los casos. Se sabe que 98 personas se encontraban en las embarcaciones naufragadas; 80 de ellas sobrevivieron. La estancia más larga en la isla fue de 19 años y tres meses, la de las 12 personas que viajaban a bordo del Ōshikamaru, que naufragó en 1720; solo tres de ellas salieron con vida.
La persona que menos estuvo en la isla no llegó ni a un día: en la misma jornada de su naufragio, coincidió con otro náufrago que intentaba escapar. La permanencia media en Torishima era de unos tres años. Sin embargo, hubo quienes murieron de hambre, por enfermedad o se suicidaron.
La novela Naufragio, de Yoshimura Akira (editorial Shinchōsha), está inspirada en la historia de cuatro náufragos que llegaron a la isla en 1785; el capitán sobrevivió. Tres años más tarde, otros 11 náufragos arribaron allí, dos de los cuales morirían en la isla. Dos años más tarde se les sumaron otros seis, pero dos de ellos fallecerían en tierra.
Las 14 personas que quedaron con vida al final construyeron un barco de vela con trozos de madera que el mar había arrastrado a la playa y navegaron hasta Aogashima, una isla habitada. Desde allí se dirigieron de vuelta a Edo, la actual Tokio, pasando por Hachijōjima. El mencionado capitán sobrevivió unos 12 años.
Otra historia célebre es la de Nakahama Manjirō, conocido también como John Manjirō. En 1841, el pesquero a bordo del que viajaba acabó envuelto en una borrasca; el mar lo arrastró a él y a las otras cuatro personas de la embarcación a Torishima. Tras 143 días en la isla, los rescató un ballenero estadounidense. Japón seguía siendo una nación aislada del exterior, por lo que no podían regresar en el navío extranjero a su país de origen; los cuatro compañeros de Nakahama se bajaron en Hawái, mientras que el capitán Whitfield lo adoptó y se lo llevó a Estados Unidos, donde se educó.
Una década más tarde regresó a Japón y se convirtió en profesor de la escuela del feudo de Saga. Además, lo eligieron para formar parte de la misión japonesa a Estados Unidos que llevaría a cabo el intercambio de los instrumentos de ratificación del Tratado de Amistad y Comercio Nipoestadounidense. Nakahama ejerció una gran influencia en los patriotas y los eruditos del shogunato de Tokugawa, ávidos de acceder a información sobre Europa y Norteamérica. Tras la Restauración de Meiji, enseñó inglés en la institución predecesora a la actual Universidad de Tokio.
Una isla abarrotada de aves
Las condiciones en Torishima son sumamente duras; la isla carece de agua y de plantas comestibles. A pesar de ello, el 80 % de los náufragos logró sobrevivir gracias a los albatros de cola corta que abarrotaban la isla. Estas aves aparecían con frecuencia en las historias que estos contaban una vez de regreso a su hogar. La novela Naufragio también incluye un episodio en el que se describe la abundancia de estas aves.
Once son los naufragios cuya fecha se conoce. Todos ellos ocurrieron entre noviembre y marzo, lo que demuestra que en esta época eran muchas las posibilidades de supervivencia. Dicho de otro modo, se trata de la estación en la que el albatros de cola corta, un ave migratoria, permanece en la isla. Los náufragos podían comer su carne y sus huevos en abundancia.
La cáscara de los huevos del albatros de cola corta, hasta seis veces mayores que los de las gallinas, se utilizaba para guardar el agua de la lluvia. Con su piel y su plumaje, una vez secos, se elaboraban ropa y esteras. Los náufragos lograron burlar la muerte por hambre preparando carne seca de albatros en abundancia para la época en la que estas aves abandonaran la isla.
Aves migratorias entre Japón y Estados Unidos
El albatros de cola corta pesa unos siete kilos y mide unos 2,4 metros cuando extiende sus alas. Cuando vuela, lo hace como un planeador, sin apenas agitarlas y sirviéndose del viento. Además, estas aves no tienen sentido del peligro respecto a los seres humanos y caminan con dificultad, de ahí la facilidad de matarlas. Esto les ha valido el sobrenombre de pájaro tonto, resultante de un juego de palabras con la lectura de los ideogramas que se emplean para escribir "ahōdori", que significa tanto "albatros" como "pájaro tonto", si bien ambos vocablos se escriben de forma diferente.
El poeta francés Charles Baudelaire dedicó una de sus obras al albatros de cola corta. En ella, el ave recibe el trato de una forma de distracción, ya que es capturada por los tripulantes de un barco. Del contenido del poema puede desprenderse que se la trata también como un pájaro tonto.
Son varias las teorías que apuntan a la existencia de 21 especies de albatros de cola corta. En Torishima viven dos tipos, el albatros de cola corta y el de patas negras, mientras que en Mukojima, en el archipiélago de Ogasawara, se reproduce el albatros de Laysan, si bien son pocos los ejemplares.
En el caso de Torishima, la migración comienza entre finales de abril y principios de mayo; las aves regresan a primeros de octubre para reproducirse. Las crías vuelven a la isla al tercer año de haber abandonado el nido. A excepción del período de reproducción, viven sobre el mar. Desde Japón vuelan al mar de Bering, en el Pacífico Norte, y a la zona marítima entre el archipiélago de las Aleutianas y la costa oeste de Estados Unidos.
Exportación a principios de la era Meiji
Tras la Restauración Meiji, el plumaje de los albatros de cola corta que se concentraban en las distintas islas del Pacífico se convirtió en una importante fuente de divisas extranjeras para Japón. Además de Torishima, Kitanoshima, Mukojima, Yomejima y Nishinoshima, todas ellas islas del archipiélago de Ogasawara; las islas Daitō (Kita-Daitōjima y Okino-Daitōjima), al este de Okinawa; las islas Senkaku y el archipiélago Hōko, este último próximo a Taiwán, albergaban una gran cantidad de estas aves. En todo el Pacífico superaban los 10 millones de ejemplares.
El empresario Tamaoki Han'emon (1839-1911) fue quien se fijó en el plumaje del albatros de cola corta durante la era Meiji. En 1887 viajó a Torishima y fundó allí una firma comercial; hasta 1922, año en que abandonó la isla, exportó a Europa una gran cantidad de plumas. Una isla aislada e infértil se convirtió en la del tesoro. El Gobierno de la época, que abogaba por las nuevas industrias, llegó a concederle subsidios para buscar el lugar de origen de estas aves.
Lo que se hizo allí es digno de ser calificado de gran masacre. Según Ahōdori wo otta nihonjin (La persecución de los japoneses al albatros de cola corta; editorial Iwanami Shinsho), de Hiraoka Akitoshi, en torno a 1890 se sacrificaron, al año, cerca de 400.000 albatros de cola corta en Torishima. Una sola persona mataba entre cien y doscientas aves al día. Sobre 1900, vivían en esta pequeña isla 300 personas que se dedicaban a desplumarlas. Había incluso una pequeña escuela primaria, además de una línea de ferrocarril ligero para transportar los pájaros muertos.
Yamashina Yoshimaro, fundador del Instituto de Ornitología Yamashina, estima que hasta 1902 se sacrificaron, como mínimo, cinco millones de ejemplares. El albatros de cola corta estuvo al borde de la extinción.
Imágenes: Hasegawa Hiroshi
Imagen de la cabecera: Albatros de cola corta surcando el cielo de Torishima (Hasegawa Hiroshi)