El ruandés que, espoleado por el genocidio, fue el primer decano extranjero en Japón

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Las masacres que arrasaron Ruanda en 1994 terminaron con la vida de más de un millón de personas. François Niyonsaba, que perdió a cerca de 50 miembros de su extensa familia, es hoy investigador y educador en Japón, donde se centra en enfermedades infecciosas, con el sueño de reducir su amenaza para la población de África y del resto del mundo.

François Niyonsaba Francois NIYONSABA

Nació en Ruanda en 1968. Estudió en la Universidad de Medicina de China antes de doctorarse en la Universidad de Juntendō, y pasar a enseñar en el Centro de Investigación de Atopia de la Facultad de Medicina de dicha universidad. Tras trabajar como profesor en la Facultad de Artes Liberales Internacionales, asumió el cargo de vicedecano antes de ser nombrado en abril de 2024 decano de la Facultad de Artes Liberales Internacionales y subdirector del Centro de Investigación de Atopia.

Misión: curar las enfermedades infecciosas

“Es tu sueño”. “No te rindas”. “Tú puedes hacerlo”.

François Niyonsaba, de la Universidad de Juntendō, dice que ha superado innumerables dificultades a lo largo de su vida repitiéndose estas frases a sí mismo. Se enfrentó a un destino trágico, sobreviviendo a una infancia plagada de hambre y enfermedades, para alcanzar el éxito en su campo.

Sus palabras son sombrías. “En los países en desarrollo de África y otros lugares, las enfermedades infecciosas se cobran alrededor de 3 millones de vidas al año. Mi sueño es desarrollar medicamentos para vencer esas enfermedades”, afirma.

Los campos de investigación actuales de Niyonsaba son las enfermedades contagiosas globales, la inmunología cutánea y la alergología. Todos ellos están relacionados con sus contribuciones al tratamiento de enfermedades contagiosas mediante el estudio de las proteínas antimicrobianas de la piel.

La guerra puso al mundo del revés

Niyonsaba empezó a estudiar medicina en China en 1988. Estudió la lengua china en la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín y medicina china en la Universidad Médica de China de Shenyang. En 1994, tras obtener el título de ortopédico, se disponía a regresar a Ruanda para ejercer la medicina cuando estalló la guerra civil ruandesa. El conflicto entre hutus y tutsis se vio agravado por un ciclo de odio, no solo entre ambos grupos, sino también entre miembros del mismo grupo étnico; durante la guerra los ruandeses masacraban a sus vecinos por toda la nación. Niyonsaba canceló sus planes de regresar a casa. Al agotarse las ayudas del Gobierno de Ruanda a los ciudadanos que estudiaban en el extranjero, trabajó como DJ para apoyar su investigación.

A la izquierda, en la Universidad Médica de China en 1994; a la derecha, en el club nocturno de Shenyang donde pinchaba discos como DJ para mantenerse, en 1995. (Cortesía de François Niyonsaba)
A la izquierda, en la Universidad Médica de China en 1994; a la derecha, en el club nocturno de Shenyang donde pinchaba discos como DJ para mantenerse, en 1995. (Cortesía de François Niyonsaba)

Dos años más tarde, Niyonsaba —aún en China— recibió una carta de su hermano en la que le decía que habían muerto 50 de sus familiares en total, incluida su madre. La masacre del Frente Patriótico Ruandés se había cobrado la vida de 10 de sus 16 hermanos.

“Me preguntaba cómo Dios podía ser tan cruel. Sin embargo, tuve suerte de haber sobrevivido. La experiencia me hizo sentir que debía sobrevivir a toda costa”, afirma.

Algún tiempo después, el Frente Patriótico Ruandés ofreció a Niyonsaba un trabajo como médico, lo que lo animó a regresar a Ruanda. Sin embargo no se atrevía a trabajar para la organización que mató a su familia, según cuenta. En 1998, un conocido japonés lo ayudó a viajar a Japón. Aunque el plan inicial de Niyonsaba era buscar refugio inmediatamente en Francia, basándose en presentaciones de conocidos y recomendaciones de investigadores, en lugar de ello decidió reanudar sus investigaciones médicas en la Universidad de Juntendō.

“Si hubiera ido a Francia como refugiado me habría visto obligado a abandonar mi sueño de convertirme en médico o investigador. Japón y el pueblo japonés me salvaron y cambiaron mi vida”, afirma.

Salvar tantas vidas como sea posible

Sin embargo, en Japón no pudo olvidar a su madre ni a los hermanos y amigos que había perdido en la guerra civil. A pesar de su profunda tristeza sintió con fuerza un nuevo propósito: salvar tantas vidas como pudiera a través del poder de la medicina.

Refugiados ruandeses abandonan los campamentos de Zaire (actual República Democrática del Congo) cerca de Goma para regresar a su país en 1996. (© AFP/Jiji)
Refugiados ruandeses abandonan los campamentos de Zaire (actual República Democrática del Congo) cerca de Goma para regresar a su país en 1996. (© AFP/Jiji)

Los ruandeses que huían de la guerra civil no solo fueron víctimas de las masacres y la guerra, sino también de enfermedades infecciosas que se propagaron debido a la falta de atención médica. En los países en desarrollo, la tuberculosis, el sida y la malaria se cobran más víctimas que las enfermedades relacionadas con el estilo de vida, las lesiones o el cáncer. Después de pensarlo, Niyonsaba decidió cambiar de campo de especialización, razonando que la investigación de las enfermedades infecciosas le permitiría salvar la vida de más africanos. Tras doctorarse en la Universidad de Juntendō, Niyonsaba empezó a trabajar en el Centro de Atopia de la universidad, donde se implicó de forma significativa en la investigación de las proteínas antimicrobianas.

Siempre presentes en la piel de los seres vivos, las proteínas antimicrobianas se comportan como antibióticos, aumentando rápidamente cuando detectan virus o bacterias. El principal objetivo de la investigación de Niyonsaba era determinar si esta propiedad podría utilizarse para tratar otras enfermedades infecciosas.

En 2022, Niyonsaba descubrió que la autofagia, el proceso por el que las células reciclan las proteínas innecesarias, está suprimida en los pacientes con dermatitis atópica, e identificó una sustancia que reforzaría la inmunidad restaurando esta función de reciclaje.

“Quiero estudiar cómo podemos hacer que las proteínas antimicrobianas refuercen la inmunidad en los seres humanos, y hacer posible el uso de tales fármacos para combatir diversas enfermedades en entornos clínicos”, afirma.

Rescatado de la pobreza por la educación

Niyonsaba es natural de Bungwe, una pequeña ciudad cerca de la frontera con Uganda, en el norte de Ruanda, situada a 50 kilómetros al norte de la capital, Kigali. Criado en un hogar que sobrevivía principalmente a base de la agricultura, de niño pasaba hambre a menudo. Si un día recibía patatas o leche, se consideraba afortunado.

Ruanda

El padre de Niyonsaba quería que fuera a la escuela para escapar de la pobreza y le permitió asistir a clase con la condición de que recogiera agua y cuidara del ganado de la familia. En 1982, Niyonsaba fue seleccionado por el Gobierno del país para estudiar en la Academie De La Salle, un internado de la vecina Byumba. Sus padres vendían tres reses al año para pagarle la matrícula. Fue el comienzo de una vida de aprendizaje para hacer realidad sus sueños. En la escuela secundaria y el instituto se dedicó al estudio de las matemáticas, la física, la biología y la química, materias en las que destacó.

Niyonsaba (tercero por la izquierda al fondo, con el brazo sobre el hombro de un amigo) cerca de su instituto en 1985. (Cortesía de François Niyonsaba)
Niyonsaba (tercero por la izquierda al fondo, con el brazo sobre el hombro de un amigo) cerca de su instituto en 1985. (Cortesía de François Niyonsaba)

Mientras estudiaba en Pekín en 1989 fue testigo de la masacre de la plaza de Tiananmen, en la que manifestantes estudiantiles prodemocráticos se enfrentaron a las autoridades. La universidad se sumió en el caos y los estudiantes se enfrentaron a una intensa represión, pero él no abandonó sus estudios.

“Quería escapar de la pobreza. Estudiando mucho podía aumentar mis opciones. También tenía la obligación de esforzarme al máximo por mi familia, que me había apoyado”, dice.

Superar la ignorancia

Uno de los principales pilares para controlar las enfermedades infecciosas es la educación. Al no poder acceder a una educación adecuada, muchos ciudadanos de los países en desarrollo no saben cómo tratar adecuadamente las enfermedades infecciosas. El VIH no está presente en el sudor, la saliva o las lágrimas, y no puede transmitirse abrazando o besando, pero a los ruandeses no se les enseña esto. En su lugar, proliferan los prejuicios y la discriminación, y el VIH se considera una enfermedad aborrecible.

Cuando Niyonsaba regresó a Ruanda en 2011, visitó a un amigo del instituto, que había contraido el sida y pesaba solo 30 kilos, habiendo llegado a pesar 100 antes. La madre de su amigo, que era analfabeta, le dijo que no tocara a su hijo por si “se contagiaba de sida”. Niyonsaba le dijo que la enfermedad no se transmitía por el tacto, pero fue en vano.

“Abracé fuertemente a mi amigo y le besé en la mejilla. Lloró de alegría”, dice Niyonsaba.

Dado que solo le quedaban unas semanas de vida, su amigo incluso había empezado a hacer los preparativos del funeral. Sin embargo, cuando empezó a tomar pastillas recetadas por un médico que le había recomendado Niyonsaba su salud mejoró. Seis meses después volvía a llevar una vida normal.

Niyonsaba saluda a los residentes de Bungwe, Ruanda, en 2011. (Cortesía de François Niyonsaba)
Niyonsaba saluda a los residentes de Bungwe, Ruanda, en 2011. (Cortesía de François Niyonsaba)

“El VIH no se puede curar completamente, pero se puede combatir con conocimientos. Los pacientes pueden llevar una vida normal. Pueden aprender a prevenir la enfermedad y obtener ingresos. Pueden ir al hospital y comprar medicamentos. Podemos conseguir muchas cosas proporcionando una mejor educación y luchando contra la pobreza”, afirma Niyonsaba.

El primer decano no japonés de la historia

En abril de 2024, Niyonsaba se convirtió en decano de la facultad de Artes Liberales Internacionales de la Universidad Juntendō, el primer no japonés en ser nombrado para el cargo. Se cree que su fluidez en cinco idiomas (inglés, francés, chino, ruandés y japonés) y su capacidad para fomentar el entendimiento intercultural a través de sus conocimientos de salud fueron los motivos de su elección. También jugó a su favor la postura de la universidad de no discriminar por motivos de nacionalidad, género o trasfondo educativo.

Uno de los objetivos de la facultad es formar intérpretes médicos que colaboren con médicos y enfermeras para ayudarles a prestar servicios sanitarios, y promotores de salud que trabajen para ampliar los conocimientos sobre la prevención de enfermedades.

Niyonsaba da una conferencia a los estudiantes sobre la lucha contra las enfermedades infecciosas. (Cortesía de la Universidad de Juntendō)
Niyonsaba da una conferencia a los estudiantes sobre la lucha contra las enfermedades infecciosas. (Cortesía de la Universidad de Juntendō)

Como decano, Niyonsaba quiere concentrarse especialmente en la educación sobre estrategias transnacionales para combatir enfermedades infecciosas globales. Tomemos como ejemplo el VIH. Hasta hace poco, Japón era el único país industrializado que registraba un aumento de las infecciones por este virus. Otro ejemplo es la sífilis, cuyos casos también están aumentando.

“La gente en Japón tiende a pensar en las enfermedades infecciosas como algo que no afecta a su país, tan higiénico y próspero. En cierto modo, están indefensos”, afirma.

El VIH y la sífilis se transmiten casi siempre por vía sexual, pero el programa de educación sexual de Japón proporciona poca información, lo que hace que muchos jóvenes obtengan información incorrecta en internet.

“Tenemos que enseñar a los alumnos sobre su salud sexual y hacerles ver que las enfermedades infecciosas son algo que puede afectarlos personalmente. Es demasiado tarde para intentar contener una enfermedad infecciosa una vez que se ha propagado. Aprendamos para el futuro y para las generaciones venideras. No se trata de un problema que solo afecte a la lejana África”, afirma Niyonsaba.

“Los problemas de salud afectan a la gente en todas partes”, dice Niyonsaba. (© Fujiwara Tomoyuki.)
“Los problemas de salud afectan a la gente en todas partes”, dice Niyonsaba. (© Fujiwara Tomoyuki.)

Recordando las palabras de Mandela

Niyonsaba dice admirar a Nelson Mandela, quien luchara para acabar con el apartheid en Sudáfrica. Siempre tiene en mente una cita del activista:

“Podemos cambiar el mundo y hacer de él un lugar mejor. Está en tus manos marcar la diferencia”.

(Publicado originalmente en japonés y traducido al español de su versión en inglés. Imagen del encabezado: como decano de la Facultad de Artes Liberales Internacionales de la Universidad Juntendō, François Niyonsaba está especializado en los problemas globales de la educación sobre enfermedades infecciosas. © Fujiwara Tomoyuki).

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