Tradiciones “cool”, modernidad y belleza tradicional
Los fuegos artificiales de Ōmagari maravillan al mundo
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Desde su inauguración hace 103 años, se ha celebrado en 87 ocasiones
Cada año al acercarse el final del verano, se reúnen los mejores pirotécnicos de todo el país en Daisen, ciudad con una población de alrededor de 88.000 habitantes, situada en la prefectura de Akita al norte de Honshū. Al anochecer la multitud llena la ciudad para contemplar el “arte de la luz y el sonido”. Más de 700.000 visitantes acuden en masa desde cada rincón de Japón para ver a los pirotécnicos lanzar al cielo sus mejores obras. Aunque Daisen es una localidad eminentemente agrícola, cuya población continúa decreciendo, en el día de este espectáculo el número de personas aumenta cerca de 10 veces. En las carreteras, en la estación y en el supermercado lo que se ve es gente, gente y más gente.
La Cámara de Comercio de Ōmagari y la ciudad de Daisen celebran cada año, en el cuarto sábado de agosto, la “Competición Nacional de Fuegos Artificiales”, un gran evento que los aficionados a los hanabi de todo el país no dejan pasar. Al tener lugar en Ōmagari, en la localidad de Daisen, esta celebración es popularmente conocida como los “Hanabi de Ōmagari”. La historia de estos fuegos es antigua, y se remonta a 1910, hace 103 años, cuando se celebró la primera competición. Esta quedó interrumpida en distintas ocasiones por la guerra, por lo que en agosto de 2013 se ha celebrado su 87ª edición.
La razón por la que este evento es tan popular es la alta calidad de los fuegos artificiales, que entusiasma a los espectadores. No se trata de un mero show o un festival, ya que aquí compiten expertos pirotécnicos para conseguir el prestigioso “Premio del Primer Ministro”. “Los pirotécnicos llevan a Ōmagari sus mejores creaciones. Por eso son hanabi que solo pueden verse en esta localidad”. En esto coinciden todos los afincionados al evento.
Los espectadores acuden en busca del “Ticket de platino”
La competición de este año tuvo lugar el 24 de agosto. Como cada año antes del inicio de la celebración ya se hablaba de la misma. La venta de tickets generales se realizó por sorteo el 7 de julio, y ya desde primeras horas de la mañana 3.164 personas, marcando un récord histórico, esperaban en una fila para conseguir una de las entradas. El precio de una parcela para 6 personas era de 21.000 yenes. Se trata de los “tickets de platino”, realmente muy dificiles de conseguir.
Días antes de la celebración de la competición llegan a Ōmagari en sus vehículos familias desde cada rincón del país, de Tokio, Osaka, y hasta de lugares separados por más de 1.200 kilómetros como Hiroshima o Ehime. Las personas sin ticket pasaron dos noches en tiendas de campaña junto al lugar de celebración para poder entrar en la zona de observación gratuita. Un jóven de unos 20 años que llegó de Yokohama expresó entusiasmado que “el impacto conmovedor que siente uno en los fuegos artificiales de Ōmagari es diferente al de otros espectáculos. Por eso quiero verlos desde el mejor lugar posible. Merece la pena esperar”. La misma mañana de la entrada al recinto la fila superó las 6.000 personas.
Las olimpiadas de los pirotécnicos
Para los artificieros también los “Hanabi de Ōmagari” son una excepción. Se eligen de todo el país alrededor de 30 participantes calificados. A diferencia de otras competiciones nacionales en las que pueden participar en una sola modalidad, en Ōmagari es obligatorio participar en los tres tipos distintos de competición: los fuegos artificiales diurnos que colorean el firmamento con humo de distintos colores, los fuegos artificiales clásicos, y los fuegos artificiales creativos. El listón para poder participar está muy alto, y es por este motivo por el que se exige la máxima calidad.
En 2009 el pirotécnico de Ōmagari y presidente de la Empresa Pirotécnica del Norte de Japón Yoshikazu Konno logró obtener con los máximos honores el “Premio del Primer Ministro”. “Me alegra especialmente que se reconozca mi trabajo en Ōmagari. Incluso me han llegado encargos para que lance aquellos fuegos artificiales calificados como números uno de Japón”.
Bellos fuegos artificiales que son fruto de un trabajo meticuloso
En la competición de 2013 han participado 27 pirotécnicos y han acudido alrededor de 760.000 expectadores. El cielo se convierte en un lienzo de color azabache en el que estallan flores de múltiples colores, obteniendo de los espectadores exclamaciones de entusiasmo, suspiros y grandes aplausos. Incluso se pueden ver lágrimas de emoción. El motivo por el que los espectadores quedan embriagados hasta tal punto es porque cada uno de los hanabi irradian belleza y emoción.
Esto ocurre, por ejemplo, con los fuegos artificiales tradicionales que son disparados uno a uno. En Ōmagari, un proyectil de tamaño diez que se lanza es una bola con un diámetro de 30 centímetros que al estallar en el cielo se abre en una esfera cuyo diámetro alcanza hasta unos 300 metros. Y no sólo es el tamaño lo que deja sin aliento a los espectadores, sino la belleza cromática del hanabi con sus círculos concéntricos de color rojo, azul, naranja y amarillo. Y también cómo cambian en un instante del rojo al azul, del amarillo al verde y otros colores.
El vicepresidente del Club de Fuegos Artificiales de Ōmagari y experto en la materia, Konishi Kōichiro, asegura que apenas se pueden ver fuegos que reúnan tantos colores en el extranjero, ni tampoco colores que cambien de esa manera. Normalmente animan el espectáculo lanzando sin cesar fuegos artificiales. En cambio, en los hanabi japoneses los expertos pirotécticos ponen toda su pasión en cada uno de sus lanzamientos, concentrando la belleza en cada creación artesana.
Se trata de una labor de gran precisión que se realiza con unas pinzas para colocar dentro de la bola las innumerables “estrellas” rellenas de pólvora. Konishi explica que “un solo proyectil es en sí un desafío en el que se vuelca la técnica y destreza del experto pirotécnico”. La meticulosidad y el espíritu investigador son importantes valores en común que se guardan con la industria manufacturera de Japón.
Los artificieros reflejan en los fuegos artificiales sus propias ideas
Los “fuegos artificiales creativos” también llevan dentro de sí un sentimiento de emoción. Este tipo de fuegos artificiales nacieron hace alrededor de 50 años en Ōmagari bajo la novedosa premisa de que “los hanabi no tienen que ser necesariamente esféricos. Podrían ser triangulares o rectangulares”. Los pirotécnicos ponen a su espectáculo de fuegos artificiales un título impactante, y en combinación con la música lanzan fuegos con diferentes formas durante aproximadamente dos minutos y medio. Por decirlo de otra forma, el espectáculo de fuegos artificiales con música que idean son unos “hanabi temáticos”.
Un ejemplo de ello es el espectáculo Hana wa saku – Kibō no hikari (florecimiento, la luz de la esperanza) ofrecido en la última competición por la empresa pirotécnica Haga, de la prefectura de Miyagi, afectada por el Gran Terremoto del Este de Japón. Durante este espectáculo estallaron en el cielo nocturno, en plena floración, formas que recordaban a las flores dondiego de día o girasoles acompañadas de la dulce melodía Hana wa saku (florecimiento), una canción dedicada a la reconstrucción de las zonas afectadas por la catástrofe del 11 de marzo de 2011, con el deseo de que los lugares dañados renazcan como las flores en el suelo. Los espectadores quedaron conmocionados por este mensaje y por la belleza de los fuegos artificiales, prorrumpiendo en un aplauso desde el fondo de sus corazones.
La belleza de lo efímero en los fuegos artificiales japoneses
Los fuegos artificiales de Japón fascinan a multitud de personas. A menudo uno se sorprende del poder de atracción que tienen. Hay personas que incluso han construído su casa cerca del lugar para ver los hanabi de Ōmagari, u otras que se han prometido exitosamente después de pagar unos fuegos artificiales privados para dejar un gran recuerdo en sus parejas. Pero esto no sólo ocurre en Ōmagari, muchas personas en todo el país se reúnen para disfrutar de los fuegos artificiales. ¿Por qué atraen tanto a los japoneses?
Según Ishii Takako, secretaria de la Asociación Japonesa de Observadores de Fuegos Artificiales, la razón de esta atracción es que los hanabi son “un arte fugaz”: “a diferencia de la pintura y la fotografía, los fuegos artificiales no perduran, sino que desaparecen en un instante. Además, no hay dos hanabi iguales. Podemos pensar que es precisamente esta belleza de lo efímero lo que atrae a tantas personas”. Del mismo modo opina Konishi, del Club de Fuegos Artificiales de Ōmagari: “su forma no perdura, pero unos fuegos artificiales tan maravillosos llegan al corazón. Ese es su atractivo”.
Los fuegos artificiales de Ōmagari llegaron hasta el Berlín de la Guerra Fría
El espectáculo de hanabi de Ōmagari llegó a celebrarse hasta en cuatro ocasiones en Alemania durante la década de 1970 y 1980. En 1987 se lanzaron fuegos artificiales en el Berlín Occidental, durante la Guerra Fría. Se recuerda que durante una conferencia de prensa que tuvo lugar durante la visita de una delegación de Ōmagari se dijo que “aunque haya un muro en la tierra, en el cielo no hay muro alguno. Me gustaría que tanto la gente de la parte occidental como la gente de la parte oriental disfrutase”. Se cuenta que aquel día se reunieron más de un millón y medio de espectadores incluyendo los del lado oriental del muro.
“Queremos convertir los hanabi de Ōmagari en un torneo que reuna a personas de todo el mundo”. En Ōmagari poco a poco está cobrando fuerza esta idea. Y es que no sólo los japoneses tienen esa capacidad de retener en la memoria la belleza y la emoción que provocan esos centelleos fugaces. El amor por los hanabi va más allá de las fronteras.
Texto: Yamakage Hisashi (Director del área de Ōmagari en el diario Akita Sakigake Shinpō)
Fotografías: Satō Masaru (Director adjunto del departamento visual del diario Akita Sakigake Shinpō)
Fotografía de cabecera: Izumiya Gensaku
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