Leyendas de Japón

Sakamoto Ryūichi continúa explorando las fronteras de lo posible en la música

Cultura

Sakamoto Ryūichi saltó a la fama mundial como miembro de uno de los primeros grupos tecnopop de Japón, Yellow Magic Orchestra. Hacemos una retrospectiva sobre los cerca de cuarenta años que lleva rompiendo las barreras de los géneros como pionero de un nuevo mundo musical.

Sakamoto Ryūichi es uno de los músicos más famosos de la escena contemporánea. Ha producido obras en todo tipo de géneros, desde la música clásica hasta el jazz y el rock, incluyendo la música contemporánea y la popular, y en cada uno de ellos no se ha limitado a sus convenciones, sino que ha sabido ir tejiendo un entramado musical con su propio estilo. Su fama internacional le viene especialmente de su fuerza expresiva y hermosas melodías; no hay otro músico equiparable. Pero, ante todo, la conspicuidad de Sakamoto se debe a su capacidad de continuar haciendo música con el cambio de los tiempos, sin perder nunca la tensión.

Pionero del pop japonés

Sakamoto nació el 17 de enero de 1952 en Tokio; es compositor, arreglista, pianista y productor musical. Su padre, Sakamoto Kazuki, fue un editor legendario, y una piedra fundacional en la literatura de posguerra; trabajó con escritores como Mishima Yukio o Noma Hiroshi, así que su hijo ya tenía preparadas historias que contar. La era en la que vivió también ayudó a embellecer esas historias. Durante la segunda mitad de la década de los sesenta estaban en auge los movimientos estudiantiles contra las guerras o el sistema educativo en las universidades; Sakamoto estaba profundamente implicado en dichos movimientos desde su época como estudiante de instituto.

Sakamoto Ryūichi comenzó su andadura musical profesional en 1975, cuando aún era estudiante de la Universidad de Bellas Artes de Tokio. Participó al piano en el disco Dare mo boku no e wo kakenai darō (Nadie puede dibujarme), del genio del folk Tomobe Masato, y a partir de entonces no dejó de conseguir logros en la escena pop japonesa, que se estaba convirtiendo en símbolo de ciudadanía para la cultura joven. Yamashita Tatsurō, Nakajima Miyuki, Yazawa Eikichi, Yano Akiko, Ōtaki Eiichi, Onuki Taeko… todos fueron artistas del momento con los que Sakamoto colaboró, fuera en el estudio o en los escenarios, y todos impulsaron el pop japonés de la época e influyeron a las generaciones posteriores.

La fama mundial en el tecnopop como miembro de YMO

Su debut en solitario se dio en 1978. El título de su primer disco, Sen no naifu (Mil cuchillos) viene de una obra del poeta belga Henri Michaux. Salvo por la participación de algunos músicos invitados y la colaboración de Matsutake Hideki como operador de computadora para el generoso uso de sintetizadores, Sakamoto produjo el disco en solitario. Como si Sakamoto hubiera prodido predecir la revolución digital que estaba por llegar, su primer disco incluye sugerencias sobre qué es la música, algo que había constituido el núcleo de sus inquietudes hasta el momento.

Paralelamente, ese mismo año formó Yellow Magic Orchestra (YMO), junto con Hosono Haruomi (exmiembro de Happy End y Tin Pan Alley) y Takahashi Yukihiro (exmiembro de Sadistic Mika Band), y mediante una combinación de sintetizadores, novedosas ideas y excelente técnica instrumental, el trío se embarcó en un rumbo musical completamente diferente a lo que habían hecho hasta ese punto. Fusionaron melodías orientales con ritmos occidentales, y su nuevo estilo musical, bajo el nombre de tecnopop, recibió una bienvenida apasionada por parte de las jóvenes generaciones. Y no solo se trataba de música: el grupo mantuvo una fuerte presencia en los corazones de esa nueva generación como escritores de opinion, incluso en el tema de la moda.

En 1979 se lanzó en Estados Unidos el disco Yellow Magic Orchestra; el lanzamiento y el consiguiente concierto en Los Ángeles constituyeron el debut internacional del grupo. Durante ese año y el siguiente, YMO se lanzó en dos giras internacionales que pasaron por lugares como Londres, París o Nueva York, y la fama del grupo llegó a todo el mundo.

Mientras tanto, comenzaron a ponerse de moda en Japón los videojuegos, y YMO se convirtió en un fenómeno social, extendiéndose su éxito incluso entre los estudiantes de primaria. Tong Poo, Technopolis, Rydeen… no había un día en que sus éxitos no se escucharan en la radio o la TV. De entre los diez discos más vendidos de 1980, tres son de YMO, incluyendo el gran éxito Solid State Survivor. Entre sus fans se contaban tanto japoneses como extranjeros, y muchos de los artistas que se iniciarían posteriormente en el mundo de la música; la influencia del grupo es incalculable.

Sakamoto se lanzó a su carrera en solitario desde su época en YMO, incluyendo su colaboración en el disco Kylyn, del guitarrista de jazz y músico de estudio Watanabe Kazumi. En 1982 lanzó, junto con Imawano Kiyoshirō, de RC Sucession, el disco Ikenai Rouge Magic, que se convirtió en un gran éxito; ambos dieron que hablar por su abundante uso del maquillaje.

Aunque en años recientes los tres miembros de YMO se han reunido en ocasiones, pese a haber cambiado de nombre y estilo, para deleitar al público con sus éxitos musicales, en 1981 el grupo como tal se disolvió. Desde ese momento la carrera de Sakamoto comenzó a apuntar a todo tipo de nuevos rumbos. Uno de ellos fue su aparición en un programa de la radio, en su calidad de personaje famoso, programa en el que recopilaba grabaciones de músicos aficionados y ofrecía generosamente sus valiosos consejos a quienes seguían sus pasos.

El primer japonés en recibir un Óscar a la mejor banda sonora

Uno de los campos más fructíferos para Sakamoto tras la disolución de YMO han sido las bandas sonoras de cine. En 1983 recibió su primer encargo para componer la banda sonora de Merry Christmas, Mr. Lawrence, del director Ōshima Nagisa, y con ella se convirtió en el primer japonés en recibir un premio de la Academia Británica a la mejor banda sonora. Y no solo compuso la música, sino que compartió pantalla en dicha película con actores como David Bowie y Kitano Takeshi. Posteriormente logró el Óscar de la Academia estadounidense, un premio en los Golden Globe y un grammy por la banda sonora de The Last Emperor (El último emperador, 1987), y continuó sumando éxitos con la música de películas como Poppoya (Poppoya, Railroad Man, 1999) o Femme Fatale (2002).

En 1990 trasladó su residencia a Nueva York, punto que marcó el comienzo de una carrera realmente global para Sakamoto. Como ejemplo podemos citar su composición para los juegos en masa de la ceremonia de apertura de las Olimpiadas de Barcelona 92, para cuya interpretación en el evento tomó la batuta como director de orquesta.

Por otro lado, en 2001 Estados Unidos experimentó el ataque terrorista de las Torres Gemelas, y el impacto de esa tragedia provocó que Sakamoto comenzara a realizar declaraciones hacia toda la sociedad en su conjunto contra la energía nuclear y los problemas medioambientales, y hablara también de pacifismo. Y el asunto no se limitó a declaraciones; Sakamoto publicó artículos de opinión en prensa, y participó activamente en persona, con otros ciudadanos. Tras el Gran Terremoto del Este de Japón de marzo de 2011, el músico también ha realizado y realiza numerosas actividades por medio de su música para proporcionar ayuda a los niños afectados por el desastre.

Sakamoto compuso la banda sonora de Revenant (El renacido, 2015), película por la que Leonardo Dicaprio ganó un Óscar al mejor actor por su papel protagonista. En abril de 2016 abrió la proyección especial celebrada en Tokio con el tema principal (Jiji Press).

Intercambio con artistas internacionales

Sakamoto también ha compuesto la música de muchos anuncios; en 1997 una de ellas recibió tan buenas críticas que se vio lanzada como single. Esa ocasión representó la primera vez que un single instrumental (Energy flow) llegaba al número uno de las listas de ventas, y también se convirtió en un detonante para el “fenómeno curativo” de esa época.

En 1991 Sakamoto compuso una canción con el legendario artista brasileño Caetano Veloso para su disco Circuladô, y a partir de ese punto realizó numerosas colaboraciones con artistas internacionales de la talla de Youssou N’Dour, Arto Lindsay, David Sylvian, Iggy Pop o Pierre Barouh, además de seguir produciendo su propia música. Eric Clapton realizó una versión del tema Behind the mask de la época de Sakamoto en YMO, y Michael Jackson realizó arreglos para una versión que se vio publicada tras su fallecimiento, un hecho que asombró a muchos.

En 2006 comenzó un nuevo proyecto bajo el nombre de Commons. Para él, Sakamoto ha reunido a artistas y creadores, sin importar su posible fama, con la aspiración común de contribuir a la sociedad y la cultura, para facilitar ese objetivo. Una de sus actividades consiste en presentar a las nuevas generaciones, bajo la forma de libros electrónicos, todo tipo de música, desde Bach a Satie, desde el jazz a la música tradicional africana: se trata de la serie commons: schola, que ayuda a supervisar el propio Sakamoto.

Un maestro polifacético

En julio de 2014 Sakamoto anunció que lo habían diagnosticado de cáncer de faringe; el proceso de tratamiento y recuperación le llevó cerca de un año, hasta que regresó a su actividad en agosto de 2015. Tras su enfermedad ha producido dos bandas sonoras que han recibido estupendas críticas: la de Haha to kuraseba (Si vivo con mi madre, 2015, estrenada en Estados Unidos bajo el título Nagasaki: Memories of My Son), del director Yamada Yōji, y Revenant (El renacido, 2016), de Alejandro González Iñárritu.

Resulta evidente que Sakamoto no ha dejado de buscar nuevos retos a las posibilidades de la música, a través de sus más de veinte discos en solitario, como Sen no naifu, B-2 unit, Illustrated Musical Encyclopedia, Esperanto o BTTB. Ha explorado los más diversos géneros, como la música clásica, la electrónica, la ópera, el rock, el jazz o el hip-hop, ha explorado las raíces de la música popular, desde Okinawa a África, y ha sido capaz de crear espacios musicales dotados de nuevos significados, al tiempo que expandía su visión.

Sakamoto posee una infinidad de facetas: tiene una viva curiosidad, es un teórico sensible y un académico romántico; no hay otro artista que haya demostrado tal sinceridad hacia su tiempo y hacia la música. Así es Sakamoto Ryūichi. Por eso lo llamamos, con todo el cariño y el respeto, “maestro”.

(Artículo escrito el 7 de noviembre de 2016, y traducido al español del original en japonés)

Imagen del encabezado: Sakamoto Ryūichi interpretando su música en el evento antinuclear NO NUKES 2013 (Jiji Press)

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