Un japonés venerado como “General tigre volador” en Taiwán

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Un espíritu que da fuerza a los taiwaneses

Tras el fin de la guerra Japón se retiró de Taiwán, y el nuevo Gobierno formado por el Partido Nacionalista Chino se hizo con el control del país. Y en esa época ocurrió un fenómeno un tanto misterioso: la gente del lugar comenzó a tener el mismo sueño.

En ese sueño veían a un joven soldado de sombrero y traje blancos que se erguía sobre ellos. Además otras personas afirmaron haber visto de noche la figura de un joven vestido con un uniforme blanco de verano del ejército de mar, de pie junto a uno de los estanques de cultivo de peces de la zona.

La gente acudió al monje del templo Chaohuang, dedicado a Baosheng Dadi, en busca de respuestas. Baosheng Dadi cuenta con un culto muy extendido por Taiwán, y recibe el sobrenombre de “dios de la Medicina”, porque se dice que puede curar cualquier dolencia.

En el templo, el monje y los lugareños llegaron a la conclusión de que aquella aparición era Sugiura, el soldado japonés que había dado su vida por los habitantes de aquella aldea años atrás. Ya habían pasado más de veinte años desde aquel episodio, pero la tragedia de Sugiura se seguía contando con fervor.

En 1971 la gente construyó un minúsculo santuario en un pequeño terreno, en el que transcurrieron muchos días apacibles; los lugareños simplemente lo consideraron un don de Sugiura, que había dado su vida por ellos. Ni que decir tiene, en aquella época bullían los sentimientos antijaponeses por parte del Gobierno, y el santuario, donde se veneraba a un japonés, recibió todo tipo de vejaciones. No obstante las personas de la zona continuaron adorando a Sugiura como su deidad salvadora. A medida que la historia del lugar se iba expandiendo el tamaño del santuario y el número de visitantes crecieron. La estructura que se puede ver hoy día se erigió en 1993.

Cada año son más de seiscientos los japoneses que visitan el santuario taiwanés. Guo Qiuyan les sonríe: “Damos la bienvenida a todos los visitantes japoneses”. (Imagen cortesía de Katakura Yoshifumi)

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