Un japonés venerado como “General tigre volador” en Taiwán

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Los corazones de los fieles del General

¿Por qué veneran los taiwaneses a Sugiura? Se pueden imaginar varias razones. Ante todo, los habitantes de Taiwán poseen una fuerte empatía hacia los muertos, especialmente hacia quienes perdieron la vida en la guerra. Se podría decir que sus sentimientos hacia quienes han perdido la vida de forma lamentable son más profundos de lo que los japoneses puedan pensar, aunque se trate de personas lejanas. Al mismo tiempo los taiwaneses sienten una especie de fraternidad hacia los japoneses por haber experimentado, durante el medio siglo de ocupación japonesa, una mezcla de tragedias de guerra y de placeres. Quizá debido a los ideales de respeto a los ancianos y a los superiores.

Cada año son más numerosos los japoneses que se interesan por la figura de Sugiura. En el santuario existen matasellos conmemorativos preparados para los visitantes. (Imagen cortesía de Katakura Yoshifumi)

Son muchos los beneficios que los seguidores del General Tigre Volador supuestamente reciben de la deidad. Concede deseos, mantiene la paz, ayuda a encontrar objetos perdidos y ofrece consejos para la vida. Por otro lado recientemente Sugiura ha comenzado a recibir también la visita de estudiantes que se preparan para los exámenes de acceso a la universidad; los jóvenes, dicen, llegan incluso a dejar en el lugar copias de sus códigos de examen para solicitar ayuda. De esta manera la relación entre Sugiura y los habitantes de la zona se ha ido estrechando con el paso del tiempo.

Además también debemos considerar cómo se han cultivado los sentimientos hacia Japón. Tras el fin de la guerra China se encargó de controlar el Gobierno de Taiwán; los inmigrantes chinos comenzaron a acumular poder, oprimir al pueblo y reprimir la libertad de expresión. En aquel ambiente los taiwaneses se vieron obligados a reconsiderar sus sentimientos hacia Japón; no se trata simplemente de que naciera una nueva simpatía hacia los japoneses, sino de que, tras considerar la situación con perspectiva y objetividad, los taiwaneses vieran sus sentimientos ganar en profundidad.

La figura de Sugiura recibe ofrendas de tabaco dos veces al día, al son del himno japonés y el tema patriótico Umi yukaba. En caso de asistir algún visitante japonés se le ceden ambos honores. (Imagen cortesía de Katakura Yoshifumi)

En el santuario de Sugiura se ofrece tabaco a la efigie del héroe dos veces al día, por la mañana y al atardecer. La razón es que durante la guerra el tabaco era el único placer que podían permitirse los pilotos, quienes fumaban antes de salir en combate, para calmar sus nervios. Sugiura, que tenía 21 años en aquellos momentos, también debía de sufrir la atmósfera opresora del conflicto y seguramente fumaría; al menos así lo imaginan las gentes de la zona.

El tabaco se ofrece al son de Kimi ga yo (el himno japonés) por la mañana y de Umi yukaba (“Si voy al mar”, otra canción patriótica japonesa) por la tarde. Es un ritual que se viene practicando a diario desde 1993; cuando lo vi por primera vez me impresionaron las caras de los fieles, que miraban la estatua con fervor. Aquella visión me hizo comprender hasta qué punto la figura de Sugiura había echado raíces en el lugar.

Además, el General Tigre Volador no solo protege a los creyentes de la zona, sino que sirve también como parte de la cultura regional. La escuela primaria del lugar enseña a los niños episodios de la vida de Sugiura, y en los festivales culturales los niños los representan en obras de teatro. Según el presidente Wu Jinchi, “Espero que gracias a su contacto con el espíritu del General los niños también aprendan a ser considerados hacia los demás”.

Sugiura, que perdió la vida siendo aún muy joven, ha superado las diferencias entre japoneses y taiwaneses, y ha sido adoptado como uno más de los habitantes de Taiwán. Y lo que es más, se ha convertido en una presencia digna de confianza para las personas del lugar.

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