Escándalos sexuales y castigo social en Japón

Sociedad Cultura

Las infidelidades conyugales de los famosos siguen despertando el morbo popular. Es un hecho que, además, vienen acompañadas de un severo castigo social. Pero, ¿qué justificación tiene ese castigo? Una mirada en profundidad a la mentalidad que subyace bajo las reacciones causadas por estas informaciones sobre la intimidad ajena.

El aspecto moral de la infidelidad: una comparación internacional

Un estudio comparativo internacional publicado en 2013 por el instituto norteamericano Pew Research Center recoge datos de diversos países sobre los escrúpulos morales que plantea la infidelidad. En el conjunto de los 40 países que fueron objeto de estudio, destaca por su permisividad Francia, país que presenta el porcentaje más bajo (47 %) de personas que consideran que las aventuras sexuales fuera del matrimonio son moralmente inaceptables. A gran distancia, el segundo país con un porcentaje más bajo es Alemania (60 %). El porcentaje arrojado por Estados Unidos (84 %) parece hablarnos de una mentalidad conservadora al respecto, pero hay que tener en cuenta que junto a la mentalidad propiamente conservadora que predomina en amplias zonas del Medio oeste y del Sur, coexiste otra, diferente, de quienes entienden que la respuesta automática a una situación familiar semejante es el divorcio. Aunque Egipto es el único país musulmán que aparece en la tabla adjunta, el resto de los países musulmanes comprendidos en el estudio arrojaron porcentajes similares, por encima del 90 %.

En Japón un 69 % de los encuestados consideraron la infidelidad moralmente inaceptable, frente a un 12 % de la opinión opuesta. En cuanto a Corea del Sur, los porcentajes respectivos fueron del 81 % y del 8 %.

En Japón se tienen a dar continuidad al matrimonio, a mantener las formas, aunque se haya detectado un cierto grado de infidelidad y, por esta razón, el nivel de permisividad podría parecer elevado. Habrá, por tanto, división de opiniones en torno a si ese 69 % de quienes no consideran aceptable ese comportamiento es alto o más bajo de lo que cabría esperar.

¿Son moralmente aceptables los affaires sexuales en las personas casadas? (%)

Inaceptables Aceptables No es una cuestión moral
Egipto 93 2 4
Estados Unidos 84 4 10
Corea del Sur 81 8 8
China 74 8 12
Rusia 69 12 14
Japón 69 7 9
España 64 8 27
Alemania 60 11 26
Francia 47 12 40

Fuente: Global Views on Morality (estudio de 2013), del instituto Pew Research Center.

No impongamos al prójimo nuestras ideas sobre el sexo

Desde el punto de vista del derecho civil, la infidelidad conyugal puede dar origen a una petición de indemnización. Desde una perspectiva penal, en cambio, partiendo del respeto al derecho de autodeterminación sexual, es únicamente la existencia o inexistencia de un acuerdo entre las partes implicadas lo que decide la legitimidad de la relación sexual, por lo que si esa relación se produce dentro o fuera del matrimonio tal como queda definido en la ley, debería ser indiferente. Por lo tanto, de suyo, debería entenderse que, por una parte, incluso dentro del matrimonio podría existir la violación sexual, y que, por la otra, la infidelidad conyugal no debería ser motivo de crítica pública.

No pretendo decir que la infidelidad sea buena. Solo puede calificarse de desgracia que, por ejemplo, por culpa de la infidelidad del parlamentario Miyazaki ya no sea posible ni siquiera plantear el problema de la baja maternal de los parlamentarios. Por cierto, hay que explicar que en Japón la ley reconoce el derecho a tomar la baja maternal de todos los empleados con un año o más de antigüedad en la empresa en situación de trabajar después de que el bebé cumpla el año de vida, y que ese derecho lo ostentan también los hombres. Sin embargo, la proporción de hombres que obtienen el permiso de baja es muy inferior a la de las mujeres. Los parlamentarios no son empleados y en su caso la baja por maternidad no está regulada.

Sin embargo, por su propia naturaleza, el problema de la infidelidad debe ser resuelto entre los cónyuges, que son los implicados, y no es algo en lo que terceras personas deban interferir a la ligera. Tampoco debería imponerse, por ese mismo razonamiento, ningún castigo social.

Que en las relaciones amorosas, o en la vida matrimonial, se respete o no se respete el principio de exclusividad sexual es un problema que debe ser resuelto por el individuo o, en todo caso, entre las personas afectadas, según sea su mentalidad. Del mismo modo en que alguien que no encuentra problema en comer carne de cerdo no por ello tiene derecho a atacar a los creyentes de religiones que prohíben esa costumbre, que uno respete la exclusividad sexual en las relaciones de pareja no significa que tenga derecho a extender ese mismo principio de cualquier manera a los demás.

Es muy preocupante que por asuntos relacionados con sus ideas sobre el sexo o su vida privada, un artista sea objeto de tal acoso que se vea obligado a interrumpir su carrera, o un político reciba presiones para abandonar un cargo público.

¿Quiénes son las verdaderas víctimas de estos escándalos?

Por supuesto, no hay ningún problema en seguir respetando una vida regida por un espíritu de observancia u obediencia según el cual “las relaciones sexuales son para las personas casadas”. El problema, repito, es esa actitud de tratar de imponer eso al prójimo, como si fuera un estándar. Pero es probable que estos innecesarios castigos sociales sigan repitiéndose mientras no haya un reconocimiento de la diversidad sexual y un respeto hacia las diferencias en este tema.

En el caso de la infidelidad conyugal del parlamentario Miyazaki, la principal víctima, más todavía que su esposa, es la criatura que acaba de nacer. Por la sola razón de que sus padres son personajes públicos, este bebé nace ya con un estigma que lo acompañará toda su vida. Pero, ¿qué derecho tienen los medios de comunicación a endilgar toda esa carga a un niño inocente por un asunto que podía haber quedado en una riña entre esposos? Pediría a los medios japoneses un poco más de racionalidad al tratar estos asuntos.

(Escrito el 4 de abril de 2016 y traducido al español del original en japonés)

Fotografía del encabezado: el miembro de la Cámara Baja Miyazaki Kensuke (Partido Liberal Democrático), que hizo público en una rueda de prensa celebrada en Tokio el 12 de febrero de 2016 que abandonaría su escaño a consecuencia del escándalo que causó la divulgación por un semanario de su infidelidad conyugal. (Jiji Press)

Etiquetas

medios de comunicacion NHK corea del sur matrimonio Sociedad infidelidad matrimonial discriminación sexual Código Civil

Otros artículos de esta serie