Mifune Toshirō, un actor mundial
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En el Paseo de la Fama de Hollywood, tras Godzilla
En 2016 se inscribió el nombre del gran actor Mifune Toshirō, símbolo del cine japonés de posguerra, en el Paseo de la Fama de Hollywood, casi veinte años después de su muerte. Se convertía así en el cuarto japonés en entrar en el famoso Paseo, tras Hayakawa Sesshū, Iwamatsu Mako y Godzilla. Por otro lado, en el Festival Internacional de Cine de Venecia de 2015 conmemoró el 50 aniversario de Akahige (Barbarroja), por la que Mifune recibió el Premio al Mejor Actor. Para celebrar el evento, se estrenó una edición digital remasterizada; la fama de Mifune vuelve a crecer.
Mifune Toshirō (1920-1997) nos dejó 150 películas tras sus 77 años de vida. En todo ese tiempo recibió numerosos premios tanto en Japón como en el extranjero y se convirtió en una estrella internacional, pero no se puede decir que fuera un hombre feliz. Fue traicionado por sus propios subordinados, retratado en escándalos amorosos y perseguido por los medios de comunicación. Y todo ello se debió, en muchos casos, a su personalidad íntegra y afectuosa.
Revisemos la atormentada vida de este actor, apodado el “Mifune mundial”, desde que nació hasta sus últimos años.
Nacido y criado en China; reclutado a los 19 años
Mifune nació el 1 de abril de 1920 en Qingdao, China, y entre los cinco y los diecinueve años vivió en Dalian. Su padre era propietario de una tienda fotográfica, y el propio Mifune se familiarizó con las técnicas del negocio. A propósito de su juventud en Dalian, en una entrevista para una revista, Mifune comentó: “Era una ciudad limpia, rodeada de luz, con un ambiente algo cosmopolita. (…) Ese rasgo de mi persona que hace que me digan que soy un ‘asesino de extranjeros’ quizá venga de la época que pasé allí. Yo nunca he sentido complejos hacia los extranjeros.”
En 1939, cuando Mifune tenía 19 años, fue llamado a filas, y permaneció en el ejército durante los siguientes seis años, hasta el fin de la Guerra. Esa vida en el ejército influyó en gran manera en la personalidad de Mifune. Sus principales responsabilidades consistían en producir mapas del territorio enemigo utilizando las fotografías tomadas por los aviones espía. Como resultado de esas tareas aumentó su agilidad, meticulosidad y delicadeza en el proceso fotográfico.
En los últimos días de la guerra, Mifune fue asignado a una base de entrenamiento para escuadrones suicidas en Kyūshū, y se encargó de entrenar a jóvenes reclutas. Aunque su trabajo consistía en entrenar a dichos jóvenes para enviarlos a una muerte segura, cuando iban a despedirse de él antes de ir al frente los invitaba a comer sukiyaki (cazuela de carne, verduras y otros ingredientes), y les exhortaba a no gritar vivas al emperador en sus últimos momentos de vida, sino a gritar llamando a su madre. La última fotografía de esos jóvenes, que se usaría como retrato en sus funerales, también era responsabilidad de Mifune, quien a través de su lente vio pasar incontables rostros aún imberbes. Enviarlos a su muerte fue, sin duda, una experiencia cruel.
Años después, Mifune relató a sus propios hijos sus experiencias de guerra, y mientras hablaba rompió a llorar. Para él no fue sino una “matanza sin beneficios”.
El estrés originado por la necesidad de perfección de Kurosawa
En 1946, en la primera primavera tras la Guerra, Mifune se presentó a la prueba “Caras Nuevas” de la productora Tōhō, en el distrito tokiota de Setagaya. Su intención era conseguir un trabajo como cámara en la empresa, pero todos los puestos estaban cubiertos y le habían dicho que lo llamarían en caso de necesitarlo, así que se presentó a la prueba a regañadientes. Y no la pasó. Sin embargo el presidente del jurado, el director Yamamoto Kajirō, lo añadió a la lista de reserva, aduciendo que “un tipo de pinta extraña como él podría servirles.” A partir de ese día, y en contra de sus planes iniciales, Mifune se adentró en su aventura como actor.
En 1947 Mifune actuó en Ginrei no hate (La cumbre nevada), película del director Taniguchi Senkichi, y su refrescante y energética actuación llamó la atención de Akira Kurosawa, quien eligió a Mifune para debutar como protagonista en su cinta Yoidore tenshi (Ángel borracho), de 1948.
Esta obra representó el comienzo de una serie de películas que Kurosawa y Mifune legaron a la historia del cine japonés. En total crearon 16 obras juntos, entre las que destacan Rashōmon (1950) y Shichinin no samurai (Los siete samuráis, 1954), las cuales recibieron grandes elogios internacionalmente y convirtieron a ambos hombres en estrellas a nivel mundial. Por otro lado, la búsqueda de la perfección por parte de Kurosawa comenzó a crearle una gran cantidad de estrés a Mifune, hasta el punto de que hay testigos que cuentan sobre Mifune gritando ebrio, en plena noche, “¡Ese imbécil de Kurosawa!”.
Mifune declaró haber temido por su vida durante el rodaje de Kumonosu jō (Trono de sangre, 1957), cuando le lanzaron varias flechas reales a corta distancia. Y sin embargo el actor no redujo ni un solo día sus esfuerzos por llegar a las cotas de perfección que Kurosawa exigía. Como parte de esos esfuerzos practicaba las artes marciales de tal manera que los expertos coreógrafos con los que trabajaba quedaban boquiabiertos ante su estilo. Se cuenta que, al rodar una escena en la que debía abatir a un grupo de atacantes, dijeron que sus movimientos eran demasiado rápidos como para ser registrados con una cámara de 36 milímetros.
Kurosawa: “Era como domar una fiera”
Mifune, codo a codo con Kurosawa, cimentó la edad de oro del cine japonés, pero con Akahige (Barbarroja, 1965) la colaboración entre ambos llegó a su fin. Esto dio lugar a multitud de rumores sobre sus desavenencias, pero el hijo mayor del director, Kurosawa Hisao, negó que hubiera habido disputas entre ellos: “Su relación no era la de un director con un actor, sino la de dos almas gemelas. Eran como un coche y su motor.”
Según Hisao, Kurosawa equiparaba a Mifune con un animal salvaje. Trabajar con él “Era como tratar de domar una fiera”, y lamentaba el hecho de que fuera tan estresante trabajar con alguien capaz de crear un aura tan poderosa en pantalla.
Pero lo cierto es que Mifune era el actor a quien más quería Kurosawa, y Mifune también respetaba al director y ansiaba volver a trabajar con él. Sin embargo los tiempos estaban cambiando, y probablemente esta fue la verdadera causa de que ambos cineastas se separaran.
La fundación de Mifune Productions y el debut en Hollywood
Habían pasado quince años desde el debut que lo llevara a convertirse en la estrella más brillante del firmamento cinematográfico japonés, cuando Mifune recibió una oferta para trabajar en la película mexicana Ánimas Trujano (1961) de Ismael Rodríguez. En 1966 debutó en Hollywood con un papel secundario en Grand Prix, del director John Frankenheimer.
Comenzaron a llamarlo el “Mifune mundial”, pero el actor nunca llegó a mostrarse engreído por su popularidad. Cualquiera de las personas con las que trabó amistad declaraba que “Mifune era un tipo ordenado y atento”. Le gustaba la limpieza, y cuando encontraba algo sucio se ponía él mismo a limpiar. También era amable con el equipo técnico de las películas, y por ello era un personaje muy querido.
En la época en la que Mifune se encontraba debutando en el extranjero, el cine japonés se encontraba en crisis. La popularidad de la televisión iba restando dividendos a la gran pantalla. Tōhō se vio obligada a cerrar su estudio Kinuta, en Setagaya. Aconsejaron a Mifune que empezara una productora él mismo, si quería hacer películas.
En 1963 se estrenó la primera cinta de Mifune Productions, Gojūmannin no isan (El legado de los 500.000). En el momento de su producción la empresa aún carecía de sede, pero en 1966 Mifune estableció un estudio de unos 6.500 metros cuadrados en el distrito de Setagaya. Posteriormente la productora estrenó Jōiuchi (Rebelión, 1967), con la que el director Kobayashi Masaki ganó el Premio de la Asociación de Críticos en el Festival Internacional de Cine de Venecia, Kurobe no taiyō (El sol de Kurobe, 1968) de Kumai Kei, para la que se colaboró con la productora fundada por Ishihara Yūjirō, o Fūrin kazan (expresión japonesa que viene a significar “rápido como el viento, silencioso como el bosque, intrépido como el fuego, inamovible como la montaña”), de 1969. La productora parecía estar en la cima de su actividad.
El escándalo del divorcio y la traición de un amigo
No obstante, aparte de su trabajo Mifune también tenía una vida privada muy agitada. En enero de 1971 su esposa Sachiko abandonó la casa en la que vivían y regresó al hogar de sus padres, con lo que la vida en común amenazaba verse destruida. El día en que Sachiko presentó los papeles del divorcio en el juzgado supuso el comienzo de un proceso de divorcio que se alargaría durante los siguientes cinco años.
Los motivos por los que Sachiko se había ido eran los problemas de Mifune con el alcohol, y sus infidelidades. En mitad del proceso del juicio Mifune comenzó una relación con una actriz principiante, Kitagawa Mika, 28 años más joven que él, y decidió casarse de nuevo. Sin embargo su esposa retiró la petición de divorcio y le pidió que regresara con ella. “No voy a cambiarme el nombre. Yo siempre seré la mujer de Mifune Toshirō”, dijo con resolución, y hasta la muerte de Mifune nunca accedió a divorciarse.
En 1979, además de sus problemas personales, los problemas de Mifune en la productora también empeoraron. El brazo derecho de Mifune desertó de la empresa para fundar otra empresa rival, llevándose con él a la mayoría de los actores con los que contaba Mifune Productions, la cual se resintió gravemente en lo económico. Fue un golpe duro para Mifune, pero no reprochó nada a los empleados que lo abandonaban, y soportó la traición de su subordinado con entereza. Mifune, hasta entonces jovial y chistoso con todos, se volvió taciturno y empezó a caminar con la espalda encorvada.
Un antiguo empleado de la empresa recuerda que “Mifune recompensaba a los electricistas y sonidistas de Tōhō nombrándolos ejecutivos en su empresa, la cual se iba quedando así sin personas capaces de administrarla; esta personalidad íntegra de Mifune llevó a la productora a la ruina”.
El “Mifune mundial”, anciano y solo
En 1984, tras 21 años y 13 películas, Mifune Productions abandonó la producción de películas. El actor tenía 64 años. Se encontraba ya algo debilitado, pero seguían llegándole ofertas de trabajo. Aparecía él solo en el lugar de rodaje, tanto en Japón como en el extranjero, sin agentes ni ayudantes. La gente del mundo del cine que veía al famoso actor llevando sus propias maletas le pedía que al menos usara un chófer, pero él siempre contestaba que, mientras pudiera moverse por sí mismo, no quería ser una molestia para otros.
Sin embargo en 1990, mientras rodaba Shadow of the Wolf (La sombra del lobo, de Jacques Dorfmann, una cinta aún sin estrenar en Japón) en Alaska, Mifune enfermó y su salud comenzó a empeorar. Además de los problemas físicos, también empezó a perder la memoria y a mostrar otros síntomas de la edad.
En 1992, tras más de veinte años de relación, se separó de Kitagawa y comenzó a vivir solo. Sobre el motivo de su separación de Kitagawa, su hijo mayor, Shirō, relata lo siguiente: “Mientras mi padre estaba rodando en el extranjero, ella se deshizo de la tabla funeraria de la familia, que él valoraba muchísimo. Cuando se enteró, montó en cólera con ella”.
Los medios de comunicación informaron sobre el asunto diciendo que era la amante quien había roto con el anciano Mifune, pero lo cierto es que fue él quien terminó la relación.
77 años: una vida exprimida hasta el fin por el cine
Posteriormente Shirō y su mujer se esforzaron por cuidar de Mifune, quien llegó incluso a encontrarse de nuevo con su mujer Sachiko, de la que llevaba viviendo separado 21 años. No obstante la demencia de Mifune se hallaba en un estado avanzado, y llamaba a Sachiko “señora”. Sachiko ayudó a cuidar de Mifune; parecía una nueva época de buena relación entre ellos.
Sin embargo no tardarían en separarse de nuevo. En septiembre de 1995, dos años tras el reencuentro, Sachiko murió de cáncer de páncreas. Tenía 67 años. Dicen que cuando se enteró, Mifune se puso muy triste y comenzó a murmurar: “¿La señora se ha muerto…?”
El 24 de diciembre de 1997 Mifune murió en un hospital de Tokio en el que se hallaba ingresado, a los 77 años de edad. La causa de la muerte fue un fallo múltiple de órganos. Quizá debido a las sobrecargas a las que llevaba sometiendo a su cuerpo durante años tenía dos arterias coronarias bloqueadas, y varios órganos internos, como el hígado y los pulmones, estaban dejando de funcionar. Había usado toda la energía de su cuerpo y alma para realizar su trabajo, y así llegaba a su fin.
Nueve meses más tarde Kurosawa también abandonaba este mundo a los 88 años. La causa de la muerte fue un derrame cerebral. Así perdía el cine japonés, en menos de un año, a dos de sus más grandes figuras.
En el Festival Internacional de Cine de Venecia, en septiembre de este año, se estrenó un documental sobre la vida del actor japonés, con el título Mifune: The Last Samurai (Mifune: el último samurái), dirigido por Steven Okazaki, cinta que recibió el Óscar al mejor cortometraje. La película se estrenará el año que viene en Japón. Mifune, cuya incomparable presencia en pantalla no ha dejado de emocionar a sus aficionados incluso 17 años después de su muerte, continúa siendo una estrella.
Imágenes del título y del cuerpo del artículo cortesía de Mifune Productions
(Artículo traducido al español del original en japonés)cine Kurosawa Akira Mifune Toshirō Los siete samuráis Barbarroja