Un bálsamo para las relaciones humanas

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Ehab Ahmed Ebeid [Perfil]

Paseando por la ciudad veo a menudo a japoneses hablando por el móvil mientras agachan la cabeza en señal de disculpa repitiendo sumimasen, “lo siento”. No importa que el otro interlocutor no esté delante, se disculpan de corazón, como si estuviese allí.

En todo el mundo se dice que los japoneses piden perdón demasiadas veces.

Por otra parte, en el mundo árabe, Oriente Medio u Occidente, al interpretarse la disculpa como el reconocimiento de la responsabilidad o culpabilidad de algo, no son pocos los reácios a pedir perdón.

Disculparse es aceptar una posición de debilidad, e incluso podría jugar en contra de uno en el caso de verse envuelto en un proceso judicial.

El “perdón” se aloja en el corazón de los japoneses

Yo, que he vivido durante muchos años en Japón, he llegado a comprender que pedir disculpas a alguien es un acto que solo las personas valientes pueden hacer, y que de hecho para decir “perdón” hay que ser honesto. Es por eso que pienso que la persona que se disculpa demuestra en realidad fortaleza. Admitir la culpa y pedir perdón a una persona no significa humillarse o tratar de adular a la otra persona.

Una de las analectas de Confucio dice así: “si un hombre comete un error y no lo corrige, ese es el verdadero error”.

En las relaciones humanas, un estupendo bálsamo es mostrarnos arrepentidos cuando cometemos un error, por pequeño que sea, o hacemos daño a una persona, o bien decir arigatō en señal de gratitud cuando la ocasión lo requiere.

En el pensamiento budista existen cinco principios relativos a la gratitud que se expresan con las siguientes palabras: hai (sí, la honestidad), sumimasen (lo siento, la reflexión), okagesama (gracias a ti, la humildad), watashi ga shimasu (lo hago yo, lo obsequioso), y arigatō (gracias, la gratitud).

Aquí se condensa lo más importante en un ser humano.

Aunque es cierto que esta clase de preceptos morales, independientemente de las religiones, se comparten en todo el mundo y se transmiten de los padres a los hijos, su expresión varía considerablemente dependiendo del país e incluso entre distintas personas.

En mi caso, me gustaría que mi propio hijo siguiese firmemente estos cinco principios. Por eso, ante todo es importante que yo, como padre, no los olvide en ningún momento.

Hay muchas cosas que he aprendido en Japón, pero esta es sin duda una de las más valiosas.

(Traducción al español del original en japonés escrito el 6 de noviembre de 2013)

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    Nacido en Giza, Egipto, en 1970. Licenciado en 1991 en la Universidad de El Cairo, donde estudia Lengua y Literaturas de Japón. Tras licenciarse, trabaja como profesor en la Universidad de El Cairo. Desde 2011 ha sido profesor de lenguas extranjeras en el Centro de Enseñanza de la Lengua y Sociedad Mundial en la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio. Entre sus obras, se encuentran trabajos como Pasupōto Nihongo Arabiago (Pasaporte para el japonés y el árabe) y Daigaku no Arabiago hyōgen jissen (Práctica del árabe a nivel universitario).

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